Nombre: Bruno Cetraro • Edad: 23 • Ocupación: remero • Señas particulares: su apodo de chico era Eléctrico, le gusta jugar al Call Of Duty, un paro le permitió iniciar la carrera universitaria.
Nombre: Bruno Cetraro • Edad: 23 • Ocupación: remero • Señas particulares: su apodo de chico era Eléctrico, le gusta jugar al Call Of Duty, un paro le permitió iniciar la carrera universitaria.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá¿Se puede decir que este fue su mejor año? Sí, en todo. En lo deportivo, en mayo corrí cuatro y gané cuatro regatas en el Sudamericano de Remo correspondiente a 2020, en Río de Janeiro, que además era clasificatorio para los Juegos Olímpicos de Tokio. Luego se logró el sexto puesto en los JJOO, que fue un sueño. Y ahora estuve en el Sudamericano en Paraguay, sí correspondiente a este año, donde conseguí cuatro medallas de oro más y otras dos de plata. En total, tengo 10 medallas sudamericanas de oro. Soy el uruguayo con más medallas de oro continentales. Y en lo personal, me recibí de licenciado en Imagenología, lo que me da tranquilidad para el futuro.
Y también se puso de novio con una colega, nacida en Canadá, Nicole Yarzón. Sí, también... a principios de año.
¿Y ella compite por Uruguay debido a usted o porque le gustó el país? No, ella ya había competido por Uruguay en 2019. El año pasado decidió radicarse acá. Y en este año se dieron las cosas...
Si le nombro la dupla Rodolfo Collazo-Javier García, ¿qué significa? Fue la dupla que motivó a mi padre a que me probara en remo. Habían logrado la mejor posición para Uruguay en una Olimpíada, la 2008. Fueron un ejemplo a seguir.
¿De chico lo apodaban el Eléctrico? - Sí, me lo pusieron en el Rowing (Club), tenía energía a patadas, corría por las paredes. Siempre me mandaban a hacer algo, terminaba y pedía para hacer más. Venía al club a los dos de la tarde y me volvía a los ocho. Antes o después del remo jugaba al fútbol o básquetbol. Estaba en el club todos los días, rompiendo las bolas.
¿Qué se le dio por estudiar Imagenología? Comencé en 2016. Ese año quería clasificar en febrero al Preolímpico de Remo, que era en marzo, y me había desentendido de la facultad. El mismo día que quedé afuera, me vine de Mercedes (donde competía) a Montevideo a anotarme y se habían llenado los cupos en todos lados. En la EUTM (Escuela Universitaria de Tecnología Médica) estaban Fisioterapia e Imagenología disponible. Me decidí por esta porque había mucha matemática y física, que a mí me gustaban mucho. Pero llegué el último día para anotarme y no tenía el pase del liceo. Menos mal que ese día hubo paro y alargaron un día más la inscripción. Luego tuve que hacer la prueba de ingreso sin haber estudiado mucho. Al final había 95 cupos y yo no me encontraba en la lista: ¡estaba en el puesto 92! Si no entraba, me tomaba un año sabático. Por ahora el título está en stand by; quedará para cuando me retire de la práctica activa.
¿Cómo está lo de ir a Europa? Con Felipe (Klüver) y la Federación (de Remo) hablamos de mantenernos con las becas en Europa entrenando con los mejores. Yo tengo una beca militar por la Armada y Felipe una de la Intendencia de Soriano. Estamos buscando la Beca de Solidaridad Olímpica.
¿Adónde irían? A Sevilla. Allá entrenan casi todas las selecciones de Europa en el invierno del norte. Y en verano son las competencias.
Es familiero, ¿bancaría estar lejos? Tengo mucho cariño por la familia pero también tengo mis sueños personales. Mi padre es militar y estuvo mucho tiempo afuera en misiones de paz, algo que le servía económicamente a la familia. Nada es gratis en la vida.
¿Cuánto entrena por día? Yo vivo en Cordón y voy al lago Calcagno en bicicleta, ahí hago 30 kilómetros en el agua, corro durante hora y media, luego pesas en el club... Entre seis a ocho horas diarias.
Con Felipe son dupla hace dos años. ¿Son amigos? Ya es un hermano para mí. Cuando ves que la dupla anda, empezás a compartir entrenamientos, viajes, mucho. Ya hay confianza plena. Es más que un amigo. Hay trato entre las familias.
¿Qué es lo más raro que vio en Japón? No tuve mucho para ver. Lo único que me llamó la atención eran los autos. Eran casi todos cuadrados, como cajas de zapatos.
¿Le duele la situación del Rowing? Sí, yo crecí ahí, quiero al club, a los socios. No quiero que desaparezca, sería como que me arrebaten la casa. No puede ser que un club con tanta historia desaparezca. Quizá desde mi posición, con mis logros, pueda resaltar más y no decaer. Son jodidas tantas mudanzas. En 2002 se tuvo que ir del Puerto para donde está ahora, veinte años después (otra vez por obras en el Puerto) de nuevo...
Si tuviera un día libre, sin entrenar, ¿qué haría? Casi nunca tengo un día sin entrenar porque el cuerpo se achancha. Las vacaciones son activas: salís a correr, hacés bicicleta, nadar, pesas... No harás seis horas pero sí una o dos, porque el cuerpo te lo pide. Quizá dormiría hasta más tarde.
Siempre habla de ganar o aprender. ¿No conjuga el verbo perder? Es que siempre hay algo para aprender. Si perdés, te enojás, te olvidás y seguís perdiendo. Pero si aprendés te queda en la memoria, ves por qué perdiste: si por falta de entrenamiento o preparación, si fue por un error técnico o si pifiaste la estrategia. El hombre que deja de aprender está frito; si no aprendés, te estancás. Ojo, me enoja mucho perder, me pasó en Paraguay al quedar segundo en single pesado...
¡Ya se enoja por un segundo puesto! ¡Obvio! Yo quiero ganar, por eso me rompo el lomo todos los días.
¿Es cierto que un socio del Rowing compró los lentes con los que compitió en Japón? Sí. Desde chico tengo el sueño de ser medallista olímpico y campeón del mundo; no voy a parar hasta lograrlo. En 2012 había visto a Rodo (Collazo) y a Mestre (Emiliano Dumestre) compitiendo en los Juegos de Londres. En el club le comenté a un socio por los lentes que ellos usaban, unos Oakley. Me dijo que si clasificaba a un Juego me los compraba. Y así fue.
¿Cómo se ve en 2024? Me veo con todo. Para eso planeo mi futuro. Quiero esa medalla olímpica y la voy a lograr.