Nombre: Adriana Laca • Edad: 48 • Ocupación: periodista deportiva • Señas Particulares: Era de Peñarol y ahora es hincha de Sud América; es la reina del karaoke; le hubiera gustado ser psicóloga
Nombre: Adriana Laca • Edad: 48 • Ocupación: periodista deportiva • Señas Particulares: Era de Peñarol y ahora es hincha de Sud América; es la reina del karaoke; le hubiera gustado ser psicóloga
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSu relato del pase a la final de los remeros uruguayos en los Juegos Olímpicos se hizo viral. ¿Qué piensa al escucharlo? Hasta el día de hoy me da vergüenza, porque me saqué, nunca me había pasado una cosa de esas. Sé que fue la emoción. Después, cuando aflojé, al aire, dije que en este último año y pico nos habían sacado todo, las reuniones con amigos, el mate con compañeros, los abrazos, y fue como que nos dieron algo para poder festejar. En un momento dado le digo a mi compañero: ¡déjeme abrazarlo! Los chiquilines nos unieron en eso. Hay gente que puede decir que exagero, pero me devolvieron a mí esas ganas de disfrutar, de sacar todo para afuera.
¿Cómo entró al mundo de los deportes menores? Empecé en el periodismo en el año 1993 por el fútbol, porque mi papá era director técnico. Soy de San José, mi hermano jugaba al fútbol y estábamos todos los días en ese ambiente. Cuando vine a Montevideo a estudiar cubría fútbol y básquetbol. Los deportes menores surgen porque en el diario (Últimas Noticias) había un señor que hacía deportes menores, José Miguel Daher, que para mí era como un padre, y él siempre me decía que tenía que conocer los deportes menores. Un día me llevó a una vuelta ciclista. Fueron dos días y quedé fascinada. Comencé a ir a la Casa de los Deportes y empecé a conocer gente, a ver la lucha de esos deportes menores y todo lo que hacían para poder representar a Uruguay. Y los fui amando. Me fui separando un poco del fútbol, del básquetbol y me quedé con ellos.
Tuvo la oportunidad de cubrir los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004. ¿Qué recuerdos tiene? Fue hermoso porque es la cuna de los juegos. Y poder estar allí y ver todo desde adentro fue grandioso. Tuve un drama, no sé si drama, pero mi hijo tenía menos de un año, estaba dando de mamar y me tenía que decidir. Pensé que tal vez no existiría otra posibilidad, y fue así, porque no he ido a otros Juegos Olímpicos. Me decidí a ir y no estoy arrepentida. Amo a mi hijo y mi hijo me ama, pero siempre me dice: “Me abandonaste por los Juegos Olímpicos”. No me arrepiento y a nivel periodístico creo que debe ser mejor ir a unos Juegos que a un Mundial. Acá tenés toda una gama de deportes y deportistas que es espectacular.
¿Es verdad que su hijo se llama Yevgueni por Yevgueni Káfelnikov, el tenista? En aquella época, el número uno era Yevgueni Káfelnikov. Mi marido es de descendencia eslovena y estaba buscando algo que pegara con el apellido. Yo era fanática de él y estaba: me animo, no me animo, me animo, no me animo. El que me dio el respaldo fue Joselo Damiani, uno de los grandes tenistas de nuestro país. “Animate, ¡ponele Yevgueni!”, me dijo. La prueba que hice fue ver si la hermana lo sabía pronunciar. Si ella lo sabía pronunciar, lo podía pronunciar todo el mundo.
¿Comparte el gusto por los deportes con su esposo? Sí. Incluso cuando hacía la vuelta ciclista iba conmigo, como chofer. Siempre fue muy compañero y me estuvo apoyando para que yo saliera adelante. Si tenía que sacrificar un fin de semana para ir a una pista de atletismo, a una cancha de handball o ir a ver beach volley, él me apoyaba. Sabe de la lucha y todo lo que hacemos nosotros para poder darles difusión.
Siempre fue hincha de Peñarol hasta que un día se hizo fanática de Sud América. ¿Qué pasó? Me hice fanática de Sud América con Julio Ribas, en el año 1994, 1995. Sud América clasificó a la vieja Conmebol, era la Copa Conmebol y cada uno de nosotros, en el diario, cuando hacía fútbol tenía que cubrir un equipo. Me tocó Sud América y Julio Ribas me decía que si venía a cubrir Sud América tenía que ser hincha. Y me hice hincha. Al haber dejado el fútbol, el fanatismo quedó de lado y soy hincha de la IASA.
Le encanta cocinar. ¿Cuáles son sus especialidades? Me encanta cocinar. Antes de la pandemia hacía ñoquis para invitar a mis amigos, cada 29. Con la pandemia me sacaron todo eso y extraño horrible. También hago pizzas, y si llueve hago tortas fritas. Hago todo. Una amiga me dice: “¿De dónde sacás esa fuerza para venir del trabajo y ponerte a amasar?”. Me encanta compartir con amigos, que estén todos felices. Nunca me van a ver con cara triste por más que esté mal. Durante los Juegos Olímpicos estaba hasta la una de la mañana y al día siguiente teníamos que volver a las siete. Yo llegaba con toda la energía y los chiquilines más jóvenes me preguntaban cómo hacía para estar así. Hay que estar feliz, les digo. Yo disfruto lo que hago. No me preguntes de dónde saco fuerza, pero soy feliz.
¿Cuál es su receta? Cuando alguien está con problemas le digo: estás vivo, estás respirando, hay que dar gracias a Dios por esas cosas. Capaz me equivoqué de profesión, a mí me hubiera encantado ser psicóloga. Cuando vine a Montevideo a estudiar periodismo, quería hacer psicología. Pero me dio ese miedo, quizás eso de gente del interior, esas facultades llenas de gente. Era muy joven, no estaba acostumbrada. Pero me encanta poder ayudar a la gente, levantarle el ánimo, llegar con buena onda para que cambie todo. En el colegio siempre hacía de líder, llevaba a chiquilines al campamento, íbamos a los orfanatos, los hogares de ancianos, no sé si fue esa educación que recibí de ayudar. Nunca me vas a ver mal, sin la sonrisa en la cara, siempre voy a tener un chiste, algo para decirte para levantarte el ánimo, para abrazarte. Soy igual a mi madre en ese sentido, siempre un chiste.
Dicen que es la reina del karaoke. La reina del karaoke y la dueña del micrófono. ¡No me lo saquen, eh! Canto más o menos, pero le pongo fuerza. Donde haya un micrófono, lo agarré, empecé a hablar y a animar. No tengo vergüenza para nada. A veces dejo cantar a los demás, a veces.