Puede que a primer golpe de vista Daisy Edgar-Jones parezca una chica olvidable: castaña, de belleza discreta y, a juzgar por su apariencia, carácter sosegado. Alguna peculiaridad oculta en sus rasgos vieron o intuyeron los realizadores de Normal People (Gente normal), la adaptación a la televisión de la novela supertaquillera de Sally Rooney. Daisy —británica, nacida en 1998— venía de llevarse una gran desilusión con un rol que estaba segura de haber conseguido, y en un arranque de rebeldía se cortó un cerquillo muy breve que le cubría apenas la mitad de la frente. Así, con ese peinado, grabó el video que presentó al casting de Normal People, y quedó seleccionada. Aquel papel, que terminó abriéndole las puertas de Hollywood de par en par, fue el de Marianne Sheridan, la protagonista: una joven irlandesa, estudiosa, reflexiva y de familia acomodada, que empieza una relación compleja con un compañero de Secundaria. Por cómo encarnó a Marianne, Daisy estuvo nominada a Mejor actriz en los Globos de Oro y los Premios Bafta.
Desde entonces (2020) el camino ha sido rápido y ascendente. Actualmente Daisy es parte del elenco de la serie Por mandato del cielo, un true crime bien considerado tanto por la crítica como por el público —al punto de compararse con la primera temporada de True Detective—, y protagoniza La chica salvaje, una película producida por Hello Sunshine, la compañía de Reese Witherspoon, que en Montevideo se estrena este jueves 1º.
La actriz, que en 2020 fue incluida por la edición británica de Vogue en la lista de las mujeres más influyentes, se abre camino tímida pero firmemente en Hollywood.
Hija de Philip Jones, un alto ejecutivo de un canal de televisión británico, y Wendy Edgar, una editora cinematográfica irlandesa, se crio en una familia en la que el detrás de escena del cine era moneda corriente. El primer gran triunfo de esta chica —que decidió unir con un guion el apellido de su madre y el de su padre, en ese orden, para presentarse así al mundo— fue haciendo piruetas sobre una pista de hielo para una competencia de patinaje. Tenía siete años, pero desde los cinco había actuado en obras escolares. Ya en Secundaria, con su vocación clara, mientras estudiaba en el National Youth Theatre firmó su primer contrato para una serie británica, Cold Feet, y participó en el filme Pond Life, un coming of age dirigido por Bill Buckhurst, y en la serie War of the Worlds, junto con Gabriel Byrne y Elizabeth McGovern.
En el hablar de Daisy predomina el acento londinense, pero aparecen salpicadas por aquí y por allá algunas palabras o algunas entonaciones más propias de Irlanda o Escocia. A eso se suma la necesidad, debido a su trabajo, de simular otros acentos. “He interpretado a muchos personajes con acentos, y siento que de alguna manera he guardado pedacitos de ellos en mi subconsciente. Cada vez que me pongo tímida, cuando encuentro difícil hablar por mí misma, aparecen pequeños fragmentos de esos acentos”, contó a The Guardian.
Gente normal. “Estaba muy verde como actriz”, ha dicho sobre su participación en Gente normal. El síndrome del impostor la acechó durante los primeros días de rodaje, en los que estaba convencida de que en cualquier momento descubrirían que no tenía la experiencia suficiente para el rol. “Hubo momentos en que pensé: por Dios, no sé lo que estoy haciendo”, recordó.
La serie, coproducida entre Hulu y BBC Three, estaba generando mucha expectativa entre los fans del libro, deseosos de ponerle cara a los personajes. Paul Mescal ya estaba elegido para interpretar a Connell cuando Daisy audicionó, y la química entre ambos terminó de inclinar la balanza hacia la chica. Marianne y Connell son los protagonistas de esta historia de amor y desencuentros en el transcurso de los años entre dos chicos que se conocen en la adolescencia y continúan ese vínculo ambiguo y oscilante a través de toda la universidad.
En Normal People, con Paul Mescal
Cuando la serie se estrenó, en pleno confinamiento por la pandemia, la dupla protagónica se volvió una sensación de la noche a la mañana. De eso se fue dando cuenta Daisy mientras las propuestas laborales se multiplicaban y su apartamento en Londres se volvía cada vez más un lugar donde hacer escala entre rodaje y rodaje. En un mismo año viajó a Canadá para filmar la película Fresh; a Louisiana, Estados Unidos, para hacer La chica salvaje; y a Canadá otra vez para grabar los episodios de Por mandato del cielo (Under the Banner of Heaven). Cuando se quiso acordar, su nombre estaba en invitaciones como la de la exclusiva gala del MET.
Gente no tan normal. Un extraño híbrido entre thriller y comedia negra sobre los nuevos vínculos, las aplicaciones de citas y los encuentros que parecen destinados a suceder es Fresh, estrenada este año en el Festival de Sundance; otro de los trabajos de Daisy que puede verse por streaming (en Star+) en estas latitudes. “Nos compramos entre nosotros”, opinó la actriz refiriéndose a la facilidad que ofrecen las apps de elegir pareja como de un catálogo; “‘No quiero esto’, ‘No quiero aquello’. Vas a una cita y probablemente en los primeros 30 segundos ya sabes si puede funcionar o no. Pero no puedes irte por al menos dos horas”.
