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“Hay gente de izquierda que escucha la palabra estética y se pone nerviosa”

Con 86 años, Mariano Arana, figura emblemática del Frente Amplio en Montevideo, reflexiona sobre los debes en la capital y cuenta que volverá a ser candidato a edil

Con 86 años, Mariano Arana, figura emblemática del Frente Amplio en Montevideo, reflexiona sobre los debes en la capital y cuenta que volverá a ser candidato a edil

Mariano Arana dice que no quiere ser petulante, pero cuenta que a menudo, cuando camina por la calle, se enfrenta a la misma situación: señoras que se le acercan, le piden una foto y lo despiden con la misma pregunta: "¿Cuándo vuelve a la Intendencia? También hay muchachos y muchachas, pero la mayoría son señoras", cuenta Arana, entre asombrado y divertido. A esas mujeres, siempre les responde lo mismo: "Señora, ¡tengo 86 años!".

Más allá de la edad y de las bromas, el pedido de la gente responde a que muchos ven en Arana a un personaje emblemático de Montevideo. Como arquitecto, se obsesionó con el cuidado urbanístico de la ciudad. Luego fue intendente durante 10 años (1995-2005). Esos dos períodos de gobierno -que tuvieron episodios sombríos como los conflictos con Adeom y las irregularidades en los casinos municipales- estuvieron signados por una preocupación por lo estético y lo patrimonial que no volvió a repetirse con tanto énfasis en las administraciones posteriores, también del Frente Amplio.

Es media mañana de un miércoles de febrero y Arana está sentado en una añosa bergere del living de su casa, un apartamento en el que reside desde la década del 90. A través de una de las ventanas circulares se observa el monótono tránsito de Agraciada, pero la altura y los vidrios impiden que el sonido se filtre en el salón, que suena a música clásica de uno de los tantos CD apilados en un mueble. La otra ventana tiene una vista mucho más amigable y él lo destaca. "Tengo la iglesia solo para mí", dice señalando las majestuosas cúpulas góticas de Las Carmelitas, que asoman entre la alfombra verde de las copas de los árboles del Prado.

Delante de esa ventana hay una baranda de la que cuelga una vieja bandera del Frente Amplio, enredada por el cálido viento de febrero. Es una bandera que tiene muchas batallas electorales encima, al igual que su dueño, que durante décadas fue uno de los hombres fuertes de la izquierda y que hoy sigue en actividad pero con un perfil más bajo.

Además de intendente, Arana fue senador (1990-1995) Y ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (2005-2008) en el primer gobierno frenteamplista. Fue la cara más visible de la Vertiente Artiguista (VA), un sector que en octubre de 2019, y gracias a una atípica alianza electoral con dirigentes del interior, logró dos senadores, algo que nadie imaginaba, porque el grupo venía perdiendo pie elección tras elección.

En 2015 Arana sorprendió a propios y ajenos cuando a los 81 años anunció que sería edil por Montevideo, un cargo honorario, considerado como el escalón más bajo al momento de iniciar una carrera política. Ahora, cinco años después, y ya con 87 que cumplirá el 6 de marzo, Arana intentará retener su banca en la Junta Departamental de Montevideo, otra vez por la VA, un grupo que apoya la candidatura a la intendencia de Daniel Martínez.

Más allá de su extensa carrera política, Arana es un personaje identificado desde hace décadas con la cultura montevideana. Fue docente, escritor y conferencista, y ahora es una figura repetida en presentaciones de libros, muestras de arte, conciertos o estrenos. Es frecuente cruzarlo en museos, salas de cine, vernissages y galerías de arte. Maneja su propio auto y no usa bastón; está lúcido y los tres bypass que le colocaron hace unos años solo los siente cuando se toca el esternón. Parece incansable y por eso cuando las señoras lo ven caminando se acercan a pedirle que vuelva a gobernar Montevideo.

