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Antonio Carrau es el autor de uno de los pañuelos de la casa francesa Hermès

El creativo conversó con Galería, en París, sobre el proceso de realización del pañuelo, su trayectoria y la escena del diseño contemporáneo en Uruguay

Es jueves y es temprano. Le Progrès, clásica brasserie parisina, reúne en su esquina más de 50 sillas que miran hacia la calle. En una de ellas está sentado el uruguayo Antonio Carrau. Con su bigote, una mochila a punto de explotar y una bolsa de papel con algo nuevo dentro, le cuenta a Galería que acaba de llegar a París. “No puedo decir exactamente por qué vine”, advierte ante la primera pregunta. Sí puede contar que vino por Hermès. Esta es su segunda visita a la capital francesa, tres años después de la primera, que también fue por la marca en cuestión. Porque esta historia comienza con un pañuelo. 

Un objeto de deseo. Un pañuelo Hermès es considerado una pieza de colección. Como si de un objeto antiguo, de museo, parte de un patrimonio se tratara, es posible que varios de ellos no salgan de su caja naranja, color de la maison française, una vez comprados. Si lo hacen, debe ser con la excusa de una ocasión muy especial y serán tratados con sumo cuidado y delicadeza. Es más, muchos de ellos son hasta encuadrados y colgados en la casa. 

Pero también hay personas que eligen llevarlos puestos, en la cabeza, sobre los hombros, o van atados en las carteras. Otros abrazan el cuello o la cintura. Incluso pueden llevarse como vestido, pollera, top o bolso, si el tamaño lo permite. Para muchos es el mejor souvenir —si no es el original, puede ser alguna réplica, que abundan en las tiendas turísticas— para llevarse de París. 

Antonio Carrau es referente del diseño contemporáneo uruguayo y es socio del estudio de diseño Atolón de Mororoa, fundado en 2010 por Diego Prestes, Andrés Amodio, Diego Fernández y Zelmar Borrás. Foto: Adrián Echeverriaga Antonio Carrau es referente del diseño contemporáneo uruguayo y es socio del estudio de diseño Atolón de Mororoa, fundado en 2010 por Diego Prestes, Andrés Amodio, Diego Fernández y Zelmar Borrás. Foto: Adrián Echeverriaga

En esos escasos centímetros cuadrados, que van desde los 45 a los 140, se aglomeran caballos, estribos, monturas, cascos de equitación, riendas, jinetes, saltos, carruajes, ruedas y herraduras. Siendo fiel al característico respeto francés por el pasado y las tradiciones, la marca devela, con la mayoría de sus diseños, el amor por sus orígenes. El franco-alemán Thierry Hermés (1801-1878), fundador de la marca, era fabricante de accesorios ecuestres. La excelencia que manejaba era tal, ya desde su primer taller parisino fundado en 1837, que se le reconoció con un premio en la Exposición Universal de 1867. Con el tiempo, y ya con una tienda abierta al público, Hermès comenzó a vender también accesorios de viaje. Y en 1937 llegan a la escena los pañuelos, hoy emblemáticos de la moda francesa. Hechos en su fábrica de Lyon, dedicada exclusivamente a la producción de pañuelos, son 100% de seda y sus costuras están hechas a mano. 

Pero más allá de sus cualidades textiles, representan un entramado de tradición, historia y diseño, en el que hace unos meses intervinieron un par de manos uruguayas. 

En busca de contemporaneidad y un diseño menos clásico, la marca quiso tener a Antonio Carrau en su equipo. El diseñador gráfico independiente de 34 años y socio, junto con los también uruguayos Diego Prestes, Andrés Amodio, Diego Fernández y Zelmar Borrás, del estudio de diseño Atolón de Mororoa, se encargó de diseñar uno de los pañuelos de la colección primavera-verano 2023. Son seis las variaciones, de distintos colores y uno de ellos en tela plisada, de un ramo de 12 flores que parecen querer escapar de su florero y del pañuelo mismo. Antonio introdujo así el arte uruguayo, o a las Flores del este, como la casa eligió nombrar al pañuelo, al universo Hermès. 

