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Una casona en Reducto convertida en centro cultural

Construida en 1905 y restaurada por sus nuevos dueños, Villa Valentina lucha por mantenerse vigente en una dicotomía entre pasado y presente

Cuando Camila Barraco conoció Villa Valentina, no lo pensó más. Ese era el lugar que había buscado durante dos años para montar un centro cultural. Su madre, que fue a ver la casa con ella, dice que le brillaron los ojos. Ella se enamoró. Y eso que estaba casi destruida, con mucha humedad y montañas de escombros. Era una casa de 1905, que hacía 10 años estaba deshabitada. Tampoco cumplía con el requisito de estar ubicada en Palermo, el barrio por donde estaba buscando por su importante acento cultural. Villa Valentina se encuentra en el barrio Reducto. Pero en ese momento, nada de eso importó. En seis meses, con su pareja, César García, lograron vender su apartamento, comprar la casa y mudarse para allí, sin hacer previamente ninguna reforma, ni restauración. Ese trabajo estaba reservado para ellos. Ella es diseñadora de Comunicación Visual y él arquitecto y carpintero.

Era diciembre de 2021 cuando comenzaron ellos mismos el proyecto de restauración de la casa de 400 metros cuadrados, incluidos los 150 del patio de atrás. Una casa de estilo colonial, con rasgos de art nouveau (siglo XIX y XX), como vitrales, vidrios fantasías, líneas curvas y flores en los ornamentos, y art déco (siglo XX), como los ornamentos con figuras geométricas, que con el paso de los años le fueron realizando ampliaciones y reformas. La más importante es la del hall de entrada y fachada, que data de 1914, obra de Leopoldo Tosi, un reconocido arquitecto uruguayo de la época, el primero en incursionar en art nouveau en Montevideo, responsable del teatro Macció, en San José, y la óptica Pablo Ferrando, en Ciudad Vieja.

“Comenzamos el proceso (de restauración) nosotros solos, pero siempre desde la humildad, abiertos a asesorarnos”, dice Camila a Galería. “Como fuimos compartiendo todo por las redes sociales, la gente nos asesoraba y nos recomendaba hablar con distintas personas”, agrega. Así fue que se contactaron y los visitó, por ejemplo, Willy Rey, director general de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, al que le realizaron varias consultas sobre el patrimonio arquitectónico de la casa. También pudieron establecer contacto con una vitralista, que los asesoró en la restauración del vitral del hall central, una obra de Arturo Marchetti, un artesano vidriero italiano que trajo el oficio a Uruguay. “Lo primero que hicimos fue limpiar los vidrios porque estaban opacos de la mugre que tenían, casi no pasaba la luz. Estuvimos seis meses limpiándolos. Cuando terminamos con la limpieza, fuimos haciendo las partes que no tenía y cambiamos algunos vidrios, cortándolos in situ porque eran cortes curvos y había que irlos encajando para ver si estaban bien cortados. Un trabajo muy artesanal”, explica la dueña de casa.

El hall central de Villa Valentina data de 1914 y cuenta con un vitral, de Artura Marchetti, que Camila y César restauraron con sus propias manos.  Foto: Mauricio Rodríguez.  El hall central de Villa Valentina data de 1914 y cuenta con un vitral, de Artura Marchetti, que Camila y César restauraron con sus propias manos.  Foto: Mauricio Rodríguez. 
Foto: Mauricio Rodríguez. Foto: Mauricio Rodríguez. 
La fachada de Villa Valentina tiene rasgos característicos de<em> art nouveau</em>, como por ejemplo, los vitrales. Foto: Mauricio Rodríguez. La fachada de Villa Valentina tiene rasgos característicos de art nouveau, como por ejemplo, los vitrales. Foto: Mauricio Rodríguez. 

Las paredes de lo que sería el comedor fueron otro gran desafío, dado que estaban empapeladas y los nuevos propietarios querían llevarlas a su estado original. Sin embargo, en el proceso se encontraron con una sorpresa que les hizo dudar de su idea. Abajo del empapelado había flores pintadas, de la época art nouveau, que no querían perder. Pero es un asunto que aún no lo tienen resuelto. “Todavía nos falta hacer la parte de los ornamentos (ubicados arriba en la pared), que los vamos a reconstruir nosotros mismos. Cuando lleguemos a esa fase veremos lo que hacemos. La idea es que todo tenga una coherencia”, señala. Ya tienen una muestra de cada uno de los ornamentos que hay en la casa, con el objetivo de ir reconstruyendo uno a uno con sus propias manos.

