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Las parejas que deciden vivir en casas separadas

Crece la tendencia de parejas LAT (Living Apart Together), un modelo que tiene beneficios pero también algunas desventajas

"Quiero estar soltera, pero contigo", se titula la carta que la escritora canadiense Isabelle Tessier le escribió a su pareja y luego publicó en The Huffington Post. "Quiero que hablemos en la cama por la mañana de todo tipo de cosas, pero algunas veces por la tarde; quiero que cada uno haga lo que quiera durante el día. (...) Quiero imaginar el apartamento de nuestros sueños, aun sabiendo que probablemente nunca vivamos juntos. (...) Quiero tener vida de soltera contigo. Porque nuestra vida de pareja sería igual que nuestras vidas de solteros, pero juntos", rezan algunos fragmentos del texto de 2015 que terminó siendo traducido a cinco idiomas y tuvo tantos adeptos como detractores.

La intención de Tessier, como explicó después, fue "dar la vuelta al modelo tradicional" que, según dijo, implica "fusión y convivencia" para plasmar y defender la independencia -física y emocional- en la pareja. Haya sido o no con ese propósito, la carta viral parece una definición exacta y detallada de una tendencia global que, como todo, tiene un nombre: LAT (Living Apart Together o "juntos viviendo separados") es la sigla que engloba a un tipo de pareja en el que podrá compartirse de todo, menos el techo. En Estados Unidos hay más de dos millones de matrimonios LAT, alrededor de 7% de las parejas de ese país, según datos de The Economic and Social Research Council. En España, alrededor de 8% de las parejas siguen esta tendencia. Más de la mitad son menores de 35 años.

Como novios 20 años después. Sonia y Eduardo (uruguayos) no conocían el nombre que cataloga a la relación que mantienen hace 20 años. Hasta ahora, se creían precursores de lo que -medio en broma, medio en serio- dicen que es la fórmula del amor eterno. Es, al menos, una que les funciona hace dos décadas.

No es que uno sea extremadamente ordenado y que el otro viva en el caos, ni que uno fume y el otro no soporte el olor a cigarro impregnado hasta en la almohada. Ella es impulsiva y él, racional, piensa Sonia, en un esfuerzo por encontrar alguna razón evidente y chistosa que fundamente su manera de llevar la relación viviendo en casas separadas. Después de una convivencia con su exmarido que decorosamente describe como "poco agradable", Sonia asegura que aquello de compartir casa no es para ella.

Sonia vive en Montevideo y Eduardo reparte su semana entre Punta del Este y Solymar. Se ven una o dos veces por semana. No hay un día fijo y cada encuentro los entusiasma. "Al saber que es una vez por semana y no saber cuándo, te preparás como si fuera la primera cita, te ponés linda", relata Sonia. "Esta manera nos da cierta libertad. Fijate que van 20 años y parecemos noviecitos. Siempre se va renovando, no te aburrís ni caés en la rutina", resume. Casi siempre se ven entre semana. "Los fines de semana son míos", dice Sonia entre risas. No hubo charlas ni acuerdos. La relación fluyó naturalmente sin convivencia y así decidieron seguir: "Se fue dando, nos sirvió a los dos y la seguimos de esa manera. Nos sentimos cómodos así".

Diversidad de modelos. "Necesito más tiempo y espacio conmigo mismo"; "tener tiempo con mis amigos es algo que no estoy dispuesto a negociar"; "disfruto mucho de mi tiempo para reflexionar, leer, estando a solas"; "no vuelvo a convivir, mejor estar en pareja cada uno en su casa"; "saldré con alguien que tenga todo resuelto, no quiero más dependencias"; "a esta altura tengo muchas rutinas que no estoy dispuesto a modificar en una convivencia". Estas son algunas de las frases que la terapeuta de parejas y sexóloga Rosana Pombo escucha de manera repetida -tanto que, a su entender, parecerían ponerse de moda o convertirse en cliché- hace unos 10 años.

Los celos y reclamos que antes eran esperables ahora son vistos como irracionales. "Me molesta estar explicando si voy, si vengo, con quién estuve", sostienen muchos pacientes. Parece ser el caso de Sonia. "Hay amigos que compartimos pero otros son grupos diferentes. No nos controlamos, cada uno hace su vida sin estar marcando el paso del otro", cuenta.

