Nombre: Sophie Laporte • Edad: 56 • Ocupación: directora de la Alianza Francesa • Señas particulares: toma café sin azúcar; desde que trabaja en América no puede vivir sin colores; canta jazz
Nombre: Sophie Laporte • Edad: 56 • Ocupación: directora de la Alianza Francesa • Señas particulares: toma café sin azúcar; desde que trabaja en América no puede vivir sin colores; canta jazz
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáTrabajó en Guatemala, Eslovaquia y Ecuador. ¿Cómo se adapta a países tan distintos?
Cuando uno trabaja en el campo internacional, tiene que tener curiosidad y apertura, esas características son el motor del placer de mi vida. Cuando llego a un lugar trato de no tener imágenes preconcebidas, porque para mí lo más importante es descubrir a su gente. Y después, para trabajar, me especializo en reunir esas competencias y energías distintas alrededor de un mismo proyecto. Siempre he trabajado así, reuniendo esas energías diferentes en un proyecto.
¿Siempre tuvo claro que viviría por el mundo?
Eso lo he vivido desde pequeña. Mi padre era piloto de aviación, entonces desde los tres años hasta los 18 viví en Madagascar. Y desde allí viajamos por todo el mundo. Encontrar gente distinta e intercambiar ideas se volvió parte de mi vida, más bien me pareció extraño cuando tuve que quedarme mucho tiempo en un mismo lugar.
¿Cómo fue su infancia en Madagascar?
Mis padres se fueron de aventureros a la capital de Madagascar cuando tenía tres años. Mi infancia fue muy feliz. Mis recuerdos son como de dos vidas: una oficial yendo al Liceo Francés y viviendo con la gente francófona, y una segunda vida que compartía con la gente del pueblo jugando cerca del mar.
¿Y cómo se preparó profesionalmente?
A los 18 años volví a Francia para estudiar de profe, de periodista y Ciencias Políticas. Durante 13 años trabajé para el Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia en Guatemala, Eslovaquia y Ecuador. Después regresé a Francia para que mis dos niñas tuvieran estabilidad, sobre todo porque estaba divorciada. Entonces me volví coach y me gradué de psicóloga. Comencé a trabajar con una metodología que se llama Aristote, a través de la cual reúno a la gente en un mismo proyecto para dar lo mejor de cada uno. Cada persona es experta en algo y al mismo tiempo tiene sus debilidades. Cuando nos reunimos con otros y pensamos conjuntamente se aprende de los demás. Para que resulte bien, cada uno debe ser consciente de sus puntos fuertes y de sus propios límites y eso es parte de mi trabajo como coach.
Cuando viaja, ¿qué atesora llevar?
Si puedo, nada. Estoy tratando de alejarme de lo material. La verdad es que hay todo en todas partes y no necesito nada...(piensa) Es una pregunta muy difícil. Tengo mi botella para el agua y mis propios cubiertos. Ya no quiero participar en la producción y uso de plástico pero en lo afectivo es difícil, incluso las fotos de mis hijas las tengo en mi teléfono.
¿Qué tradiciones incorporó a su vida de los países en los que vivió?
De la comida, muchas. El jugo de tomate, el choclo, la trucha al ajo, el mango, el aguacate. Además, incorporé los colores. Ahora mi casa es toda roja, amarilla y verde, porque cuando regresé de Guatemala necesitaba tener color en mi vida. Y de Ecuador me llevé la parte amistoso corporal. Ellos no se dan besos, se abrazan.
Llegó hace un mes desde Francia. ¿Por qué eligió Uruguay?
Llegué en febrero y estoy encantada descubriendo el ritmo de la ciudad. Escogí Uruguay porque pensé que iba a sentirme bien. Y me siento bien. Es un país bastante tranquilo, estable económicamente, de buen nivel cultural y a la vanguardia en muchos aspectos, especialmente a nivel social. Por ejemplo, en Francia recién estamos discutiendo la igualdad de género y acá el tema está mucho más adelantado. Además, me gusta esta doble característica de un país de alto nivel pero a su vez donde todo el mundo se conoce.
¿Cuáles fueron sus primeros pasos?
Recién empieza el año y tuve que armar los cursos y la programación cultural. La Alianza Francesa tiene dos misiones: enseñar el idioma y difundir la cultura francófona. Estoy tratando de dar un impulso diferente por mi personalidad.
¿Cuáles son los objetivos para este año?
El reto será colocar nuevamente a la Alianza como referente cultural y pedagógico. En lo pedagógico, abriremos cursos en los que se pueda vivir el idioma y la cultura, experimentar y aprender sin darse cuenta. Por ejemplo, tendremos cursos de danza africana, de aikido, de teatro, de artes plásticas, taller de escritura y video, de coro, de poesía slam para practicar francés. Para aprender un idioma se necesita además una motivación, quiero que la alianza se transforme en un lugar donde se crean lazos entre la gente.
¿Todas estas ideas artísticas tienen su origen en sus aptitudes personales? ¿Usted canta?
(Risas) Sí, canto, pero no a nivel profesional. Fui cantante amateur de canciones de jazz en sitios pequeños tipo bares. Cantar es un hobby. Si encuentro un músico que me quiera acompañar, me gustaría seguir cantando en Uruguay. Además, durante mis vacaciones me gustaba ir a lugares donde ofrecían talleres culturales y así fue que me acerqué al jazz.
¿Ya probó el mate?
Sí, lo probé y lo voy a adoptar. Voy a dejar el café por el mate. Esa es una de las costumbres que voy a adoptar de Uruguay.