La Voz Kids, el programa que la tuvo instalada en Uruguay los últimos meses, ya terminó, pero sus raíces en Uruguay siguen creciendo. De eso, su afinidad con los niños, su relación con Mariano Martínez, cómo vive el paso del tiempo y su afición por el cine de terror y la ovnilogía, conversó un buen rato con Galería, igual que como si hablara con una amiga.
¿Vive acá o en Buenos Aires?
Vivo mitad acá y mitad allá. Tengo casa en Punta del Este, pero quiero algo más alejado, porque es tan lindo Uruguay. Quiero más verde. Estoy bastante acostumbrada a eso, porque vivo en la provincia de Buenos Aires, en San Isidro, pero mi pareja vive en Córdoba, en las sierras, en un barrio pero arriba, y es impagable el aire que se respira, la naturaleza, los animales. Hay zorros que caminan por ahí. Eso me gusta mucho, es una vida mucho más sana. Se ve el cerro Uritorco, que es uno de los más importantes de Córdoba y que tiene una magia muy especial porque dicen que hay avistamiento de ovnis. Tiene toda una mística. Y desde la casa lo vemos. Es hermoso el lugar y me gustaría algo parecido acá para estar tranquila. Me gusta mucho la paz. Lo que pasa es que allá tengo a mis nietos, que son dos bebés divinos, de mis dos hijos. Nacieron con cinco meses de diferencia: Benicio y Julia, tienen tres años. No sabés lo que son. Eso es lo que me impide que me instale acá. Pero si me construyo una casa, los voy a invitar a que vengan, me los traigo a ellos, que les va a encantar. Tanto Mariano como yo estamos encantados de estar en Uruguay. Lo pasamos muy bien, tenemos muchos amigos que tienen que ver con lo que hacemos, con la música. Gente muy sencilla, muy talentosa.
¿Se reúnen seguido?
Sí, hace unos días nos juntamos en un boliche cantantes y coaches de La Voz a tocar: Ale Spuntone, Max Capote, Fabián Marquisio, Martín Buscaglia. Hemos hecho un montón de amigos con los cuales nos reunimos bastante seguido y lo pasamos muy bien. Mi manager para el mundo es Diego Sorondo, que es de acá. Hace 15 años que lo conozco. Así que tenemos un parentesco muy grande con los uruguayos y estamos muy felices. Me acuerdo que el año pasado, cuando empecé en La Voz, yo pensaba: “Uy, argentina, ¿me aceptarán? ¿Cómo será?”. Uno nunca sabe lo que va a pasar. Y, sin embargo, me abrieron las puertas, sobre todo las puertas del corazón. Estoy feliz.
Valeria Lynch ha vendido casi 30 millones de discos en lo que va de su carrera. Foto: Niko Azaretto
¿Cómo ha sido la experiencia en La Voz Kids? ¿Qué es lo más difícil del trato con niños?
Hay que tener mucho tacto. Sobre todo manejar ciertas formas de decir las cosas. Para eso tenemos una psicóloga, Agustina Pérez Gomar, y está buenísimo porque no solo hace la contención con los niños, que es superimportante, sino que nos dice, por ejemplo: “No usen la palabra no”. Son pequeñas cosas que a lo mejor un adulto maneja de otra manera. Pero con un niño hay que tener otros cuidados. Además los ves tan chiquitos que no les podés decir que no. Tengo escuelas (de comedia musical) hace 28 años en toda la Argentina, y en Uruguay también, y la mayoría (de los alumnos) son niños y adolescentes, por eso estoy muy acostumbrada. Sé cómo tratarlos. Yo los adoro y tengo la retribución del cariño de ellos, y eso para mí es reimportante.
¿Qué se necesita para tener una trayectoria notoria y larga en la música?
Primero, tener talento. Tenés que nacer con algo: una buena voz, buen oído para poder afinar. Después, la personalidad se desarrolla a medida que pasa el tiempo. Hay muchos cantantes buenos, pero no todos tienen ángel; no todos tienen ese carisma que se requiere a veces para marcar la diferencia. Entonces hay que tener una buena técnica, prepararse y después dejarse guiar por los que saben, sobre todo si sos chico. Me acuerdo que en mis comienzos no tenía quién me dijera por dónde ir, o qué hacer. Estaba medio a la deriva. Ahora hay muchas escuelas que preparan a los artistas y está bueno. Pero, sobre todo, algo importante que les inculco mucho a los chiquitos es que hay que mantener el equilibrio y la humildad. Arriba del escenario tenés que brillar, llevarte todo por delante, pero cuando bajás del escenario tenés que saber que sos igual a cualquiera. No te marea el éxito si sos de esa manera, si mantenés una cuota de humildad, si estás parado sobre un piso firme. Hay que tener una cuota de ego, porque al artista siempre le gusta que lo mimen, que lo quieran; hacés las cosas para la gente. Pero también mantener un equilibrio, darte cuenta de que sos igual a cualquier persona. Mucha gente se marea con el éxito. Te diría que es lo más común y lo más perjudicial para un artista. Yo creo que para que perdure un artista a través del tiempo tiene que pasar las modas y tener un estilo propio, pero también tener los pies sobre la tierra.
