Fueron extraordinarios atletas, temidos rivales, idolatrados y con todas las condiciones requeridas; sin embargo, apenas pudieron rozar la cima en lo suyo.
Fueron extraordinarios atletas, temidos rivales, idolatrados y con todas las condiciones requeridas; sin embargo, apenas pudieron rozar la cima en lo suyo.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl 18 de noviembre pasado murió en un hospital cordobés el exboxeador argentino Juan Domingo Martillo Roldán. Tenía 63 años y estaba infectado por Covid-19, agravado por su hipertensión, diabetes y obesidad. El mundo deportivo argentino quedó conmovido: se trataba del púgil que había sido el más popular de la década de 1980, en un país con una gran cultura boxística. Y lo fue sin llegar a ser jamás campeón del mundo.
Martillo, apodado así por la potencia de sus puños (47 de sus 67 victorias fueron por nocaut), fue el boxeador con más presencia en la mítica revista argentina El Gráfico en esa década, incluso por encima de compatriotas colegas que sí se pudieron colgar el cinturón de campeón, como Falucho Laciar, Ubby Sacco o Látigo Coggi. La razón podía ser que Roldán era el mimado del promotor Juan Carlos Lectoure, el mandamás del Luna Park, un hombre de íntima relación con esa publicación deportiva. Pero también porque era el eterno candidato a monarca de los medianos: siendo retador, perdió por el título mundial contra Marvin Hagler (1984), Thomas Hearns (1987) y Michael Nunn (1988). Fueron tres oportunidades no aprovechadas en cuatro años, hasta que su estrella se apagó.
A diferencia de muchos otros boxeadores, Roldán abajo del ring era un tipo afable, querido y querible que no dilapidó los dólares que hizo como profesional. Le quedó el estigma sí de no haber llegado a lo máximo, pese a tener todas las condiciones para ello. Alguna vez reconoció que quizá no tenía lo que llamó "corazón de campeón". Quizá fue falta de suerte. Quizá fue el tiempo equivocado o el lugar equivocado. Pero el mundo del deporte está lleno de grandes leyendas que, pese a sus talentos incuestionables y sus méritos incontrastables, pese a contar con el favor de las multitudes, nunca llegaron a la cima. Quizás a ellos les haya quedado de consuelo la célebre frase de Jorge Luis Borges: "La derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece". Cierto también es que al gran escritor argentino los deportes no lo conmovían.
Stirling Moss
Sir Stirling Moss, piloto inglés, murió el 12 de abril de 2020 a los 90 años. Falleció siendo una leyenda del automovilismo de todos los tiempos. Casi se puede decir que fue un pionero de la Fórmula 1, ya que comenzó a correr en esas pistas luego de su segunda temporada, la de 1951; corrió durante 67 grandes premios en 11 temporadas, obtuvo 16 victorias, se subió a 24 podios, consiguió 16 poles y 19 récords de vuelta. Estos son tremendos números, sobre todo considerando los años iniciales de la máxima categoría. No por nada lo contrataron escuderías como Maserati, Mercedes Benz o Cooper.
Sin embargo, no le dio para alcanzar el título de campeón. Logró cuatro subcampeonatos consecutivos entre 1955 y 1958, y tres terceros puestos seguidos en el campeonato entre 1959 y 1961. Juan Manuel Fangio y Jack Brahman lo frustraron en sus intentos. Para el mundo de la F1 fue el mayor "campeón sin corona", con un estilo y elegancia eminentemente británicos. Un accidente en una carrera no oficial, en 1962, le sacó las ganas de seguir corriendo. Es el piloto con más victorias en la Fórmula 1 sin haber ganado un título; incluso varios colegas lograron salir campeones habiendo visto mucho menos la bandera a cuadros, como el propio Brahman o Keijo Rosberg (que pese a solo ganar cinco carreras en 128 grandes premios, ganó el título en 1982).
Efim Geller
Mihail Botvinnik, Vasily Smyslov, Tigran Petrossian y Bobby Fischer fueron todos campeones del mundo de ajedrez. Contra todos ellos, el ucraniano Efim Geller, nacido el 2 de marzo de 1925, tenía más partidos ganados que perdidos. Mihail Tal, Max Euwe y Anatoly Karpov también fueron los monarcas del juego ciencia. Geller, quien nació en la Unión Soviética y falleció en Rusia a los 73 años, aguantó la toma contra todos ellos, ganando y perdiendo en cantidades iguales.
