El arte contemporáneo es aquel que habla del ahora, de esos temas que ocupan a los artistas que se encuentran produciendo obra en este momento de la historia. Por eso, en cierto sentido, es el arte más relevante para los espectadores: interpreta la realidad que ellos mismos comparten y los interpela (en el mejor de los casos, puede que simplemente no suceda nada). Y, desde ese punto de vista, es un acierto que la 4ª Bienal de Arte de Montevideo, que se inaugura este viernes 25 y se extiende hasta el 8 de diciembre, tenga como tema principal "una configuración moderna de la dinámica cultural e interdependencia entre los vecinos atlánticos", algo que se encuentra en plena discusión y debate actualmente.
La bienal, que lleva el título Travesías atlánticas, echa una mirada "al arte de la masa oceánica que hace 500 años concatenó para siempre América, África y Europa luego de la colonización y el tráfico de esclavos". En esta oportunidad, la bienal ocupará cuatro espacios: el Centro de Exposiciones Subte, la Sala de Exposiciones del Sodre en la Peatonal Sarandí, el Museo Histórico Cabildo y la Casa de la Cultura Afrouruguaya, un lugar particularmente significativo si se tiene en cuenta que hay un gran componente de arte africano, afrouruguayo y afrobrasileño en esta edición.
La curaduría estuvo a cargo del alemán Alfons Hug, quien ha estado vinculado a la bienal desde su génesis y que ha sido gran impulsor de que haya una muestra de esa envergadura en Montevideo. Para Travesías atlánticas, en particular, se sumó al equipo curatorial el artista afro Alejandro Cruz, quien complementó el trabajo de Hug con una perspectiva local. "A mí me resultaba interesante como cocurador tener la posibilidad de elegir yo los artistas uruguayos. Hay algunos muy reconocidos, pero también hay otros que son muy buenos, que hace muchísimos años que trabajan en el arte, pero que dentro del universo del arte contemporáneo nunca han tenido el reconocimiento necesario. Los motivos son variados, puede que no tengan formación en arte (pero tienen una sensibilidad y una técnica que a mí me interesaba mostrar) o que vienen de lugares periféricos", explicó a galería.
El resultado de ese proceso de curaduría es una muestra con más de 30 artistas provenientes de diferentes latitudes, entre los que se destaca particularmente el trabajo de los fotógrafos y artistas multimedia africanos y afro descendientes. Un ejemplo es la sudafricana Zanele Muholi, que reimagina la identidad afro y desafía los "opresivos estándares de belleza" de una forma tan personal como política. En palabras de Cruz, "la bienal es una especie de pulmón oxigenante para el medio artístico porque los artistas que se traen desde hace tiempo del extranjero vienen ya trabajando estos temas. Son artistas que vienen de África y América Latina, desde lugares que en el imaginario no se cree que tengan tan buenas cosas para aportar. Está bueno tener la posibilidad de asistir a una muestra de estas características, a la que no se suele acceder a menos que se tenga la posibilidad de viajar".
Obra Site specific, creada para la Bienal de Arte de Montevideo, del artista brasileño Arjan Martins.
Con Alfons Hug, curador de la Bienal de Montevideo
¿Cómo fue el proceso curatorial para esta bienal en particular?
A nivel local, es la primera muestra internacional con enfoque en África y afrodescendencia. Afrodescendientes de Uruguay tenemos tres, de Brasil hay algunos y artistas africanos hay más de diez. O sea, más de la mitad de los artistas son africanos o afrodescendientes. Eso me parece una novedad, yo creo que nunca hubo una muestra de arte africano en Uruguay. La gente se va a sorprender con la alta calidad de la producción, sobre todo en fotografía y video.
¿Cuál es tu relación con el arte africano?
Desde los años 80, cuando fui director del Instituto Goethe en Lagos, Nigeria, he podido acompañar la producción africana y siempre vuelvo al continente. También fui cocurador en la bienal de Dakkar. Volví a Nigeria en 2015 y en esos 30 años entre la primera vez que fui y 2015 vi una explosión de talentos. Al mismo tiempo, surgieron varias bienales en África, la misma Lagos tiene una ahora, hay otra en Congo, Uganda, Egipto, Marruecos y Mali. He podido rastrear todo ese material y a mí personalmente me convence mucho la calidad de las obras.
