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Adios a Iris Apfel, la chica de tapa más vieja de la historia
Tenía 102 años y un carácter excéntrico que manifestaba en un estilo libre y juguetón que la convirtió en ícono de moda
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¿Podrías describir tu filosofía de vida en tres palabras?”, le preguntó la periodista del New York Times a Iris Apfel en una entrevista con audiencia en vivo. Ella levantó la mirada y, con una sonrisa, afirmó: “Un único viaje”. “Así que hay que vivirlo”, agregó luego.
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Y si había alguien que había vivido, era ella: la interiorista estadounidense fundó una compañía textil con su marido, Carl Apfel, y llegó a trabajar para la Casa Blanca, recorrió el mundo buscando las mejores telas, montó una exposición de moda para el MET, a los 97 años firmó con una agencia de modelos y fue la chica de tapa más vieja de la historia en la revista Dazed. No había nada corriente en Iris Apfel, que se refería a sí misma como “la adolescente más vieja del mundo”.
A los 91 años logró su primera portada en la revista Dazed.
Un camino inusual
Iris Barrel nació en Queens, Nueva York, en 1921 en un hogar de comerciantes. Su padre tenía una vidriería y su madre una tienda de ropa, la moda siempre estuvo en su vida de una forma u otra. La austeridad de los años posteriores a la caída de la bolsa en 1929 la llevaron a rebuscársela para expresar su estilo personal, aunque no tuviera presupuesto. Curiosa desde niña, Apfel se trasladaba con frecuencia a Manhattan y recorría las boutiques de segunda mano. Fue así que se enamoró del barrio Greenwich Village; siempre elegía una línea de subte diferente para explorar las distintas áreas de la Gran Manzana.
Después de estudiar Historia del Arte en NYU, siempre eligió trabajos vinculados al diseño. Escribió para la revista de moda Women’s Wear Daily, asistió al ilustrador Robert Goodman y estuvo bajo el ala de la diseñadora de interiores Elinor Johnson, a quien ayudaba a redecorar apartamentos con objetos exquisitos para su posterior venta. Fue ella quien le dijo una frase que la marcó para siempre: “No eres linda, nunca lo serás, pero tienes algo mucho mejor: estilo”, según recordó en el documental dirigido por Albert Maysles.
Carl e Iris Apfel estuvieron juntos durante 67 años, hasta el fallecimiento de él en 2015.
En 1948 se casó con Carl Apfel, el amor de su vida, y estuvieron juntos casi 70 años hasta la muerte de él, en 2015. Juntos crearon la marca de textiles Old World Weavers, especializada en recrear textiles antiguos. La excelencia de sus productos los llevó a trabajar para la Casa Blanca durante nueve presidencias —aunque no hicieron buenas migas con Jacqueline Kennedy—. Así se ganó el apodo “la Primera Dama de los textiles”.
Gracias a su trabajo en el rubro textil, Iris Apfel recorrió el mundo en busca de las mejores telas.
Por su trabajo, Apfel y su esposo viajaron a todas partes del mundo en busca de telas únicas, aunque ella también se hacía un tiempo para comprar ropa, accesorios y muebles para su negocio como decoradora de interiores. De mutuo acuerdo decidieron no tener hijos, porque entendían que su estilo de vida no era compatible con la crianza de un niño y no querían “dejárselo a la niñera”.
La decisión fue algo inusual para la época, pero a Apfel nunca le molestó romper con el “deber ser”, tanto en su vida personal como en su estilo. Por ejemplo, fue la primera mujer en usar pantalones de jean. En ese sentido, una de sus guías fue la famosa frase de la exeditora de Vogue Diana Vreeland: “Demasiado buen gusto puede ser muy aburrido. El estilo independiente, en cambio, puede ser muy inspirador”.
Después del éxito de la muestra Rara Avis en el MET (2005), Iris Apfel saltó a la fama y comenzó a frecuentar desfiles.
Exuberante, maximalista y barroca, Apfel veía el estilo como una manifestación del ser. Por eso nunca le importaron las contradicciones, sino más bien abrazó la yuxtaposición de estilos diferentes, como reflejo de las diferentes versiones de uno. “Me gusta improvisar, como si fuera música de jazz”, explicó.
Ícono accidental. El talento de Iris Apfel era consabido dentro de ciertos círculos neoyorquinos y en el mundo de la decoración, pero para el resto del mundo era una perfecta desconocida. Hasta que en 2005 Harold Koda, curador del Costume Institute del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, le propuso hacer una exposición con sus accesorios. Según él, ella poseía la “colección más increíble de joyas de marcas de alta costura”. “Iris es una artista. Usa su ropa y sus accesorios para componer una nueva visión”, explicó Koda.
La muestra se llamó Rara Avis (pájaro extraño), en alusión a la particularidad y excentricidad de la diseñadora. Allí se destacaron 40 objetos, por los 40 años de carrera de Apfel. Para Koda era importante que ella se encargara de vestir a los maniquíes para darles contexto a las piezas, así que Apfel se encargó de combinar elementos de alta costura con hallazgos de mercados de pulgas. “No tengo reglas porque si las tuviera, las estaría rompiendo constantemente. Entonces es una pérdida de tiempo”, dijo en el documental Iris, de 2014.
La puesta en escena reflejaba el estilo exuberante e inteligente de Apfel, que con desfachatez combinaba colores, texturas y estampas sin importarle a qué década, estilo o franja de precios pertenece cada pieza. “Paradójicamente, sus capas ricas de combinaciones —incluso en su versión más extrema y barroca— proyectan una audaz modernidad”, aseguraba el texto curatorial. Su frase “no puedo juzgar cómo se viste una persona, es más importante ser feliz que vestirse bien” muestra la apertura de Apfel a la exploración.
La exhibición fue un éxito, sobre todo entre diseñadores y amantes de la moda —a su apertura asistieron Carla Fendi, Giorgio Armani y Karl Lagerfeld, tres históricos diseñadores—. Y con Rara Avis, Iris Apfel saltó a la fama y se convirtió en un ícono popular, con fanáticos que van desde niños hasta sus contemporáneos. Tan es así que en 2018 Mattel lanzó una Barbie en su honor.
Como consecuencia del furor del MET llegaron el documental, su propio libro (Iris Apfel: Accidental Icon), una línea de accesorios de venta por televisión, una campaña para la marca de cosméticos MAC, desfiles —en la primera fila y desfilando— e incontables fanáticos que al día de hoy recrean sus looks eclécticos.