Nombre: Soledad Silveyra • Edad: 67 • Ocupación: Actriz • Señas particulares: Sus nietas le dicen Tatita, viaja a través del iPad, siempre que viene a Montevideo se come un sandwich de jamón crudo en el café Bacacay.
Nombre: Soledad Silveyra • Edad: 67 • Ocupación: Actriz • Señas particulares: Sus nietas le dicen Tatita, viaja a través del iPad, siempre que viene a Montevideo se come un sandwich de jamón crudo en el café Bacacay.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáVino con el elenco de Cartas de amor dos veces a Uruguay. ¿Por qué? La primera vez que estuvo acá fue un fin de semana inolvidable. Nunca nos imaginamos tanto. El día del estreno estaba Estela Medina en persona en la sala, y la China (Zorrilla) en un cuadro que me habían regalado. Así que fue una noche, sobre todo para mí como actriz, mágica, primero porque obviamente la China ha sido fundamental en mi vida, y a Estela la amo y la respeto. Y la respuesta de la gente... fueron 2.500 personas. Fue un fin de semana maravilloso.
¿Ha escrito muchas cartas de amor en su vida? He escrito y me han escrito también. Maravillosas muchas de ellas, que tengo guardadas. He tenido parejas vinculadas al mundo de las letras, así que tengo de distintos niveles literarios (risas).
¿Cómo se hace, en un medio como la farándula argentina, para quedar por fuera de los escándalos? Farándula es una palabra que no me gusta, prefiero mundo artístico.
Pero no todos los que se mueven en ese ambiente son artistas. Es verdad.
¿Y cómo hace entonces para mantenerse al margen? No tengo una vida escandalosa, primero y fundamental. No me gusta tampoco estar contando mis cuitas. A esta edad, estar en un papel mediático me parecería un poco triste, no coincide conmigo, con la educación que les di a mis hijos. Trato, en lo posible, incluso en los momentos de mayor exposición, de mantener un perfil bajo. Soy por sobre todas las cosas educada; para mí, ese es un gran valor en la vida. Hoy soy una mujer agnóstica, pero tengo un formación absolutamente cristiana, creo en el otro, en el cuidado del otro, y esos son los valores que me han sostenido como persona en todos los aspectos de la vida, desde los privados hasta los públicos, hasta la política; siempre estar pensando también en el que la pasa peor, y ver de qué manera podemos ser una sociedad equilibrada, justa.
¿Se ha vuelto agnóstica con el tiempo? Fue un cambio con los años. Tuve una formación de colegio de monjas, siempre me conmovió de Jesús la mirada hacia el otro, por eso digo lo de ser cristiana. Yo quisiera tener un país como Uruguay, que separe la Iglesia del Estado; creo que cambia la cabeza de las personas. Más allá de respetar todos los credos, creo que es muy importante para una sociedad poder separarlos; creo que se nota esa diferencia entre nosotros. Lo percibo en el pensamiento, en la política, en muchas cosas.
¿Es cierto que el apodo Solita se lo puso usted misma? Todos los apodos me los puse yo. Mis nietas me dicen Tatita en homenaje a mi abuelo, al que yo le decía Tata. De bebitas les empecé a enseñar el Tatita, y es la palabra mágica para mí, para poder levantarme bien y fuerte todas las mañanas. Y el Solita también. Yo tenía un disco de pasta amarillo y en una parte estaba "La farolera tropezó", y en otra "Déjenla sola". "Déjenla sola, solita y sola/ que la quiero ver bailar, saltar y brincar/ andar por los aires y moverse con mucho donaire"; ponía esa canción para levantarme el ánimo, para sentirme un poco mejor, porque tuve una infancia muy azarosa y muy difícil, y se terminó convirtiendo en un mantra porque trato de andar por los aires y moverme con mucho donaire (risas).
Tiene cinco nietos. ¿Qué recuerdo trata de construir con ellos? Todas las imágenes que pueda. Todo lo que esté a mi alcance, así pase una mariposa volando, o el día que murió el gato, o el día que subimos a una montaña rusa por primera vez. Yo soy actriz y parte de mi profesión es construir un mundo de imágenes, y ahora con el abuelazgo me he dado cuenta de que es fundamental ir creando un banco de imágenes maravilloso y hacer memoria de lo vivido. Pero no solo las imágenes, la conversación, el encuentro con una palabra nueva, sus actos de colegio.
Algunas actrices de Hollywood dicen que a determinada edad les empiezan a ofrecer otros papeles. Es así.
¿Cómo lo vive usted? Trato de adaptarme a las circunstancias, no queda otra. Soy muy pragmática en ese sentido, como no lo soy en otros sentidos de mi vida. Pero con la edad, en mi profesión, no queda otra, hay que amoldarse. No hay que ponerse más Botox. Si bien es un proceso, porque no es tan fácil, tenés tus momentos de contradicciones, pero tratar en lo posible de envejecer dignamente, que es lo mejor que le puede pasar a una actriz.
¿Cómo ve la situación de Argentina en vísperas de elecciones? Con una enorme preocupación. No es nada fácil la situación del país, así que esperando que la dirigencia se ponga de acuerdo y piense que estamos nosotros en el medio, y que traten de hacer las cosas lo mejor posible, gobierne quien gobierne. A mí la única que me importa ahora es la celeste y blanca.
¿Cuál es su mayor disfrute hoy? Mis nietos, mis amigos, viajar con el iPad. Se ríen mis amigas. El otro día, por ejemplo, estábamos en una charla y yo dije: "No sé si iría a Mauricio, porque ya la recorrí tanto". Y me dicen: "¿Pero qué, fuiste muchas veces?". "No, pero viajo mucho por la web" (risas). Y ahora que parece que vamos a tener el dólar muy alto, entonces viajo por la web, ¡y no sabés los viajes que me hago!
¿Viene seguido a Uruguay? Sí, vengo seguido. He venido a menudo porque tenía un hombre que quería acá, tengo una sobrina política que vive acá, en Rocha. Quiero mucho a Montevideo, me vengo sola a veces, sin que nadie sepa. Me hace bien la rambla, caminar, la gente. Hay un nivel de conversación que me gusta muchísimo, los respeto mucho, la verdad.
¿Es cierto que tiene a China Zorrilla en su mesa de luz? Sí, tengo la foto de ella del mismo tamaño que la de mamá. Siempre está conmigo, todas las noches.