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Una recorrida por la residencia de los embajadores uruguayos en Buenos Aires
De líneas modernas para su época, y elogiada por Eva Perón, la casona es una de las más emblemáticas de la capital Argentina
Desde el 3 de julio de 2020, la residencia ubicada en Palermo Chico es el hogar del embajador uruguayo Carlos Enciso Christiansen y su esposa María Noel Crucci.
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Dentro de la cochera se ubican tres esculturas traídas de Italia por Méndes Gonçalves. Cada una representa una estación del año; la cuarta -el otoño- se encuentra en un patio interno de la residencia.
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A un lado de la escalera que da acceso al primer piso hay una maqueta del Monumento al Gaucho, de José Luis Zorrilla de San Martín.
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Tanto en la fachada como en el interior, las líneas curvas son características de la casona de diseño moderno para la época.
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Aún hoy la casona conserva mobiliario y decoración adquirida por Méndes Gonçalves, como los tapices flamencos del siglo XVIII que se ubican en el salón principal
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Desde 1948 la exresidencia Méndes Gonçalves, obra del arquitecto húngaro Kálnay, funciona como residencia de los embajadores uruguayos en Argentina.
A medida que uno se acerca al cruce de las avenidas Presidente Figueroa Alcorta y Ortiz de Ocampo, en Buenos Aires, una gran construcción de paredes curvas llama la atención y a la vez realza la esquina. Se trata de la residencia de Uruguay en Argentina y funciona allí con ese fin desde 1948. Más allá de su atractiva silueta, en el exterior siempre flamea la bandera uruguaya, sumando así una cuota de curiosidad para quienes detienen su paso a contemplar esa pieza arquitectónica, al menos, llamativa.
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Esta esquina de Palermo Chico, antes Barrio Parque, empezó a tomar forma en los años 30, cuando un empresario yerbatero que residía en el norte del país, llamado Carlos Méndes Gonçalves, llegó a Buenos Aires y se propuso hacer una casona para vivir. Para ello contrató al arquitecto húngaro Jorge Kálnay, quien, atento a la demanda y los gustos del futuro propietario, entre 1937 y 1938 levantó una casona racionalista de aproximadamente 1.400 metros cuadrados construidos, muy moderna para la época, con paredes curvas, espacios amplios y grandes ventanales. Kálnay fue un arquitecto relevante para Argentina y uno de los representantes del movimiento racionalista. Además de llevar a cabo la emblemática residencia, fue el responsable de obras como la sede del diario Crítica, el cine-teatro Broadway, el edificio Barrancas, el Maison Garay y el Luna Park.
Desde1948, la obra del arquitecto húngaro Kálnay funciona como residencia de Uruguay en Argentina.
Pese a todo el pienso y dinero que Méndes Gonçalves invirtió en su hogar, vivió allí tan solo 10 años. La leyenda oral relata que Evita Perón consideraba a la casona como una de las más lindas de Buenos Aires y que le “había puesto el ojo” para que fuera sede de su fundación. Al parecer, más allá de la estética y la disposición general de la casa, la ex primera dama de la Nación tenía gran debilidad por las estufas a leña, y la propiedad cuenta hasta el día de hoy con siete de ellas. Sabiendo de la intención de Evita, el propietario tuvo miedo de que le expropiaran la casa y decidió venderla. En aquel entonces, el Estado uruguayo la adquirió por 1.500.000 pesos argentinos, a lo que sumó 300.000 por su mobiliario.
Desde ese momento hasta la actualidad, la casa ha funcionado como residencia de quienes asumen el rol de embajadores uruguayos en Argentina. Han vivido allí Luis Barrios Tassano, Adolfo Castells, Adolfo Díaz Estapé, Juan Raúl Ferreira, Julio Lupinacci, Alberto Volonté, el actual ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Francisco Bustillo, Guillermo Pomi, Héctor Lescano y desde el 3 de julio de 2020 es el hogar de Carlos Enciso Christiansen y su esposa María Noel Crucci.
