La serie Semillas de Resistencia, que muestra la vida de comunidades nativas en América Latina, le valió al uruguayo Pablo Albarenga el reconocimiento como fotógrafo del año de los premios Sony World Photography 2020
La serie Semillas de Resistencia, que muestra la vida de comunidades nativas en América Latina, le valió al uruguayo Pablo Albarenga el reconocimiento como fotógrafo del año de los premios Sony World Photography 2020
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEsta historia empezó por una casualidad. Hace cinco años, Pablo Albarenga se fue a Cabo Polonio con un amigo y le pidió su cámara para capturar postales de la costa rochense. Las pruebas fueron un juego, una forma de pasar la madrugada. Pero el uruguayo, que hoy tiene 30 años, encontró en la fotografía un medio para contar historias. Su facilidad con la cámara lo llevó a trabajar como colaborador para la diaria y El Observador, y a encerrarse en el Foto Club Uruguayo para aprender más técnicas. Una tarde estaba en una clase de Iván Franco y el profesor le mostró un trabajo que había hecho sobre la comunidad guaraní kaiowá en Mato Grosso do Sul (Brasil). Los indígenas poco tenían que ver con los estereotipos que circulaban -y que aún circulan- en el imaginario popular. Andaban en bicicleta, estaban conectados con la tecnología y algunos, incluso, se vestían como cualquier habitante de una ciudad.
Las imágenes lo impactaron. Y aquel sacudón fue tan grande que le sirvió como punto de inflexión para embarcarse en proyectos dedicados a mostrar las comunidades nativas de América Latina. Su último trabajo lleva el título Semillas de Resistencia y le valió el reconocimiento como fotógrafo del año de Sony World Photography Awards 2020.
Daní vive en una reserva natural de la selva rodeada por campos de soja. Desde la comunidad Prainha II, en el río Tapajós, la joven lucha por defender su territorio de la expansión de la agroindustria y se define como una activista LGBT.
"El mayor desafío que tengo es dirigir las luces hacia las personas que retrato. Es algo que me entristece un poco porque estas historias nunca tuvieron tanta difusión como ahora y no fue por ellas en sí, sino por el premio. Estamos en una sociedad que está acostumbrada a construir héroes, sobre todo, si son de nuestro lado", dice Pablo Albarenga a galería, que actualmente está de paso por Montevideo. Aunque es su ciudad, siempre está pensando hacia dónde ir. Los dípticos que conforman su trabajo -elegido por un jurado entre más de 300.000 imágenes- circulan por el mundo como símbolos de las comunidades indígenas de la selva amazónica, y visibilizan su lucha por preservar su territorio de la agroindustria y la deforestación. "Esta búsqueda se centra en entender que no todo es como nos lo contaron. Quiero cuestionar la historia oficial", asegura el fotógrafo.
Drica es la primera mujer elegida como coordinadora del territorio de Quilombola y representa a las cinco comunidades que viven en la Amazonía brasileña. Está encargada de mediar entre las poblaciones locales y los madereros que buscan aprovechar sus recursos. Pero su mayor preocupación es el proyecto de una represa hidroeléctrica que puede destruir el entorno del río y desplazar a los locales de su tierra natal.
El trabajo de Albarenga muestra un recorrido por territorios ancestrales, pero también esconden una historia de crecimiento. En los últimos cinco años, el fotógrafo se aventuró en tierras milenarias, se encontró con nuevas formas de ver y entender la vida, y la relación con la naturaleza. Se acercó a comunidades indígenas de Brasil y Ecuador, pasó de tomar fotografías en blanco y negro a utilizar el color para mostrar la diversidad y la riqueza de los retratados y su entorno, y se dispuso a contar sus historias. Durmió en aldeas, cruzó ríos, probó alimentos autóctonos, se enfrentó a varias dificultades para llegar a las comunidades y entablar un vínculo con los locales.