Arana está siempre prolijo y elegante, con una cuidada barba blanca que completa su imagen de dandy del siglo XXI. Ese aspecto tan cuidado, tan atildado, tan francés -un idioma que habla a la perfección porque fue al Liceo Francés- lo transmite también su apartamento, que es un espejo de sus gustos e intereses. Hay libros apilados en mesas y sillas, recortes de diarios y revistas viejas, un cristalero de madera maciza con antiguas copas de cristal, y una pinacoteca envidiable que incluye cuadros de Rafael Barradas, Pedro Figari, Pedro Blanes Viale, Augusto Torres y Gonzalo Fonseca, entre otros.

El 6 de marzo cumplirá 87 años y sigue muy activo política y socialmente. ¿Cómo se mantiene tan bien?

Yo qué sé, debe ser por la conjunción tan peculiar de ser descendiente de gallegos y de vascos, que es explosiva. Y además tengo una familia que me trata maravillosamente para quien no tuvo hijos. Mi hermano Máximo, que falleció hace cinco años, tuvo dos hijos maravillosos que me cuidan mucho. También tengo muchísimos amigos y colegas.

¿Por qué quiso ser edil?

Hace cinco años atrás había dos opciones, la señora del Pepe Mujica (Lucía Topolansky) y Daniel Martínez. La respeto bastante a Lucía, pero me pareció que los perfiles de Daniel eran más apropiados para intendente. Le fui a decir "voy a hacer lo posible para ayudarte en esta campaña". Y no quise permanecer ajeno, promover e irme a mi casa.

Antes de que el Frente Amplio existiera, Arana ya votaba a la izquierda y hasta ese momento había optado por el Partido Socialista. Su padre era herrerista, pero hubo dos elementos que definieron su inclinación ideológica: el trabajo social que veía en una Iglesia metodista en la que colaboraba un tío pastor, y su ingreso en la Facultad de Arquitectura, donde se encontró con una tendencia que promovía una arquitectura volcada a solucionar las dificultades de vivienda de los más pobres.

En 1978, en plena dictadura, junto con un grupo de estudiantes y arquitectos, comenzó a reunirse para impulsar acciones que permitieran proteger el patrimonio de Montevideo. Hacían encuentros con especialistas y salían a los medios a hablar de los riesgos de la pérdida de la memoria de la ciudad. Lo llevaron algunas veces detenido, para consultar cuál era el objetivo de ese grupo. Él respondía siempre lo mismo: la preservación del valor histórico.

En 1984, con Liber Seregni liberado pero aún proscripto, el Frente Amplio empezó a analizar opciones para competir en las elecciones de noviembre de ese año. La izquierda sabía que no podría conquistar el gobierno, pero veía que Montevideano era un territorio amigable para el futuro. Había que barajar nombres, algo que no era sencillo porque había muchos dirigentes de primera línea impedidos de participar.
Arana solo había visto a Seregni en los actos de 1971, por eso se sorprendió tanto cuando un conocido le hizo saber que el general lo llamaría para pedirle que fuera candidato a la intendencia capitalina. La llamada llegó sobre el final de la tarde y su respuesta fue negativa. Volvieron a hablar en un bar de Colonia y Rondeau, donde el general y otros arquitectos intentaron convencerlo. La conversación fue subiendo de tono, y Arana les propuso seguirla en privado, en su modesto Citroen de capota roja estacionado fuera del bar, para que los demás parroquianos no escucharan la charla.

En el coche, luchando contra el frío de una inclemente noche de agosto, y ante la insistencia de Seregni, Arana accedió, después de pedirle al general que le jurara que no había chance de que fuera electo. Fue el inicio de su carrera política, la mayor parte dentro de la VA, un grupo al que continúa ligado y que tiene hoy a una de las figuras que más respeta de la izquierda: el dirigente sindical Fernando Pereira, presidente del PIT-CNT. "Es un formidable político y dirigente sindical, y tiene gran cultura", dice entusiasmado.

