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Deportología: la especialidad médica que ayuda a cada persona a encontrar su mejor manera de hacer ejercicio

Desde lesiones musculares hasta la búsqueda de orientación profesional sobre cómo comenzar a practicar un deporte, los motivos de consulta pueden ser diversos

Para caminar de un punto a otro, lo más eficiente —dentro de lo posible— es ir en línea recta. Ningún adulto se desvía ni hace curvas si no es necesario. Pero el niño pequeño zangolotea, va y viene. Puede hacer no una, sino varias curvas para llegar de un punto a otro. Se para, se sienta, hace una pausa, retrocede, vuelve. En las primeras etapas, en los primeros pasos, el gasto energético que le implica trasladarse es mayor que el del adulto. Se trata de un movimiento algo primitivo, algo salvaje, que dura poco en ese estado. Dura poco porque pronto empiezan a surgir varios condicionamientos. Primero, culturales, o de costumbres de los propios padres, muchas veces. “Levantate­ del piso”. “Ponete los zapatos”. “Te vas a caer”. “¡Quedate quieto!”. “¡Cuidado!”.

Segundo, los condicionamientos de la etapa de escolarización. En Educación Física, en la escuela, el colegio o un club, ese movimiento libre y salvaje empieza a encasillarse en actividades deportivas y uniformes, en las que se marcan patrones, límites. Todo es un deporte, y los deportes tienen reglas. Y, en el deporte, el niño es bueno o es malo, le sale bien o le sale mal, gana o pierde. Los matices se desdibujan.

Ese niño crece y avanza en una vida en la que los condicionamientos continúan. Quizás le guste el deporte o quizás lo rechace. Quizás aprenda que es necesario practicarlo si quiere mantener un estilo de vida saludable, pero a su vez chocará contra la tentación y la popularidad de los hábitos sedentarios, y contra una alimentación que puede no ser del todo beneficiosa para su salud. Y, como alternativa, se le presentarán gimnasios en los que las personas lucen atuendos fosforescentes y levantan peso, mucho peso, y se miran en espejos infinitos.

En esa línea del tiempo que va desde el zangoloteo hasta una búsqueda inalcanzable de la perfección en torno al cuerpo y al estilo de vida, aparecen dos momentos clave. Dos “mojones” en los que “las personas se postergan”, según explicó a Galería el médico especialista en Medicina del Deporte Mateo­ Gamarra. Esos momentos son: el final de la etapa escolar y el nacimiento de un hijo. En el primero, las personas empiezan a trabajar, estudian, salen los fines de semana, a veces realizan un deporte cada tanto, por ejemplo, un fútbol entre amigos o compañeros, y nada más.

Al tener hijos, las personas también muchas veces “se postergan”. Adquieren un estilo de vida sedentario que se vuelve rutina, y recién lo notan alrededor de los 30 y largos o 40 años, explicó Gamarra. “Y en ese momento dicen: ‘Quiero retomar, yo hice deporte toda mi vida’. Y ‘toda mi vida’ es hasta los 20 años, o sea que hace otros 20 que no hacen nada”, dijo. Al querer retomar, los condicionamientos del movimiento siguen presentes. El adulto busca intensidades, frecuencias, y muchas veces termina con lesiones o dolores. En ese punto surge uno de los motivos para consultar a un médico especialista en Medicina del Deporte, popularmente conocido como “deportólogo”.

¿Qué es la Medicina del Deporte? “Es una rama de la medicina que permite la atención integral de personas de todas las edades que realizan o deben realizar actividad física, sea para el cuidado de su salud, el tratamiento de enfermedades o la rehabilitación de lesiones del aparato locomotor”, explicó a Galería la médica Sofía González, integrante de la Cátedra de Medicina del Ejercicio y el Deporte de la Facultad de Medicina (Universidad de la República).

Los deportólogos se desempeñan tanto en prestadores de salud como en organismos públicos que buscan incrementar el nivel de actividad física de la población, en clubes deportivos o en centros de evaluación médico-preventiva. “Es una especialidad que podría resumirse como aquella rama de la medicina que estudia y trabaja en la interacción persona-actividad física en todos los niveles de prevención y atención”, añadió González.

