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El músico que puso el reggae en el mapa

Robert Nesta Marley, que nació el 6 de febrero de 1945, es considerado el primer artista surgido del Tercer Mundo en conquistar el planeta con su música y su mensaje

Robert Nesta Marley, que nació el 6 de febrero de 1945, es considerado el primer artista surgido del Tercer Mundo en conquistar el planeta con su música y su mensaje

En su casa en Nine Mile, hace hoy 75 años, dio su primer grito el primogénito de Sidilla Booker. Ella era una adolescente negra de 18 años conocida como Cedella, cantante de gospel y descendiente de esclavos. Nine Mile es una localidad al norte de Jamaica, por entonces bajo dominio británico. El esposo de esta casi niña era un exoficial del Imperio de 59 años llamado Norval Sinclair Marley, un jamaiquino blanco que era algo así como el mayoral en una plantación cercana donde ella también trabajaba. De esta pareja, en la que hoy se vería claramente abuso, desigualdad y vulnerabilidad, nació el 6 de febrero de 1945 Robert Nesta Marley. Norval desaparecería muy poco después de la vida de ambos, lo que no sorprendió a nadie. Cuando el niño ya era un hombre y un nombre, lo único que tenía de su padre -que había muerto en 1955- era la foto de un jinete blanco; todo un símbolo y todo un motor para la lucha y la creación.

Quizá desde la cuna Bob Marley, que hoy cumpliría 75 años, comenzó a componer esas canciones que hablaban de igualdad, de libertad y de emancipación, esas que pusieron a Jamaica y al reggae en el mundo. Ese es el mensaje que más destacan sus fans en todo el mundo, por encima incluso de una buena cantidad de canciones inmortales -Redemption Song; Stir It Up; No Woman, No Cry; Could You Be Loved y otros himnos- junto con su banda The Wailers, de un estilo musical isleño basado en el skank y heredero del ska, la religión rastafari, los dreadlocks y la marihuana. Sus fans uruguayos, que ubican su legado a la altura del de The Beatles, están en esa misma sintonía.

"Lo que más se puede destacar es el mensaje de sus canciones, sus letras. Él las escribió en los años 70 y siguen con una vigencia tremenda", dice a galería Sergio Ramírez, músico y fundador de la productora La Casa del Reggae. Enseguida recita los versos de Redemption Song: "Emancípense ustedes mismos de la esclavitud mental / nadie más que nosotros puede liberar nuestras mentes/ ¿No ayudarás a cantar / estas canciones de libertad? / Porque todo lo que tengo / (es una) canción de redención". Este tema, muy basado en la ideología rastafari, grabado solo con su voz y una guitarra acústica, versionado por artistas tan disímiles como U2, Pearl Jam, Stevie Wonder, Annie Lennox y los uruguayos El Congo, fue grabado por Marley en 1979 para su último disco en vida (Uprising, de 1980), cuando ya padecía el cáncer que lo llevaría a la muerte a los 36 años, el 11 de mayo de 1981.

"Fue el primer músico tercermundista en convertirse en una estrella internacional. Gracias a ello pudo transmitir a todo el mundo su mensaje de igualdad y que todos conocieran esa música hipnótica", señala por su lado Alejandro Larrandaburu, cantante de las bandas Mono Roots (que también integra Emiliano Brancciari, de No Te Va Gustar) y Kimia No Mokili (Paz en el mundo, en dialecto lingala, proveniente del Congo). El reggae no comenzó con Marley -Desmond Dekker, Joe Higgs y Jimmy Cliff fueron anteriores-, pero él fue su puerta de entrada para el público no jamaiquino.

"Su legado no está en las letras sino en su forma de componer y vivir, su mensaje en vida de amor y paz y de defensa al oprimido", apunta Alfredo Chole Giannoti, pionero del reggae en Uruguay con Kongo Bongo (luego El Congo) y La Abuela Coca. "Y el mensaje que dejó es: persevera y triunfarás. Porque logró sus sueños saliendo de una pequeña isla, para convertirse en un ícono musical y político. Es un prócer", agrega.