Hoy gran parte de la casa está sin muebles. Tienen previsto que eso quede para el final. Según explica la flamante propietaria, “la idea es respetar lo más que se pueda la estructura y el estilo original, y hacer que conviva con mobiliario contemporáneo. Que se note que entró gente a vivir en 2021 y que somos jóvenes. Que sea una dicotomía entre pasado y presente”. Un claro ejemplo de este propósito es el baño, donde combinaron un juego de artefactos ingleses de 1920, de color rosado que compraron por Marketplace y Mercado Libre, con azulejos blancos pegados con pastina de color fucsia, traída de Argentina.

A la cocina también le dieron su toque personal, haciendo ellos mismos la mesada de terrazo, también conocido como monolito lustrado. Para ello se inspiraron en uno de los pisos de terrazo de la casa y tomaron restos de mármol que encontraron entre los escombros. No sabían cómo hacerlo, por lo que se contactaron con varias personas que hacen monolito, hasta que encontraron a alguien que les dijo que los ayudaba y les prestaba su taller. “Me acuerdo que cuando estábamos poniendo las piedritas, me emocioné y me largué a llorar. Nunca me imaginé poder transitar esa experiencia de hacer la mesada de mi cocina”, cuenta.

El siguiente paso será la restauración de los pisos de madera, a los que quieren pulir e hidrolaquear para protegerlos.

Villa Valentina busca contar la historia de la familia originaria a través de fotos, tarjetas y documentación olvidada y recuperada. Foto: Mauricio Rodríguez.  Villa Valentina busca contar la historia de la familia originaria a través de fotos, tarjetas y documentación olvidada y recuperada. Foto: Mauricio Rodríguez. 
Los nuevos propietarios hacen convivir el pasado con el presente en cada uno de sus espacios. Foto: Mauricio Rodríguez. Los nuevos propietarios hacen convivir el pasado con el presente en cada uno de sus espacios. Foto: Mauricio Rodríguez. 
El centro cultural cuenta con una colección privada de arte. Foto: Mauricio Rodríguez. El centro cultural cuenta con una colección privada de arte. Foto: Mauricio Rodríguez. 

Lugar para la cultura. Si bien el centro cultural tuvo su primera actividad en octubre de 2022, Camila asegura que el proyecto se inició paralelamente a los trabajos de restauración gracias a las redes sociales. “Como fuimos compartiendo la experiencia por Instagram, de alguna forma el centro cultural comenzó ahí, porque en definitiva se trata de habilitar las posibilidades de inclusión de la población (al arte y la cultura). De hecho, mucha gente se unió a las jornadas de restauración”.

A su vez, los primeros trabajos de limpieza les trajeron una sorpresa. De a poco se fueron encontrando con fotos, cartas, tarjetas, diplomas y otros objetos olvidados de las diversas generaciones de la familia García, dueña originaria de la casa. Así descubrieron, entre otras cosas, que dos de las nietas de Valentina, la primera propietaria, fueron las primeras mujeres ingenieras del Uruguay y también de las primeras en sacar la libreta de conducir. “Es una historia de empoderamiento femenino. Por eso, me encanta que se llame Villa Valentina”.

Fue tanto el acervo histórico que encontraron que tuvieron que decidir qué tirar y qué guardar, con el objetivo de transformarlo en una exhibición de arte. Para eso, conformaron un equipo para documentar el legado histórico. Hoy la casa está intervenida con distintas instalaciones, donde se exhibe a partir de fotos, cartas, tarjetas y documentos la historia de la familia. Todo indica que se trataba de una familia intelectual y con buena posición económica.

En 2021, Camila y César comenzaron los trabajos de restauración por el vitral del hall central, las paredes y la mesada de la cocina. Fotos: Gentileza Villa Valentina.  En 2021, Camila y César comenzaron los trabajos de restauración por el vitral del hall central, las paredes y la mesada de la cocina. Fotos: Gentileza Villa Valentina. 

De hecho, recientemente Camila y César se presentaron a un fondo concursable del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) para realizar un documental con el archivo histórico de la familia y Villa Valentina. Más allá de esto, tienen fechas estipuladas, Día del Patrimonio y Noche de los Museos, en las que abren las puertas de la casa al público general para acercarles este pedazo de la historia montevideana. Allí ofrecen además performances interpretando a los personajes de la familia según la época.

A su vez, el centro cultural tiene una propuesta muy variada y original. “Buscamos ofrecer talleres que no haya en Montevideo”, asegura Camila, que suelen estar relacionados con las artes, la arquitectura, el diseño y los oficios; van desde escultura, collage y bordado hasta talleres de terrazo y de composición botánica, entre otros. “Tratamos de enseñar todo lo que te sirva para tu casa y también fomentar el hacer vos mismo. Creemos que todos los procesos creativos están atravesados por un proceso de aprendizaje. Fue lo que nos pasó a nosotros, haciendo fuimos aprendiendo distintos oficios. Es lo que intentamos inculcar a la gente: también sos capaz de hacerlo en tu casa”, remata.