Empezó como una bombonería y ahora también sirven ensaladas, sopas y tartas
Empezó como una bombonería y ahora también sirven ensaladas, sopas y tartas
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHace cinco años, Nuria Ferro se cansó de las temporadas en José Ignacio e instaló una bombonería en la casa de su abuela Chela, en Montevideo. Al comienzo la acompañó Maite Artagaveytia, con la que trabajaba en el Club del Mar en José Ignacio, y a quien había conocido en el restaurante que las formó, el Parador La Huella. Hace un año la dupla societaria cambió y se sumó la cocinera Luciana Lopes da Silva, a quien conocía de haber compartido cocina en La Caracola, también en José Ignacio. Involucradas con el compromiso con el mejor producto disponible y la creatividad de estos restaurantes hermanos en el Este, la dupla Ferro-Lopes da Silva generó una combinación de mundo dulce y salado muy particular, brindando a sus comensales la sensación de estar en la playa, de vacaciones, aun estando en el garaje de una casa en Pocitos.
"Primero abrí la casa como bombonería, para llevar, después surgió la idea de arreglar el frente como recepción, con un gran mostrador de madera y vidrio. De ahí pasamos a unas pocas mesas y, sin pensarlo mucho, la tienda fue tomando forma de restaurante y hoy tenemos mesas hasta en el garaje", contó Ferro a galería. Una gran estufa a leña con fondo de vidrio une la entrada y el salón, aportando calor y calidez a ambos ambientes. A su vez, el ingreso a la casa está adornado por decenas de macetas con suculentas, de las que ofrecen "hijos" a todo el que quiera, y allí también disponen algunas mesas para los más guapos, y un área de juegos para niños.
La magia culinaria en La Tienda de Chela ocurre en el fondo, donde tienen no solo la cocina, sino además una huerta. Con estos ingredientes y otros, Luciana prepara, los fines de semana, variadas ensaladas, algunas tartas y hasta sopas.
Antes de la pandemia, en este restaurante ofrecían un opíparo brunch, que hoy viró a un formato take away, y recién por estos días retoma el servicio presencial, aunque aún no de brunch. Hoy las propuestas de comer in situ y para llevar convienen. Entre los más pedidos se destacan una panera con focaccia, crackers de semillas y pan de campo con dips como alioli, hummus de garbanzos y de porotos pallares, tartas saladas y un escenario casi pantagruélico de dulces poco convencionales. Es decir, budines de naranja y de maracuyá, bombones de sabores uruguayos como yerba mate, lavanda y pimienta rosa, y arroz con leche; mousse de chocolate sin azúcar y de dulce de leche sin azúcar agregado. Además, hay alfajores de maicena, lingotes de chocolate y ganache de leche condensada y de tres chocolates, por mencionar algunos.
Los fines de semana, la oferta salada se amplía a ensaladas que varían según la ocasión y algunos platos, como, por ejemplo, un zapallo cabutiá relleno, ensalada de hinojos y hojas verdes, una parmesana de berenjenas y sopas. Las tartas también cambian todo el tiempo. Nuria recomienda no perderse la de remolacha braseada con cebolla, queso de cabra y eneldo, y la de peras con nueces y queso brie. De postre, la pastelera sugiere la crème brûlée de naranja y el budín de maracuyá.
"El take away nos salvó durante la cuarentena. Volvimos a los orígenes, donde la gente se llevaba más cosas de las que comía acá, y nos dio el tiempo que precisábamos para volver a la bombonería, que casi había desaparecido", contó Ferro.
El día en que galería almorzó en La Tienda de Chela el frío atravesaba los huesos y la estufa aún no estaba prendida, pero rápidamente se solucionó. De todas maneras, conviene llegar con varias capas de abrigo, pues la puerta se abre y cierra constantemente con clientes que llegan en busca de pedidos, y el ambiente demora en calentar.
Aquel mediodía, la comida comenzó con una panera completa, focaccia, pan de campo, crackers (masa muy fina, crocante) que entre sus semillas tenía algunas de hinojo. El hinojo es un elemento presente en la cocina de Lopes da Silva, bienvenido por esta mesa, aunque no por todos, debido a su sabor anisado. Este vegetal y sus semillas son diuréticos, carminativos y digestivos, entre otras propiedades, y podrían consumirse en mayor volumen en Uruguay. A los panes les acompañaron un alioli, un hummus de garbanzo y otro de porotos pallares. Son pocos los usos que la cocina nacional le da a los porotos más allá de los platos de olla, y esta preparación resultó refrescante.
Un buen rato después, llegó una tarta de zucchini con queso danbo y una ensalada bien aderezada. No tiene sentido apurarse en La Tienda de Chela, es un espacio para disfrutar de la conversación, el fuego y la charla con Nuria y Luciana, que se acercan de tanto en tanto a la mesa.
Para finalizar el almuerzo, se eligieron dos postres, una tarta de manzana y frutillas con masa hojaldrada, bien mantecosa, y un lingote de chocolate y leche condensada. Estos se acompañaron de café de Culto, que se ofrece directamente en una prensa francesa, para autoservicio. Café mediante, la sobremesa se alarga, la tarde cae y de salida invitan a llevar algunas delicias para el té.
Ese mediodía no se bebió vino, sino agua saborizada que ofrece la casa. No obstante, también hay kombucha, jugo de naranja o limonada, algunas etiquetas de la bodega Pisano y también hacen algunos tragos sencillos con la grappamiel Rosa Negra y el vermú Rooster, apostando a la producción nacional. Esta característica se extiende en toda la propuesta culinaria de La Tienda de Chela, junto con un ambiente de mucha calidez, casi familiar, de hogar.
A SABER
¿EN QUÉ ESTÁ?
Hoy, Maite Artagaveytia lleva adelante la panadería en la rotonda de la entrada del pueblo en José Ignacio junto con Alberto Pomes.