Catalina Bouza, Camilo Rodríguez Rico, Gustavo Bono y Mercedes Azambuya siguen sin poder volver a sus vidas habituales en el exterior y cuentan cómo viven esta etapa en Uruguay
Catalina Bouza, Camilo Rodríguez Rico, Gustavo Bono y Mercedes Azambuya siguen sin poder volver a sus vidas habituales en el exterior y cuentan cómo viven esta etapa en Uruguay
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDías antes de que el Covid-19 fuera declarado pandemia por la OMS, la vida continuaba normal, los aeropuertos seguían funcionando y muchas personas se encontraban viajando por el mundo. Todo cambió cuando las fronteras comenzaron a cerrarse. Algunos tuvieron suerte y pudieron retornar a su país de residencia. Otros, en cambio, siguen sin poder volver a sus vidas habituales.
Por contradictorio que parezca, muchas de esas personas quedaron varadas en su país natal, del que se habían ido por diversas razones y al que volvieron sin pensar que su estadía se extendería por varios meses. Cuatro uruguayos cuentan a galería cómo viven su cuarentena, sin rutina pero rodeados de seres queridos y con ganas de reforzar el vínculo con el país.
Catalina Bouza
En 2006 la uruguaya Catalina Bouza y el inglés Dean Xavier comenzaron su historia de amor. Se conocieron en Ibiza mientras ella vacacionaba y él trabajaba. Se mudaron a Londres, donde vivieron casi dos años, y luego a Uruguay, donde estuvieron cinco años más. Allí dieron comienzo a Trommpo, una marca de ropa para niños, e instalaron una tienda frente a Punta Carretas Shopping.
Pero en 2015, ya con sus hijos Cala y Nuno, la pareja decidió mudarse definitivamente a Ibiza y esperar a la quinta integrante de la familia: Roma. "La idea de mudarnos surgió por varias razones. Nos gustaba mucho Ibiza, la familia de mi esposo estaba acá, yo tenía papeles y, además, la educación de los niños nos parecía más tranquila", recuerda Catalina.
Si bien mantenían sus visitas, ya hacía dos años que la familia no viajaba a Uruguay. "Mi abuela estaba muy enferma, falleció unos días antes de que llegáramos, y uno de los motivos del viaje era para verla a ella", explica. "Además, mi sobrino había nacido hacía dos meses y lo queríamos conocer", agrega.
Catalina y su familia llegaron a Uruguay el 21 de febrero y pensaban retornar el 12 de marzo. "Ese vuelo salió, pero nosotros decidimos no volar un día antes porque justo declararon la pandemia, yo estaba con tos y preferí no viajar. Iberia estaba dando cambio de pasajes gratuitos y lo movimos para dos meses más adelante.
Pasaron los dos meses y nos cancelaron. Lo pasaron para el 14 de mayo, después para junio, y en ese momento nos dimos cuenta de que estábamos varados", recuerda.
Durante su estadía en Uruguay, Catalina y su familia vivieron en un apartamento que su abuelo les prestó. "Nosotros estábamos muy cómodos. Teníamos a mi familia cerca y todo lo que necesitábamos; hay gente que tiene que estar separada de sus hijos", lamenta.
A mediados de mayo se acercó hasta el Consulado de España y allí se unió a un grupo de 280 personas que estaban en la misma situación. "Dijeron que iba a salir un vuelo comunitario a fines de mayo, pero después de que el consulado publicara el anuncio aparecieron 120 personas más. Lo triste fue que el avión solo llevó a 288 personas y quedaron muchos varados en Uruguay", cuenta.
Tres meses después de aterrizar en Uruguay, luego de un día y medio de vuelo, Catalina, su esposo y sus tres hijos lograron volver a Ibiza. Pasados los 14 días de cuarentena obligatoria, podrán retomar la actividad. Dean espera volver lo antes posible al restaurante. Mientras que Catalina ya tiene planes para seguir avanzando con Trommpo. "En los últimos años no he trabajado, pero sigo con el diseño de modas en cosas puntuales. Ahora mi idea es retomar la marca", concluye.
Camilo Rodríguez Rico
En 2018, el chef doloreño Camilo Rodríguez Rico dio su primer gran paso en el mundo gastronómico. "Estudié en el ITHU. En 2018 me recibí y en ese momento me ofrecieron una pasantía para ir a Francia. Me fui seis meses a Normandía y, pasados los primeros tres meses, me ofrecieron volver al año siguiente ya como cocinero", recuerda.
Camilo aceptó la propuesta, regresó como cocinero y, a mitad de año, su buen desempeño lo llevó a convertirse en chef garde-manger (encargado de las entradas del menú) del restaurante del hotel Le Manoir Du Lys, con una estrella Michelin desde 1998.