<em> Flores del este es el pañuelo diseñado por Antonio Carrau para la colección el pañuelo tiene seis variaciones de colores, está hecho 100% en seda primavera-verano 23 de Hermès. Foto: © Hermès 2023. Todos los derechos reservados</em>Flores del este es el pañuelo diseñado por Antonio Carrau para la colección el pañuelo tiene seis variaciones de colores, está hecho 100% en seda primavera-verano 23 de Hermès. Foto: © Hermès 2023. Todos los derechos reservados
<em>Son seis las variaciones del pañuelo Flores del Este y una de ellas es de seda plisada. </em><em>Foto: © Hermès 2023. Todos los derechos reservados</em>Son seis las variaciones del pañuelo Flores del Este y una de ellas es de seda plisada. Foto: © Hermès 2023. Todos los derechos reservados
<em>Foto: © Hermès 2023. Todos los derechos reservados</em>Foto: © Hermès 2023. Todos los derechos reservados

Pero Antonio tuvo que perder para ganar. En marzo de 2019 la marca francesa había abierto un concurso en el que Carrau había quedado entre los 11 finalistas que fueron invitados a París en noviembre de ese mismo año. Unos meses después del viaje, cada finalista presentó el diseño final para un pañuelo. “Era el único latino”, dice Antonio. Con el objetivo de conocer el mundo Hermès, su savoir-faire y valores, la marca llevó a los finalistas a sus oficinas parisinas, a su fábrica de Lyon y hasta les mostró la colección privada Émile Hermès (1871-1951), nombrada así por el nieto de Thierry. La colección recorre la historia de Francia con objetos de todo tipo, pero especialmente ecuestres y de viaje. Se encuentran monturas hechas por Thierry y hasta un baúl de viaje de Napoleón III. “Es una demencia”, comenta el diseñador. “Ahí nos contaron que la mayoría de los pañuelos están inspirados en objetos de esa colección”. 

<em> Antonio Carrau. Foto: Adrián Echeverriaga</em>Antonio Carrau. Foto: Adrián Echeverriaga

¿Es ese el caso del diseño que presentaste al concurso? 

No, no tuvo ninguna inspiración en particular. Los pañuelos de Hermès son superrealistas y detallados, lo mío es más roto. No busco la perfección sino la abstracción de los objetos. Al principio, cuando Carolina Curbelo (autora del blog Mirá mamá) me mostró el concurso que abría Hermès, pensé que no les iba a gustar mi trabajo. Pero me postulé igual con mi estilo. No quería forzar algo con lo que no me identifico con tal de quedar seleccionado. Si uno quiere encajar para gustarles a otros, por ahí por un tiempo funciona, pero después uno queda inconforme porque no es algo propio. 

¿Ese diseño es el que hoy está en el pañuelo en venta?

No, perdí el concurso (ríe). Pero en la misma reunión en la que me avisaron eso, que fue a distancia y a principios de 2020, me dijeron que querían trabajar conmigo de todas formas. Me propusieron hacer un diseño inspirado en uno que yo tenía publicado en Instagram. También me explicaron por qué perdí: el diseño les pareció muy Matisse. Acepté su propuesta y estuvimos en un ida y vuelta, desde mayo hasta diciembre de ese año. Cuando quedó el diseño definitivo, que lo hice a mano en collage, en 90 × 90, tamaño de un pañuelo estándar, lo mandé a París. Para el concurso hice lo mismo. Creo que por eso quisieron laburar conmigo, les gustó mucho que haya mandado una pieza física, algo que podían ver, tocar y que lo haya hecho a mano.

<em> El diseño que Carrau presentó al concurso no fue el ganador. Aún así, Hermès quiso trabajar con el en otro proyecto. Foto: Antonio Carrau </em>El diseño que Carrau presentó al concurso no fue el ganador. Aún así, Hermès quiso trabajar con el en otro proyecto. Foto: Antonio Carrau 

¿Te sentís más identificado con el trabajo manual que con el digital?

Aprendí herramientas digitales de diseño, pero también siempre me interesó lo plástico. Ese mundo entre lo analógico y lo digital es donde me encuentro. En general, trabajo a mano, luego lo escaneo y vendo el diseño de manera digital. La pantalla me parece una mierda. Haciendo las cosas a mano pasan cosas que en lo digital no. Al revés también, pero creo que lo otro es especial. También me gusta que al hacer algo a mano, me muevo más. Estoy parado, voy a buscar algo, pego algo acá, algo allá, me canso. Con la computadora no me muevo.

¿Qué inspiración esconde el segundo diseño?