Un grito desde la selva. Símbolo del vínculo entre las comunidades nativas y un territorio que está bajo amenaza, su trabajo busca reflejar la naturaleza humana para convertirse en un grito a las grandes industrias, a las sociedades que miran para el costado. "Nosotros entendemos a la Amazonía como algo funcional a nosotros; creemos que es importante porque produce el oxígeno que respiramos, pero solo pensamos en sus árboles y nos olvidamos de las personas", señala Albarenga. Según estimaciones de Cepal, en 2010 había cerca de 45 millones de indígenas en América Latina, una cifra que se traduce en 8,3% de la población de la región. Sin embargo, la Organización de las Naciones Unidas mostró su preocupación por la "represión y criminalización" a la que se somete a los 800 pueblos originarios. Las cifras hablan por sí solas: cuatro líderes indígenas son asesinados al mes por defender sus derechos. Pablo Albarenga se suma al creciente movimiento de quienes buscan acabar con la cultura del privilegio que naturaliza las desigualdades. La serie Semillas de Resistencia aún no está terminada, pues su autor tiene la intención de llegar a hacer unos 60 retratos, y una vez finalizados planea entregarles copias impresas a los indígenas.
Nantu trabaja en un proyecto de barcos fluviales con energía solar para mejorar el transporte público en Achuar (Ecuador). Con estas acciones, su comunidad quiere dejar de depender de la gasolina y usar herramientas más sustentables. En la fotografía, Nantu lleva ropa y accesorios tradicionales de Achuar.
A través de drones e imágenes satelitales, este trabajo fotográfico retrata a indígenas como al joven Nantu, quien lidera un proyecto con energía solar para ayudar en el transporte colectivo, y a la activista Daní, que lucha por los derechos de la comunidad LGBT y defiende su territorio de la expansión de la agroindustria. Entre las imágenes también aparece Joane con la voz de mando en la pelea contra la contaminación plástica y Tupí, conocida por ser la primera mujer en confesar que sufrió violencia de género.
Tupí fue la primera mujer en decir públicamente que había sufrido violencia de género en su aldea, al lado del río Tapajós, en la Amazonía brasileña. Ahora dirige un grupo de apoyo para que otras mujeres se sientan seguras de hablar y contar lo que vivieron.
Entre los indígenas hay abogados, antropólogos, médicos y estudiantes universitarios de diferentes ramas, y aunque tal vez no se conozcan entre ellos, los retratados están unidos por la militancia y la necesidad de hacer valer la tierra donde están enterrados sus ancestros. "Yo no sé si lo que hago es estrictamente periodístico, militante o fotográfico, pero hay una cosa que sí hago y es tomar posición en este partido. Me paro de un lado para hablar; estoy en contra del proceso de colonización de una sociedad con mayoría numérica y de recursos que se impone sobre una más pequeña. La historia oficial los invisibiliza. Nosotros asociamos el proceso de colonización a cuando llegó Colón con una carabela, pero, si bien ha mutado, esa realidad sigue tan vigente como nunca y se está llevando la vida de muchas personas", asegura el fotógrafo.
Un camino de un explorador. Esta premiada serie es una consecuencia directa de los viajes que el fotógrafo emprende desde 2016. En octubre de ese año conoció los conflictos que sufrían los indígenas en Brasil y empezó un recorrido que se transformó en un archivo testimonial en blanco y negro. Ha realizado más de 30 viajes, en muchos de ellos como explorador de National Geographic y becario de la organización de medios de comunicación estadounidense Pulitzer Center, en los que suele ir acompañado por un equipo de periodistas y aprovecha para recoger testimonios e incorporarlos a su proyecto personal. Ningún disparo es aleatorio: están medidos y tienen un corte de autor.
El fotógrafo fue retratado por la niña Karla Lucía, en un viaje al pueblo Wayuu en Colombia.
Pablo Albarenga fue invitado a participar en el proyecto Rainforest Defenders (Defensores del bosque) del Pulitzer Center, que se centró en cinco jóvenes líderes que defienden su territorio de las amenazas externas. Por otro lado, su crítica mirada también apareció publicada en un artículo del diario El País de Madrid con retratos de diferentes fotógrafos a tres comunidades brasileñas de Bajo Tapajós que se organizan para vigilar la tala ilegal de los bosques. Además, estuvo detrás de la producción de Retomada (2019), un libro publicado por Alter Ediciones que muestra cómo los indígenas de Paraguay y Brasil buscan recuperar sus tierras."El vínculo es la parte más interesante y más rica de mi trabajo. La fotografía termina siendo una llave que me abre puertas, una excusa para ir, intercambiar y conocer", asegura. Sobre el papel, sus retratos vuelcan raíces ancestrales de las que mucho se dice y poco se sabe.