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    Ganar o perder, esa no es la cuestión

    Los juegos de caja para adultos vuelven como una moda reversionada: ¿quiénes juegan?, ¿dónde?, ¿a qué?

    Es martes y son las 18 horas. La librería Pocitos Libros (Av. Brasil 2561) tiene sus puertas abiertas como cualquier día, pero el subsuelo se prepara para recibir a los (aproximadamente) 10 miembros de un club. Hay fieles y hay participantes circunstanciales, pero todos llegan con un propósito en común: aprender las reglas de un nuevo juego, y jugar. Alejandro Aguilera, el organizador de los encuentros semanales de este club al que bautizó Ludocracia, se ocupa de la puesta en escena. Dispone sobre la mesa el tablero, reparte una complicada combinación de piezas para cada jugador y, cuando ya están todos, explica las reglas. Esa noche habrá dos grupos que participarán en simultáneo en dos juegos de caja diferentes: uno colaborativo y otro de estrategia. En su colección, Alejandro tiene unos 150 juegos.

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    El Ludo y el Pictionary son piezas de museo para la nueva ola de aficionados a los juegos de mesa. Tal vez sean clásicos a los que volver de vez en cuando, pero hoy la oferta se ha diversificado, sofisticado, complejizado. Aunque desde hace un tiempo se pueden conseguir algunos de estos nuevos ejemplares en ciertas tiendas especializadas (como Kattegat Store, en Sinergia Design, que también vende online), ahora los juegos se compran por Amazon o se traen de algún viaje. De sus dos últimas idas al exterior, Manuela Viola, miembro de la Gaming Night Society, trajo en su valija más de 30. El último viaje fue a una convención de juegos de mesa en el Reino Unido. 

    En tiempos en que las pantallas conquistan la mayor parte del tiempo ocioso de las personas, esta tendencia devuelve la acción y la adrenalina a la contundencia de un manual de instrucciones y un set de pequeñas piezas tridimensionales.

    El poder del juego. Hay participantes de todas las edades y hasta de diferentes nacionalidades. Hay un belga y un chileno. Alrededor de la mitad son hombres y el resto, mujeres; el grupo es heterogéneo. “Cuando hay un juego de por medio es más fácil interactuar, porque todos tienen un objetivo común y las conversaciones se dan en torno al juego”, cuenta Alejandro Aguilera, 

    La iniciativa comenzó a principios de año como una propuesta de Leo Silvera, de Pocitos Libros, al notar el movimiento creciente en torno a los juegos de mesa. La idea era aprovechar el espacio del subsuelo de la librería como sede de las reuniones. Se puede participar en dos modalidades: a través de una membresía —por eso el concepto de “club” y no de “taller”— o asistiendo a encuentros aislados. Alejandro se ocupa de coordinar las actividades (vía WhatsApp con los asistentes), llevar los juegos, hacer la mise en place y luego explicarlos lo más rápido y claramente posible. El objetivo último de los encuentros —el primero es simplemente lúdico— es fomentar el hobby.

    Ese martes, Adrián, uno de los miembros, llega temprano porque está encargado de traer un juego de su propia colección para esa noche. “Es un club colaborativo, también, la idea es que todos participen —cuenta el organizador—. Mucha gente se ha empezado a comprar juegos y me preguntan qué adquirir, qué les conviene. La idea del club es seguir creciendo, que la gente se anime, nos conozca y después pueda seguir por sí misma, encontrar otra gente con quien jugar y armar una red cada vez más grande”.

     

    Por lo general, se prueba un juego nuevo cada martes; los participantes lo prefieren así. Están dispuestos a prestar atención e incorporar nuevas reglas que, algunas veces, tienen su complejidad. Sobre todo teniendo en cuenta que el club se reúne al final de un día de semana, después de la jornada de trabajo o de estudio. 

    Los juegos son, además, una oportunidad para interactuar y socializar. “Hay juegos que son superdirigidos a la conversación, y otros son más de estrategia, como descifrar qué es lo que está pensando el otro a ver si lo puedo superar; y hay otros que son de colaboración, entre todos tratar de resolver algo. Son distintas formas también de interactuar”, cuenta Aguilera.

