Para Murphy, se trató del mayor desafío de su carrera. Tras el estreno
mundial en julio, la crítica en general coincidió en que fue “el papel de su
vida”. La principal razón quizás sea que en pantalla nadie vio realmente a
Cillian, sino a una persona delgada, de movimientos algo nerviosos, voz suave y
cautivadora y una capacidad asombrosa de transmitir emociones contradictorias a
través de mínimos cambios en su expresión.
AFP, PATRICK T. FALLON
Qué hubiera sido de Oppenheimer sin Cillian Murphy, nadie lo sabe.
Con Cillian, la película hizo historia. El 10 de marzo, con 47 años y 27 de
carrera, Murphy ganó el Oscar a Mejor actor; fue el primer irlandés en
levantar esta estatuilla. Y la película se terminó llevando en total siete
premios, entre ellos Mejor director, fotografía, actor de reparto para Robert
Downey y Mejor película.
La mirada de un genio. En setiembre
de 2021, inmediatamente después del “sí, acepto”, Nolan viajó a Dublín y le dio
a Murphy el guion de 197 páginas en papel rojo, a prueba de fotocopias. Esa
misma noche el irlandés se puso a trabajar.
Ya en las primeras páginas del guion sintió la presión de lo que se le
venía. Estaba escrito en primera persona, algo que jamás había visto en sus
décadas de carrera. “Ahí supe lo que Nolan demandaría de mí”, dijo
entonces.
Un guion escrito en ese formato, según Nolan, le daría la pauta al
protagonista de lo que se requeriría de él. El mundo interior de Oppenheimer
no se daría a conocer tanto a través de diálogos como mediante los sutiles
cambios en sus expresiones faciales y el lenguaje de su silueta de apariencia
consumida.
Entonces, más que aprender sobre su historia, había que entenderlo,
sumergirse hasta lo más profundo de su esencia, un trabajo que empezó desde el
día uno en aquel cuarto de hotel en Dublín y se extendió durante los
siguientes cinco meses previos al rodaje, que duró otros 57 días, hasta mayo
de 2022.
Uno de los primeros pasos fue someterse a una estricta dieta que casi se
le fue de las manos, según admitió a The Guardian. “Te volvés
competitivo contigo mismo de una manera que no es sana. No lo recomiendo”, dijo
sobre su obsesión por verse y sentirse como el científico, que vivía entre
cigarros (murió de cáncer de garganta en 1967) y martinis.
Oppenheimer
Sus compañeros de elenco no daban crédito. Mientras Matt Damon, Emily
Blunt y compañía solían relajarse con algún café o cena posrodaje, nadie veía
al actor hasta el día siguiente, quien tras el rodaje se encerraba en el cuarto
para preservar su energía y silueta.
Blunt, que
encarna a Kitty, la esposa de Oppenheimer, dijo a GQ que si bien a
Murphy “le encanta una fiesta”, cuando trabaja se enfoca tanto que deja de
socializar, como si cada palabra dicha fuera de escena fuese un gasto de
energía innecesario. Murphy lo confirmó: “Me sumergí demasiado en el rol. El
trabajo me consume y no tengo tiempo para pasar el rato. Y en esta película me
saltaba la cena, así que no era muy divertido coincidir conmigo. Pero es lo que
hay. Es la naturaleza del trabajo”. Dicho esto, parece más fácil entender por
qué el actor hace una sola película al año y pasa gran parte de su vida alejado
de las cámaras.
El ganador del Oscar a Mejor Actor de Reparto Robert Downey Jr. y la actriz Emily Blunt acompañaron a Murphy en el elenco de Oppenheimer junto a otras grandes figuras, como Matt Damon y Rami Malek. AFP, JC Olivera.
