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Colonia del Sacramento: buenas mesas en el casco histórico

Casa Viera y Bohemia Bistro, dos restaurantes en Colonia del Sacramento que vale la pena visitar

Colonia es quizás una de las ciudades del país que más sufrió la ausencia de turistas durante la pandemia. Sin su público habitual de todo el año, los comercios de la ciudad debieron acercarse a los clientes uruguayos, hasta el momento desestimados e incluso menospreciados. El cambio fue positivo: quienes visiten el casco histórico experimentarán un servicio amable y atento, y propuestas culinarias cuidadas que utilizan los mejores productos locales. Los restaurantes Casa Viera y Bohemia son un ejemplo de esta nueva etapa de Colonia como destino gastronómico. 

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Foto: Adrián Echeverriaga Foto: Adrián Echeverriaga

Casa Viera

Después de trabajar años en cruceros y en gestión de un grupo empresarial dueño de restaurantes en Montevideo, Serafín Viera decidió volver a sus pagos, Colonia, para abrir su propio emprendimiento gastronómico. Ubicado en una locación privilegiada, en una casa patrimonial sobre la calle General Flores, Casa Viera busca reflejar el espíritu de este joven con una ambientación contemporánea y hogareña. 

La casa, que abrió en noviembre de 2019, se divide en distintos salones unidos por un patio central de distribución. En una esquina está el bar con livings, donde los bartenders Fernando Guevara y Gonzalo Utrera elaboran sus magias desde cero. “La coctelería no estaba presente en Colonia”, dice Viera a Galería. Ahora cuentan con una carta que lista más de 40 preparaciones clásicas y de autor con alcoholes infusionados y vermú. 

Hay algunas mesas al aire libre dispuestas en el patio y después dos salones, uno que simula una biblioteca con su estufa para atemperar el espacio en invierno, y otro bajo el nivel de la calle, rodeado de ventanales y los cuadros de Santiago Estellano. Este artista plástico uruguayo, radicado en Buenos Aires, ayudó en la puesta en escena de los espacios.

Los tragos de autor acompañan una carta de platos que varía permanentemente, pero que ya tiene sus clásicos. “Las empanadas de cerdo, el risotto de vegetales con remolacha asada, queso de cabra y almendras tostadas, y la milanesa de lomo con salsa de tomate en conserva y quesos gratinados no los podemos sacar del menú”, sostiene Viera. Algunos de los platos de este restaurante se parecen a los de Bohemia, comparten ingredientes, quizás porque ambos persiguen la estacionalidad o por mero espíritu de la época. 

Entre las preparaciones del lugar, su dueño destaca los langostinos sellados en aceite de merkén con criolla de mango y emulsión de palta, y las mollejas laqueadas con aceto y miel sobre medallones de boniato frito, salsa huancaína y criolla de eneldo.

En la noche del sábado en que la mesa de dos de Galería llegó al restaurante, la fila llegaba hasta la mitad de la cuadra. Desde el comienzo de la pandemia se ha hecho evidente la necesidad de realizar reserva antes de salir.

Aquella noche el ambiente era romántico, la luz tenue, sonaba una playlist de jazz y las mesas conversaban en calma. Rápidamente, llegó una panera con elaboraciones caseras perfumadas con romero, y poco tiempo después las entradas, que por su abundancia se asemejan más a platos para compartir y eso fue lo que eligió hacer Galería. Se probaron una ensalada de pera grillada, roquefort, nueces tostadas, mix de verdes con aderezo de miel, y una pizza de masa muy fina, casi una galletita, con salsa de tomate natural, quesos gratinados, cebolla caramelizada —al vino tinto— y queso de cabra. Estos platos se acompañaron con dos tragos, un Vierita hecho con gin infusionado en arándanos, almíbar simple de lavanda y jugo de lima, y un Bulldog (gin, Aperol, almíbar de maracuyá, naranja y pomelo rosado) servido en la copa de la misma marca. Si bien combinar cócteles con gastronomía es una tarea compleja, ambos acompañaron los platos elegidos. De postre se optó por los duraznos al hierro con helado de crema y praliné de frutos secos, hecho con las últimas frutas de la temporada. El servicio de Casa Viera es ágil y ameno, gente joven con vocación. Casi todos los platos incluyen quesos y productos de estación, fiel a la impronta de la zona.

Gral. Flores 65. Teléfono 098 499129. Abre todos los días a partir de las 20 horas al cierre. Precio promedio por persona: 1.100 pesos

Por dos tragos, la pizza, la ensalada y el durazno de postre más aguas Galería pagó 1.950 pesos. 

