N° 2062 - 05 al 11 de Marzo de 2020
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa ejemplar jornada cívica que se vivió el domingo pasado, con la asunción de Luis Lacalle Pou a la presidencia de la República, tuvo un ingrediente que la diferenció de todas las ocurridas anteriormente: la masiva presencia en los diversos actos programados de más de tres mil paisanos a caballo, llegados desde todos los puntos del interior del país. Y esa inédita y resaltable comunión del Uruguay profundo con la capital vino ocasionalmente a contrastar con lo acontecido días antes en el seno de la Asociación Uruguaya de Fútbol, en un hecho de menor relevancia pero impregnado de un talante muy distinto.
En efecto, en la sesión del jueves 27 de marzo del Consejo de Fútbol Profesional de la AUF, convocada para aprobar la Copa Uruguay (un nuevo torneo del que participarían clubes de sus diversas divisionales y también de la Organización del Fútbol del Interior OFI) se registró un llamativo empate en 22 votos, entre los clubes que apoyaban la iniciativa y los que se oponían a ella. De modo que, al no lograrse la mayoría absoluta requerida para su aprobación, la realización de ese torneo –que comenzaría el próximo 15 de abril– quedó transitoriamente comprometida.
Tomando como modelo la tradicional Copa del Rey en España, desde tiempo atrás, el actual Ejecutivo de la AUF venía estructurando un nuevo certamen oficial para incrementar el número de partidos que se disputan en el año, que resulta ser muy inferior a lo que ocurre en la mayor parte del mundo futbolístico. Además de procurar una integración efectiva entre el fútbol capitalino y el del resto del país, muchas veces intentada en el pasado, aunque sin resultados duraderos.
La proyectada Copa Uruguay sería desarrollada, en un régimen de eliminación directa, por 68 equipos: 16 de la actual Primera División, 12 de la Segunda División, 18 de la Primera División Amateur de la AUF, y 22 clubes del interior del país, clasificados por la Copa Nacional de Clubes de la OFI (al no lograrlo, no estarían representados los departamentos de Florida, Treinta y Tres, Rivera y Durazno). El torneo se disputaría en tres fases, a mitad de la semana, con localías sorteadas en todos los casos, y con la final en un único partido. El equipo que saliera campeón obtendría un cupo para participar de la siguiente edición de la Copa Sudamericana organizada por la Conmebol. Se preveía también la cobertura de los gastos irrogados a los participantes con un fondo especial de US$ 400.000, aportado por dicho organismo.
Como viene de señalarse, esta proyectada competencia integradora del fútbol capitalino y el de los departamentos del interior del país tiene antecedentes de distinto tipo, aunque siempre efímeros en su permanencia. El primero data del año 1960, y fue la Copa Artigas, en la que participaron los 10 equipos de Primera División de la AUF y las cuatro selecciones ganadores de las Confederaciones del interior: Artigas (Litoral), Tacuarembó (Noreste), Durazno (Sur) y Maldonado (Este). Esa primera edición fue ganada por Defensor. Luego hubo apenas dos ediciones más, en los años 1961 y 1962, con sendos triunfos de Nacional.
La siguiente experiencia fue la Liga Mayor. En la edición de 1978 de dicho torneo –creado dos años antes– se le dio cabida al interior del país, aunque no a nivel de selecciones, como en la oportunidad anterior, sino de clubes: Ellos fueron Huracán (de Treinta y Tres), Santa Bernardina (de Durazno), Peñarol (de Paso de los Toros) y 18 de Julio (de Fray Bentos). El año siguiente se disputó el Torneo República con las selecciones de Canelones, Salto, Treinta y Tres y Cerro Largo. Tras estas fugaces experiencias, en la década del 90 hubo otros intentos para conjuntar el futbol del interior y el capitalino, bajo distintas modalidades, destacándose el torneo Integración, en los años 1993 y 1994, en el que participaron las selecciones ganadoras de las cuatro confederaciones de OFI. De todos modos, el hecho más significativo se dio en el año 1991, cuando la AUF invitó a los clubes del interior que cumplieran ciertos requisitos a participar de su tradicional Torneo de Primera División. Los primeros fueron Deportivo Maldonado, Bella Vista de Paysandú, el fusionado Tacuarembó de dicho departamento y Frontera de Rivera. Finalmente, en los últimos años, varios equipos del interior accedieron a la divisional mayor de nuestro fútbol, a través de ascensos desde la segunda división. Resta agregar que hasta ahora, de los numerosos equipos del interior que han participado del Campeonato Uruguayo de Primera División, solo dos lograron alzarse con algún título oficial: Rocha, ganador del Apertura 2005-2006 y luego Plaza Colonia, que obtuvo el Clausura 2015-2016.
Volviendo a la votación en la AUF, quienes no apoyaron la iniciativa alegaron motivos económicos, entendiendo que habría un aumento significativo de los gastos que implican sus viajes al interior, no cubiertos enteramente por el comprometido aporte de la Conmebol. A ellos se sumaron algunos equipos del interior, que entendieron que la Copa no estaba debidamente organizada. Llamó la atención la ausencia de Nacional en el momento de la votación, siendo que anteriormente había anunciado su voto favorable al proyecto.
Las críticas de la mayoría de los equipos del interior por la no aprobación de la Copa Uruguay no se hicieron esperar, al disiparse la ilusión de poder alternar en una competencia con clubes de mayor jerarquía, y de que sus futbolistas pudieran tener una mayor vidriera para exhibir sus condiciones. Se especula también con la existencia de algún móvil político por parte de algunos clubes, desconformes con las actuales jerarquías de la AUF.
Hay gestiones para que el tema pueda reverse –y ya existe alguna solicitud en tal sentido– entendiéndose que, de concretarse un mayor auspicio de orden económico, hay aún tiempo suficiente para poder poner en marcha el torneo, aunque postergando su inicio.
En un territorio pequeño como el nuestro, sin grandes distancias para recorrer, no tiene explicación que hayan fracasado uno tras otro los intentos por lograr una adecuada integración entre el tradicional fútbol capitalino y el del interior del país. Y cabe suponer que quienes promueven el presente proyecto hayan tomado debida nota de las razones para ello. En tal sentido, temo que quienes deben ser los principales animadores (obviamente los dos equipos grandes) no le presten la atención debida a un evento de esta índole si consideran que ello puede afectar su actividad en las copas internacionales que puedan estar disputando. Aunque quizás ello disipe una de las causas del fracaso de anteriores iniciativas de este tipo, cual es la notoria disparidad de fuerzas entre los equipos de la capital y los del interior. Claro que ello también ocurre en aquellas ligas que tienen torneos similares, aunque de vez en cuando aparezca algún equipo modesto derrotando al más encumbrado. Como en la conocida historia bíblica.