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Artistas callejeros hablan sobre sus inicios, técnicas y obras más recientes

A pesar del covid-19, José Gallino, David de la Mano, Gervasio Astapenco, MIN8, Ceciro, Noe Cor y Untonga siguen creando expresiones artísticas y suman colores, ideas y mensajes a las calles de Montevideo

A pesar del covid-19, José Gallino, David de la Mano, Gervasio Astapenco, MIN8, Ceciro, Noe Cor y Untonga siguen creando expresiones artísticas y suman colores, ideas y mensajes a las calles de Montevideo 

La foto de Gastón Rosa es la original que debió haber salido publicada en la revista impresa y por error fue cambiada.

En medio de la pandemia, diferentes expresiones artísticas siguen sumando colores, imágenes, ideas y mensajes a los enormes murales y rincones de la ciudad. Siete artistas plásticos, grafiteros y muralistas, autores de algunas de las imágenes más recientes que visten y embellecen la ciudad, hablaron sobre sus inicios en el arte, explicaron las técnicas que actualmente llevan a cabo e hicieron referencia a los motivos que impulsaron sus últimas obras. 


Luego de meses sin salir a pintar, el artista callejero y grafitero José Gallino retomó su actividad, y lo hizo con el retrato del músico uruguayo Eduardo Mateo. "Es uno de los personajes que quería pintar. Me gusta Mateo", dice el artista, mientras mira su grafiti ubicado en Jackson y Chaná.

A José Gallino siempre le gustó el arte. "Comencé a pintar desde chico, influenciado mucho por mi hermano (Diego Gallino), que también es artista plástico, no grafitero", dice. Sin embargo, recién hace ocho años comenzó a probarse en el mundo del grafiti. "Por el 2012 empecé a pintar en la calle, grafiteando ilegal; siempre fui autodidacta, nunca hice estudios formales", explica. Comenzó dibujando animales o personajes inventados por él, y luego incursionó en los retratos.

Hoy, Gallino es conocido por sus grafitis detallados y realistas. "Creo que me voy a quedar en el realismo porque es donde me siento más identificado", dice.

Al momento de crear no utiliza más que una fotografía y sus aerosoles. "Hay varias maneras de pasar del papel a la pared, pero al ser retrato siempre trato de usar la grilla para que me quede exacto. Si es una persona que no es conocida a veces no uso, lo hago a mano alzada". Su penúltimo grafiti, ubicado en La Paz y Cuareim, tuvo que ver con la pandemia y muestra a su madre utilizando tapabocas.

"Tenía ganas de hacer algo sobre el coronavirus y de seguir haciendo mi arte. Entonces se me ocurrió comprar una lona (de 15 m2), pintarla, colgarla y no exponerme en la calle. Mi primera idea era pintar a mi sobrino con tapabocas y a mi madre sin tapabocas, y dejar el mensaje de que las personas jóvenes deben cuidar a la personas mayores. Pero al extender la lona y empezar a pintarla me di cuenta de que me iba a quedar chica. Por eso decidí hacer solamente a mi madre, que es una persona mayor, y el mensaje llega igual". 

El salteño perdió la cuenta de cuántos grafitis lleva hechos en Uruguay. Su último fue el de Eduardo Mateo, aunque ya tiene planes para seguir dejando su huella creativa en cada rincón de Uruguay. Aún no tiene decidido qué ni a quién va a pintar, lo único que sabe es que quiere seguir llevando su arte a las calles y, si lo amerita, crear conciencia sobre ciertos temas de actualidad.


David de la Mano


En el cruce de bulevar Batlle y Ordóñez y Rivera se encuentra la última obra que el muralista español David de la Mano dejó en Uruguay durante la cuarentena. "Forma parte del proyecto Buceo, Ciudad en Construcción, que consiste en la transformación de espacios verdes para hacerlos más inclusivos, concienciados y más participativos. Es de lo último que he pintado aquí", cuenta.

El artista trabajó sobre un antiguo depósito de agua de 35 metros de altura ubicado en Buceo. Comenzó a fines del año pasado, luego debieron pararlo y retomaron hace dos semanas hasta terminarlo.

"La mayoría de la obra está hecha directamente sobre el muro. Hemos trabajado con los vecinos y se llegó a un acuerdo con la idea del boceto. En este caso hay tres elementos clave. El hombre, la mujer (y el abrazo entre los dos) y el árbol que los hila en algún punto. A diferencia de las matemáticas, en el arte no hay un resultado ni una lectura única. Inicialmente he tratado de hablar de la transformación de lo arquitectónico, con una mirada hacia lo natural", explica David.