Pero más allá de eso, Geller -que ganó todos los títulos importantes del ajedrez menos justamente el Campeonato Mundial- tenía un juego muy atractivo de ataque que contribuyó a atraer público al ajedrez, al mismo tiempo que revitalizó la llamada "defensa india". Era completo, pero la suerte no lo ayudó: seis veces jugó las eliminatorias para el título y ahí, justamente, ocurrieron la mayoría de sus derrotas ante otros grandes maestros como él.
Karl Malone
Quienes se engancharon con la serie The Last Dance el año pasado tienen presente este nombre. Los fanáticos de la NBA conocen pelo y señal sobre él. Karl Malone, nacido en Luisiana, Estados Unidos, el 24 de julio de 1963, fue uno de los mejores ala-pivote de la historia. Basta decir que es el segundo mayor anotador de la historia de la principal liga de básquetbol del mundo (36.928 puntos), que estuvo seleccionado en el equipo ideal de la competencia 11 veces, que jugó 14 veces en el prestigioso All-Star Game (en las 19 temporadas que jugó), que con su selección ganó dos oros olímpicos y que en dos ocasiones (1997 y 1999) fue elegido como Most Valuable Player (el mejor jugador) de la temporada regular. En las afueras del estadio Energy Solutions Arena de Salt Lake City, donde es local el equipo en el que jugó casi toda su carrera, el Utah Jazz, se levantó una estatua de bronce suya de tamaño natural. Esa franquicia retiró el número con el que jugaba, el 32.
Pero siempre hay un pero. Y en el caso suyo es que tamaños números jamás se vieron premiados con un anillo de la NBA. Dos veces llegó a las finales, en 1997 y 1998, y en las dos veces perdieron contra los Chicago Bulls de Michael Jordan. De hecho, Malone fue bastante criticado por no haber podido superar la áspera marca de Dennis Rodman. Es muy difícil que en un deporte colectivo el rótulo de "campeón sin corona" caiga en un solo jugador; pero en este caso, de él se esperaba más que de nadie.
Nancy Kerrigan
Esta patinadora artística sobre hielo no llegó a subirse al punto más alto del podio en una competencia mundial, pero ganó algo mucho más importante: ponerse a la gente y a la verdad de su lado. Nacida en Massachusetts el 13 de octubre de 1969 en un hogar modesto, sorprendió al mundo cuando siendo una desconocida logró una medalla de bronce en el Mundial de 1991 en Múnich, Alemania. Al año siguiente mejoró sus marcas, logrando un bronce en los Juegos Olímpicos de Invierno de Albertville y una plata en el Mundial de Oakland. Para 1993 ganó la competencia nacional de Estados Unidos; el futuro se adivinaba venturoso.
"¿Por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?". El grito desgarrador quedó registrado en las cámaras que filmaban el entrenamiento en el Cobo Arena de Detroit, el 6 de enero de 1994, con miras a los Juegos Olímpicos de Invierno que albergaría Lillehammer, Noruega, ese mismo año (única vez que se celebró dos años después que una anterior edición). Un hombre la había atacado con un bastón de policía en una de sus piernas. Luego se supo que el asaltante había sido contratado por el marido de Tonya Harding, la considerada su mayor rival. Tras una recuperación y entrenamiento intensivos, con el público definitivamente de su lado, Kerrigan logró participar de tan magna cita y conseguir una nueva medalla de plata, que valió más que cualquier triunfo. Harding logró un modesto octavo lugar y, posteriormente, intentó carrera en el boxeo femenino, marginada para siempre del patinaje artístico.
Earnie Shavers
Con sobrenombres como el Destructor Negro o el Pegador del Siglo, Earnie Shavers fue considerado durante su período activo el boxeador de peso completo con el piñazo más fuerte de todo el mundo. Nacido el 31 de agosto de 1945 en Alabama, ganó 74 peleas, de las cuales 68 (91%) fueron por nocaut. Lástima para él, su actividad transcurrió entre 1969 y 1983, por lo que coincidió en el tiempo con Muhammad Alí, Joe Frazier, George Foreman, Ken Norton y Larry Holmes.
