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Masturbación femenina: un camino de autoconocimiento y placer sin techo

Aunque ha sido históricamente un tabú y sigue siendo un tema de conversación poco común entre amigas, en los últimos años se volvió más visible y natural de la mano de la revolución sexual de las mujeres, y esto se potenció aún más con la pandemia

Jessica era apenas una niña cuando creía que los truenos eran un rezongo de Dios por seguir haciendo aquello que no sabía bien qué era. A veces sentía el impulso de frotarse la vulva con la mano o contra el sillón, la almohada o algún peluche. Era una sensación placentera y culposa a la vez. Por alguna razón entendía que esa costumbre era oscura, anormal y prohibida; algo malo. Por eso, luego de cada tormenta repetía la promesa: no lo volvería a hacer.

A sus 33 años, Jessica Moncalvo -hoy artista- plasmó sus vivencias en la obra Rayo rosa, una intervención con hilos de algodón sobre archivo personal fotográfico y papel reciclado que se expuso durante el pasado diciembre en SOA Arte contemporáneo. "Niña paja", dice en un cuadro bordado que forma parte de la muestra, en referencia a la dualidad entre niña y mujer, placer y remordimiento. Un oso de peluche, el poema Todo es muy simple de Idea Vilariño y varios otros elementos invitan en esta obra a reflexionar sobre la masturbación femenina en la niñez y todo el tabú a su alrededor.

"Me pareció superinteresante plantearlo, primero a las mujeres que lo vivimos, para poder entenderlo y sanarlo. También para quienes son padres, para tener en cuenta cómo hablar del tema. El objetivo fue ‘hablemos de esto' para sanar y aprender a futuro", apunta Moncalvo.

Los bordados de la artista dejaron entrever varias cosas. Primero, que la masturbación femenina empieza en la niñez. Segundo -y más importante-, que aún sigue siendo necesario recalcar que existe, porque a diferencia de la masculina, considerada obvia, naturalizada y fomentada, la masturbación de quienes tienen vulva continúa siendo un tema dentro de la sexualidad al que le cuesta salir del casillero de lo tabú. Las mujeres hablan cada vez más de su vida sexual, pero la masturbación sigue siendo un tópico de conversación poco recurrente, mientras que los varones, generalmente, hablan desde la adolescencia sobre cómo y qué tanto se tocan.

La bella durmiente. La realidad es que el origen de la masturbación entre géneros es el mismo. La sexología indica que niños y niñas empiezan a descubrir sensaciones placenteras mediante la estimulación de sus genitales entre los tres y cinco años. En ellas, sin embargo, es más probable que la práctica sea reprimida. Alcanza con una mirada de reprobación de los padres o una simple palabra que le dé una connotación negativa a este acto para que las niñas tomen uno de dos posibles caminos: seguir masturbándose con culpa o nunca más volver a hacerlo.

"Parecería que la mujer está como adormecida, como la bella durmiente que va a descubrir el placer sexual de la mano de una pareja", apunta al respecto la directora del centro médico sexológico Plenus, Rosana Pombo. Los varones, en cambio, continúan con naturalidad y sin interrupciones, y viven su auge masturbatorio en la adolescencia. Pombo fue tajante al respecto: "Al final la vagina la conoce el varón antes que nosotras mismas. Ellos nos introducen un dedo antes que nosotras. El pene conoce nuestra vulva antes que nosotras porque nos educaron para que nos dé asco o rechazo".

La artista Jessica Moncalvo plasmó sus vivencias en la obra Rayo rosa, una intervención con hilos de algodón sobre archivo personal fotográfico y papel reciclado que se expuso durante el pasado diciembre en SOA Arte contemporáneo.

Aunque muy de a poco (sobre todo en las últimas tres décadas) esto fue cambiando de la mano de la revolución sexual femenina, "las raíces de tabúes y prejuicios en cuanto a la masturbación femenina son tan profundas que conviven con la liberación de la sexualidad de la mujer", acota la sexóloga. No obstante, los avances a lo largo de la historia parecen enormes si se tiene en cuenta que hace poco más de un siglo las mujeres eran enviadas a un médico para que las masturbe hasta llegar al orgasmo cuando se les diagnosticaba histeria femenina, considerada en aquella época una enfermedad causada por el deseo sexual reprimido. Que las mujeres se autocuraran con sus propias manos ni siquiera era visto como una posibilidad.

Llevó siglos reconocer la autonomía sexual de las mujeres y su derecho al placer sexual, incluso a solas. Y así como la pandemia potenció, empujó y aceleró cambios de todo tipo, también marcó un antes y un después en la masturbación femenina. Florencia Peych, propietaria de la boutique erótica Flopi Peych hace 14 años, está convencida de que "en el 2020 la mujer se animó a vibrar". Antes, lo más vendido eran productos de animación para despedidas de soltera. En el año que terminó hace pocos días notó el verdadero cambio en sus clientas, que compraron más que nunca vibradores con el objetivo de explorar en solitario. Hace dos semanas entró a la tienda una señora de 70 años que dijo estar entrando en el terreno del autoplacer sexual. "Que quiera conocer todo por un lado me parece buenísimo y, por otro, decís ‘wow, que tengas 70 y recién te esté llegando esa información...'".