De la isla a todo el mundo. En 1962, el mismo año en que Jamaica alcanzó la independencia, Bob Marley editaba su primer single, un ska titulado Judge Not que no tendría gran suceso ni siquiera en su país. Ya había comenzado a forjar su carácter. Siendo un niño se había mudado con su madre a Trenchtown, un vecindario miserable de la capital Kingston, que luego inspiraría varias de sus canciones (como la editada póstumamente Trenchtown, la tan rockera como religiosa Trenchtown Rock y la archiconocida No Woman, No Cry, que pese a ser quien la compuso está acreditada a un tal Vincent Ford por confusos temas legales y por agradecimiento a quien lo ayudó en época de vacas flacas). No tuvo una cálida bienvenida por todos sus vecinos ya que sufrió lo que hoy se conoce como bullying, al ser pequeño de tamaño y mulato. Uno de sus pocos amigos fue un niño un poco menor que él llamado Neville Livingston, cuyo padre, Thadeus, se convertiría en pareja de Cedella. Con el tiempo, Neville sería más conocido como Bunny, Bunny Livingston o Bunny Wailer. Sí, Bob fue hermanastro de quien luego sería, junto con Peter Tosh, el más célebre de sus compinches en la banda The Wailers. También ahí adoptó uno de sus apodos, Tuff Gong, con el que luego bautizaría su sello discográfico.

En 1963, junto con Bunny, Peter y otros jóvenes, Bob -que ya había sido soldador, fanático de Fats Domino e inmigrante por pocos meses en Estados Unidos- forma los Teenagers, luego los Wailing Rudeboys, después los Wailing Wailers y finalmente los Wailers. Con el tiempo, cuando los egos comenzaron a provocar las deserciones y las peleas y también quedó claro quién era quién, la banda terminó llamándose Bob Marley & The Wailers. Al principio su éxito se limitó a Jamaica y su música comenzó a evolucionar de un ska tradicional a algo más profundo, ni bien sus integrantes iban profundizando en su rastafarismo, religión basada en el último emperador de Etiopía, Haile Selassie, Dios (o Jah) reencarnado en la tierra.

Chris Blackwell, fundador de Island Records, un sello surgido entre Gran Bretaña y su excolonia, les nota un extraordinario potencial y los ficha. Catch A Fire y Burnin', ambos de 1973, son sus primeros discos para el mercado mundial. Para el siguiente disco, Natty Dread, de 1974, sus dos compinches iniciales ya no están más con él y The Wailers pasa a ser una banda de acompañamiento. Para entonces, Eric Clapton había dado un impulso aún mayor a su popularidad versionando I Shot The Sheriff. El mundo ya era suyo.

Escuchando Catch A Fire, un aún niño Álvaro Gaynicotche (58) se volvió fan de Bob Marley. Se contactó con otros como él en distintas partes del mundo y comenzaron a cruzarse casetes y discos. Él asegura haber descubierto un viejo tema de Marley, "un outtake (toma descartada) de la época en que Lee Perry era productor de The Wailers" (1970-1971), In The I-wah. "Me fanaticé primero, pero luego, como los fanatismos no llevan a ningún lado, me convertí en un entendido, prologando y colaborando con libros sobre él". Con el tiempo, este odontólogo se convirtió en el coleccionista que dio nombre al programa El archivista en X FM, Océano y Radio Nacional. Su necesidad de saber y difundir todo sobre su ídolo lo llevó a participar en 1999 en la última edición de Martini pregunta, en Canal 12, acerca de la vida y obra del músico. Quizá su mayor aporte a la causa reggae en Uruguay fue el haber traído por primera vez al Río de la Plata a The Wailers, en 2001.

"Yo a Bob Marley lo considero un hermano. Hay una canción suya que sirve para cada ocasión", asegura el archivista a galería. Su colección particular incluye casi 2.500 discos de reggae con todo lo disponible ("oficial, recitales, ensayos") de Marley.

Al frente de Kongo Bongo, Chole Giannoti protagonizó el debut del reggae made in Uruguay. Fue en un festival en el Parque Villa Biarritz, en 1988. "Nos presentamos junto a puras bandas de rock y cuando empezamos nosotros la gente se largó a bailar, fue todo una fiesta". Este músico recuerda otra banda contemporánea, Las Tablas de la Ley, que tenía una propuesta parecida. Él había escuchado reggae hacía muy poco, en discotecas. Eran, obvio, canciones de Bob Marley como No Woman, No Cry y Could You Be Loved. Se hizo amigo de otros jóvenes que compartían sus gustos y que tenían un contacto en Miami que sintonizaba radios jamaiquinas; así, en esta forma preinternet, recibían "10 o 12 casetes de reggae cada seis meses", con lo que conocieron qué más había detrás de la puerta abierta por Bob. "En él encontré un artista que no solo tenía su música, sino que su música era el vehículo para su vida y su lucha", agrega quien también formó La Abuela Coca.

