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El escritor Oscar Wilde decía que “el mundo ha sido hecho por los locos para los cuerdos”. Alcanza con pensar en algún genio de la historia, cualquiera de ellos. ¿Lo tildaron de loco alguna vez? Lo cierto es que la frontera entre la locura y la genialidad siempre fue algo difusa. En estos tiempos, hay un personaje que parece estar justo en el medio de ambas: Elon Musk. El empresario de 50 años es uno de esos grandes “locos” de lo que va del siglo, un visionario cuyos éxitos también lo han posicionado en el lugar de genio. Pero, como todo ser humano contemporáneo, solo el tiempo podrá demostrar el alcance e impacto de su genialidad.
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Por lo pronto, sus inventos pueden hablar por sí solos. Uno de los primeros fue Paypal, una de las mayores compañías de pago por Internet del mundo. También Solar City, y varios más. No obstante, los inventos por los que Musk pasó de ser un emprendedor serial a una figura tan alabada como controvertida fueron otros: Tesla y SpaceX. La primera es una compañía que diseña, fabrica y vende autos eléctricos. Pero ese es solo el principio, porque Musk sueña y trabaja por un mundo de autos que se manejen solos. Aunque la empresa ya los fabrica, la práctica es aún ilegal y además desaconsejada por la propia Tesla, que señala en su sitio web que “la atención completa del conductor y las manos en el volante” son necesarias en todo momento.
SpaceX, en tanto, diseña cohetes, pero lo extraordinario de su invento es el objetivo que hay detrás: sacar a los seres humanos del planeta. Según Musk, la supervivencia de la humanidad está en riesgo a largo plazo si solo se limita al planeta Tierra, porque tarde o temprano algún meteorito, desastre natural o guerra nuclear terminará acabando con su existencia.
Elon Musk sueña. Y son sus sueños los que lo podrían ubicar entre ese colectivo de “locos genios”, del que forman parte Einstein, Galileo, Newton y algunos más. Aunque Tesla es la principal fuente de su riqueza y fama, el espacio es su mayor debilidad; todo lo que despierta sus más extremas y salvajes ambiciones. Y su mayor anhelo es ni más ni menos que colonizar Marte.
Ahora, no cualquiera es capaz de dedicar su vida a un objetivo tan improbable como trasladar a la humanidad hacia Marte y, encima, ser muy exitoso en el intento. No hace falta decir que detrás tiene que haber una personalidad a la altura de las ambiciones. Y de eso, en el caso de Musk, hay de sobra.
Su año. 2021 fue el año de Musk. Así lo cree la revista Time, que lo eligió como Persona del Año y lo colocó en la portada de una de sus ediciones más esperadas. “Este es el hombre que aspira a salvar nuestro planeta y a conseguirnos uno nuevo para habitarlo: payaso, genio, visionario, showman, canalla”, destacó la revista en su artículo sobre el ganador. Edward Felsenthal, editor jefe de Time, explicó que el premio fue otorgado a Musk “por crear soluciones a una crisis existencial, por impulsar las transformaciones más atrevidas y disruptivas de la sociedad”. Con motivo de esta elección, la revista entrevistó al visionario, quien habló, entre tantas otras cosas, del mayor de sus sueños: “El objetivo general ha sido crear vida multiplanetaria y permitir que la humanidad se convierta en una civilización espacial”, dice Musk. “Y la próxima gran cosa es construir una ciudad autosuficiente en Marte. Una especie de arca de Noé futurista”, señala.
Este año Musk también se convirtió en el hombre más rico del mundo, según el Índice de Multimillonarios de Bloomberg. Su fortuna, de 222.000 millones, es superior a la de Bill Gates y Warren Buffet juntos, y superó a la del fundador de Amazon, Jeff Bezos, quien ocupó durante años ese lugar.
Pero hubo más logros del multimillonario en 2021. En abril, SpaceX ganó el contrato exclusivo de la NASA para llevar a los astronautas estadounidenses a la Luna por primera vez desde 1972. La empresa de alquiler de autos Hertz anunció sus planes de añadir 100.000 Teslas a su flota. Debutó como anfitrión en Saturday Night Live, un hecho que aunque pueda sonar banal, para Musk fue todo un logro.