Durante los primeros meses de pandemia, el departamento de Salud de Nueva York publicó una guía para la práctica de salud sexual en la que sugirió la masturbación como una vía para disfrutar de un sexo seguro ante el coronavirus. "Eres tu pareja sexual más segura", decía el lema. En mayo, cuando se exhortaba a una cuarentena voluntaria, la médica sexóloga y terapeuta sexual Vivián Dufau hizo un estudio que demostró que hubo una mejora de la función sexual femenina con un aumento masturbatorio en uruguayas.

En ese contexto, Pombo destaca que muchas mujeres encontraron en la situación de encierro una oportunidad para pensarse y redescubrirse sexualmente. "Han descubierto lo positivo de estar un tiempo a solas, de explorarse, de conocerse más íntimamente, de disfrutar del placer de conectar su mente erótica con su cuerpo erógeno, de aprender a concentrarse y enfocarse en sus propias sensaciones placenteras, de abandonarse a su propio placer en vez de estar dedicadas a complacer a un otro. La pandemia está beneficiando a muchas mujeres en descubrir la relación erótico-placentera consigo mismas, cosa que hasta entonces experimentaban solo en pareja, como el único contexto ‘normal'". La sexóloga agrega que incluso hay mujeres que manifestaron alcanzar con esta práctica su primer orgasmo, aumentar su frecuencia e intensidad y aprender a lograrlo mediante diversos estímulos.

Sin techo. Que causa trastornos mentales. Que perjudica a la fertilidad. Que modifica el cuerpo y por ende se nota cuándo alguien se masturba y cuándo no. Cuando de masturbación se trata, los mitos sobran; todos ellos asociados a una visión punitiva de esta práctica. El tabú alrededor de la masturbación viene arraigado a una perspectiva de la sexualidad con fines puramente reproductivos, dejando el placer de lado y apuntando a la autoexploración sexual como algo inmoral y poco pulcro, sobre todo en mujeres.

Tatiana, una joven de 28 años consultada por Galería, cuenta cuál fue la reacción de su novio cuando le comentó que se masturbaba: "Me preguntó si llego al orgasmo, y cuando le dije que sí, me miró como decepcionado. Piensa que si me masturbo o uso consoladores no voy a tener ganas de tener relaciones sexuales con él". Otro mito.

La sexología asegura que la masturbación es altamente beneficiosa y en muchos sentidos. Practicarla con frecuencia potencia el deseo sexual, facilita la excitación, la lubricación y el orgasmo. De hecho, la principal causa de anorgasmia u otras disfunciones sexuales en mujeres suele ser la falta o ausencia total de masturbación. "Cuando entramos a investigar la causa de esa disfunción, vemos en su desarrollo psicosexual que no tiene memoria de haber tenido curiosidad por la masturbación, o recuerda juegos sexuales con hermanos o primos en la primera infancia que fueron reprimidos".

Los tratamientos, por lo tanto, muchas veces incluyen el autoconocimiento sexual, que puede o no incluir juguetes. "Ya la mujer no va a demorar demasiado en llegar al orgasmo y va a empezar a resolver problemas relacionados al dolor con la penetración", señala Pombo. El placer sexual a solas potencia el disfrute en las relaciones con otra persona, ya que es posible guiar sobre los estímulos que apetecen, el ritmo, recorrido, entre tantas otras cosas.

Pero los beneficios de tocarse trascienden lo sexual.

Tener sexo con uno mismo es una práctica tan natural y saludable como salir a caminar o hacer cualquier otro tipo de actividad física, considera Dufau. Masturbarse mejora el sistema inmunológico, otorga beneficios a la salud cardiovascular, aumenta la liberación de dopamina -neurotransmisor del placer-, libera tensiones, reduce el estrés, alivia los cólicos menstruales, mejora la calidad del sueño, la autoestima y el apetito. La directora de Plenus acota que la mujer deja de ser solo una receptora y la autonomía lograda eleva su autoestima. "Es quererse a sí misma desde todo punto de vista y sentir que ella sola puede".

A todo esto se le suma que la autoexploración es un camino sin techo. No hay límite de frecuencia, de edad ni de cuánto tiempo dedicarle. "No existe ninguna connotación o consecuencia negativa", dice Pombo. Las sexólogas consultadas subrayan que hay mujeres que prefieren la masturbación, o que llegan al orgasmo solo a través de esta. En esa línea, aclaran que son experiencias sexuales diferentes y complementarias, por lo que no se pueden comparar. Pombo cuenta que hay mujeres que dicen concentrarse mejor y atender sus propias sensaciones y fantasías. "Se dedican más tiempo a estimularse, pueden estar media hora o una hora". No obstante, en el universo de la masturbación también existen algunas recomendaciones a tener en cuenta para que no se convierta en la única forma de llegar al orgasmo.