Final y después. Hoy en Uruguay el reggae es conocido pero no es popular como otros géneros, asegura Sergio Ramírez a galería. El ingreso a este mundo por parte de este productor, que se encarga de traer bandas del estilo a Uruguay, de Jamaica, Argentina y Brasil, fue bastante atípico. Fue en 1993, cuando Berch Rupenián eligió a Sweat de Inner Circle -una banda que tenía 25 años de carrera pero que apenas había asomado la nariz fuera de Jamaica- como banda sonora de Verano del 93, en Canal 12. Luego se reencauzó por músicos más clásicos. Su pasión fue tal que organizó tres viajes a Trenchtown, Kingston, Jamaica, a la que era la casa de Bob Marley, en los febreros de 2013, 2014 y 2015.

"Llevé allá a 102 personas en tres años. Conocimos a los hijos de Bob Marley, estuvimos con sus familiares, en su casa, en el que era el estudio de grabación", dice. Hay registros de esos viajes en la cuenta de YouTube de La Casa del Reggae. Y él ahí sintió lo que el propio Bob Marley cantó en su tema Natural Mystic de 1977: "Hay una mística natural / soplando en el aire". "Es tal cual. Conozco varios estudios de grabación y este tiene una vibra distinta, muy especial. Ya al poner un pie en Jamaica sentís que hay un ambiente diferente, será porque es una isla y no parte de un continente", añade Ramírez.

En uno de esos videos se recrea el lugar donde intentaron matar a Marley. Gran cronista de su realidad, el músico cantaba "Una mujer sostiene su cabeza y llora / porque su hijo había sido derribado en la calle / y murió de una bala perdida" en Johnny Was, de 1976. El 3 de diciembre de ese año, en medio de una brutal polarización política en Jamaica, paradójicamente antes de que Marley actuara en un concierto gratuito por la paz, el músico y sus familiares fueron baleados por asaltantes que lo atacaron en su propia casa. Tanto él como su esposa Rita Marley (que además era corista en su banda y madre de cuatro de los once hijos reconocidos del artista, cifra que incluye hijos propios e hijos admitidos, y que puede ser muy superior dada su compleja vida privada) fueron heridos aunque no de gravedad y se salvaron de milagro. Luego de dar el concierto, aún con las marcas de las balas frescas, se autoexilió en Gran Bretaña. Desde ahí siguió conquistando el mundo. También el año 1976, con el disco Rastaman Vibration, significó el de su consagración en Estados Unidos.

Entre 1977 y 1978, ya lejos de su tierra, Marley supo que tenía cáncer, un melanoma en el dedo gordo del pie derecho. Una leyenda no confirmada habla de que se enteró luego de pedir atención médica por un pisotón recibido luego de jugar un partido de fútbol, deporte del que era fanático. En lo que sí coinciden los biógrafos es en que se negó en redondo a amputarse el dedo, ya que esa práctica contradecía sus creencias rastafaris. Su fe le terminó costando la vida. En 1980, se desmayó mientras se ejercitaba antes de abarrotar el Madison Square Garden el 19 y 20 de setiembre. Los análisis que le hicieron reflejaron una sentencia de muerte: el cáncer había hecho metástasis y ya estaba afectado el cerebro, los pulmones, el estómago y el hígado. Su último recital fue en Pittsburgh el 23 de setiembre de ese año. Se lo veía muy desmejorado, pero aguantó de pie y hasta el final.

Ese último recital se editó en 2011 bajo el título Live Forever. "Todos los recitales de esa gira se grabaron en la mesa de edición. Pero justo en ese último la cinta se acabó en el medio de los bises", cuenta Gaynicotche. "Pero entre todos nosotros, que integrábamos una red de coleccionistas en todo el mundo, tape traders, hacía rato que circulaban grabaciones desde la audiencia de ese final". Esas grabaciones caseras, clandestinas, terminaron siendo masterizadas para completar el registro oficial. Su última canción en vivo fue Get Up, Stand Up, la única que compuso junto a su exaparcero Peter Tosh.