Fuera
de la burbuja. Tras haber
vivido 14 años en Londres, Cillian Murphy, su esposa y sus dos hijos volvieron
a Irlanda en 2015. Desde entonces, viven en Dublín, más precisamente en
Monkstown, un suburbio al sur, sobre la costa del mar irlandés. Teniendo en
cuenta que la capital de Irlanda tiene apenas un millón y medio de habitantes
(lo mismo que Montevideo), Cillian Murphy es percibido como alguien muy
accesible; tiene una mesa asignada en un bar y cada tanto sale a tomar unas
pintas de Guinness, y la mayoría de sus amigos no son actores. Al mismo tiempo,
Cillian también es motivo de orgullo nacional, al igual —o quizás más después
del éxito de Oppenheimer— que otras estrellas de cine irlandesas como
Colin Farrell, Paul Mescal, Saoirse Ronan y Liam Neeson.
Vivir en Irlanda es parte de su aspiración de llevar una vida lo más
alejada posible de Hollywood cuando no está trabajando. “Volver a Irlanda desde
Londres fue lo mejor que pudimos haber hecho. Tenemos una pequeña, agradable y
encantadora vida normal aquí, y me encanta. Estoy seguro de que trabajaré en
Los Ángeles de nuevo, pero no tengo planes de mudarme allí”, dijo a The
Irish Times este mes, pocos días antes de los premios Oscar.
Para el irlandés, su vida diaria “normal” y la vida laboral corren por
carriles separados que se nutren entre sí. Su rutina regular en Irlanda es, en
parte, lo que le permite desarrollarse como actor. “Como actor, creo que mucha
investigación para mí es simplemente vivir, y tener una vida normal haciendo
cosas normales, y permitirme observar, y ser, en ese agradable flujo de
humanidad. Si no podés hacer eso porque pasás de festival a rodajes a
presentaciones… Esa es La Burbuja. No digo que estar en ella te haga mejor o
peor actor, pero es simplemente un mundo en el que no podría existir. Pienso
que sería muy limitante dentro de lo que uno puede experimentar como ser
humano”, señaló a GQ.
Cillian
(nombre irish pronunciado Killian y no Sillian, como equivocadamente lo
llaman en todo el mundo) nació y creció en Cork, ciudad al sur de Irlanda. El
mayor de cuatro hermanos y de padres maestros, fue a un colegio católico con
fuerte orientación deportiva, pese a que siempre odió los deportes. Lo suyo
siempre fue el arte.
A los 10 años empezó a escribir canciones y dedicó gran parte de su
adolescencia a tocar en una banda junto con su hermano. Con 16, como parte de
un módulo del colegio, tuvo su primer contacto con el teatro. Participó en un
drama y la experiencia le voló la cabeza, dijo varias veces. De todas formas,
primero intentó por la vía tradicional y empezó a estudiar abogacía, un período
que Murphy describe como un total “desastre” (perdió todos los exámenes del
primer año).
Con 20 años y cero entrenamiento y estudio, audicionó y obtuvo su primer
rol profesional en la película Disco Pigs, del dramaturgo irlandés Enda
Walsh, quien se jacta de haberlo descubierto. “Había algo en él. Era
increíblemente enigmático. Entraba a cualquier lugar con una presencia real que
decías: mi Dios”. En un tour por diferentes teatros del Reino Unido
conoció a su esposa, la artista irlandesa Yvonne McGuinness, con quien se casó
hace más de 20 años.
Murphy nunca estudió teatro ni se recibió de ninguna otra carrera, al
menos formalmente. Su formación consistió en leer y leer en un café-librería de
Dublín, mientras vivía en la casa de su suegra: “Me eduqué a mí mismo. No fui
a una escuela de drama, entonces leí todo lo que debería haber leído si hubiese
ido a una escuela de drama”.
De larga data. La relación entre Cillian Murphy y
Christopher Nolan empezó hace al menos dos décadas. La cadena de
acontecimientos que los llevó a conocerse comenzó cuando el aclamado director
Danny Boyle (Trainspotting, La playa, ¿Quién quiere ser millonario?)
vio la película Disco Pigs y convocó a Murphy para audicionar para
28 días después, una cinta de terror que se convirtió en un hit en
2003.
