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"Me interesa mucho que la arquitectura llegue a la sociedad en su conjunto"
Nombre: Marcelo Danza • Edad: 53 • Ocupación: arquitecto, decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) • Señas particulares: gran contador de chistes; escuchar el tono rochense lo pone de buen humor; curador de la Bienal de Arquitectura de Venecia en dos oportunidades.
Nombre: Marcelo Danza • Edad: 53 • Ocupación: arquitecto, decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) • Señas particulares: gran contador de chistes; escuchar el tono rochense lo pone de buen humor; curador de la Bienal de Arquitectura de Venecia en dos oportunidades.
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Participó en algunas publicidades e incluso brindó una charla TEDx. ¿Le gusta ese vínculo con los medios?
Absolutamente, aunque no es que sea la relación con los medios, me interesa mucho que la arquitectura llegue a la sociedad en su conjunto. Los arquitectos solemos decir que queremos que la gente se involucre con nuestra disciplina y después no queremos involucrarnos con los medios y el modo de entender la ciudad de la población. Ahí hay una contradicción que hay que superar.
Lidera el Taller Danza, que algunos llaman el "más volado", en la FADU. ¿Por qué cree que es eso?
Queremos ser una guía en lo que al estudiante le interesa. La arquitectura tiene códigos que se pueden transmitir como un libro de mandamientos, que son parte de lo que hay que aprender. Pero hay algo que no se puede transmitir de esa manera, que hace a la estética contemporánea del estudiante, a su modo de concebir el mundo y el espacio público. Planteamos ejercicios que lo ayuden a despegarse de un medio que puede ser relativamente chato y que lo puede llevar a conformarse con un modo de hacer que quizás no es lo suficientemente estimulante como para lograr enamorarlo de la profesión a la cual va a dedicar su vida. En ese sentido, es verdad que hemos tenido consignas que se pueden llamar "voladas" o desafiantes.
Dicen que le gusta romper barreras ¿Se considera innovador?
Me encantaría, pero creo que uno es mal juez de sí mismo. Puedo decir que es un desafío que siempre tengo presente. Una frase de unos arquitectos suizos dice: "Siempre me interesó más la gente preocupada en descubrir que en defender". Si llegás a un lugar, es natural por la esencia humana que tiendas a defenderlo y dejes de querer descubrir. Pero es fantástico seguir descubriendo, trato de estimularme, leo mucha filosofía y ciencia.
Ha sido tentado para incursionar en política. ¿Por qué sigue dedicado a la Academia?
Me dedico a la política. La acción humana es política y así quiero verla. Confundir la política con la política partidaria o con vivir de la política distorsiona el concepto. La dimensión política de las acciones del arte es algo que se ha perdido mucho también en los estudiantes. He tenido invitaciones para hacer otras actividades dentro de ese mundo y por ahora estoy optando por esta otra. Estoy haciendo actividad política cultural, que es fundamental.
Fue asesor en el concurso de la obra del Antel Arena. ¿Qué siente al verla en funcionamiento?
La verdad que mucho orgullo. Está al nivel de las mejores arenas del mundo y se hizo con arquitectos y técnicos uruguayos, cuando muchos creían que no era posible, que había que contratar equipos fuera del país. Fue un gran desafío porque podía no funcionar. Imaginate con la polémica que generó en otros aspectos, qué hubiera pasado si no funcionaba, si era inservible, si era un polideportivo y en realidad no funcionaba como arena multipropósito. Hoy el debate es sobre cuánto costó y cuánto vale si la venden. Pero el valor es otro, por lo menos desde el punto de vista de la arquitectura de la ciudad, en algún momento la historia lo retomará con distancia suficiente como para quitarle la pasión del momento y tratar de encuadrarlo en su debido lugar. Estaría bueno correr el velo de la discusión política y pasar a otro nivel.
Está por terminar el decanato. ¿Le gustaría volver a postularse?
Sinceramente todavía no me lo planteo, todavía me queda un año. Estoy intentando terminar las cosas a completar y trasmitirle al equipo que la energía tiene que estar puesta en eso.
Su esposa también es arquitecta. ¿Han trabajado en algún proyecto juntos?
Todo lo nuestro lo hicimos juntos: la casa de Montevideo, la casa de la Pedrera, y el estudio lo hicimos con ella y mis socios. También algunas obras para amigos, siempre que surge algo que podemos hacer juntos lo hacemos encantados.
Tanto usted como sus hermanos siguieron carreras universitarias. ¿Eran muy exigentes sus padres con el estudio?
Creo que se dio así. En casa siempre se respiró un clima de estudio, de orgullo universitario. Recuerdo en la mesa hablar mucho de la facultad. Supongo que habrá sido algo de eso y que tuvimos suerte, además de embocarle a las vocaciones y haber vivido la resiliencia del inmigrante.
¿Qué significa para usted el vínculo con Italia y sus orígenes?
Muchísimo, la primera vez que fui tenía 20 años. A mi padre, que era médico, lo invitaron a un congreso con un acompañante y me llevó. Fue raro porque conocí gente que se parecía físicamente a nosotros y que me trataba como un hermano. Nos llevaron a Tramutola, que era donde estaba la casa del abuelo. Después fuimos al cementerio, donde hay una capilla de los Danza. Además, vivencié la ciudad europea frente a la ciudad americana. Todo eso me movió mucho, el entender la ciudad y la arquitectura de otra manera me hizo darme cuenta de que había modos muy diferentes de habitar el espacio.
¿Por qué elige La Pedrera como lugar de veraneo?
Mi familia es de Rocha. Cumplo el 2 de enero, por lo que creo haber pasado 80% de mis cumpleaños en Rocha. Mi abuela y mi madre eran de Castillos. Me crie en los veranos en Aguas Dulces cuando no había agua, ni luz y lo que hacíamos era juntar renacuajos y jugar a la luz de los faroles. Cuando pensamos en hacernos una casa afuera, nos decidimos por La Pedrera porque, además de que teníamos amigos, nos gustaba mucho porque es un pueblo oceánico que tiene buena gastronomía, vida informal y ocio. Cerraba todo.