Entonces, la Medicina del Deporte no se dedica solo a atender a los deportistas, por más contradictorio que suene. Es frecuente que el motivo de consulta con el que un paciente llega al consultorio de un deportólogo sea una lesión deportiva. Pero la realidad es que casi cualquier persona que desee asesorarse en la realización de actividad física puede acudir a estos especialistas. Para obtener una prescripción médica para hacer un deporte que ayude a tratar alguna enfermedad cardiovascular o metabólica —diabetes, obesidad, cáncer, insuficiencia renal, artrosis, osteoporosis—, para realizarse una evaluación de aptitud física para practicar una actividad específica, o para evaluar la composición corporal y determinar cómo entrenar. “También son frecuentes, aunque menos que las anteriores, las consultas para prescripción de ejercicio o consejería en entrenamiento”, dijo González.

Por su parte, Gamarra opinó que la Deportología surge “por una carencia de la medicina”, que “está preparada para ser asistencialista­”. Ante un dolor muscular, articular o estructural, muchos médicos recetan un fármaco o colocan una férula. Pero lo que busca el paciente, muchas veces, es “un enfoque que lo ayude a cumplir con su salud”, añadió. Recuperación, rehabilitación y, sobre todo, prevención.

Podría consultar a un especialista en Medicina del Deporte, por ejemplo, alguien que decide realizar un cambio en su estilo de vida y empezar a correr, a nadar, a realizar cualquier tipo de actividad física, y quiere asesorarse para encontrar la mejor manera de empezar. “Son esos los pacientes a los que yo abrazo cuando me llegan”, dijo Gamarra.

La especialidad médica está presente, sobre todo, en prestadores de salud privados, aunque también hay médicos deportólogos en algunos públicos. Los hay en el Hospital de Clínicas, donde funciona la Unidad Académica que los forma; también en el Hospital Saint Bois y en alguno del interior. González opinó que estos profesionales deberían “estar en más unidades asistenciales del prestador público por el alcance de la especialidad en cuanto a las prestaciones que puede brindar”.

En la actualidad, los especialistas en Medicina del Deporte batallan por un mayor reconocimiento de su especialidad, por lo que puede aportar en el área de la salud, sobre todo en “la prevención y el tratamiento de personas con enfermedades no transmisibles” a través de la prescripción de actividad física con conocimiento profesional, opinó González.

Contra el confort y lo perfecto. Aquel joven “postergado” que acaba de terminar la etapa liceal, o aquel adulto que, ante el nacimiento de un hijo, se dejó estar varios años, muchas veces busca retomar la actividad física de una forma “perfecta”. Con acciones específicas, repetidas, prolongadas. Tres veces por semana, un gimnasio, o correr 15 kilómetros cada vez. Según Gamarra, esas personas “tendrían que empezar como los niños, con acciones no tan repetidas sino más frecuentes en el día, no tan intensas, fraccionadas y más variadas en las opciones”. “Si a una persona que hace años no camina nada la mandás de un día para el otro a caminar media hora, estás pegando como un salto de cinco escalones en la escalera. Esos son los errores más frecuentes en la prescripción de actividad física de los médicos no especialistas”, añadió el deportólogo.

La Medicina del Deporte busca salir de “lo perfecto”, de ese ideal de tener dos horas para realizar ejercicio, poder ducharse, ponerse un conjunto deportivo de los que salen en publicidades. Lo importante, por el contrario, es empezar. Una vez que se empieza, ir alcanzando determinados niveles, de manera progresiva, con objetivos claros y realistas. Para Gamarra, si una persona busca un desafío a su altura y en un contexto favorable, “la condición física se va adaptando. Con poquito más que ayer ya sirve para algo”. 

En esa búsqueda de lo perfecto se apunta a lo estético, a lo que se puede ver en esos espejos infinitos del gimnasio o en una balanza. Es frecuente que quienes inician (o retoman) la actividad física quieran verse más “lindos”, y quieran lograrlo en poco tiempo. Se desatiende, entonces, la parte “funcional”, advirtió Gamarra. Pero es justamente lo funcional, saber cómo realizar el ejercicio, de qué maneras específicas, con qué frecuencia, lo que va a permitir que la persona pueda sostener esos hábitos y lograr un verdadero cambio en su estilo de vida.