Cada pañuelo de Hermès tiene un poco de historia. Eso me gusta mucho. El diseño de este pañuelo es resultado de mi exploración con el diseño digital, de cuando hice pañuelos hace un tiempo. 

<em> Todos los pañuelos de la marca francesa Hermès son 100% de seda, incluidos los diseñados por el uruguayo. Foto: © Hermès 2023. Todos los derechos reservados</em>Todos los pañuelos de la marca francesa Hermès son 100% de seda, incluidos los diseñados por el uruguayo. Foto: © Hermès 2023. Todos los derechos reservados
<em>Mientras que el tamaño estándar de un pañuelo es de 90x90cm, los diseñador por Carrau son de 140x140. Foto: © Hermès 2023. Todos los derechos reservados</em>Mientras que el tamaño estándar de un pañuelo es de 90x90cm, los diseñador por Carrau son de 140x140. Foto: © Hermès 2023. Todos los derechos reservados

Hiciste tus propios pañuelos en 2017. ¿Ya te interesaba trabajar con la moda?

Siempre tengo imágenes en la cabeza de cosas que veo o se me ocurren, y me quedan guardadas. Me gusta agarrarlas y hacer algo con ellas. Con los pañuelos pasó eso. Si no hago nada con eso que tengo en mente, las cosas quedan ahí y me cuesta pasar a la siguiente idea. Quería probar, experimentar en tela y sacarme las ganas de hacerlo. Elegí hacer un pañuelo porque es algo práctico y no requiere de mucha inversión. Una camisa, por ejemplo, no tendría ni idea de cómo trabajarla. En otra vuelta trabajé con (la marca de ropa) Pastiche, haciendo la estampa de unos trajes de baño. Esas fueron las únicas veces, antes de Hermès, en las que trabajé en moda. No es mucho mi tema. 

<em> El diseñador trabaja a mano y con papel glacé, luego escanea los diseños para trabajarlos en la computadora. Foto: Antonio Carrau</em>El diseñador trabaja a mano y con papel glacé, luego escanea los diseños para trabajarlos en la computadora. Foto: Antonio Carrau
<em>Los colores brillantes y los contrastes caracterizan el trabajo del creativo. Foto: Antonio Carrau</em>Los colores brillantes y los contrastes caracterizan el trabajo del creativo. Foto: Antonio Carrau

¿Qué se siente trabajar para una marca tan grande y reconocida? 

Te puede traer muchos beneficios económicos y de exposición. Pero creo que lo más importante es que sea duradero y que el trato sea bueno. Con Hermès siempre me impresionó lo humano del trato, teniendo en cuenta que es una marca gigante. Saben lo que quieren, pero también quieren trabajar con personas que propongan. Al fin del día todo se mide en dinero, pero noto que tienen toda un área de experimentación. Invierten en tecnologías nuevas para probar distintas maneras de trabajo. Eso es estar un paso más adelante. Más allá de que una marca sea grande o chica, lo más importante es que haya confianza mutua. Que el cliente delegue y no mandonee.

¿Qué tanta libertad tenés a la hora de diseñar para un cliente?

Es libre pero no. En el caso de Hermès, hay cosas que quieren y cosas que no. Trabajar para un cliente te limita pero son las limitantes lo que te fortalece. 

<em> Foto: Antonio Carrau</em>Foto: Antonio Carrau

¿Cómo ves la escena del diseño gráfico en Uruguay?

En Uruguay todo es lento. Cada tanto aparece alguien que la detona, que tiene una voz, estilo y búsqueda particular. En general se van del país, como el dúo de Manuel Puig y Maite García Argul (fundadores del estudio Gabinete Exquisito, radicados en Mallorca). Pero, en comparación con otros países, está muerta. Cuando recibimos portfolios de gente que quiere hacer una pasantía en el estudio, los de los extranjeros, en general, son superiores. 

¿A qué cree que se debe eso?

A lo académico. En Europa las universidades son tremendas y los que dan clases seguramente son diseñadores gráficos ellos mismos. Seguramente también son reconocidos en el rubro. Lo mismo puede pasar con otras áreas. No es lo mismo que te dé clases de moda alguien que trabaja en Hermés o Gucci, que alguien que no está ni metido en la escena a la que le interesa el estudiante. En Uruguay, generalmente hablando y cuando yo estudié, casi ninguno de los que daba las materias más importantes estaba en la escena del diseño contemporáneo. Es lo que debería cambiar para que la cosa despegue. Tiene que haber un equilibrio entre los profesores académicos y los que hoy la rompen en el diseño. 