Según Dufau, la autoexploración también requiere de un grado de innovación, ya que de otra forma se puede "caer en la comodidad", la vía rápida. Incentiva a no centrarse en el orgasmo y enfocarse en el camino, que es "la recompensa". "Todo lo que tenga que ver con innovar técnicas, agregar juguetes, cambiar posturas, ambientes, utilizar otros estímulos. Es importante no hacer siempre lo mismo, porque el día que no lo tenés, ¿qué hacés?", acota. En ese sentido, la riqueza es enorme.

A través de la masturbación se pueden descubrir orgasmos múltiples y de todo tipo. Las sexólogas recomiendan estimular pezones, mamas, clítoris, punto G e incluso fomentan la estimulación anal para llegar al orgasmo. De todas maneras, lo que más se fomenta es el estímulo del clítoris, la zona erógena por excelencia. Pombo dice que todo esto lleva a la mujer a sentirse plena y productiva. "Por eso es tan importante educar a las mujeres y dar este mensaje de lo saludable, enriquecedor y poderoso que puede llegar a ser que la mujer disfrute de su sexualidad de forma independiente". Además, dice que es importante que sepa lo que le gusta para poder compartirlo.

Juguetes: los "amigos" que suman. Así como es recomendable no limitarse a una sola forma, postura o punto del cuerpo para masturbarse, las sexólogas señalan que los juguetes sexuales deben ser vistos como elementos que ayudan a descubrir nuevas sensaciones, contribuyen si existen dificultades y rompen con la rutina. Sin embargo, explican que en el caso de que se conviertan en la única forma de masturbarse, pueden traer dificultades para conseguir el orgasmo sin ellos. Además inhiben la imaginación, ya que muchos llevan al orgasmo de forma casi inmediata. Bajo esa promesa de orgasmo instantáneo, el succionador de clítoris Satisfyer ya revolucionó el mercado europeo y estadounidense. Es un dispositivo de manejo muy sencillo que proporciona sensación de vacío y palpitaciones enérgicas, a diferentes velocidades y a través de ondas expansivas.

Como los dedos, las lenguas y penes no vibran, las sexólogas consideran que se corre el riesgo de acostumbrarse y recurrir siempre al vibrador para llegar al orgasmo en una relación sexual con otro o la masturbación. Por eso, recomiendan añadirlos como elementos que sumen y complementen, sin reemplazar. "Utilizando el vibrador para llegar al orgasmo se desperdicia toda una experiencia subjetiva propia del ser humano, porque se logra tan fácil que después tenemos que volver a trabajar en nuestro tiempo, volver a tener paciencia", recalca Pombo.

La propietaria de Flopi Peych opina que "nadie se va a hacer adicto a un vibrador" y que son una opción más que aporta diversión. "A principios de este año empezaron a llegar chicas que de repente estaban solas y hartas de intercambiar fluidos y prefieren pensar en ellas. Se llevan vibradores y me parece supersano", cuenta. Los productos estrella de la boutique son dos: un vibrador que se controla de forma remota y el anillo Rabbit, con un vibrador sobre el clítoris y otro que gira dentro de la vagina. El anillo vibrador, por su parte, es el producto más vendido para las relaciones sexuales heterosexuales, ya que se colocan en el pene y vibran en el clítoris durante la penetración.

Los juguetes sexuales también son indicados por la sexología para tratar diversas disfunciones sexuales. Hay mujeres que nunca tuvieron un orgasmo, por lo que los vibradores se usan como una herramienta para reconocerlo, comenta Dufau: "En terapia sexual tenemos juguetes específicos para que puedas lograr el orgasmo si esa es la dificultad, o a reconocerlo si no te das cuenta si lo tuviste".

Con la pornografía, la historia es la misma. Sirve siempre y cuando se recurra a ella en la medida justa. Para la directora de Plenus, la pornografía no siempre debe ser vista como algo sumamente prohibido o negativo, ya que puede alimentar la imaginación y el descubrimiento de posiciones sexuales. Pero nunca debe sustituir a la educación. En los últimos años se desarrolló pornografía para mujeres, donde ellas toman la iniciativa y el rol protagónico en el encuentro con otra persona o varias. "No es pasiva ni sometida, sino que está al mismo nivel. Esta pornografía es un buen material para erotizar la mente de mujeres que no saben fantasear o no tienen deseo sexual ni curiosidad", acota Pombo.

Lo cierto es que, aunque el tabú continúa y sigue siendo un tema silenciado, el camino hacia una masturbación femenina tan visible y naturalizada como la masculina no parece tener retroceso.