Nolan vio a
Cillian en la foto de un artículo sobre la película en el diario y fue
hechizado por su presencia, así que lo llamó para audicionar para nada más y
nada menos que el rol de Batman en la trilogía El caballero oscuro.
Cuando lo conoció, se dio cuenta de que el actor no cuadraba con el rol de
Batman, pero lo hizo audicionar de todas formas y lo terminó fichando para el
rol del Espantapájaros. Para entonces, Nolan ya había percibido una “vibra” en
el actor, y sabía que esta sería la primera de muchas veces en las que
trabajarían juntos. Nolan llegó a decir que al principio lo de Murphy era puro
instinto, y que con los años notó cómo fue desarrollando el costado técnico sin
dejar de lado la parte intuitiva.
AFP, CARLO ALLEGRI
El actor, por
su parte, atribuye buena parte de su crecimiento al trabajo con el director:
“Trabajar con él fue enorme para mí. El rigor y la excelencia que exige de su
reparto y equipo, cómo habla con los actores, lo concisas que son sus notas; ha
sido muy importante para mí artísticamente”. Durante toda su carrera, el
irlandés le escapó al alto perfil. Siguió trabajando en teatro mientras hacía
películas como Sunshine de Danny Boyle y Vuelo nocturno de Wes
Craven, entre muchas otras, y llegó a ser considerado por sus seguidores como
uno de los actores más infravalorados de la industria.
El comienzo del fin de una era alejado de la fama y sus efectos llegaría
en 2013, de la mano de Tommy Shelby, protagonista de Peaky Blinders, serie
de seis temporadas ambientada en la década de 1920 que trata sobre una pandilla
de gángsteres callejeros de Birmingham convertidos en líderes de la clase
obrera. Su director, Steven Knight, no dudó en contratar al irlandés cuando se
enteró de que estaba interesado en el rol. “Cuando está en pantalla todos lo
miran. Es brillante controlando lo que pasa en la mente de la audiencia”,
apuntó Knight en entrevista con The New York Times.
La explosión de la serie no fue inmediata. El mismo Murphy cuenta que Peaky
Blinders empezó modestamente como una propuesta de BBC Two que
inesperadamente —sobre todo, desde su estreno en Netflix— cobró éxito mundial.
Y Cillian Murphy ya no pudo zafar.
Peaky Blinders
Incluso después del furor de Oppenheimer, el irlandés sostiene que
los fans lo siguen reconociendo mucho más por su rol en la serie.
Ahora, con un Oscar en mano, el actor quiere calmar las aguas y volver a
los orígenes. Su más reciente proyecto como actor y coproductor es Small
Things Like These, una película irlandesa de drama histórico dirigida por
Tim Mielants y adaptada por Enda Walsh, su descubridor. La película se
desarrolla en un pequeño pueblo irlandés y profundiza en el silencio de la
Iglesia católica ante la explotación de miles de mujeres y niños, a quienes
mantuvo prisioneros durante casi un siglo. Consultado acerca de su lugar de
“poder” para contar al mundo historias irlandesas, Murphy, criado católico y
actualmente ateo, indicó a GQ que “es un buen momento para mirar esta
historia” debido a la distancia que aún mantiene la sociedad —una de las más
católicas de Europa— respecto a lo que pasó con la Iglesia en la historia
reciente. “Todavía no lo hemos abordado por completo. Entonces, si podés hacer
algo entretenido y conmovedor que también plantee algunas preguntas sobre
quiénes éramos como nación y qué tan lejos hemos llegado, entonces es genial”.
Murphy dice
con orgullo que fenómenos poco comunes como Paul Mescal, Saoirse Ronan y Andrew
Scott están, afortunadamente, “viniendo en su mayoría de Irlanda”, al igual que
talentos como Ed Guiney y Andrew Lowe, productores de Poor Things,
ganadora de cuatro premios Oscar. Cree que uno de sus roles viviendo en su país
natal es seguir impulsando a las nuevas generaciones de actores y talentos de
la industria. “Al parecer, es un buen momento para ser un actor irish.
Estamos dejando una huella en el mundo del cine”, concluyó.