<em> Foto: Antonio Carrau</em>Foto: Antonio Carrau

¿Estudiaste diseño?

Siempre dibujé y en el liceo siempre tuve cierto interés por esa materia. A los 18 hice la típica que alguien hace cuando no sabe qué estudiar: anotarse en Administración de Empresas. Al año y medio me fui. Capaz que tuve que haber estudiado Bellas Artes. Acá en París creo que hay mucha más gente que lo estudia, muchas más galerías y museos, entonces debe haber más oportunidades de trabajo en esa área. En Uruguay no hay oportunidades en ese rubro. Ponele que hay tres galerías con peso. Y además, lo que más se ve es siempre Torres García y varios antiguos más. Si sos joven creo que no tenés mucha chance. Después estudié Diseño Gráfico, pero no terminé la carrera. 

<em> Foto: Antonio Carrau</em>Foto: Antonio Carrau

¿Cómo pasaste de estudiar Administración de Empresas a estudiar diseño gráfico?

Me gustaban las artes plásticas. No sabía qué era exactamente diseño gráfico, pero estudiando eso tenía una oportunidad laboral más real que Bellas Artes. Para el ojo de mis padres también era mejor. En aquel entonces, hace 15 años aproximadamente, no había tanta gente recibida de diseño gráfico, no tantos vivían de eso. Hoy eso cambió. Cuando yo estaba estudiando surgió la primera ola de estudios jóvenes independientes, como Bruster y Atolón de Mororoa, al que luego me uní yo. Fue esa ola de diseñadores que empezó a estudiar diseño con computadora y, más adelante, a aparecer en revistas internacionales. Ahora hay un montón de estudios, que siempre son de dos o tres personas, y que se separan de las agencias, porque te sacan tiempo y te hacen hacer laburos de mierda. 

<em> Foto: Antonio Carrau</em>Foto: Antonio Carrau

¿Qué importancia tienen los estudios de diseño independiente en la escena creativa?

Fue algo inédito en Uruguay cuando los Diego, Andrés y Zelmar fundaron Atolón en 2010. Este estudio y Bruster marcaron un punto de inflexión en el diseño contemporáneo uruguayo. Eran los que a mí me llamaban la atención cuando era estudiante. En 2015 me postulé como pasante en Atolón, pero no quedé. Igual que con Hermès. Esta nota se podría llamar Siempre perdiendo (ríe). A los días del anuncio, me llamaron diciendo que el que había quedado no aceptó el trabajo y que yo era el segundo en la línea. Así entré y, al tiempo, terminé siendo socio de los fundadores. Estos son estudios chicos, en general fundados por jóvenes a los que les interesa el trabajo experimental, de calidad. Fomentan el desarrollo porque, por ejemplo, logran tener reconocimiento afuera. Eso levanta la vara. Al tener más exposición, más público, ven lo que es un buen trabajo y así se van entrenando. Van aprendiendo lo que es bueno y lo que es malo. En Estados Unidos o en Europa pueden tener una riqueza visual mucho más grande que el promedio en Uruguay, eso pasa porque hace años que tienen buen diseño. También contribuye al mundo del diseño porque, al ser un país en el que todo es muy cercano, los estudiantes pueden ir a conocer estos estudios y tener la oportunidad de trabajar ahí. 

<em> Foto: Antonio Carrau</em>Foto: Antonio Carrau

Estás por presentar un libro con todos tus trabajos. ¿Qué significa para un diseñador contar con su propio libro?

La editorial portuguesa Stolen Books me escribió para ver si me interesaba sacar un libro con ellos. No me especificaron qué tipo de publicación, estaban abiertos a lo que yo quisiera proponer. Como no tengo ninguna publicación con mis trabajos, quise hacerloy lo estoy diseñando yo mismo. El libro no solo va a ser una recopilación de mis laburos, sino también de varias otras cosas que suman y nunca mostré, como fotografías y bocetos. Estoy contento de que vaya a salir, pero no sé si es importante tener un libro o no hoy en día. Es un tema más de preferencia personal. Las cosas impresas me gustan, es la forma en la que se materializan. También es una experiencia distinta la de ver el laburo ordenado en un libro que verlo en una web. Además, todo lo que haga que el laburo llegue a más gente es positivo.