E irse aggiornando.
Claro, sí, porque las épocas cambian. Yo hace 50 años que estoy en esto, y a veces pienso cómo puede ser que siga vigente, y que la gente me haga llenar lugares. También sé que en algún momento se va a acabar, pero mientras tanto lo disfruto muchísimo, pero siempre con esa premisa de ser humilde.
Es algo que siempre transmitió.
Y no es una pose. Está bueno que te lo digan, pensando en los niños que recién empiezan. Que sepan que no siempre estás arriba. La carrera del artista tiene altibajos, no siempre estás en la cúspide ni siempre estás abajo; de repente tiene que ver con cosas que son exteriores a vos. Tiene que ver con la suerte, que en el momento justo te encontraste con alguien y te dijo: “Te voy a producir un disco”, o alguien que se fijó en vos porque te vio en la tele. Hay miles de factores que no tienen que ver con uno mismo, aunque uno ponga lo mejor. Es importante también contar con una familia que te apoye pero que no te obligue, que no tengas la presión de tus padres. Es muy difícil eso.
Está en pareja hace cuatro años con Mariano Martínez. ¿Se elige diferente a un compañero a los 20, a los 40 y a los 60?
A mí no me pasó, pero no lo vivo como un fracaso, lo vivo como experiencia. Cada persona que estuvo al lado mío me dejó una enseñanza. Con el papá de mis hijos tengo una superrelación; él fue además mi representante, mi productor, el primero que apareció cuando yo despegué en los 80; compartimos juntos muchos éxitos, muchas cosas buenas. Después la vida nos llevó por distintos caminos, pero siempre tuvimos una excelente relación. Como su nombre lo indica, que es el apellido de mis hijos, es un Caballero; es con v pero no importa (ríe). Es un señor. Nunca tuve problemas con él, y eso hace mucho más llevadero todo lo que viene después de una separación. Después me tocaron dos más que son...
La argentina está en pareja con el productor argentino Mariano Martínez, hace cuatro años. Foto: Niko Azaretto
No se puede ganar siempre.
No (ríe). Así y todo, creo que todas son enseñanzas en la vida. Si tenés equilibrio en tu interior, con vos misma; si pensás de tal manera y nadie te da vuelta esa forma de pensar; si seguís el camino que vos querés seguir, todo es una experiencia. De esa manera lo vivo. Yo vivo el presente como si fuera el último día. Hoy (el día de la entrevista) estoy cumpliendo cuatro años y tres meses con Mariano.
¿Celebran los meses también?
Él no se acuerda mucho, yo soy la que digo: “Mi amor, hoy es 26. ¿Vamos a comer?”. Pero es un amor. Yo siempre apuesto al amor, no concibo la vida sola. Tengo que tener un motor que me impulse, y sin duda que eso viene de la mano del amor, de una pareja que te contenga, que veas que persigue los mismos sueños que vos, que cree todavía en concretar ideas y proyectos. Eso no se hace con cualquiera, y con él tengo una empatía muy especial que viene primero por el lado de la música, ahí empezó todo. Y después por admirarnos mutuamente, por respetarnos. Yo soy más grande que él, y al principio yo era la que dudaba, y él me decía: la edad es un número. Lo que vale es esto (se señala el corazón). Estamos muy pero muy bien.
¿Cómo es compartir escenario con Mariano? Me imagino que la energía que sienten en un show en vivo debe ser más potente por el lazo y la complicidad que los une.
Yo le digo eso, que musicalmente en el escenario nos potenciamos. Ni él es tan rockero ni yo soy tan baladista; la música es una. Él ahora está componiendo para un disco mío de baladas, y me hizo una balada que le dije: “Me muero”. Congeniamos mucho y nos llevamos muy bien. Creo que la música en algún sentido une, sana. Tiene que ver con el espíritu más que nada, no con el afuera. No sé qué le va a pasar a la gente, pero mientras me pase a mí interiormente cuando escucho una canción que compongo o algo que estamos haciendo juntos, ya para mí eso es suficiente. El que lo capta, lo capta.
No viven juntos. ¿Cree que esa es una clave para que funcione la pareja?
Pasamos muy poco tiempo separados. A él no le gusta Buenos Aires, pero como yo vivo ahí y mi casa es muy linda, tiene mucho verde, a él le gusta. Entonces muchas veces yo estoy acá y él está en mi casa, o se va y yo me quedo en su casa, en Córdoba. Hacemos esos cambios, idas y vueltas.
Tienen base en varios lados.
Eso decimos nosotros. La idea ahora es hacer base en Uruguay y movernos a Córdoba o a Buenos Aires, porque depende de dónde estemos trabajando.
¿Cómo se enfrenta los rumores cuando los titulares de las revistas no la favorecen? ¿Cómo cuida su intimidad?