¿Es importante hacer una muestra que destaque el talento africano y latinoamericano en este momento de la historia?
La idea era un poco investigar la composición triétnica del continente: América, África y Europa. Como si fuera un triángulo. La influencia europea es bastante conocida, el sustrato indígena tal vez es menos fuerte en Uruguay, pero lo hubo también; y la influencia africana, que si bien acá no es tan grande como en Brasil, existe. Hay una casa de la cultura afrouruguaya que visitamos varias veces y es una sede de la bienal. Entonces, la bienal tiene que ver con investigar la confluencia de esos tres continentes con el Atlántico en el medio.
¿De qué temas hablan las obras de la bienal?
No es un único tema. Esta bienal es más una descripción casi geográfica, abarca todo lo que sucede en el triángulo. Temas hay de lo más variado: la representación del ser humano a través de retratos y autorretratos, el colonialismo, la esclavitud, la migración, la exclusión que existe y la pobreza. No se tratan de una manera documental o periodística, sino poética.
¿Qué obras destacaría?
Es difícil, porque si yo no estuviera convencido de la calidad no los hubiera invitado, entonces yo puedo defender a todos los 30 artistas. Si me obligan a señalar una obra, podría ser la pintura Site specific que está haciendo el afrobrasileño Arjan Martins en este momento. También la de Youssef Limoud, que va a ser con materiales que recogió acá. La fotografía y los videos africanos son interesantes, vienen de los lugares menos esperados. En ese sentido, la muestra es periférica, son de países que no suelen estar en el circuito del arte internacional. Habrá para un público interesado muchas obras para descubrir, muchas sorpresas.
¿Cómo ve la escena del arte contemporáneo local?
A pesar del tamaño reducido del país, Uruguay tienen una producción grande, interesante, de alta calidad. Por ejemplo, Uruguay es uno de los pocos países de América Latina que tienen un pabellón en la Bienal de Venecia desde hace muchas décadas. No se compara con Brasil, pero sí con Chile o tal vez Argentina y Colombia. Lo que falta un poco es el coleccionismo. Si hubiera más coleccionistas, estaría bueno para todo el mundo, sobre todo para los artistas. Pero desde el punto de vista de la calidad de la producción está bien.

Lagos Drawings, del nigeriano Karo Akpokiere; su obra se podrá encontrar en el Sodre.
Con qué espíritu hay que ir a la Bienal
Alfons Hug
"La bienal ha tenido miles y miles de visitantes y no todo el mundo es experto. Lo que se necesita es una cierta apertura, curiosidad. Es verdad que el acceso no siempre es fácil, no es una muestra de artesanía, no es una muestra de diseño, no es un cine con una narración más obvia, son discursos. En Brasil, que tiene un flujo de gente de 500.000 personas en la Bienal de San Pablo, lo que pude notar es que el abordaje brasileño muchas veces va por lo lúdico, por lo intuitivo. Hay varias lecturas. Siempre ayuda informarse un poco".
Alejandro Cruz
"Hay una cosa que es importante aclarar, y es que la gente a veces piensa que el arte es para unos pocos, que lo entienden unos pocos, que el arte no tiene nada que ver con uno. Pero no hay que tener una formación de arte para ir a la bienal, sino creerse un ser muy poroso, permeable, plausible de ser atravesado por manifestaciones creativas. Si uno tiene la suficiente sensibilidad, puede encontrarse en la obra de otro. Además, las obras son polisémicas, tienen tantas interpretaciones como personas las vean, y actúan en diferentes capas. Igual, capaz vemos algo y no nos genera nada, y eso es válido también, uno no espera todo el tiempo ser atravesado por la sensibilidad del otro, no tiene que ser algo forzado. Cuando la gente no tiene específicamente un canal o alguien que le diga por dónde ir, qué pensar o qué es, se encuentran con ellos mismos y con esa libertad que a veces asusta, pero que está buena".