    Dead of Winter y Cyclades fueron los juegos que se eligieron para esa noche. El primero es colaborativo; una versión lúdica de la serie The Walking Dead, en el que todos los participantes van contra el juego, que los trata de vencer, con la posibilidad de que haya un traidor que quiera sabotear al grupo. El segundo, Cyclades, tiene algo del War, un clásico; el objetivo es ir conquistando territorios y tiene la ventaja de que una partida puede resolverse en una hora y media. “Siempre vigilo que los juegos que traigo entren en el espacio del club (dos horas) y no queden truncos”. ¿Qué tan terrible es que se pierda una pieza? “No es tan grave”, tranquiliza Alejandro. Y aunque en algunos encuentros han elegido juegos aguerridos, en los que las acciones de un jugador perjudican a los otros, “no ha habido ningún drama”. 

    Mónica también integra el club desde las primeras reuniones de chica jugaba al Ludo y está sorprendida por la forma en que se actualizaron los juegos de caja con este revival. “Hay una oferta tan grande. En España es impresionante la movida que hay, lo que pasa es que traerlos de allá es bastante caro. Lo mismo de Estados Unidos”, cuenta. “Jugar te saca de todo, en vez de mirar tele, interactuás. Y hay algunos juegos que incluso tienen modalidad solitaria, porque a veces el tema es coordinar con quién jugar”. 

    Es precisamente la dificultad de encontrar otras personas para unirse al juego lo que motivó a varios de los habitués a acercarse. “Para mí es difícil porque mis amigos tampoco juegan, tengo que convencerlos y explicarles las reglas”, dice Adrián, que también se declara aficionado a los videojuegos y en su —bastante reciente— infancia jugaba a El Club, un juego de detectives en el que se comete un crimen y se debe adivinar quién es el asesino, qué arma utilizó y en dónde fue.

    Últimamente, los encuentros incluyen algo rico para compartir además del café que siempre los espera para entrar en calor. Gaspar llevó galletitas belgas, en honor a su país. Se sumó a Ludocracia hace un mes pero ya lleva un año viviendo en el país; es ingeniero y vino por trabajo. Su español es muy bueno, y cuenta que lo aprendió viviendo en Uruguay. “Me encanta vivir acá, es tranquilo”, dice, y cuenta que en su familia se acostumbraba jugar juegos de caja.

    Valeria, otra de las asiduas que ese día llevó ojitos, hace poco viajó a España y trajo seis juegos. “Algunos son un embole, una desilusión”, asegura. Parece que guiarse por lo que dice la caja es una ruleta. 

     

    Leer el manual. Lo mejor, aconsejan los que saben, es mirar los videos de expertos que hacen reseñas antes de invertir. “Yo dedico muchas horas a ver videos, porque los juegos tienen mecánicas, entonces una vez que jugás a varios, ves un video y ya sabés si te va a gustar o no”,  dice Alejandro. Claro que nada es infalible, por eso intenta comprar variado, pensando además en los gustos de sus distintos grupos de amigos. “Cuando descubrí esto, me recolgó”, cuenta este fanático de los juegos, que estudió Arquitectura y trabaja haciendo renders. “El juego me encanta, pero me gusta además el tema de la interacción. Estás con amigos, jugás a algo y es superentretenido; y no tenés que estar buscando otra excusa para juntarte”, dice. Ya cultivó el interés en varios amigos y en su novia. “Juego pila con ella, le encanta. Jugamos a algunos que son para dos jugadores, los fines de semana, con un mate y tostadas. Ella se recuelga”. Él suele hacer el trabajo más tedioso: leer el manual y entender el juego, para luego explicarlo. “Me gusta mucho explicar. Me acostumbré, porque cuando arranqué con esto no jugaba nadie y yo tenía que conseguir mi gente para jugar, y para eso tuve que aprender a enseñar los juegos; es algo que me entretiene también. Me paso horas leyendo los manuales”.

     

    Entrar a ese mundo. Los juegos de mesa son una tradición familiar. Mi madre con sus hermanas han ido a campeonatos de bridge en Chile, en Brasil y otros lados; mi abuelo jugaba al póker con sus amigos y mi abuela siempre hacía solitarios”, cuenta Manuela Viola, que de chica jugaba al Monopolio, al Ludo, las Damas chinas y la Batalla naval. Pero esos, reconoce, eran otro tipo de juegos. “Los que están de moda ahora son un mundo aparte: si no estás metido, no conocés, y capaz que los ves como juegos de niños”. Entonces explica que hay varias categorías y complejidades. Están los party games, que son más sencillos de explicar y jugar, y admiten varios jugadores y no requieren tanta concentración; y están los de 'pensar', que se denominan eurogames, más de estrategia, en los que se tienen recursos para administrar y áreas para conquistar. 