Depende de uno eso. Después de tanto traqueteo, de tanta vida, ya sé cómo es. Si vos no querés, no se dispara nada, si vos querés, sí. Sale mi ex a hablar mal de mí y, si yo le contesto, es una bola que se hace cada vez más grande. Si no digo nada, muere ahí, porque no tiene cómo seguir. Si no lo alimento, no pasa nada. Y yo no lo alimento. Estoy muy alejada del chusmerío, que no tiene que ver con lo que quiero que se sepa de mí. Sí, está bien, soy una persona pública y especular sobre mi vida privada a veces alimenta el morbo o la fantasía de la gente, pero hasta donde uno quiere. Poniendo esos límites tengo libertad y vivo de otra forma. Se sabe lo que yo quiero que se sepa. Tampoco me gusta que la gente conozca mis miserias. Si lloro, si tengo algún problema, prefiero hacerlo en mi casa. Quiero que vean mi mejor parte, y eso es lo que les doy habitualmente a través de la música. Y acá me pasa eso, que la gente se ocupa de lo que debe ocuparse con respecto a un artista: ve lo que hago, me respeta, ve el esfuerzo, y eso para mí es fundamental.
¿A quién le cantaría Qué ganas de no verte nunca más?
A una persona no, a unos cuantos. Por eso la sigo cantando (ríe).
¿Y Me das cada día más?
A poca, pero importante. Gente que me ha dado su corazón, su confianza. Esa poca gente vale muchísimo para mí, así que les agradecería, claro que sí.
¿Cómo vive el paso del tiempo en una profesión con tanta exposición y en un país como Argentina, en donde las exigencias en cuanto a la apariencia son tan grandes?
Yo estoy muy bien, me siento muy bien. Tengo 71 años. Le hago caso a lo que dice Mariano, que la edad es un hecho cronológico, que el asunto es cómo nos sentimos. Yo soy vegetariana, me cuido mucho en las comidas, es muy raro que tome alcohol, salvo alguna rara excepción cuando tomo vino con alguna comida. Soy muy consciente de mi alimentación, y todo eso ayuda mucho a una buena salud. Y después en lo demás (su aspecto), todavía estoy bien (ríe).
En sus décadas de carrera ha vendido casi 30 millones de discos. ¿Cómo se vive el éxito hoy en tiempos de Spotify? ¿Cómo acompaña esos cambios?
Está bien, es otra forma. Los fans siguen comprando el disco físico, porque les gusta tener la portada, la foto, las letras de las canciones. Mariano es coleccionista de discos de vinilo y a mí me encanta eso, porque es como la esencia de la música en una grabación. A lo de Spotify hay que adaptarse, por supuesto, pero está bueno, porque podés ser tu propia casa de discos; podés meter de a un tema en tu canal de Spotify, no hace falta que hagas todo un disco para salir a mostrar lo que estás haciendo. Eso está bueno. No me molesta y creo que hay que adaptarse, no te podés quedar atrás.
Como al cine por streaming, no hay otra.
Exacto. Imaginate. Las salas de cine son bárbaras, pero también el streaming. Hay gente que no puede ir al cine, o que está lejos, y así tiene la forma de verlo en una plataforma.
Valeria Lynch. Foto: Niko Azaretto
¿Son de mirar películas o series por streaming?
Yo, mucho. Tengo Netflix a full, Prime Video a full. Mariano no.
¿Algo que recomiende?
¿Sabés qué me gusta a mí? El terror. Las más bizarras. Sé que son malas, pero las veo y no puedo dejar de verlas, tengo que llegar al final. Mariano me dice: “Sacá eso, por favor” (ríe). Me gusta mucho también la ciencia ficción. Los libros de Stephen King, tengo toda la colección; de Dean Koontz. Me encanta la ovnilogía. Ahora estoy leyendo el último libro de Fabio Zerpa: Ovnis y ciudades intraterrenas. Increíble. Era uruguayo, un actor que fue profesor y después se encargó de la ovnilogía solamente. Falleció hace poco y tenía una data increíble, sabía muchísimo de ovnis.
¿Cree que exista vida extraterrestre?
Creo que no podemos ser tan pretenciosos de pensar que somos los únicos en la galaxia. ¿Por qué? De esa forma hay que verlo, de lo insignificantes que podemos ser al lado de la inmensidad que nos rodea.
¿Qué proyectos o sueños tiene ahora, después de una vida de tantos logros?
Siempre tengo sueños y proyectos. Siempre estoy pensando en algo nuevo. Me gusta mucho el vértigo que tiene la televisión. Soy una apasionada de ese vértigo. Siempre estoy esperando que me llamen para hacer algo en televisión. Tuve mis propios programas musicales y estamos con Mariano viendo, armando algo. Siempre estoy pergeñando un proyecto para televisión, para conducir un programa musical. En Argentina tuve varios, por los que pasaron todos los artistas que puedas imaginar: del exterior y de la Argentina. Me gustaría eso, ahondar un poco en cada grupo, en cada artista que viniera invitado. Ver otro lado de los artistas, que a la gente le interesa tanto.
¿Y eso se lo imagina acá o en Buenos Aires?
En Buenos Aires ya hice dos veces un programa así y fue hermoso. Acá me gustaría. Ojalá.