En La Juanita, Rizoma combina diversas expresiones culturales y artísticas: desde una librería hasta un café, un taller de cerámica y un hotel
En La Juanita, Rizoma combina diversas expresiones culturales y artísticas: desde una librería hasta un café, un taller de cerámica y un hotel
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Son las nueve de la mañana de un sábado de enero. El día está nublado, las playas están vacías, pero en las calles del balneario La Juanita comienza a verse movimiento. Los autos circulan y las personas aprovechan para hacer sus mandados. Pero sobre Los Lobos, entre República Argentina y José Ignacio, la marcha es diferente.
En medio de los árboles, una estructura similar a la mítica Torre de Babel resalta en el paisaje y se convierte en una caja de sorpresas. De afuera sería imposible adivinar lo que existe dentro. Al ingresar, las estanterías que dan verticalidad a la construcción y sostienen una enorme variedad de libros no dejan ningún lugar a dudas. Pero además de libros Rizoma combina café, cerámicas y hotel. Es una novedosa propuesta para los residentes y visitantes que llegan a este balneario aledaño a José Ignacio.
Como la Torre de Babel. La idea de crear Rizoma nació por el enorme fanatismo que sus dueños tienen por la lectura. Al comienzo pensaron en una librería con café, pero luego se sumó la fantasía de tener un hotel y, con él, un taller de cerámicas que acompañara. Le dijeron al arquitecto Diego Montero que querían una librería, un café, un taller de cerámicas y cuatro cuartos de hotel. Cuando les mostró el preproyecto quedaron encantados.
Montero evita a toda costa hablar de un concepto de estilo o ambientación. "No me gusta el tema del estilo. Esto es muy libre y son cuatro cosas totalmente distintas; me dieron toda la libertad", explicó.
Rizoma se compone de una torre central de color rojizo poco estridente que va muy bien con el verde y el gris de la vegetación que la rodea, y que aloja la completa librería. "Siempre pienso en cómo podes hacer para que sea interesante, y no sé por qué me imaginé una especie de templo o Torre de Babel", dijo el arquitecto.
Hoy, el aroma a pino y la calidez de la madera utilizada en casi toda su arquitectura captan la atención de los visitantes. Allí no existen las columnas; son las propias estanterías las que sostienen el techo del local. Los estantes de madera visten las altas paredes que conforman esta construcción y, si bien hay libros en toda su extensión, la mayor densidad puede verse en la parte inferior.
Páginas variadas. En Rizoma se invita a recorrer y descubrir entre 12.000 y 15.000 títulos de diversos géneros. Al ingreso, y bien al centro de la librería, hay obras de narrativa uruguaya, argentina y latinoamericana que se encargan de cubrir las estanterías de madera de cinco metros de altura. Sobre la izquierda se ubican libros de psicología, medicina, feminismo, política, economía e historia, ensayos, y una variada gama de literatura infantil y juvenil. Y ya sobre el lado derecho aparecen novelas en inglés, biografías, libros policiales, de deporte, arte, arquitectura, fotografía, música, teatro, cine y gastronomía. "Es nuestra primera experiencia con una librería. Tenemos mucho que aprender", dijeron sus responsables.
Alejandro Lagazeta, director de la librería montevideana Escaramuza, los ayudó al momento de formar la selección de volúmenes que integran la librería, cuyas sugerencias completaron la lista original creada con base en el gusto literario de los dueños.
Sin límites. Este espacio cultural intenta hacer un paralelismo entre su filosofía y el significado biológico de la palabra rizoma, un tallo subterráneo que crece de forma horizontal e indefinida, emitiendo raíces y brotes. Por eso, en Rizoma pueden pasar cosas que quizá nadie pensó ni planificó. "Rizoma no tiene algo que la sostiene en un lugar para siempre; se puede ir por donde quiera", aclaran desde el local. Y en los hechos queda la evidencia: algo que comenzó con la idea de una librería y un café terminó en un proyecto algo más grande y elaborado e incorporó áreas nuevas como un hotel y un taller de cerámicas.
En Rizoma todos los ambientes están comunicados. Hacia el fondo, luego de atravesar la librería, se encuentra el café. De manera transversal, un pasillo dirige al hotel y otro lleva al taller. Temprano en la mañana, la cafetería estaba en su pico máximo de clientes. Allí se ofrecen desayunos, almuerzos y meriendas que son elaborados por los cocineros Mara Ballester y Nazareno Mayol. En la tarde también se proponen picadas para el regreso de la playa. Entre las opciones más pedidas aparece la tostada con palta, el sándwich caliente, y los dulces como la torta vegana de cacao y remolacha, el chipá o las cookies de chocolate y maní. Esto puede ser acompañado de una carta de café de Seis Montes, refrescos, jugos, kombucha y más.
En cambio, el menú del almuerzo varía día tras día. Siempre hay tres opciones: una tarta, una opción con verduras y otra con vegetales y alguna proteína. Ese día, un cartel en la entrada indicaba el menú de la jornada: tarta de puerro y cebolla; tostada con paté y ensalada; o ensalada de chauchas, ciruela y cajú. Eso sí, ninguna de las opciones venía acompañada de bebidas ni de postres.
Dos noches a la semana (domingos y lunes) el horario de Rizoma se extiende hasta la medianoche con propuestas especiales para cenar. Por entrada, plato principal, postre, agua y café se deben pagar 1.500 pesos y solo se puede asistir con reserva previa.
En la temporada de calor, el lugar ideal para disfrutar de la comida es el patio exterior, pero en invierno el encanto del interior se duplica con la estufa a leña que será prendida en las tardes frías.
Espacio de arte. Además de la librería y el café, en Rizoma se ubica el taller de cerámica de la artista plástica argentina Marcela Jacob. Sus piezas y esculturas están expuestas en una galería ubicada sobre uno de los laterales de la construcción y están a la venta para quienes se sientan atraídos por ellas.
Al igual que la librería, el taller y galería también fueron construidos en madera, pero con la diferencia de que todas sus paredes tienen amplios ventanales de vidrio que integran el paisaje del entorno y dan la suficiente exposición para llamar la atención de quienes circulan por el lugar.
Con vista al jardín. La propuesta de Rizoma se termina de completar con un pequeño hotel de cuatro habitaciones, dos con cama doble y dos con camas individuales (con posibilidad de ser unidas). Las habitaciones, bien iluminadas, tienen una decoración simple y despojada. Parte del mobiliario, como los respaldos de las camas, la mesada del baño y los estantes de los cuartos, fue elaborado con la madera extraída de los árboles originarios del mismo terreno. Con vistas al jardín, las habitaciones ponderan el disfrute del entorno y la riqueza natural del balneario.
Si bien el plan era abrir Rizoma en setiembre del 2020, los atrasos normales de una obra y las consecuencias provocadas por la pandemia postergaron su apertura hasta el 18 de diciembre pasado. Y, si bien los planes a futuro pueden resultar un poco inciertos, esperan estar abiertos durante todos los meses del año, en especial los fines de semana de invierno.
Rizoma. Los Lobos, entre República Argentina y José Ignacio, La Juanita. Abierto todos los días de 8 a 20 h. excepto los miércoles.