Picniquería en Punta del Este, El Expendio de Salón Número Tres y Barbas Kitchen en La Barra, La Proveeduría en Manantiales y La Panadería en José Ignacio son algunas de las propuestas de este verano para el picnic en la playa
Picniquería en Punta del Este, El Expendio de Salón Número Tres y Barbas Kitchen en La Barra, La Proveeduría en Manantiales y La Panadería en José Ignacio son algunas de las propuestas de este verano para el picnic en la playa
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl picnic es de toda la vida. ¿Quién mayor de 40 años no se acuerda de cuando la familia pasaba el día entero en la playa? Era común instalarse a orillas del mar con sillas, sombrilla, heladerita con bebidas y sándwiches. Incluso algunos podían incluir mesas, manteles, platos y vasos, y así montar una mesa completa. El cuidado de la piel a la exposición al sol en horas impropias del mediodía y la aparición de paradores de playa desestimularon esta práctica, pero este año la heladerita de playa cobró un nuevo significado y especial relevancia. La determinación de evitar el contacto con otros fuera del núcleo familiar hizo que los veraneantes optaran por llevar sus propias comida y bebidas a la playa. Para satisfacer esta nueva necesidad, rápidamente surgieron formatos de almacenes de comida con propuestas calientes y frías listas para llevar. Estos espacios gastronómicos, además, en su mayoría también funcionan como restaurantes. Un refuerzo armado con charcutería artesanal, pascualina, tarta de frutas, ensaladas con semillas y vegetales, alfajores caseros, buñuelos de algas o lomos de pejerrey fritos son atractivas opciones que ofrecen, por ejemplo, Picniquería en Punta del Este, El Expendio de Salón Número Tres y Barbas Kitchen en La Barra, La Proveeduría en Manantiales y La Panadería en José Ignacio.
La Proveeduría. De todas las propuestas culinarias que surgieron durante la cuarentena, La Proveeduría es quizás de las que generó mayor impacto positivo dentro de la comunidad, pues alberga la producción de emprendedores de todo el departamento y lentamente incorpora alimentos de otros lugares.
El proyecto nació en mayo en formato de canastas semanales de productos seleccionados curados por la fernandina Catalina Miggone -ex Hay Agite en La Barra- y su pareja, el argentino Juan Campion, dueño de El Refugio en Manantiales y en Las Leñas (Mendoza). "La pandemia nos ayudó a darle vuelo a esta idea de volver a los orígenes de comida casera, de productos de cercanía, a los alimentos del campo", cuenta Miggone a Galería.
"Al principio salíamos todos los días, menos los martes, en busca de proveedores, en Pueblo Edén, Aiguá, recorrimos todo. Con el tiempo, empezamos a hacer alianzas con productos locales para envasarles en vidrio cosas como dulce de leche y yogur. Y sin querer nos dimos cuenta de que precisábamos un local para almacenar las cosas. Juan tenía El Refugio hacía cuatro veranos, y estaba vacío", cuenta. Así nació este espacio que por un lado es almacén donde se vende sal extraída de las aguas de José Ignacio, vinos locales, jugos naturales y cerveza artesanal, embutidos, patés, quesos y yogures elaborados muy cerca, granola, mermeladas, panes, etc.
"Compramos las muestras, las probamos. Conocemos a cada persona que lo hace. No vendemos nada que no nos guste", afirma su propietaria.
Además de la comida, agregaron objetos funcionales como tablas de madera, cepillos y escobas hechas a mano, y, al atardecer, dictan talleres de oficios como cerámica, teñido natural en tela y carpintería.
