Nombre: Flavio Caiafa • Edad: 49 • Ocupación: presidente de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) • Señas particulares: jugó al waterpolo hasta los 20; es lector compulsivo; le encanta viajar en familia.
Nombre: Flavio Caiafa • Edad: 49 • Ocupación: presidente de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) • Señas particulares: jugó al waterpolo hasta los 20; es lector compulsivo; le encanta viajar en familia.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá¿Está de moda emprender?
La moda del emprendimiento ya pasó. En Uruguay empezó a principios de siglo, hubo varios fondos de inversión dedicados a eso con poco éxito, porque el problema de Uruguay es que no hay tantos nuevos emprendimientos de calidad como sería deseable. Hay mucha gente con ideas, pero entre personas con ideas y un emprendimiento con capacidad de crecer hay un trecho que hoy es uno de los desafíos que desde la ANII queremos tratar de resolver. Tenemos un instrumento que es el capital semilla y lo que no queremos es que la gente se presente solo con la idea de negocio. Para presentarte tenés que tener algo más, tenés que haber hablado con los clientes para realmente saber si estarían dispuestos a pagar por resolver el problema que estás pensando. Por otro lado, lo que dicen las estadísticas es que quienes emprenden hoy son en su gran mayoría graduados o estudiantes universitarios, que aprenden que esta es una opción estudiando en la universidad, pero en la universidad estudia un porcentaje chico de la población. Si solo nos enfocamos en apoyar a los
emprendedores que salen de las universidades, vamos a estar enfocándonos en una parte muy chica del potencial del país. Ahí tenemos otro desafío: enseñar eso desde la escuela y liceo.
Cocreó un estudio de animación y emprendió otros proyectos. ¿Qué aprendió de su pasado como emprendedor?
Fue una época interesante que te da un conocimiento de los negocios que solo adquirís cuando te tirás al agua y lo hacés. Después de eso volví a trabajar en Thales lab y aprendí muchas cosas, sobre todo de emprendimientos de alto impacto o rápido crecimiento. Hay un concepto clave que es el de mínimo producto viable: cada vez que querés hacer algo, no tratar de hacerlo perfecto, sino de la manera más eficiente posible para probar lo que estás queriendo hacer, y si no, cambiar el camino tempranamente.
Hizo un MBA en Londres. ¿Qué tanto cree que se valora esa formación en Uruguay?
Creo que se valora. Yo volví en el 2000. Obviamente si uno busca trabajo, las oportunidades siempre son más interesantes en Londres, en este caso. Pero lo que sucede es que quienes vuelven a Uruguay lo hacen, generalmente, por una razón que no es económica. Vuelven porque quieren estar en su país.
De niño fue scout. ¿Qué le quedó de esa experiencia?
Es otra excelente formación, muy recomendable. Es una de las muchas escuelas que te enseñan que con conocimiento y disciplina todo es más fácil. En el caso de los Boy Scouts, lo que más se enseña y se promueve, además del servicio, es la parte de la vida al aire libre, respetar y disfrutar de la naturaleza. Y saber convivir en la naturaleza: cómo armar un fuego, cómo buscar agua y asegurarte de que se pueda tomar, aprender a cocinar por tu cuenta.
¿Le gusta cocinar?
Soy el que cocina en mi casa. Es a medias, pero yo cocino más. Hace unos años estoy en la cruzada para agregar más frutas y platos con vegetales, lo cual no me hace muy popular.
Juega al básquetbol pero su deporte favorito es la natación.
Jugaba al básquetbol en el equipo de Thales lab. También jugaba al fútbol, pero dejé el día que quedé duro por tres meses de la ciática. Ahora lo que hago es correr en las mañanas o las tardes, varios días por semana. Nadar es lo que más me gusta hacer; jugué al waterpolo de joven, hasta los 20 años.
Tiene dos hijos adolescentes. ¿Cree que su profesión tecnológica lo acerca a ellos?
El gran desafío es arrancarles tiempo de uso de celulares y pantallas para que compartan con la familia. Otro desafío que me interesa es, en palabras de Netflix, el dilema de las redes sociales. Lo que consumen los jóvenes en la pantalla no es tecnología, es una droga. No es algo que esté diseñado para informarlos y casi ni siquiera para entretenerlos. Está diseñado para engancharlos. En ese sentido, el desafío que provoca es lograr arrancarlos de ese mundo que no está pensado para ayudarlos y que piensen por sí mismos.
Está leyendo un libro de media training (entrenamiento en medios). ¿Es a raíz de haber asumido un cargo público?
Sí, claro. Suelo ser muy directo, lo cual es bueno pero, a su vez, no es político. Uno cuando está en un cargo público tiene que cuidar lo que dice y saber muy bien lo que no tiene que decir. Por ejemplo: viendo el flujo de caja de la agencia y que estábamos en una situación financiera muy precaria, heredada, y haciendo los cálculos de qué pasaría si tuviéramos que aplicar el decreto de reducción de presupuesto -que al final no fue necesario-, el 17 de julio lo que hice fue tomar la decisión, como buen administrador, de no seguir comprometiéndonos a pagar plata del futuro a proyectos si no teníamos la perspectiva de que fuéramos a tener ese dinero. Entonces dije: cerremos esas ventanillas.
Lo anunció en los medios. ¿Cree que se magnificó?
Fue un teléfono descompuesto de tres pasos. Salimos a decir la verdad desnuda, que no le gusta a nadie. "Tenemos que cerrar esta ventanilla porque no puedo comprometerme a pagar cosas que no tengo". Fue un razonamiento de buen gestor. Y necesario para cumplir con los compromisos que sí habíamos asumido. Dije: "Voy a cerrar estas ventanillas temporalmente mientras vemos qué pasa". Algunos medios titularon que ANII cerraba ventanillas, sin el "temporalmente", y los políticos que quieren hacer leña con eso dijeron: "ANII cierra". Ante eso, uno aprende que tiene que ser muy cuidadoso en cómo dice las cosas. No solo en lo que dice.