¿Cómo define el concepto de cambio climático?
Es la consecuencia de haber estado generando más emisiones de gases de efecto invernadero. La actividad humana siempre genera estos gases, pero desde la Revolución Industrial han ido aumentando. Está medido cuántas partes por millón de gases de efecto invernadero hay en la atmósfera, y se han concentrado más. A mayor concentración, la radiación de energía no puede ser liberada fuera y, por lo tanto, es retenida. Cuantas más emisiones de gases de efecto invernadero, más efecto invernadero en sí. Y como la radiación solar no puede salir, la temperatura del planeta está aumentando.
¿Cuánto?
Aumentó 1,1 grados con respecto a la media de la era preindustrial.
¿Es preocupante?
Ese aumento parece poco pero tiene consecuencias. Provoca cambios en el clima.
¿Cómo se revierte?
Al 2030, o sea dentro de ocho años, las emisiones de gases de efecto invernadero en el planeta se deberían reducir a la mitad. Y para 2050 deberíamos llegar a la neutralidad. Estamos con toda la actividad humana consumiendo combustibles, generando residuos. Esa neutralidad no se consigue porque se paren todas las fábricas del mundo o se detengan todos los autos. Tratamos de reducir esas emisiones pero, al mismo tiempo, compensarlas con captura de carbono a través de los árboles o del suelo. Ya hay un camino claro de hacia dónde ir en cuanto a emisiones de gases de efecto invernadero y cuál es la temperatura máxima que se puede alcanzar. Por encima de eso ya habría consecuencias irreversibles: extinción de especies, cambios en el ecosistema que hacen que ya no sea tan flexible o tan elástico el volver a atrás.
¿Alcanzar la neutralidad para 2050 no es una meta un poco utópica?
Es utópica en el sentido de que se necesitan entre tres y cuatro trillones de dólares al año para alcanzarla, o sea que tiene que haber financiamiento. Si los países desarrollados volcaran esos tres o cuatro trillones de dólares a hacer proyectos de reducción de emisiones, de captura de carbono, eso se podría alcanzar. Hoy hay varios fondos de países desarrollados para financiar actividades en otros países. El más grande se llama Fondo Verde de Clima y supuestamente tendría que tener todos los años 100.000 millones de dólares, pero nunca llega. Los países desarrollados hablan mucho de actuar pero al momento de poner el dinero no aparecen. En el caso de Uruguay y la región, somos productores de alimentos. Esa producción es importante para la seguridad alimentaria pero genera emisiones. Entonces hay que tratar de producir más pero con menos emisiones.
¿Cómo se logra eso?
Invirtiendo en tecnología, en conocimiento. Incluso, por ejemplo, en los temas de carne, en mejoramiento genético de los animales para que produzcan menos emisiones. Todo eso lleva tiempo, dinero. Si existiera financiamiento, eso podría acelerarlo. Si depende solo de Uruguay, entonces se hace un poco más difícil poder ir en ese camino. Parece mucha teoría y hay que bajarlo a tierra. ¿Quién va a hacer más producción de carne con menos emisiones? ¿Cómo la vamos a hacer? Va a depender de alguien que invierta, que gaste, que financie alguna actividad. Hay una necesidad de implementar y de ir a la acción. En la COP27, el título era “Juntos por la implementación”, y lo que se hablaba y se escuchaba era que, durante muchos años, se había hecho hincapié en la necesidad de producir, con el Protocolo de Kioto antes, el Acuerdo de París ahora. Pero ya está, basta de hablar, vuelquen recursos, implementemos, hagamos acciones.
Decía que toda la actividad humana produce emisiones de gases de efecto invernadero y eso alimenta el cambio climático. En el mundo, ¿qué prácticas concretas de las industrias y los gobiernos son las que más preocupan por la cantidad de emisiones que generan?
