En la administración de José Mujica y ahora en el tercer gobierno, otra vez con Vázquez como mandatario, “parece que el tema pasó progresivamente a un segundo plano de importancia estratégica para el país. Esto hizo que la inversión se mantenga por debajo de los niveles deseables. No se ha trabajado suficientemente la visión de la ciencia, tecnología e innovación como motor de la economía. Esta meta, que es perfectamente alcanzable pero que lleva décadas de trabajo, aparece como lejana para una sociedad que está preocupada por una coyuntura complicada y cambiante”, dijo Barbeito.
Fernando Brum, presidente de la ANII, evaluó que fue a partir de la creación de ese organismo que se logró construir un ecosistema de apoyo a la innovación y al emprendedurismo que nunca había existido. También se conformó el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) que creció con fondos para proyectos de investigación, dijo. Se amplió “enormemente” el número de estudiantes de maestría y doctorado en Uruguay y el exterior, a la vez que se democratizó el acceso a la literatura científica. Comenzó a “aumentar la confianza” entre academia, empresa e inversores.
“En los últimos 10 años hubo avances importantes: la creación de la ANII y del SNI — hoy con más de 1.500 investigadores activos y 300 asociados— fue un logro”, pero las estrategias requieren “revisiones periódicas y necesidad de ajustes”, dijo Fernando Amestoy, presidente del Parque Científico Tecnológico de Pando (PCTP) al disertar en el “I Foro abierto de ciencias Latinoamérica y el Caribe: Cilac 2016” en setiembre.
“La batería de opciones, instrumentos, llamados y fondos ha sido muy positiva”, dijo a Búsqueda Rafael Radi, presidente de la Anciu. “Obviamente hay limitaciones que son presupuestales”, opinó. “Necesitamos ahora una versión 2.0 del sistema” y eso implica cambios en la inversión y en la institucionalidad que “se quedó corta”, mientras el aparato científico tecnológico crece. “Hoy está todo en un paréntesis, en un stand-by, funcionando como venía con una especie de inercia. Pero no estamos pudiendo dar saltos de calidad, generar centros de excelencia e insertar más gente calificada”, dijo Radi.
Lejano 1%.
Vázquez se comprometió a aumentar la inversión en ciencia, tecnología e innovación de 0,4% a 1% del Producto en el quinquenio, de forma escalonada. Una situación económica y fiscal más complicada en los primeros años de su segundo gobierno están jugando en contra.
Amestoy opinó que “los niveles de inversión son todavía muy bajos”. La cifra en Uruguay es “la tercera parte de la de Brasil” y mucho menor también que la de vecinos que “también tienen problemas”, como Argentina.
“El problema más grande no es el no llegar al 1%. Lo grave es que no hay un cambio cualitativo en la pendiente de crecimiento. Podría no llegar al 1% pero ser positiva. No hay una señal que indique un cambio y si hay aumentos son realmente marginales”, reclamó Radi.
Brum coincide en que es necesario incrementar las inversiones, pero mientras tanto la ANII sigue trabajando. “Además del presupuesto nacional estamos comenzando a lograr avances en aumentar la inversión del sector privado y en reclutar inversiones de mecanismos multilaterales”, destacó.
“Llegar al 1% de inversión en investigación y desarrollo sería un objetivo significativo para el país”, aunque de todos modos un 0,4% “marca los niveles más altos de la historia del Uruguay”, dijo a Búsqueda Fernando Fontán, presidente del Laboratorio Tecnológico (Latu). “Más allá de la oportunidad que representaría el crecimiento de la inversión pública, hoy a quienes formamos parte del ecosistema se nos plantea el desafío de impulsar una transformación del sistema productivo nacional en la que se conjuguen la inversión pública y privada para contribuir a la mejora de competitividad de la producción nacional”, agregó.
Nueva Secretaría.
Parte del compromiso que firmó Vázquez con la Anciu fue un cambio institucional en temas de innovación. “Hoy estamos en una situación compleja porque la antigua institucionalidad (el Gabinete Interministerial de la Innovación) prácticamente desapareció y la nueva todavía no funciona. No hay con quién hablar”, aseguró Radi.
La Anciu le pidió al mandatario una reunión luego de que asumiera el cargo, pero aún no ha recibido respuesta. “Queríamos crear una institucionalidad más potente que la que había pero hoy es menos, porque no hay nada, ni una cosa ni la otra”, dado que el cambio “viene lento”, agregó Radi.
El Poder Ejecutivo preparó una propuesta de ley de Competitividad ahora bajo análisis de la Comisión de Hacienda de Diputados. Ese proyecto abriría la posibilidad de crear una Secretaría de la Competitividad que se vincule con la creada Secretaría de Ciencia y Tecnología, entre otros cambios para el sistema de innovación. “Más importante que la ley, la Secretaría, la otra Secretaría, es tratar de crear un consenso nacional en torno a un Agenda de la Innovación. Esa Agenda tiene que ser transversal”, consideró Brum (ver recuadro).