También esa fue la última canción que Bob y Peter cantaron juntos, en un recital en Burbank el 21 de julio de 1978, cuando dejando atrás heridas no cicatrizadas por la separación de la banda, Tosh -menos pacifista, aún más político y más fervorosamente religioso-, que acompañaba a los Rolling Stones en una gira, subió al escenario para sumarse a Bob Marley y su banda (que era la vieja suya). "¡Esta la sintió hasta la reina!", asegura el archivista que Bob le dijo a Peter luego de la enérgica interpretación de versos como "Levantate, parate, ¡levantate por tus derechos! / Levantate, parate, no te rindas de pelear".

Como legado póstumo, Legend, el compilado de temas de Bob Marley editado en 1984, es el disco de reggae más exitoso de la historia, con casi 30 millones de unidades vendidas en todo el mundo. Como todo disco de éxitos, tiene sus detractores sobre todo en los fans más ortodoxos, más al tratarse de una selección de lo más pegadizo y digerible de un artista que no le escapaba a lo político. "En alguna época yo quizá renegaba de Legend. Me inclinaba más por el root y las canciones de protesta. Pero tiene tremendas canciones, es una buena elección", dice hoy a galería Larrandaburu. Como orgullo personal, en los discos de su banda Kimia Na Mokili participó Junior Marvin, guitarrista de Marley y de la agrupación de The Wailers que siguió tocando luego de su muerte, así como otros pesados de la música jamaiquina como el baterista Zeb Williams y el tecladista George Kouakou.

Gaynicotche trajo a The Wailers y El Congo tocó con ellos en tres ocasiones. Jamaica, y de alguna manera Bob Marley, no quedaron tan lejos. Giannoti recuerda que en una ocasión en que ambas bandas confraternizaban, en Maldonado, "(el empresario) Pancho Dotto nos denunció por ruidos molestos". Seguramente ningún policía que fue a pedirles que bajaran el volumen supo que delante suyo estaba Aston Family Man Barrett, histórico bajista de The Wailers, con y sin Marley.

"El propio Bob Marley dijo en vida cuál sería su legado: ‘Mi música vivirá por siempre'. Y salta a la vista que lo pudo lograr", resume Gaynicotche. "Yo humildemente me ocupé de ayudarlo a cumplir uno de sus sueños, que era que su música llegue a todo el mundo. Traje a The Wailers al Río de la Plata. Él quería hacer una pata sudamericana de su gira en 1980 cuando se enfermó".

"Money can't buy life" (el dinero no puede comprar la vida) fueron las últimas palabras que se le atribuyeron, dirigidas a su hijo Ziggy, el que logró más éxito musical (moderado) de todos sus hermanos. Paradójicamente o no, su rostro, sus rastas, sus lugares emblemáticos y sus creaciones se han transformado en íconos, tan venerados como explotados comercialmente aún hoy (en un ring donde combaten su viuda, sus hijos reconocidos, sus hijos que pretenden serlo y el Estado jamaiquino), a casi 40 años de su muerte. Es, según Forbes, uno de los muertos que más factura: 20 millones de dólares solo en 2019; no baja del top 10 de ese tan luctuoso como lucrativo ranking. Los artistas que fueron muy exitosos -y vaya que él lo fue- también tienen un costado de su legado muy poco espiritual.

BOB POR RUBEN

"Cuánto me diste", canta Ruben Rada en Bob Marley, tema incluido en Rada Factory (1993) y Negro Rock (2019). El notable músico uruguayo tuvo una experiencia personal con el jamaiquino cuando vivía en Estados Unidos y formaba parte de Opa con Hugo y Osvaldo Fattoruso y Ringo Thielmann.

"Fue en el Teatro Paramount de Washington y lo que más me acuerdo era su ternura y cåómo te miraba a los ojos. Era 1975 o 1976. Tocaban Bob James, Airto Moreira y cerraba Marley. Y como lo conocíamos a Airto, nos metimos en el camarín con él y Hugo Fattoruso", contó el 15 de febrero de 2012 al diario argentino La voz del interior. Moreira era un percusionista que había formado parte de Weather Report y que produjo los discos de Opa. En ese camarín había tanto humo de marihuana que este se podía cortar con un cuchillo. Entre los músicos se pasaban un porro de tamaño extra large. "Yo no fumaba en esa época, pero me pareció descortés rechazar así que le di una pitada que me hizo olvidar si había tocado con Airto o no. Después hablamos de fútbol, él admiraba mucho al Santos de Pelé, que incluso había jugado en Jamaica. Cuando subió al escenario, nunca más paró. Marley logró despertar una euforia parecida a la que producían los Beatles. Fue maravilloso", agregó.