A nivel global, la gran preocupación es el tema de la energía. En la COP27 costó mucho llegar a un acuerdo porque el lobby del petróleo y del gas no quería que se pusiera en el texto de resolución que iba a haber un compromiso de reducir emisiones en derivados de esos recursos naturales. Hay una puja, porque en los países productores de petróleo toda su economía depende de ese producto, entonces quieren seguir explotándolo, y no van a firmar nada que diga “vamos a reducir en el mundo el uso de derivados del petróleo”. La energía es el principal responsable. En la mayoría de los países, las emisiones se deben en 70% u 80% al uso de combustibles fósiles para energía, por el transporte, por la calefacción y algún otro proceso industrial.
En Uruguay, ¿cuáles son las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero?
La ganadería y la agricultura. Acá tenemos un punto muy positivo, que es que tenemos una matriz energética muy renovable, entonces las emisiones en el sector de energía no son importantes. Pero la agricultura, incluyendo la ganadería, representa el 60% de nuestras emisiones.
En una entrevista meses atrás dijo que Uruguay tiene más emisiones de gases que los que captura. ¿Cuáles son las principales causas de esto?
La ganadería es la principal causa. Consumimos nafta, gasoil y fueloil para calderas, pero la matriz energética es con eólica, biomasa y solar. En electricidad en este momento capaz que estamos emitiendo cero. En transporte sí emitimos, pero eso llega a ser relativamente poco si uno lo compara con la agricultura. En el uso del suelo lo que ocurre son capturas de carbono por la forestación, tanto de plantaciones comerciales de eucaliptus o de pinos como bosques nativos. Pero la captura es menor a la emisión en otros sectores, y es la ganadería lo que lleva a emitir más de lo que estamos capturando. Los principales gases de efecto invernadero son el CO2, el metano y el óxido nitroso. El CO2 está en la energía, con la nafta que se quema y va a la atmósfera. Pero al mismo tiempo el árbol captura CO2 por la fotosíntesis. En Uruguay somos neutrales en CO2: hay más captura por fotosíntesis que emisiones. Sin embargo, cuando uno suma el metano o el óxido nitroso, que vienen de la vaca y de la agricultura, ahí ya se desconfigura todo y tenemos más emisiones que captaciones.
¿Hay un interés creciente de los productores agrícolas y ganaderos por pasarse a modelos de producción sustentable y con bajas emisiones?
Sí, hay bastante interés. Yo no puedo dar un termómetro porque me llegan muchísimos, pero no sé qué muestra representan. Sí sé que hace un par de años atrás no se hablaba tanto y hoy grupos de productores, productores individuales, gremiales, asociaciones, quieren charlar y ver qué se puede hacer en temas de carbono. Algunos dan el paso y lo que hacen es medir, porque para empezar hay que saber dónde uno está parado. Medir significa hacer la huella de carbono de la carne o de un establecimiento, saber dónde están las fuentes de las emisiones y cómo se puede hacer para reducirlas. La reducción de la huella de carbono pasa por ser más productivos. Si en la misma superficie produzco más kilos de carne, puedo estar aumentando las emisiones por superficie pero las estoy bajando por kilo de carne producida.
Climit tiene proyectos de generación de créditos de carbono, ¿en qué consisten?
Hay un proyecto muy interesante que se está formando junto con las iniciativas de silvopastoreo, que consiste en plantar árboles para darle sombra y abrigo al ganado. A la vez, esa plantación captura carbono y se transforma en créditos. Yo genero un crédito y alguien me lo compra. El comprador es aquel que midió su huella de carbono, su impacto, trató de reducirlo pero, al final del día, no puede apagar la fábrica y despedir a todo el mundo. Tiene que seguir produciendo, la fábrica está prendida, los autos se tienen que trasladar y quemar combustible. Pero puede comprar créditos de carbono y llegar a la neutralidad, así compensa. Es un mecanismo para financiar al comprador.
¿Cómo se comercializan los créditos?
Hay diferentes mercados o grupos: está el mercado regulado y el mercado voluntario. En el voluntario, la comercialización es entre dos partes. Es lo que se llama ‘sobre el mostrador’ (over the counter, en inglés). Vos y yo nos juntamos, yo tengo créditos, te los doy y vos me das la plata.
Uruguay emitió hace alrededor de un mes su primer bono global de deuda verde por unos US$ 1.500 millones. ¿Qué significa esto para el país?