Si bien cada embajador que llega les da a los espacios su impronta personal, la casona tiene la particularidad de que en ella se conserva hasta hoy gran parte del mobiliario y la decoración elegida y adquirida por Méndes Gonçalves. Cuando un nuevo representante de Uruguay se instala allí a vivir, se realiza un inventario detallado en el que queda formalmente establecido qué elementos son parte del patrimonio de la residencia, pudiendo renovar o adquirir alguna pieza si es necesario por funcionalidad, pero siempre manteniendo el estilo.
Usos y costumbres. Al ingresar al predio lo primero que se ve es una cochera, con espacio para cuatro vehículos, y a su derecha tres esculturas traídas de Italia por Méndes Gonçalves que representan las estaciones del año: invierno, primavera y verano. Una cuarta escultura, que corresponde al otoño, está ubicada en un patio interno del primer piso. La casona se divide en tres plantas, siendo la más baja la de uso más informal y descontracturado, donde Enciso y Crucci pasan el rato y comparten momentos con familiares y amigos. En ese nivel hay un espacio “gaucho”, llamado Rincón Elías Regules, donde la protagonista es una importante estufa parrillera. Enciso mantiene ese cálido rincón como lo dejó armado su predecesor, Héctor Lescano, y solo añadió algunos objetos de aprecio personal.
“Rincón gaucho” Elías Regules con estufa parrillera utilizada en diversas ocasiones para hacer asados.
El primer piso es el más formal y ha tenido desde siempre un uso social. Allí se han realizado múltiples conciertos, exposiciones y recepciones, entre otras actividades. El salón principal también era moderno para la época, amplio y sin columnas. Algunas de las piezas de decoración que se mantienen hasta el día de hoy en ese espacio son tapices flamencos del siglo XVIII, colección de esculturas de piedra, arañas de hierro y su espléndido piso de mármol italiano. El salón principal tiene salida al patio interno, en cuyo centro se encuentra la escultura que representa al otoño y hace juego con las de la cochera. Dicho patio se abre y se utiliza como anexo para las recepciones en el salón principal. Además, es lugar predilecto de Ceibo, el simpático perro labrador chocolate del embajador.
En la misma planta se encuentra una sala francesa con boiseries y estufa a leña, donde el actual representante uruguayo disfruta de la lectura y del sol que entra por los ventanales. A pocos pasos está el comedor principal cuyo gran atractivo es la pieza de arte La Samaritana, del reconocido artista uruguayo Juan Manuel Blanes. Allí también hay una terraza con vista a la avenida Figueroa Alcorta y en el mismo piso se dispone la antecocina, cocina y tres habitaciones de servicio.
Sala francesa con boiseries donde el embajador Carlos Enciso disfruta de la lectura.
En el segundo piso se encuentran las habitaciones: una principal de cerca de 100 metros cuadrados con un baño en suite de mármol negro y cuarzo, dos de huéspedes, también en suite, y otras dos más pequeñas con un baño compartido. En esa misma planta hay salida a un amplio jardín interno con piscina. A lo largo y ancho de todos los ambientes, la casona cuenta con una rica pinacoteca. Se puede ver obras de múltiples artistas uruguayos como Lincoln Presno, Clever Lara, Juan Storm, Manuel Pailós, José Pedro Costigliolo, Ignacio Iturria, Jorge Damiani, Oscar García Reino y Juan Manuel Blanes. La mayoría de las obras de pintores contemporáneos fueron adquiridas durante la segunda presidencia de Julio María Sanguinetti (1995-2000).
En la residencia conviven obras de arte de varios artistas uruguayos; una de las más importantes es La Samaritana, de Juan Manuel Blanes, dispuesta en el comedor principal.
Si uno contempla la residencia en la actualidad, es posible asegurar que la casona tiene un valor millonario en dólares. De todos modos, también es claro que su valor histórico y simbólico prevalece por sobre lo material. Tras más de siete décadas de acoger a los representantes uruguayos en el país vecino, sus salones no solo han sido testigos de innumerables anécdotas de sus residentes y sus invitados, sino que también se convirtieron en protagonistas de esta historia.