Pelear con él era temible: obtuvo 27 nocauts consecutivos, 21 de ellos en el primer round. Campeón nacional amateur, llegaron sus chances en el profesionalismo. Como suele ocurrir con los boxeadores que confían ante todo en la fuerza de sus puños, cuando se enfrentan ante un rival cerebral y calculador, sufren. Así le fue a Shavers ante Alí en setiembre de 1977, cuando fue retador del título: el legendario campeón del mundo venció por puntos en definición unánime. Luego Alí diría que fue el boxeador que más fuerte le pegó. Shavers tendría una nueva chance en 1979 ante Larry Holmes: pese a que lo mandaría a la lona en el séptimo round, finalmente fue noqueado en el undécimo. Holmes, como su antecesor, diría que de este campeón sin corona recibió la piña más fuerte de su carrera. Valdrá como consuelo.
Raymond Poulidor
El francés Raymond Poulidor, alias Poupou (Pupú), nacido el 15 de abril de 1936, fue el ciclista más popular de Francia prácticamente desde su primer Tour de France, en 1962. Su simpatía, su coraje de correr aún lesionado, su origen rural y su fidelidad a un mismo club (Mercier), lo volvió un favorito del público en un país donde este deporte es una tremenda pasión, aun en detrimento de luminarias como su compatriota Jacques Anquetil y el belga Eddy Merckx. También puede influir que el público siempre suele tener un lugar en su corazón para el que muere en la orilla: fue tres veces segundo y cinco veces tercero de la principal prueba ciclista del mundo. Más aún: ni siquiera vistió nunca la malla amarilla, correspondiente al líder de la clasificación general.
Poupou era, más allá de su mala suerte en el Tour de France, un gran ciclista. De hecho, su mayor logro fue el triunfo en la Vuelta de España, la tercera carrera de más prestigio de Europa luego de la de su país natal y el Giro de Italia. "El eterno segundo", como se le llamó en algún momento, pensó que esta podría ser una causa de su popularidad: "Si hubiera ganado, creo que no se hablaría tanto de mí", aseguró.
Leroy Burrell
Lograr el récord mundial de los 100 metros llanos y convertirse en el hombre más rápido del planeta basta y sobra para entrar en la historia; hacerlo dos veces, mucho más. Esto lo protagonizó un hijo de Filadelfia llamado Leroy Burrell. Tenía 24 años cuando, en junio de 1991, clavó los relojes en 9,90 segundos en el Campeonato de Atletismo de Estados Unidos, bajando en dos centésimas el récord de Carl Lewis. Esto automáticamente lo convertía en el favorito para el Mundial de Atletismo, que se disputaba en agosto de ese año en Japón. Ahí Burrell mejoró todavía su tiempo (9,88), pero debió conformarse con la plata porque Lewis confirmó por qué se le llamaba "el hijo del viento" y marcó 9,86.
Corrió en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 sin tener una destacada actuación. En julio de 1994, en una reunión atlética en Lausana, Suiza, resurgió como el ave fénix y consiguió una plusmarca de 9,85. Pero en los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, el oro y el récord fueron para el canadiense Donovan Bailey (9,84). Burrell, que a lo largo de su carrera dio la ventaja de ser ciego del ojo derecho (lo que le impedía ver a los rivales de ese lado), se retiró finalmente en 1998, sin subirse a lo más alto del podio en ningún torneo internacional importante.
Patty Schnyder
Según las estadísticas de la Women Tennis Association (WTA), esta suiza es la cuarta tenista profesional con más partidos en su historia (1099) y la duodécima con más victorias (669). Tuvo un largo peregrinaje raqueta en mano, iniciado en 1994 y terminado en 2015, con un breve regreso en 2018, a los 39 años. Nunca perdió ante la alemana Steffi Graff y terminó con saldo positivo frente a su compatriota Martina Hingis. Le ganó también a casi todas las grandes: Arantxa Sánchez Vicario, Amélie Mauresmo, Maria Sharapova, Serena Williams y Lindsay Davenport, entre otras. Obtuvo 11 títulos, llegó al puesto número 7 del ranking en 2005 y ganó más de 8,5 millones de dólares en premios. Pero no ganó ningún título importante.
De hecho, de todas las jugadores de tenis de la historia moderna, es la que tiene más triunfos sin haber ganado ninguno de los Grand Slam (Wimbledon, Roland Garros, Australia y Estados Unidos). Resultó finalmente ser un ejemplo: en 2018, a los 39 años y 269 días, contra todas las leyes de la biología deportiva, logró clasificarse al cuadro final del US Open desde las rondas clasificatorias. Eso vale tanto como un número 1 en el ranking.