Fue algo muy novedoso, porque emitió deuda como país y al que compró el bono se le va a pagar una tasa base. Si Uruguay emite menos gases de efecto invernadero por unidad de Producto Bruto Interno (PBI), le está haciendo bien al medio ambiente y por lo tanto tiene un premio: paga menos tasa. El que compró esa deuda aceptó esas condiciones. También puede pasar que a Uruguay no le vaya bien en emisiones y genere más cantidad por unidad de PBI, entonces la tasa aumenta y, cuando se devuelve esa deuda, se paga más cara. ¿Cuánto es el sobrecosto? 4,5 millones de dólares al año. Si a Uruguay le va bien, puede ahorrarse ese monto anual, pero si le va mal tiene que devolver eso extra a los que compraron el bono. Es un mecanismo innovador e inteligente, porque lo que hace es captar nuevos capitales. Eso después puede ser volcado a proyectos de inversión o gasto público relacionado con tecnologías verdes. En la COP, Uruguay fue ejemplo en esto. La ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, participó y contó del caso y todo el mundo paraba la oreja para escuchar, saber más. Y seguramente sea algo que otros países empiecen a incorporar y replicar. Es probable que veamos más emisiones de deuda indexada a indicadores de cambio climático en otros países.
¿Qué reflexiones se llevó de la COP27?
Mi impresión general es que en las COP se vive una situación de mucha ansiedad. Todo el mundo está ahí queriendo llegar a acuerdos pero hay muchos intereses particulares. El lema fue “Juntos por la implementación” y el discurso fue “tenemos que actuar, tenemos que hacer, tenemos que llegar a esa meta”. Pero después en las negociaciones mano a mano son diferentes los intereses. No tienen por qué ser malos y buscar consumir petróleo, pero sí, por ejemplo, pelearse por un fondo único. Uruguay en temas de agricultura negocia en un grupo que es el G77 más China, en el que hay 134 países. Imaginate los intereses que puede haber entre 134 países. La agricultura fue una de las pocas áreas en las que se llegó a una resolución rápida. Hay 31 temas de discusión y lo de agricultura se resolvió el jueves de la segunda semana.
¿Cuál fue la resolución?
Se habló sobre cómo estructurar las acciones que tienen que ver con la mitigación del cambio climático y se resolvió crear una plataforma independiente de las Naciones Unidas, pero vinculada, en la que sean visibles los inversores. Pero todavía falta para que eso se implemente.
¿Cómo evalúa la realidad uruguaya en cuanto al manejo de residuos y el reciclaje, un área en la que también se podría reducir la emisión de gases de efecto invernadero?
Falta, pero estamos bastante mejor que otros. Con los residuos orgánicos, en vez de tirarlos a la basura y que se pudran y generen metano, se puede hacer un compost. Pero, mucho antes que eso, hay que generar conciencia sobre la eficiencia del consumo de comida. Hablamos de seguridad alimentaria, que hay que producir más, pero hay alrededor de un 30% de la comida producida en el mundo que se tira a la basura porque se venció, se pudrió, o la descarté porque no me gustó. Una manzana tiene un lado machucado y la tiro entera. Y si solo gestionáramos eso a lo mejor nos olvidamos del problema de las 80 millones de personas que pasan hambre todos los días.
¿Qué otras cosas, además del compost, puede hacer una persona en su casa para contribuir a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero?
Hay prácticas muy muy pequeñas que capaz que no tienen un impacto grande pero uno mismo tiene que hacerlas, porque la sumatoria de todo ayuda al cambio. Por ejemplo, evitar ir al supermercado y abrir la heladera para empezar a elegir. Es una pavada, no cambia el mundo, pero primero podés mirar el producto y cuando lo elegís abrís la puerta y lo sacás. O en tu casa, que la heladera no permanezca abierta mientras elegís lo que vas a usar. Ser eficientes en nuestras casas, en comprar bien, lo justo para que no se pudran las cosas. Son pavadas, pero es la sumatoria. También hay que tener como foco ser más rentables. Si gasto menos en cada comida que se pudre, obviamente voy a gastar menos en mi casa, en la economía de mi hogar, y además ayudo al planeta. Hay muchas acciones cotidianas.