Gwyneth Paltrow se casó en 2018 con Brad Falchuk. Cada uno vive en su propia casa junto a los hijos de sus anteriores matrimonios.

La tendencia de vivir en casas separadas por elección es una consecuencia directa del individualismo creciente, sostiene la investigadora de mercado y tendencias Verónica Massonnier: "Se hace cada vez más difícil conciliar estilos de vida y renunciar a algunos hábitos o gustos personales en función de la vida en común". A esto se le suma que las parejas de hoy, en general, no se forman entre personas que salen por primera vez del hogar familiar -en el que la vida en comunidad era el único modelo conocido-, sino que cada vez más se constituyen después de vivir un período solos o con amigos, o después de rupturas de vínculos anteriores, muchas veces con hijos de por medio.

En el fondo de esto hay una macrotendencia, que es el crecimiento y la aceptación mayor de diversos modelos de pareja. Ya no son solamente dos personas que se casan y conviven, sino que el conjunto de opciones es y será cada vez más amplio y "a la medida" de cada uno, explica Massonnier.En la misma línea, Pombo subraya que los conceptos de diversidad, inclusión y aceptación de lo diferente son los que marcan el cambio. Más que una moda, lo que se vive es una especie de revolución en la que se prioriza el bienestar del individuo, la satisfacción personal, la autonomía, el enriquecimiento y desarrollo individual y la libertad. "Venimos reflexionando acerca de una continua y progresiva transformación de las conformaciones y los conceptos de pareja y familia. Se está cuestionando fuertemente el modelo tradicional, así como los mandatos sociales y la imposición de los mismos", recalca.

Distintas etapas. Si bien las nuevas generaciones son impulsoras, lo cierto es que esta tendencia también pisa fuerte entre los baby boomers (nacidos entre 1945 y 1960). Por un lado, los jóvenes que se independizan desean disfrutar de la experiencia de vivir solos y reflexionan acerca de las ventajas y desventajas de la convivencia. "Nuestros jóvenes están decidiendo mantener por más tiempo su soltería estando en pareja", comenta Pombo. Las nuevas generaciones aceptan con más naturalidad la diversidad de formas de vida, e incluso quienes optan por los modelos más tradicionales para sí mismos tienden a manifestar respeto hacia otras elecciones, según Massonnier.

En tanto, muchos baby boomers ya experimentaron el modelo tradicional (matrimonio y convivencia). En su experiencia clínica, Pombo escucha pacientes que luego de una separación o divorcio no están dispuestos a repetir el modelo que funcionaba según un guion marcado por antecesores: ponerse de novios, casarse, formar una familia, tener hijos, sacrificarse por el matrimonio, mantener a la pareja y la familia unida a toda costa. "Parecería que no está siendo atractivo para las nuevas generaciones ni funcional para quienes desean tener otra oportunidad en el amor sin repetir conflictos anteriores", indica la terapeuta de pareja.

Los jóvenes de las décadas de los 60 y 70 son generaciones más bien transgresoras y, por ende, se permiten hoy vivir su madurez de la manera que les resulte más cómoda, señala Massonnier, investigadora de mercado y tendencias: "Puede ser solos o con un vínculo afectivo sólido, con o sin convivencia, pero siempre privilegiando la búsqueda del bienestar individual".

Para Sarah Jessica Parker, la clave del éxito de su matrimonio con Matthew Broderick es la distancia. Aunque se ven todos los días, no comparten el hogar.

Raquel tiene 68 años y hace siete está casada con Jorge, que vive a tres cuadras de su casa. Ambos viven con sus hijos. Aunque esa fue la razón por la que en un principio optaron por vivir separados, hoy Raquel descarta -al menos por ahora- la posibilidad de convivir. "Cuando uno tiene más edad me parece que no te acostumbrás a estar todos los días juntos. Llega un momento en que querés tu espacio, así sea para leer una revista", comenta.

Raquel y Jorge comparten, y mucho. Se ven todos los días, aunque sea para hacer un trámite juntos o salir a caminar, sus familias ya parecen estar ensambladas y cuando pueden y quieren, duermen juntos. "Compartimos los nietos que él tiene, salimos mucho, él almuerza con mi hija, todos nos llevamos bien. Es una nueva forma de familia", cuenta Raquel. Lo más parecido a una convivencia ha sido un viaje de dos o tres semanas. El factor novedad siempre está. "Cada uno tiene su forma de ser, sus costumbres y me parece que es lo mejor que cada uno esté en su ambiente", manifiesta.