    El primer juego de este tipo que conoció Manuela fue Race for the Galaxy. Lo había traído su padre de un viaje a Francia y había quedado abandonado juntando polvo, sin que nadie jugara porque las reglas estaban en francés. Un verano de aburrimiento se propusieron interpretarlas y empezar a jugar, hasta que lo agotaron de tantas partidas consecutivas. “Jugamos seis partidas por día, todo el verano”, recuerda. 

    El paso siguiente fue animarse a ir a una Gaming Night con una amiga, las noches de juegos que organiza la Gaming Night Society. “Ahí fue que entré a este mundo”, dice. Esa noche cada uno lleva sus juegos y todos los cuidan y se preocupan de que no se rompan. Después hubo muchas más Gaming Nights “Se hacen siempre el primer viernes del mes y el tercer sábado después del primer viernes en un lugar en el Centro que alquilamos, y jugamos desde las 8 de la noche hasta que pinte, puede ser hasta las 7 de la mañana; salimos a comer y volvemos”. La próxima es este sábado 17, la siguiente el 6 de setiembre; la entrada es libre y no se necesita inscripción. Toda la información se encuentra en la página de Facebook de The Gaming Night Society.

    Manuela juega además con sus padres, sus amigos y ahora hasta con sus compañeros de trabajo (es ingeniera en computación y trabaja en desarrollo de software). “Logré que a la hora del almuerzo empezaran a jugar. Les he llevado como un juego por día y les han gustado, hasta tenemos una planilla con un ranking de qué les parecen los juegos”.

    Este año, Manuela viajó con un amigo a Birmingham, Inglaterra, para la UK Games Expo, una convención de juegos de mesa. “Fueron tres días, y había millones de actividades para hacer, charlas, competencias de juegos”, cuenta. “Había mesas para jugar todo el tiempo, puestos con los juegos que recién habían salido y bibliotecas para alquilar que pagabas 50 libras la primera vez y después que tenías la tarjeta podías sacar los juegos que quisieras, entonces ahí los vas probando y algunos que me gustaron me los compré después”. Además de juegos, en la expo se venden todo tipo de mercancías vinculadas: “Dados, sobres, llaveros, imanes, remeras, peluches de Pokemon; todas las cosas nerd que te puedas imaginar”, cuenta. 

    También conoció a algunas celebridades del mundo de los juegos, como Tom Vasel, que hace reseñas en el canal de YouTube The Dice Tower; “si estás en este mundo, alguna vez viste alguna de sus reviews”. Manuela jugó con él una partida de prueba de Macbeth, una novedad en la convención. El juego terminó con una crítica negativa de Vasel, pero ella se enorgullece de decir que compartió una mesa de juego con él.

     

    Manuela Viola es aficionada a los juegos de mesa.

    Top 3, según Manuela

    Just One 

    Es un party game cooperativo en el que se trabaja en conjunto con los demás jugadores para descubrir la mayor cantidad posible de palabras misteriosas. Ganó el premio Spiel des Jahres (la distinción más prestigiosa en el rubro) al Mejor juego de mesa 2019.

    Dixit 

    También es un party game. Uno de los jugadores es el protagonista de la partida. De sus seis cartas, elige una y a partir de ese dibujo inventa una frase y se la dice al resto, que buscan entre sus propias cartas cuál es la que mejor encaja con ese relato y se le dan al protagonista. Este las entrevera y el desafío para los jugadores es detectar la carta que originó la historia.

    Catan 

    Es uno de los más populares. Pertenece a la categoría eurogames y consiste en administrar recursos para construir civilizaciones. 

     

    Alejandro Aguilera lleva adelante el club de juegos Ludocracia en Pocitos Libros.

    Top 3, según Alejandro

    Detective, Un juego de investigación moderno

    Es un juego cooperativo a base de cartas, un tablero, fichas y el apoyo de la web. Los jugadores se convierten en detectives que investigan un caso policial complejo discutiendo posibilidades, investigando en Internet y tomando decisiones.

    7 Wonders Duel 

    Dos jugadores desarrollan una civilización antigua eligiendo en cada turno el camino en un enfrentamiento uno a uno.

    Abyss 

    Otro juego de cartas en el que cada jugador se enfrenta al resto por el título de Lord de las Profundidades.