Edad: 35 • Ocupación: Comunicadora • Señas particulares: Baila danza afro y ritmos latinos; tuvo el pelo rosado; este año debutó en el desfile de Llamadas
Edad: 35 • Ocupación: Comunicadora • Señas particulares: Baila danza afro y ritmos latinos; tuvo el pelo rosado; este año debutó en el desfile de Llamadas
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá¿Qué te une a tu padre? Me une el ADN fuerte, heredé muchas expresiones, tanto verbales como faciales: tengo las pecas, el pelo y la forma de cara de su familia. Él es muy comunicativo, muy expresivo y últimamente comentamos películas, libros y cosas que descubrimos. Hace poco me dijo algo en lo que tiene mucha razón y lo comparto: "Cuando ves algo artístico que vale la pena compartir, te sentís en falta si no lo hacés". En épocas de redes sociales y por mi papel en la comunicación cultural, casi que se vuelve como una misión.
Además de ser conversadores, ¿comparten alguna actividad? Cuando vivía con mis padres, él nos llevaba con mis primos al estadio a ver a Nacional. Ahora compartimos un almuerzo o una cena. A mí me gusta cocinarle, sorprenderlo con un sabor o una mezcla que no haya probado. La primera vez que vino Catupecu Machu a Uruguay, tocó en Plaza Mateo, el telonero era Snake, y mi padre me acompañó a eso de las 12 de la noche. Se reportó, tiene ese tipo de cosas: es gamba. Si siente que es importante, te acompaña.
Tu madre enmarca cuadros. ¿Te enseñó las técnicas? No sé enmarcar y nunca le pregunté, pero creo que aprendí de ver. Si hoy me ponés un serrucho y madera, creo que me puedo manejar. Sí me parece que de ella saqué la manualidad y la motricidad fina. No estoy tejiendo pero sé tejer y sé bordar. Estoy tratando de retomar, haciendo ejercicios para ver si llego a hacer un lindo bordado. Es algo que quiero lograr porque me parece lindo, pero también porque el hacerlo te hace bien.
¿Qué herencia colombiana te legó tu madre? La colombianidad de mi madre la acompañó y la sigue acompañando aunque lleva más de 30 años en Uruguay. Aparece en la comida; ella siempre insistió con las arepas, que ahora están de moda porque vinieron muchos venezolanos. Y con la música... es muy fanática de Carlos Vives. Me lo pasó a mí y cuando vino a Montevideo lo fuimos a ver. Me acuerdo que llovía a cántaros, pero duró como tres horas y fue espectacular. Yo crecí con sus canciones, teníamos un casete que siempre poníamos. Ella se reúne mucho con colombianos y se ayudan entre sí. Y claro que fui a Colombia. La primera vez estuve en Bogotá, donde creció mi madre, y la segunda fui a la selva de Santa Marta y a Cartagena. Me falta costa, me falta un montón. Es un destino que vale la pena.
Tus padres son católicos. ¿Cómo te llevás con la religión? ¡Qué momento! Es una mezcla muy difícil de describir. Mis padres son megacatólicos y yo tuve educación religiosa y sigo teniendo fe. Tengo fe en Dios y creo en Jesús. Ahora, todo el relato en el que insiste parte de la Iglesia católica lo modifico y lo atenúo porque considero que se insistió durante muchos años en cosas que no me cierran. Te pongo ejemplos: la virginidad en las mujeres, la castidad, que los sacerdotes sean hombres. Yo tenía un catolicismo progre porque en el colegio teníamos educación sexual y en la época no era tan común; se llamaba educación en el amor. Me sigo cuestionando cosas pero todavía creo.
¿Creés en vos? Recreo en mí, pero en el deporte soy muy mala. Físicamente me cuesta y eso que he hecho baile y he jugado al vóleibol cuatro años en Nacional. Nunca me destaqué y eso está bueno: invito a todos a abrazar el no. También soy muy soñadora y mirá que es difícil a veces...
De niña querías trabajar en MTV. ¿En qué quedó ese sueño? Me parece que hubo una generación que quedó muy marcada por MTV porque era un canal que nos mostraba a los artistas que queríamos ver y los conductores tenían tremenda onda. Ruth tenía el pelo de colores y yo también me saqué las ganas de tenerlo así. Hace dos años me lo teñí de rosado. Todavía veo gente con el pelo de colores y me viene nostalgia. Ya tengo ganas de decolorarme de nuevo.
¿Seguís con planes de escribir un libro o un guion? Quiero volcar mi creatividad en algo de diseño o en la escritura. Tengo muchas ideas, pero nunca las vuelco al papel. Me gusta contar historias, estar inspirada. Hoy en día estamos todos necesitados de ficciones y en el último tiempo me volqué mucho más a la lectura que antes.
¿Cómo viviste el final del programa Tarde o temprano, en Teledoce, en medio de la pandemia? No lo esperábamos, pero es entendible cuando no cierran las cuentas y en el medio de una crisis. El equipo quedó en banda, pero ahora nos estamos reformulando. Es lo que les pasó a muchos y a nosotros también nos toca.
¿Por qué te empeñás en ser la Celestina de tus amigos? Cuando veo dos personas que están solas y buscando el amor, porque hay gente que no lo está buscando, los trato de unir. Pero si te soy sincera, no me fue bien. La vez que alguien me dio pelota, hace muchos años, terminó todo mal entre ellos (risas). No me ha dado mucho resultado este rol.
Si tuvieses que volver a un día de tu vida mientras estudiabas Periodismo Cultural en Estados Unidos, ¿cuál elegirías? Un día nos hicieron una comida de bienvenida, nos conocimos y nos llevaron a una rambla que da al río en Long Island City. Son 10 minutos del centro. Ahí vimos un atardecer espectacular, comimos hamburguesas y apareció de la nada una banda y se puso a tocar salsa. Fue callejero y alucinante. Yo los extraño y este año me hubiera gustado ir.
¿Es cierto que no compraste muebles en Nueva York? Es que no se nos ocurría. Hay mucha gente que los tira y vos podés buscar muebles que se regalan en páginas web y están perfectos. La mesa de escritorio me la compré, pero así conseguí una silla y el colchón. La cama la heredé de un compañero. Fue una experiencia increíble. Yo soy muy uruguaya y muy montevideana; las calles, los sonidos, la gente me tira. Cuando volví, aprendí a valorar nuestras letras y nuestra música. Antes no apreciaba tanto a Jaime Roos y ahora me parece lo mejor que me pasó en la vida.