Foto: Adrián Echeverriaga Foto: Adrián Echeverriaga

Bohemia Bistro 

Natalia Puppo y Facundo Madero son de Colonia, abrieron su primer restaurante llamado Bohemia en 2012, en una casa más chiquita del barrio histórico. En setiembre de 2019 decidieron mudarse a la casa donde funcionó el primer telégrafo de la ciudad, con vista al río. Hicieron una gran reforma y apostaron a mejorar su propuesta gastronómica. “Antes vendíamos solo pastas. La gastronomía ha cambiado mucho. La carta es acotada porque elaboramos todo nosotros, el lema es ‘cocina honesta’”, cuenta Puppo a Galería. También comenta que recientemente sumaron como asesor al mendocino Ricky Motta, ex jefe de cocina del restaurante de la Bodega Garzón. Esta pareja tiene un vínculo estrecho con el Este, los une una amistad con Vanessa González y Andrés Vinales, jefes de la cocina del Parador La Huella, y también con Motta. El nexo trasciende lo afectivo y se transmite en el ambiente, la música y la presentación, que tiene algo de la vibra relajada de la playa pero en pleno casco histórico. La casa patrimonial conserva su fachada blanca original, en la entrada se mantuvieron dos salones que funcionan como biblioteca con mesas y un privado. Enseguida se accede al área principal, un salón blanco con un gran horno de barro a la vista y una pequeña barra, una caja de cristal que durante el día recibe toda la luz solar. Afuera, la terraza se apoya en el lecho del río, y también allí hay mesas, más fuegos y el acceso a los baños. “Tenemos exhibidos pedacitos de las máquinas del telégrafo que se usaban que son donaciones de los vecinos”, relata.

Del menú, Puppo destaca los ñoquis. “Están en la carta desde que abrimos, se mantuvieron durante todos estos años. La creadora de ese plato es mi hermana Cecilia, la primera cocinera de Bohemia”, cuenta. También menciona el ossobuco, la parrilla y la milanesa que se empana en panko casero, se le coloca una rodaja de queso provolone derretido por encima y se termina con chutney de tomate y pesto. El queso se repite en un gran número de platos, haciendo honor a la localidad.

El mediodía de sábado en que la mesa de dos de Galería visitó Bohemia, el servicio fue especialmente atento, los mozos conocían todos los platos y hasta tuvieron la deferencia de servir un vino que fue encontrado en los estantes contra los ventanales y que ya no estaba en la carta. Era un viognier 2020 de Campotinto, al que solo le faltó una copa de cristal para hacerle honor. El vino fue rápidamente enfriado y acompañó con elegancia los platos elegidos. Primero una tortilla de papas servida a la española, cuajada, sobre una rebanada de pan y con morrón cocido por encima. Después, dos empanadas fritas rellenas de bondiola breseada, de sabor muy suave, que contenía tropezones de roquefort. El tamaño de estas empanadas era el regular, no de copetín, algo copiosas para una entrada. El frito se contrastó con la acidez del vino, un efecto agradable en el paladar. 

Como principal llegó un mochuelo, un pescado graso ideal para la plancha o el horno servido nacarado (en su cocción justa, ligeramente crudo en el centro) con vegetales asados y una gremolata como la hacen los porteños, con cáscaras de limón. “Cuando decimos que hay mochuelo los clientes googlean para saber qué es”, dice la moza sonriente. A la mesa contigua llegan unos pejerreyes fritos empanados en un sobre de papel, igual a como lo sirven en La Huella, un nuevo guiño al distante parador. El otro comensal comió los ñoquis, un plato contundente con salsa de crema rellenos de queso, verdeo y almendras tostadas especiadas. Los platos en Bohemia son de tamaños tan generosos que se pueden compartir. 

Finalmente, de postre, con mucho esfuerzo se probó un flan de coco con caramelo y lascas de coco tostado. 

“El dolor nos despertó”, reflexiona Puppo sobre la pandemia y sus consecuencias en el sector. “Antes nos sentíamos invadidos por los uruguayos, preferíamos al cliente argentino o europeo, ahora no es así. Estamos agradecidos”. Aquel mediodía había gente sin reserva que estaba dispuesta a esperar lo que fuera necesario para poder formar parte de las 136 personas que tiene capacidad de atender el lugar.  

De San Pedro 142. Teléfono 4522 1884. Jueves mediodía, viernes y sábado mediodía y noche, domingo y lunes al mediodía. Precio promedio por persona: 800 pesos sin vino.

Por la tortilla y las empanadas de entrada, más la pesca y ñoquis de platos principales, la botella de vino, aguas y el flan de postre Galería pagó 3.460 pesos.