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"Desde 2006 todos los mundiales me tomo licencia"

Nombre: Andrés Sanabria • Edad: 52 • Ocupación: Productor ejecutivo de música y director de Bizarro • Señas particulares: Es fanático de Luis Suárez; invirtió en el primer disco de No Te Va Gustar; sigue la prensa argentina.

Nombre: Andrés Sanabria • Edad: 52 • Ocupación: Productor ejecutivo de música y director de Bizarro • Señas particulares: Es fanático de Luis Suárez; invirtió en el primer disco de No Te Va Gustar; sigue la prensa argentina.

Su padre tenía un bar. ¿Qué recuerdos tiene?

Desde los años 60 tuvo un bar en Buenos Aires y Juan Carlos Gómez, ahora hay un Subway ahí. Yo trabajé muchos años en el bar, cuando estaba en el liceo iba un rato y ayudaba. Después, cuando pasé por Facultad de Derecho, trabajaba ahí con mi viejo. Sacaba capuccinos, cortados, grapitas, sándwiches calientes. No me gustaba para nada tener que trabajar ahí, pero estar en el mostrador te da otro manejo.

¿Era melómano desde chico?

No desde tan chico, desde tercero de liceo más o menos. Entre la edad, la salida de la dictadura, la aparición de grupos uruguayos de música -que para mí antes no existían, estaban muy ocultos- y de programas de radio como los que hacían Alfonso Carbone, Fernán Cisnero, Tabaré Couto y Aldo Silva, me fui metiendo.

Y terminó involucrado con el programa de ellos, Ruta 66.

Una vez me gané un premio del programa de Tabaré Couto y Aldo Silva, que tenía a Fernán Cisnero como columnista. Fui a buscarlo y me preguntaron si no quería quedarme a ver cómo se hacía el programa. Me quedé y me ofrecieron que, si quería, podía volver. Entonces iba de vez en cuando. Un día surgió que me gustaba el rock brasilero, que tenía varios discos, y me invitaron a tener una columna mensual. Ahí fue que empecé a integrarme al mundo de la música.

¿Se acuerda de su primer recital?

El primero del que tengo memoria fue el del 1º de marzo de 1985 en la plaza del Entrevero, que estaban todos los grupos de rock argentino, Los Abuelos de la Nada, Charly García, G.I.T. y después iban a tocar Jaime Roos y Los Estómagos, pero al final solo tocaron los argentinos. Esa era la parte de rock and roll, más sobre la explanada de la intendencia estaban Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, alguna murga y artistas uruguayos de folklore.

Me acuerdo de estar sentado con amigos en la plaza y tener a 50 metros a los mismos que yo escuchaba sus canciones en la radio. En los siguientes años fue in crescendo y ahora Montevideo no es Nueva York, pero viene un gran número de artistas internacionales, a lo que se le suma un movimiento muy fuerte de música local en distintos estilos. Eso fue generando trabajo y profesionalización; como yo, que empecé desde el periodismo, pero que ahora estoy en una compañía de música. El presente es consecuencia del pasado.

¿Dónde le gusta pararse cuando va a ver un show en vivo?

En lugares chicos atrás, no sé si es por claustrofobia. Nunca me gustó mucho la primera fila, por una cuestión de perspectiva. También me gusta salir a fumar.

Fue de los primeros en trabajar con No Te Va Gustar. ¿Qué vio en ellos?

Yo conocía al manager de ellos, el cineasta Santiago Svirsky, porque habíamos trabajado juntos en un contenido para Cinemateca. Me habló de la banda de su primo, me trajo material y lo primero que escuché no me llamó la atención. Si mi memoria no falla, ninguna de esas canciones terminaron saliendo en el primer disco. A los tres o cuatro meses, en el 97 o 98, me trajeron otro demo más y eso me voló la cabeza, estaba buenísimo. Yo hacía años que había trabajado con Alfonso Carbone en la producción de discos en el Palacio de la Música, también un tiempo en EMI, había producido el primer disco de La Vela Puerca y en ese momento estaba trabajando en Warner. En los años 90 me pagaban en dólares, entonces había juntado una plata y les dije a los No Te Va Gustar que podía invertir en grabar el primer disco. Ellos habían ganado un premio de la Intendencia de Montevideo y entre eso y lo que puse yo, salió.

¿Qué sentimientos le genera haber apostado por la banda?

Me da orgullo, me da alegría por ellos. Desde la salida de la dictadura, que es lo que yo recuerdo, ningún grupo había tenido una proyección internacional y un desarrollo así. Nunca me imaginé que podían tener el crecimiento que tuvieron, me parece superjusto, pero no había antecedentes. Recuerdo con mucho cariño el proceso de ese disco y los siguientes.

¿Qué piensa de la escena de la música uruguaya actual?

Han sido cuatro o cinco años de una cantidad de discos, canciones y espectáculos, que no puedo decir que es mejor que 1967, que estaban Los Olimareños, Zitarrosa, o 1984, que estaban Los Traidores, Fernando Cabrera y Laura Canoura, pero es un momento superfermental que está muy bueno.

Dicen que está obsesionado con la política argentina. ¿Por qué?

Lo que me llama la atención es que los argentinos de todo hacen un show, del fútbol, de la política. Desde hace unos años, 2001 o 2002, empecé a interesarme un poco más por la política en general, uruguaya y de afuera. Y ese show que hacen los argentinos se transforma en algo muy fascinante. No tienen filtro, dicen una serie de cosas de las que después vuelven o dan una vuelta carnero para estar en un lugar completamente distinto. Me causa gracia a veces, preocupación otras veces. También algunas cosas que están pasando acá son copiadas de Argentina, para bien y para mal.

¿Es verdad que se tomó licencia para ver los partidos del Mundial de Sudáfrica, en 2010?

Sí, desde 2006 todos los mundiales me tomo licencia, antes no podía por el tipo de trabajo que hacía. Lo veo en la tele y no me interesa ir al Mundial. Cuando fue en Brasil, un montón de gente me dijo: "Sos fanático de Suárez, juega contra Inglaterra, tenés que ir". Pero subirme a un avión, viajar, llegar... no lo disfruto. Con la música no me pasa eso, prefiero ir a un recital que verlo en la tele.

También es fanático de las series. ¿Qué le pareció el final de Lost?

Cuando lo vi, en el momento no entendí nada, no me pareció lo más horrible pero tuve un tipo de decepción. Después, al tiempo, la vi de nuevo y vi la primera temporada de The Leftovers, que también es de Damon Lindelof, y entendí que los estadounidenses tienen algo cultural que los hace pensar mucho en el más allá.