Por mandato del cielo, por otra parte, está basada en el libro de Jon Krakauer publicado en 2003 sobre el caso real de un crimen brutal a manos de practicantes acérrimos del mormonismo. La miniserie de siete episodios puede verse también en Star+.
Aunque las tramas de Fresh y Por mandato… no guardan puntos de contacto ni son comparables, tienen algo en común que es la constante exposición de la mujer a ser víctima de actos violentos. Según la actriz, por eso es que las mujeres se interesan especialmente por las series o películas sobre crímenes reales (un estudio de 2010 y otro de 2018 sustentan el dato). “Creo que en nuestro fuero interno esperamos que esto nos enseñe a reconocer las señales de alarma para protegernos mejor. Hay una escena en la película (Fresh) con la que me sentí muy identificada. Noa (su personaje) va caminando a casa y saca las llaves, pero se pone nerviosa cuando se da cuenta de que alguien la está siguiendo. A mis amigas y a mí también nos ha pasado esto muchas veces, quizás como sociedad deberíamos cuestionarnos más por qué sucede”, dijo a GQ.
Con Sebastian Stan en Fresh
Una chica salvaje. Su más reciente trabajo y el que probablemente termine de consolidar su fama y, con algo de suerte, su calidad actoral, es La chica salvaje. La película llegó al cine gracias al ojo entrenado de Reese Witherspoon para detectar éxitos editoriales antes de que lo sean, que eligió la novela La chica salvaje (Where the Crawdads Sing), para su club de lectura y luego adquirió los derechos (como ya ha hecho con Alma salvaje, Perdida y Little Fires Everywhere). Delia Owens, una científica jubilada que debutó en la escritura con esta novela, es la autora de este éxito que ya ha vendido más de 12 millones de ejemplares.
En la adaptación cinematográfica Daisy Edgar-Jones interpreta a Kya, una joven que crece sola en los pantanos de Carolina del Norte y es marginada socialmente por la gente del pueblo hasta que ese rechazo se convierte en odio cuando, después de algunos sucesos confusos, termina acusada de asesinar a un hombre con quien tuvo un vínculo tiempo atrás.
“Me pareció tan loco que pensaran en mí para eso. Creo que me sorprendió que me tomaran en cuenta considerando la popularidad del libro y lo importante que era”, contó la actriz a Chicago Tribune.
La realización de La chica salvaje estuvo a cargo de un equipo mayoritariamente femenino. Lucy Alibar (nominada al Oscar por el guion de La niña del sur salvaje), adaptó la novela, y Olivia Newman (First Match), la dirigió. Las directoras de Fotografía y de Arte también fueron mujeres: Polly Morgan y Kirby Feagan. “Fue muy, muy refrescante ver a tantas mujeres detrás de la cámara”, dijo la actriz. “Lo encontré increíblemente inspirador”.
La actriz en La chica salvaje, junto a Taylor John Smith Como Kya, en La chica salvaje
Pese a todo lo que se preparó para asumir responsablemente el rol (aprendió a navegar, a pescar y a dibujar, y adquirió el acento sureño), los imprevistos fueron parte del cronograma diario en el set de filmación, en Nueva Orleans, con frecuentes tormentas eléctricas e inundaciones, esperables en esa zona a fines de la primavera.
El resultado es una de esas películas que son ejemplo, cada tanto, de una marcada división entre la opinión del público y la de la crítica. Según el portal especializado Rotten Tomatoes, el público le dio 96% de aprobación, resumiendo la opinión general como “Un regalo especial para los espectadores que aman el libro. Where the Crawdads Sing ofrece una historia fielmente contada y bien actuada en un entorno rico y bellamente filmado”. De los críticos, en tanto, solo 36% le dio el visto bueno: “Daisy Edgar-Jones lo da todo, pero Where the Crawdads Sing finalmente no puede destilar su material de origen en un drama tonalmente coherente”.
En la première de La chica salvaje, en Londres, con un vestido de Alexander McQueen La actriz en la avant première de Dublín, vestida por Miu Miu
Lista para brillar. Mientras tanto, Daisy camina de una red carpet hacia la otra, sin caer del todo en la cuenta de su flamante notoriedad. “Me han dicho que el truco es posar con un pie adelante, levantar la barbilla, y básicamente tratar de transmitir con tu cara que sos un abogado de primer nivel que acaba de ganar un gran caso”, contó a The Guardian. Los consejos, sin embargo, eran de sus padres, que a pesar de venir del ambiente audiovisual, no tienen lo que se podría llamar experiencia en alfombras rojas. Pero ella ha sabido sortear los escollos con gracia y elegancia. Su mirada algo cándida y sus looks siempre adecuados, lo suficientemente llamativos pero jamás estridentes, conducen las miradas indefectiblemente hacia ella, que parece manejar con aplomo todos esos flashes que vienen, y los que vendrán.