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El casamiento de Lucía Robaina y Andrew Empson

En tiempos de pandemia el miedo al contagio alejó personas, pero la hiperconexión unió a otras. Primero una notificación proveniente de una red social y luego las horas de charla a distancia fueron construyendo el vínculo entre Lucía Robaina y Andrew Empson, que cuando se conocieron meses después de conocerse —valga la redundancia— ya habían caído en el hechizo del amor. 

Ella es estudiante de la Licenciatura en Psicomotricidad y pastelera, mientras que él es piloto comercial en Inglaterra, su país de origen. Tras sortear las dificultades que implica una relación a distancia, en junio de 2022 Andrew le propuso matrimonio a Lucía en el Puerto de Venecia, el día en que comenzaron un viaje por Italia. 

Rápidamente se pusieron a planificar el casamiento, con la certeza de que sería el 14 de febrero, fecha en la que dieron el sí en el Registro Civil. “Ese fue el día en que nos pusimos de novios en 2021 y el 14 de febrero, pero de 2022, nos reencontramos en Inglaterra después de estar cinco meses a distancia. Ahí empezamos a convivir”, explicó la novia. 

La pareja estuvo acompañada por los testigos, Jimena Robaina, Josefina Grezzi, Martín Daners y Martín de Baeremaecker, además de los padres de ambos: Richard Empson, Jane Silverwood, León Robaina y Beatriz Bocage. 

El viernes 17 a la noche se celebró la fiesta en Finca Clara con una ceremonia liderada por amigos y familiares de los novios en la que se recordaron los inicios de la pareja, se contaron anécdotas que despertaron risas y aplausos, y se leyó una carta que escribió para los recién casados la abuela de Lucía, que falleció días antes del casamiento.

Andrew vistió un traje de Hugo Boss y Lucía llevó un vestido que eligió en un bridal shop de las afueras de Londres. La tienda, llamada What Alice Wore, reúne vestidos de diseñadores de todas partes del mundo y el de ella fue de Zavana Bridal, una marca australiana. Lo acompañó con un tocado de Liza Cassamagnaghi en tonos dorados, plateados y crudos, con hojas realizadas en metal y porcelana y pequeños ramilletes de flores preservadas que le aportaron una dosis de romanticismo. 

El ramo, elaborado por Casa Castilla, guardó un detalle especial: Lucía quiso que su abuela fuera parte de la celebración y por eso incluyó en él un dije con una foto de ella. 

El peinado, semirrecogido, estuvo a cargo de Jessica Machado Roa y buscó realzar las ondas de la novia y entrelazar partes del tocado con el cabello. El maquillaje lo hizo María Noel Fernández y se basó en una piel liviana e iluminada. Se resaltaron los ojos con tonos malva y destellos dorados y un delineado, y se realzaron las pestañas para darle definición. Los labios tuvieron una mezcla de nude y ladrillo para lograr una tonalidad neutra y acompañar los ojos. 

El salón lo decoró la arquitecta y paisajista María Emilia Bocage, prima de la novia, con el apoyo de la madre de Lucía, Beatriz Bocage, y Mónica Rapetti, a partir de la idea de una rusticidad elegante, con flores secas y follaje. 

La pareja ahora espera con ansias la luna de miel, que los llevará a recorrer distintas ciudades de Europa a mediados de este año.

Fotos: Lucía Durán