El artista ha hecho otras obras en diferentes puntos de la ciudad. Entre las más recientes aparece el mural ubicado en un hotel, frente a la plaza Gomensoro (sobre la calle Francisco Abadie), en el que toma a los pájaros como protagonistas. "Me gusta mucho trabajar con la metáfora, me parece que es mucho más sugerente que lo literal. Trabajamos sobre esa cuestión metafórica del viajero, y así llegamos a los pájaros", explica.

El artista ya tiene en mente futuras obras en otros países. Las próximas serán en Estados Unidos y en Rusia.


Gervasio Astapenco


Quien transitó alguna vez por las avenidas 18 de Julio y 8 de Octubre debió haber notado un enorme y colorido grafiti que da vida a esa transitada esquina de Montevideo. Allí, sobre la cortina metálica de La Casa del Artesano, el artista visual Gervasio Astapenco decidió plasmar su arte.

Inspirado en el artista callejero brasileño Eduardo Kobra, lo primero que hizo fue pintar el fondo de este mural. "Tiene una paleta de colores organizada, un punto focal, una paleta más baja, y está pensado para que lo veas en varios tiempos; desde el ómnibus, desde el auto o caminando. Podés pararte y mirarlo y ahí tenés otro tiempo más", explica.

La obra tiene dos caras. De un lado se ve el rostro de Salvador Dalí, y del otro el David. "Es la casa del artesano y quise relacionar el arte con la escultura", agrega.

Para su realización utilizó únicamente aerosoles y una cuadrícula para pasar el dibujo a la cortina. Sin embargo, no siempre utiliza este método.

Actualmente está trabajando en un grafiti ubicado en 18 de Julio y Alejandro Beisso, para el que utilizó un proyector que trasladó la imagen directamente a la cortina de la óptica ubicada en ese local. "Elegimos personajes conocidos que utilizaran lentes -explica el artista-. En la puerta tiene a Steve Jobs y a John Lennon, y en el costado va a tener mujeres".

Su primer grafiti todavía puede verse en la fachada de un estacionamiento, en Prudencio Vázquez y Vega y bulevar España; a partir de ese trabajo siguió llevando su inventiva a las calles de la ciudad.

Gervasio estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes y ganó el primer premio en el Salón Internacional de Acuarela en Francia en 2015. Además de hacer grafitis, hoy da clases de arte en su atelier, ubicado en Rondeau y Mercedes. 

 

MIN8


Verónica -conocida como MIN8- comenzó con los grafitis a los 15 años. "Empecé por el hip hop. Escuchaba mucho rap, comencé a hacer tags y, después de cinco o seis años, empecé a pintar", recuerda.

MIN8 tiene varias obras icónicas. Entre sus preferidas aparece el mural ubicado frente al Palacio Legislativo, en donde se ven retratados a Alfredo Zitarrosa y Juana de Ibarbourou. "Este mural es superimportante para mí porque lo pinté para mi padre. Además, en el proceso de investigación me hice amiga de la hija de Zitarrosa y estuvo en contacto conmigo durante todo el proceso", recuerda. 

Pero MIN8 no para su actividad y sigue dejando su arte en los diferentes espacios de la ciudad. Su último grafiti lo terminó el pasado viernes en el nuevo Estacionamiento MAPI, que abrió al público el lunes 1° y se convirtió en el primer parking robotizado de América del Sur.

"Quiero recalcar que en este trabajo me dieron 100% de libertad para hacer lo que quisiera. Estuve días pensando en qué hacer y como (el proyecto del parking) es tan futurista pensé en una idea vinculada a eso. Por eso dibujé dos geishas robóticas, imaginando a las mujeres en el futuro, y trabajé los dos murales con la misma paleta de colores y el mismo personaje en diferentes ángulos", explica. Estos dos murales, de 32 metros de frente cada uno, le llevaron tres semanas de trabajo. Hoy, apenas seca la pintura, la grafitera uruguaya no descansa y ya tiene en mente nuevas ideas que compartirá por la ciudad.

Ceciro y Noe Cor 

Cecilia Rodríguez y María Noel Silvera -conocidas como Ceciro y Noe Cor- fueron las creadoras del mural inaugurado a fines del año pasado en la renovada Plaza de la Diversidad Sexual.