¿Lo ve como una figura de renovación de la izquierda?

Toda la Vertiente lo apoya, pero él es más importante para el Uruguay. Porque en esta conjunción tan peculiar, la gente que puede sentirse más desprotegida es la de menores recursos y los trabajadores en particular.

¿Se lo imagina haciendo carrera en el Frente?

Podría, porque es un excelente orador. Pero, por otra parte, te voy adecir que la izquierda se está perdiendo el mejor candidato, que era Gustavo Leal (levanta la voz y golpea el sillón), para la Intendencia de Montevideo.

¿Por qué cree que no lo fue?

No soy politólogo pero creo que está pesando... Espera, porque hace un tiempo quise esbozar unas líneas sobre esto y quiero ser fiel (se levanta a buscar unas anotaciones). Lo conozco desde el primer gobierno, de 1995, cuando estaba en El Abrojo.

Leal no es de la Vertiente

No, pero no elijo a la gente por ser de la Vertiente. Yo te quiero decir esto (y comienza a leer): yo me pregunto si no hay en el Frente Amplio, cómo decir, un implícito rechazo o desconfianza al recambio generacional. Si no sos un veterano, no podés ser candidato. ¿Dónde se vio eso? Yo vi a Leal en 1996 y me llamó la atención. Tenía una capacidad y una claridad que le envidio.

Pero ahora los candidatos no son tan mayores, algunos son relativamente jóvenes.

¿Relativamente jóvenes?

Álvaro Villar tiene 56 años, Carolina Cosse anda por ahí, y Daniel Martínez 62.

Villar no existía como político. Y Daniel estaba dentro de su propio partido con una muy interesante actividad gremial y muy buena gestión. En lo municipal lo respeto. No me convenció mucho en la elección de las personas que habrían de secundarlo, para decirlo con todas las letras. Y alguna prueba que está muy evidente, no voy a dar nombres.

La Vertiente está con Martínez.

Sí, y lo voy a respaldar.

Pero su hombre era otro.

Sin dudas. Para sorpresa mía lo volvió a reiterar Pepe Mujica.

Durante años la VA fue un sector integrado por gente con formación, de apellidos tradicionales, algo que algunos grupos de izquierda miraban con cierto recelo porque los consideraban la izquierda paqueta. ¿Sintió que existía cierto rechazo?

Sentía cierta cosita, sí. Me parece bastante injusto porque tenemos nada menos que al presidente del PIT-CNT.

En el último tiempo ganaron fuerza en la izquierda uruguaya sectores que son bastante diferentes a la Vertiente.

Eso no me asusta, porque creo en la diversidad, en poder hablar claro. Si digo que el mejor candidato es Gustavo Leal, supongo que a algunos les gusta y a otros menos. Lo vi tempranamente, yo pensaba que era un estudiante. Él me dijo que estaba recibido. Le dije: "¿Con título?". Esa precisión injusta, porque, vamos a decir la verdad, mirá que hicimos burradas también. Pero las burradas se pagan. "Sí, Mariano, con título", me dijo.

Fue 10 años intendente. Su gestión tuvo sombras -los conflictos con Adeom, las irregularidades en Casinos, por ejemplo-, pero se lo reconoce como un defensor del cuidado estético de la ciudad. ¿No le parce que las administraciones posteriores descuidaron eso?

Me preocupan más algunas acciones del gobierno nacional que cuestioné de frente, como lo que se hizo en la bahía, que no dijeron cómo iban a entrar los trenes en Montevideo.

Usted maneja y verá que el tránsito está imposible.

El tránsito está imposible por la cantidad de coches que hay en la ciudad, por lo que ha aumentado el parque automotor. Les guste o no les guste a los que no son del Frente Amplio, mejoraron las condiciones económicas. Es un alegato que no sirve mucho porque se perdieron las elecciones, es verdad. La gente que se vio beneficiada no necesariamente nos votó. Pero la realidad es esa y me alegro de poderlo decir. La cantidad de autos complicó.