Allí terminó la temporada, pero al no tener pasaporte ni ser ciudadano europeo, comenzó a tramitar su visa de trabajo para comenzar su nuevo contrato hasta 2021. "El 10 de marzo tenía que estar en Uruguay para finalizar la visa de contrato de trabajo. Llegué, el 11 me presenté en la embajada francesa, hice los papeles, y el 13 explota todo. Me llaman el 16 de la embajada para avisarme que la visa estaba pronta, pero que estaban trabajando a puertas cerradas y que no podía regresar a Francia hasta que la frontera se normalizara", recuerda.
En estos días Camilo vive en Dolores (Soriano) junto a su familia y continúa hablando con sus compañeros de Francia. "Están esperando mi regreso. Me enviaron lo que va a ser la nueva carta para la reapertura del restaurante; estoy siempre en contacto con ellos", concluye.
Gustavo Bono
Luego de establecerse, encontrar trabajo y formar una nueva vida en Estados Unidos, el uruguayo Gustavo Bono se convirtió -sin quererlo- en otra de las personas afectadas por las consecuencias de la pandemia. "Vine a Uruguay a buscar mi pasaporte italiano. Llegué el 9 de marzo, tenía hora para el 15 en el consulado y cerraron las fronteras, así que me quedé", recuerda.
Gustavo es interiorista, pero, desde 2009, su principal trabajo lo desarrolla en el Grupo Banco Mundial en Estados Unidos. "Desde 2016 trabajo como consultor en la oficina que representa al Banco Mundial frente a Naciones Unidas. Por eso vivo en Nueva York", cuenta.
Antes de viajar, estaba trabajando en tres proyectos: uno relacionado con la competencia SDGs & Her, en el que las pequeñas y medianas empresas lideradas por mujeres deben demostrar cómo aportan, a través de sus operaciones, a los objetivos de desarrollo sostenible de su empresa, y otros dos vinculados a la investigación. El primero quedó suspendido y estos últimos siguen avanzando, pero muy lentamente.
Este hecho fortuito dejó sin salida al uruguayo, que hoy se encuentra en su tierra natal. Gustavo vive con su madre y aprovecha para pasar tiempo con sus hermanos, sobrinos y amigos. Si bien sigue trabajando con sus proyectos a distancia, ya tiene previsto comenzar un par de reformas de casas y adentrarse en el interiorismo.
"Al principio pensé: ‘qué garrón'. Pero después me di cuenta de que estaba contento de estar acá. Creo que mejor lugar para pasar este mal momento no podría haberme tocado", concluye.
Mercedes Azambuya
Estudió Comunicación en la ORT y sus trabajos siempre estuvieron vinculados a la moda. En 2009, Mercedes decidió desprenderse de sus raíces y comenzar a viajar por el mundo. Dejó Uruguay, pasó por Brasil y Buenos Aires, hasta que finalmente -en 2011- emprendió viaje hacia Europa.
"Siempre trabajé en la moda, primero desde la fotografía, como editora y fotógrafa de moda, y complementándolo con publicidad. Pero cuando me fui de Uruguay vi que también me tiraba mucho la parte comercial. Hice un máster en Comunicación de Moda en la Universidad de Lyon, después un máster de Management de Moda y Lujo en el IFM (Instituto Francés de la Moda), y finalmente llegué a Louis Vuitton", cuenta.
Allí, Mercedes se dedicaba al marketing de moda y lujo, hasta que en 2019 decidió tomarse ese año sabático y rever qué era lo que realmente quería para su futuro. "Estuve trabajando muchos años en la misma firma (Louis Vuitton) e hice una especie de crisis existencial. Ese año opté por hacer mi tercer máster en Marketing Digital Global, y al final presenté mi renuncia", recuerda.
Hoy Mercedes está en Uruguay, más específicamente en José Ignacio (Maldonado), pero no por decisión propia. "En febrero tenía el casamiento de una gran amiga. Llegué el 10 u 11, y a los 10 días vino mi marido. Fuimos al casamiento, paseamos por todo Uruguay y él se pudo volver porque viajaba justo cuatro o cinco días antes de que anularan los vuelos en Uruguay. Pero yo tenía el vuelo para más adelante y así fue que quedé varada".
Entre tanto, Mercedes no descansa. Hace un par de semanas comenzó a trabajar en la ONG S.O.S Fauna Marina y ya tiene otras ideas en mente. "Tengo varios proyectos que pueden hacerse a la distancia; quiero tener mi agencia de consultoría, marketing y comunicación en Uruguay, siempre especializado en moda".
Por eso, la uruguaya no parece estar disgustada y si bien quiere volver a Francia y ver a su esposo, ya tiene planes para pasar más tiempo junto a sus seres queridos uruguayos y dividir su vida entre las tierras europeas y las que la vieron crecer. "Me siento muy cómoda en mi casa de Francia, pero necesito estar acá, necesito de mis amigos, de mi familia, de los lugares. Tengo previsto, de ahora en más, vivir mitad del año acá y la otra parte del año allá", asegura.