Recientemente sumaron a la tienda una barra de bebidas que llamaron Verdubar y una ventanita, desde donde Muñeca, una cocinera de Aiguá de esas que prepara comida como lo haría una abuela, toma los pedidos y pide paciencia. Allí hacen una pascualina de espinacas, generosa en huevo, cubierta con una masa apenas espolvoreada con azúcar; buñuelos de algas en porciones de 10, como para sacarse bien el antojo; lomos de pejerrey fritos, secos, crocantes; tortilla de papas; empanadas fritas de carne, pescado o verdura; un sándwich de mortadela o bondiola; ensalada rusa; o una picada con productos elegidos por los dueños. El menú es variado, generoso y cada porción tiene un precio fijo de 350 pesos. Además, en la ventanita hay un dispensador con agua saborizada y vasos, servilletas y cubiertos descartables de madera. Todo sale envuelto en papel (esperemos que pronto sea compostable), listo para llevar a la playa en una canasta. Aunque también tienen algunas pocas mesas para el que quiere comer en el momento y también un teléfono disponible para que lleven el pedido calentito a la playa.
Picniquería. El cocinero Marcelo Betancourt es conocido por su labor como chef ejecutivo de los hoteles y restaurantes del grupo Vik Retreat.
Sin embargo, también se animó a emprender por su cuenta. Primero montó La Panadería junto con el productor rural Alberto Pomés, pero decidió salir de ese espacio para montar una Picniquería en Punta del Este junto con Arcadio Molina. Este último es panadero de profesión y se complementa con Betancourt en la creatividad culinaria. Desde este nuevo espacio preparan, por ejemplo, pan integral con miel y pasas, sándwich de mortadela casera y tartar de camarones, todo listo para llevar a la playa.
El Expendio de Salón Número Tres. A la propuesta de menú fijo de los fines de semana, Paola Morselli y Gonzalo Giusta sumaron una tienda de comida para llevar o para comer en el lugar. Esta pareja de argentinos, formada en Australia e instalada desde hace dos temporadas en la casa de antigüedades del ambientador Aaron Hojman, lleva adelante en Salón Número Tres, una de las cocinas más sofisticadas de Punta del Este. Ahora se animaron a emprender también con El Expendio, una propuesta durante el día y entre semana. Allí venden panes, cosas dulces, quesos, mermeladas, conservas, empanadas, y preparan ensaladas y proteínas que se comercializan por peso. También ofrecen vinos, cervezas artesanales y café de Seis Montes.
Barbas Kitchen. El empresario gastronómico Marcel Benseñor, reconocido por su parrilla La Fonda del Puertito, viró rápidamente su negocio al comienzo de la pandemia al convertir su espacio en un almacén de alimentos. Allí comenzó a vender conservas, algunas preparaciones como escabeches, cerdos arrollados, quesos, pescado ahumado, tortillas y embutidos que elabora bajo la marca Barbudo junto con Zelmar Michelini. Esta es la propuesta que hoy comparte desde Barbas Kitchen, un nuevo espacio montado en La Barra, a donde también se pueden buscar delicatessen, vinos y cervezas artesanales para disfrutar con los pies en la arena. Además, hay dos mesas para quienes se quieran quedar.
La Panadería. En la rotonda de José Ignacio, sobre Ruta 10, se instaló hace tres veranos La Panadería, un espacio del productor orgánico Alberto Pomés, de la chacra La Corona, y al que este invierno se sumó Maite Artagaveytia, también una lugareña, hija de Guzmán Artagaveytia, uno de los dueños del Parador La Huella, quien apoya la propuesta desde la gestión.
Para esta nueva etapa, que comenzó en invierno y continuará durante todo el año, trajeron a Pierre Joubel, un panadero de Francia que se encarga de elaborar todos los productos junto con su colega Martín Martell. En La Panadería hay croissants solos o rellenos de chocolate y membrillo, panes de semillas y de campo, alfajores cubiertos con chocolate belga, yogures orgánicos elaborados por Pomés y también sándwiches. Entre los más vendidos está el de peceto con mostaza de Dijon, mix de verdes, tomates asados y alcaparras. Aunque también hay de jamón, queso y aceite de oliva, y una opción vegetariana. Si bien el local abre a las 9 de la mañana tienen una ventanita por la que atienden antes de hora y unas mesas en la galería para los que se quieran quedar.