Mucha gente va a trabajar en auto porque el servicio de transporte es espantoso.

Creo que debería ser mejor. Es un debe la reestructuración, que tiene que ser responsabilidad no solo de las empresas, también de los propios jerarcas municipales, donde hay gente muy preparada. ¿Por qué te parece que se está haciendo una de las inversiones más colosales? La obra en el Parque Batlle, en Avenida Italia, es colosal para Montevideo.

¿Le parece que estéticamente la ciudad está como en su época?

Yo no hice, por ejemplo, el parque de Casavalle o el parque Seregni. Una cosa fenomenal fue programar el parque lineal del Miguelete. No sé si recuerdan, el olor repugnante, todo el mundo tiraba todo, estaba lleno de asentamientos que no tenían otra opción. Eso fue una audacia y está prácticamente culminado.

Una de sus obsesiones era Ciudad Vieja. ¿Qué le parecen los bancos de plaza Zabala?

Fui de los pocos locos que dijo: "No me asusta tanto". Lo que me asusta de la plaza Zabala y no dicen nada es el bodrio de la rinconada que está al sur este de la plaza: un atorrante muro blanco de cal de la cooperativa. Mucha gente se vio perturbada por los bancos porque antes estacionaba ahí. Pero la gente tiene todo el derecho a tener la opinión que quiere.

¿La ve linda a Montevideo?

Sí, creo que sí. Soy adorador del Plan Fabini (de 1928) y de quienes lo impulsaron, aquel batllismo con una visión de Europa. Cuando veo aquello hecho en la rambla con granito rojo, es impresionante. Lo que lamento es que se vean más los autos que los granitos.

¿Por dónde le gusta caminar?

Por la rambla, a pesar de todo.

¿Por qué a pesar de todo?

A pesar de tantos autos. ¡Hay que terminar con los estacionamientos a cielo abierto que no pude convencer a los intendentes que me siguieron! ¡Son una barbarie urbana! Caries en la ciudad. Mirá lo que hicieron con la maravilla que era la calle Uruguay, que era una avenida europea: sacaron los faroles. Hay gente de izquierda que escucha la palabra estética y se pone nerviosa. No así Gustavo Leal, que dijo respecto a los asentamientos que hay que tratar de reestructurarlos con la sensibilidad humana, para dar trabajo, para dar condiciones favorables, para integrarlos a la ciudad. Y que más allá de la contención económica y de la inversión se debe hacer con fino sentido estético. Es como una mala palabra para algunos capitostes de la izquierda nacional, algunos de los cuales han estado en cargos muy importantes.

En el MPP hay gente que parece no tomar demasiado en cuenta los temas estéticos.

No estoy de acuerdo en lo que decís, por lo menos en algunos en casos como el diputado Luis, ¿cómo es el nombre?, que me decía: "Mariano, tenés que ir a ver tal cosa".

Me refiero a Mujica, concretamente.

¡Ah, bueno! Mujica no es todo el MPP. El Pacha Sánchez no sé si es así. Así como Fernando (Pereira) va al ballet, conciertos, cine, es loco por eso. La izquierda sin cultura no es izquierda. Ya no sé cómo decirlo. Ponelo a eso, por favor. Yo no pretendo tener la verdad en un puño, digo lo que siento y digo lo que aprendí con otra gente que viene de afuera y fueron maravillosos gestores de municipios latinoamericanos.

En general hay sintonía entre la cultura y la izquierda.

Mucha gente de la cultura de la izquierda está tan molesta. Voy a decir una cosa: acabamos de hacer una barbaridad. Digo acabamos, se acaba de hacer una barbaridad. Dejar sin efecto el cargo de uno de los directores formidables del mundo contemporáneo, joven, talentoso, mimado por Barenboim. Diego Naser, el director estable de la orquesta del Sodre, un formidable director al que ya están tratando de contratar por otro lado. ¡Dios mío!