La obra artística ilustra una de las paredes laterales de la plaza, sobre el callejón Policía Vieja. "La idea era darle visibilidad a este espacio que estaba bastante oscuro. La temática tenía que relacionarse con la diversidad, y por eso decidimos poner personajes de diferentes colectivos: Delfina, una militante del movimiento trans, Vector y Josefina", explica Cecilia.

Para la realización del mural, que llevó 11 días de trabajo, utilizaron brocha, pincel, rodillo y pintura. "Lo hicimos bastante rápido porque también había una grúa que había que aprovechar. Lo empezamos a fines de octubre y lo terminamos en noviembre", cuenta. "El desafío fue mezclar nuestros dos estilos, que son bastante diferentes, porque Noe hace realismo y yo, algo más gráfico. Es uno de los pocos murales de esas dimensiones en Uruguay. Acá hay mucha gente talentosa y está bueno que se sigan haciendo este tipo de trabajos a esa escala", agrega Cecilia.

Ceciro trabaja en serigrafía, es ilustradora y, desde hace cinco o seis años, decidió abocarse a los murales. "Empecé por casualidad. En ese momento pintaba con una amiga, Fer Piñeirúa, y éramos dupla", recuerda.
Noe Cor empezó en el mundo del muralismo hace alrededor de 10 años. "Muy de a poquito, con intervenciones chiquitas, y después fui ganando confianza y haciendo cosas más grandes", explica María Noel.

Ambas forman parte de Casa Wang, el taller y sala de exposiciones de un grupo de artistas locales independientes orientado al muralismo urbano, la ilustración, la pintura, la serigrafía y las artes visuales en general.

A pesar de la cuarentena, ambas artistas siguen volcando su arte en diferentes rincones de la ciudad. Unas semanas atrás terminaron sus últimos murales, ubicados en la esquina de Juan Carlos Gómez y Piedras, a metros de su taller.

Gastón Rosa


Esta es la foto original que debió haber salido publicada en la revista impresa que por error fue cambiada.

"Empecé pintando cuadritos en Santiago (Chile) hace alrededor de un año y, por noviembre o diciembre, ya sin tanto que hacer y cerrando etapas, me encontré con una crisis social que recién empezaba. Encontré una forma de participar en ese sentir. Eran días complicados; salías a buscar pan y había gas lacrimógeno por todos lados. Volvías llorando a tu casa no solo por el gas sino por la sensación de impotencia que te daba. Y así fue que pegué mi primera tumbita con el mensaje: ‘Pensar aunque te tiren gas'. Fue una forma de sumar un discurso a esa lucha", recuerda Gastón, más conocido como Untonga.

Siempre estuvo vinculado a la creatividad. Da clases de redacción, talleres de fanzine, trabaja en un proyecto de cuentos infantiles y en la comunicación de marcas. Pero también es quien deja las pegatinas con formas de epitafios rosados y frases reflexivas en diferentes rincones de la ciudad.

Comenzó en Chile, siguió en Uruguay y, desde que volvió, nunca paró. "Trato de ser respetuoso: veo dónde pego qué, e intento que las frases sean de neutras para arriba", explica.

Estas tumbitas las realiza en papel kraft, las pinta de rosado, les escribe una frase y luego las pega. "Elegí la imagen de la tumba porque también encontré a la muerte como un tema a trabajar. La frase ‘La muerte más bien rosada' me ayuda a sacarla de ese lugar de oscuridad o tabú, y por eso uso ese color".

‘Lo que le pasa al vecino te pasa a vos' fue una de las primeras frases que pintó en Uruguay. Otras de sus más conocidas se encuentran en la plaza Matriz, en Canelones y bulevar Artigas, y la última se ubica en las calles Charrúa y Cassinoni con la frase ‘Cuidar el amor'. "La escribí en fechas de cuarentena y quise referirme a la idea de apoyarte en alguien, dejarte contener también, y cuidarse", explica.

Untonga va por barrios. Estuvo en Ciudad Vieja, Parque Rodó y ahora está por Cordón. "Me parece que está bueno generar cierto circuito de encuentro con las tumbitas. También me gusta acompañar y dialogar con lo que otras personas hicieron. Es lúdico. Me interesa lo efímero, me gusta que las tumbitas se rompan, desaparezcan, porque dentro del mensaje que estoy dando, también me gusta que las tumbitas mueran", concluye.