“Estamos viendo esfuerzos sectoriales, pero el Uruguay está pidiendo a gritos un nuevo plan estratégico en ciencia, tecnología e innovación”, dijo Barbeito.
Para Fontán, “están claras las prioridades del gobierno y las líneas de trabajo”. La ley “vendría a dar un marco a los roles y articulaciones institucionales que el país ha instrumentado en los últimos años”, agregó. “Estamos en una espera que es demasiado larga. Estamos todos ansiosos con la ley de Competitividad.
“Hay proyectos de cambio relacionados con la ANII que no se termina de entender para dónde van”, dijo a Búsqueda Héctor Ordoqui, representante de la Cámara de Industrias (CIU) en el PCTP.
“El diseño institucional de ANII no es óptimo, pero hoy ese diseño subóptimo no está afectando los resultados y el directorio está funcionando muy bien”, destacó Brum. “Es cierto, el dibujo institucional está muy feo”, pero mientras, la ANII tiene “la mejor penetración de toda la historia en los sectores en que trabajamos”, destacó.
Conexión.
“Hay más investigadores, más publicaciones científicas, más becas, pero no hay una percepción de que esos logros hayan tenido repercusión en la industria, en el sistema productivo”, opinó Amestoy.
En la conexión entre el sistema de investigación y el productivo hay dificultades, y han surgido múltiples intentos para motivar un encuentro. Una conexión fuerte abriría las puertas a generar más puestos de trabajo para los científicos que están emergiendo, algo que a Barbeito le preocupa.
“La visión gobierno-academia-industria es incompleta”, requiere vincular también a inversores y emprendedores, dijo Brum. La ANII tiene instrumentos para motivar el intercambio y la “confianza”, añadió. “Es un baile de a cinco, entre academia, gobierno, industria, emprendedores e inversores”, señaló durante su disertación en Cilac.
“Hay falta de comunicación y diálogo” entre investigadores y las empresas; la “necesitan para resolver problemas”, dijo Ordoqui.
El gobierno de Mujica “desdibujó el esfuerzo” hecho en la primera administración del Frente Amplio. El país sufre el “arrastre de todo lo que no se hizo”, evaluó el representante de la gremial de industriales. Aseguró que ha visto pocos avances en el primer año y medio del segundo mandato de Vázquez, y también un notorio y reciente cambio. “Con buen criterio” se volvió a convocar “ahora con mucha más fuerza” al Consorcio de Innovación (creado en el período de Mujica), que reúne a los cinco principales centros de investigación con el objetivo de conectarlos con los sectores productivos, aunque la relación es “incipiente”, dijo.
En tanto, la CIU creó hace un año el Centro de Extensionismo Industrial con la Universidad para promover el vínculo. Ordoqui cree que el grupo puede ir a más.
“Para que el aporte de la producción de conocimiento hacia una posible demanda sea efectiva, son necesarias oficinas especializadas en la transferencia de conocimientos al sector empresarial privado y público: oficinas de transferencia tecnológica o de vinculación tecnológica”, dijo a Búsqueda Atilio Deana, responsable de la Unidad de Valorización de la Investigación y Transferencia Tecnológica (Uvitt) de Pedeciba. Los tres ejemplos más notorios que se iniciaron en los últimos 10 años son la creación del PCTP de la Facultad de Química, la Fundación Julio Ricaldoni, de la Facultad de Ingeniería, y los esfuerzos centrales de la Universidad de la República a través de la Comisión de Propiedad Intelectual y la Comisión Sectorial de Investigación Científica. Se han ido sumando otros más recientes, como el Instituto Pasteur, que creó una incubadora para albergar emprendimientos biotecnológicos con “modesto” apoyo de ANII, según Barbeito. Hay interés de investigadores por formar start-ups y poca demanda de empresas.
Además, se hacen esfuerzos desde INIA y el Latu (con los centros tecnológicos del plástico y de tecnologías de la información), así como el Centro de Innovación y Emprendimientos de la Universidad ORT. “Nuestra historia como país en asegurar estructuras de vinculación academia-empresa es así, reciente en el tiempo”, dijo Deana.
Además, Pedeciba, con 700 investigadores en su programa, creó en 2015 la Uvitt “para tender puentes hacia el sector productivo y de servicios”, contó Mombrú. A futuro planifica otros instrumentos para mantener “una comunidad fuerte, sólida y estable”, además de brindar un “servicio al país”.
La ANII, por su parte, cuenta con varias propuestas para conectar estas áreas como los Centros Tecnológicos dirigidos a que participen academia y empresas en rubros como la informática o la industria del plástico.
Existe un “ecosistema sólido y una plataforma tecnológica” que “viene trabajando de forma efectiva” y hay “oportunidad de mejorar la articulación”, opinó Fontán. Para Radi, este vínculo también se debe motivar desde el sector público que tiene potencial.