En el Ministerio de Educación y Cultura estuvo hasta ahora una amiga suya, María Julia Muñoz, que fue una de sus personas de mayor confianza en la intendencia y que también integró la Vertiente. La habrá llamado alguna que otra vez.

Yo la llamé a ella: "¿Me podés decir qué pasó con esto?". Bua...

¿Será de nuevo candidato a edil?

Sí. Voy a encabezar la Vertiente con Adriana Barros.

¿Por dónde pasarán sus prioridades?

¡Terminar con los estacionamientos de cielo abierto, por favor! Y darle muchísimo empuje a todo lo que hemos dado. Hay que reconocer lo buena que la gestión de Martínez ha sido con algunos de los directores que ha tenido, particularmente (Juan) Voelker (director de Recursos Financieros).

Hay gente dentro de la izquierda que es crítica con algunas figuras de la administración Martínez, como el actual intendente Christian di Candia, o la directora Fabiana Goyeneche, por ejemplo. ¿Cómo se lleva usted con ellos?

Creo que hicieron grandes errores cuando comprometieron la figura de Martínez con este cantante (El Gucci).

¿En qué más quiere trabajar?

Tenemos que hacer un empuje enorme ahora que América Latina está teniendo más problemas de los que teníamos antes, para atender a la gente que no sé si en este período o con este gobierno no se puede ver perjudicada en cuanto a trabajo, condiciones de trabajo, remuneraciones. Tenemos que atender muchísimo todo lo que son los barrios periféricos, que están lejos de tener todos la dignidad que merecen. La dignidad que requiere inversión, sensibilidad, sensibilidad humana además, y fino sentido estético.

Desde la oposición le van a decir que esos barrios han estado así a pesar de 15 años de gobiernos de izquierda.

Porque muchísima gente ha venido del interior buscando posibilidades que veían en Montevideo y no veían en otros lados. No es tan fácil eso. De todas maneras, no todo lo hemos hecho impecablemente bien. Si hubiéramos hecho las cosas impecablemente bien, no nos hubiera ido en octubre como nos fue. En cambio, en noviembre creí revivir, ahí está el Frente Amplio de verdad, la gente que no está mirando su sillón y sus cargos sino que está trabajando por un ideal. No digo que sea el único, me animaría a decir que es el mejor-

CONFESIONES

"Pude haber sido batllista pero colorado jamás. Ellos adoran al general Flores, al Goyo Jeta (Gregorio Suárez), los monstruos aquellos. Cuando terminan con la población y la ciudad de Paysandú hecha trizas, el Goyo Jeta instala la bandera brasileña. La guerra la gana el Imperio portugués, fue un asco aquello. Después, en la guerra de la Triple Alianza donde masacraron a Paraguay, también fue el general Flores".

"Bartolomé Mitre era un asco, un sinvergüenza. Pensó más en los oropeles probritánicos, profranceses e incluso proportugueses con tal de aplastar al Uruguay. Pero no hay que cambiar el nombre de las calles porque permite que la gente no pierda sus parámetros históricos. Y también porque es conveniente que se sepa quién los puso"

"Todos nosotros somos un poco batllistas, vamos a decir la verdad. Si me oye alguna gente blanca, me van a decir que es una falta de respeto. Pero Batlle luchó nada menos que con Aparicio Saravia, un tipo por el que tengo un respeto muy particular. Pero Batlle hace un gran esfuerzo para tratar de consolidar el Estado. Logró un arraigo popular y una consolidación intelectual muy firme, muy inspirado en ciertas corrientes europeas y de gente de izquierda que venían de los inmigrantes; entre ellos socialistas, comunistas y anarquistas, como fue el caso de su gran colaborador, don Domingo Arena".