La situación actual es muy distinta a la de su matrimonio anterior: "Comparo y no tenía mis espacios y él tampoco los suyos. De repente nos absorbíamos mucho".

Ventajas y desventajas. Quienes no conviven argumentan que el amor no pasa por dormir juntos todos los días, compartir los gastos y el calendario de compromisos. Rosana Pombo menciona varias de las ventajas que esta situación tiene. La primera es sexual. Este modelo, dice, en general no adolece de disfunciones sexuales producidas por el desgaste del vínculo, la rutina de la convivencia y los conflictos característicos que suelen producirse con el paso de los años en un matrimonio, como el manejo de la economía, las tareas del hogar, la crianza de los hijos, la relación con la familia de origen, la insatisfacción sexual, entre otros. "Tienen sexo en cada oportunidad que se encuentran, la motivación por verse suele ser alta y el nivel de novedad constante. Parecería que la etapa del enamoramiento se prolongaría en el tiempo", subraya. En conclusión, vivir separados es beneficioso para mantener la llama encendida.

También hay un mayor nivel de comprensión y menor conflicto, y el tiempo compartido suele ser de mejor calidad, ya que cada encuentro es planificado y deseado. "No hay reglas ni acuerdos implícitos, desarrollan mucho el diálogo, la honestidad y la franqueza. Intentan no caer en la dependencia y a su vez funcionar como un equipo", sostiene la especialista.

Sonia cree que al no convivir, ambos intentan sacar el máximo provecho de cada encuentro, que siempre es diferente: "Como es poco el tiempo que realmente compartís, hacés el esfuerzo inconsciente de que esté todo bien. Tenemos siempre cosas nuevas para charlar y la comunicación es más fluida. Cocinamos juntos. Tal vez si viviéramos juntos no se daría todo eso".

Pombo dice que los duelos en este tipo de parejas son más tolerables, ya que la expectativa del "para toda la vida" entre quienes conviven es para estas parejas un "mientras funcione".

En una columna para The New York Times el guionista y novelista Glen David Gold narra su experiencia viviendo en una casa contigua a la de su pareja. Y no todo es color de rosa: "Hay una desventaja que no anticipamos. Mi gato comenzó a coquetear con una ardilla que chilla del otro lado de la mampara divisoria. Es indescriptiblemente adorable y quiero poder compartir este momento con Sara, pero no está aquí. Es una tontería y nada importante, pero me he preguntado qué momentos fortuitos nos hemos perdido por no experimentarlos juntos, esas cosas que forjan una relación de pareja".

En otro párrafo, el escritor agrega: "Cuando necesito consuelo, me hace falta el contacto con otra piel. Pensé en bajar las escaleras, lo cual habría implicado abrir el cerrojo de la puerta de Sara y que se asustara al despertarla. Esto no lo habíamos planeado. (...) Si viviéramos en la misma casa, quizá pensaríamos: "Te apoyo, pero lo hago también porque aquí vivo". ¿Aceptar depender de alguien es una prueba de amor más fuerte cuando no hay que hacerlo para mantener la paz?".

Para Sonia, es desafiante necesitar a tu pareja y que no esté: "A veces realmente precisás que el otro esté ahí. Nos ha pasado a los dos en distintos momentos. Es complicado porque decís: ‘Tengo una pareja y no está'. Pero la vas llevando".

Tim Burton y Helena Bonham Carter estuvieron casados durante 13 años. No convivir parecía el secreto para mantener la relación durante tanto tiempo. Sin embargo, la actriz y el director se divorciaron en agosto de este año.

Verónica Massonnier, por su lado, dice que el aumento de hogares unipersonales podría dar a entender que vivir en pareja ya no es tan atractivo o valorado. Sin embargo, los estudios muestran que no es así. La pareja sigue siendo un estado deseado y que eleva la calidad de vida. Lo que cambia es la forma de "diseñarla" a la medida de cada uno. La tendencia Living Apart Together no solo continuará, sino que formará parte de una corriente de cambio con modelos cada vez más numerosos y
diferentes al tradicional.