No tan fácil. Hasta aquí todo parece muy romántico. La historia ideal: un hombre que sueña sin límites y que tiene todos los recursos materiales e inmateriales para hacer realidad cada uno de sus anhelos. Pero no todo fue tan fácil para Musk. Eso, lejos de desencantar, parece un ingrediente más para una historia digna de ser proyectada en pantallas. De madre nutricionista y modelo y padre ingeniero, Elon Musk nació en Pretoria (Sudáfrica) en 1971. Tenía nueve años cuando su madre se divorció y se mudó de ciudad a raíz de los maltratos que recibía por parte de su marido. Elon, sin embargo, decidió en 1981 ir a vivir junto a su padre en Johannesburgo. Le entristecía pensar en la soledad de su progenitor. Más tarde se arrepentiría de su decisión. En la escuela no tenía amigos, era acosado y maltratado por sus compañeros. En una entrevista, su padre, Errol Musk, definió a su hijo como “un pensador introvertido”. Mientras en la escuela lo acosaban, en su casa Elon aprendía a programar. Con apenas 12 años diseñó un juego llamado Blastar que luego vendió por el equivalente de 500 dólares a una revista sudafricana. Como su madre es canadiense, a los 18 años emigró a Ontario (Canadá) junto a sus tres hermanos. Debido a los problemas económicos de su madre, su única opción para estudiar era a través de becas, por lo que obtuvo una para cursar Economía y Física en la Universidad de Pensilvania. Luego se matriculó en Stanford para estudiar un doctorado, pero lo abandonó a los dos días para fundar su primera empresa, Zip2, que llegó a gestionar 200 sitios web y fue vendida a Compaq Computer por 307 millones de dólares, de los que Elon recibió 22. Así empezaría su camino a convertirse en inventor, visionario y magnate.
Musk tiene siete hijos; el más pequeño se llama X Æ A-12, una demostracion de su fanatismo por la letra x.
Su siguiente paso empresarial fue Paypal, empresa que cofundó, de la que fue CEO y luego despedido mientras estaba de vacaciones. De todas formas, al seguir siendo el accionista principal, se llevó 165 millones de dólares cuando eBay la compró en 2002. Para ese momento, el empresario ya llevaba años pensando y soñando con Marte. Fue gracias al dinero que recibió por Paypal que pasó de los simples deseos a la acción, y en el mismo año fundó SpaceX.
Cerebro complejo. “Soy la primera persona con Asperger en conducir Saturday Night Live. Al menos la primera en admitirlo”, confesó, en tono jocoso, a los primeros minutos de su monólogo como anfitrión del programa. El síndrome de Asperger es un trastorno que se incluye dentro del espectro autista, que afecta a la interacción social y la comunicación verbal y no verbal. Quienes lo tienen se caracterizan por poseer campos de interés estrechos y muy absorbentes. Eso parece explicar por qué muchas personas con el síndrome logran sobresalir dentro de sus áreas, como Lionel Messi y Greta Thumberg.
Sin embargo, en el caso de Musk, sus fuertes pasiones y ambiciones también le han jugado una mala pasada. En 2018 reconoció que a veces pasa tres o cuatro días seguidos sin salir de la fábrica de Tesla, que trabaja cien horas por semana y que no se tomó vacaciones de más de una semana durante 15 años. Admitió en una entrevista con The New York Times que el estrés le estaba afectando, que se sentía abrumado y que su año venía siendo “angustiante”. El 2018 de Musk estuvo marcado por esa y otras escenas. Fue el mismo año en el que participó del podcast de Joe Rogan fumando marihuana y tomando whisky. En un momento Rogan lo cuestionó: “Probablemente no puedas debido a los accionistas”, a lo que Musk respondió: “Pero es legal, ¿verdad?”, haciendo referencia a la legalidad del consumo de cannabis en California, lugar donde se realizaba el podcast.
Eso demuestra otro rasgo de la personalidad de Musk: es alguien totalmente impredecible. Por eso, de sus tantos inversores de alguna de sus tantas empresas no debe haber ninguno que, por más osado que sea, no haya temblado con alguno de sus tuits. El dueño de un carácter irónico y precipitado, no parece tener filtro en esta red social. “Estoy considerando hacer que Tesla sea privada a US$ 420. Financiamiento asegurado”, tuiteó Musk en agosto de 2018 en una movida que no fue bien recibida por algunos sectores de los mercados financieros. En Saturday Night Live se refirió a ese tema: “Miren, sé que a veces digo o posteo cosas extrañas, pero es simplemente como funciona mi cerebro. Reinventé los autos eléctricos y estoy enviando gente al espacio en cohetes. ¿Esperan que sea alguien normal y relajado?”, bromeó.
La obsesión por la X
Elon Musk tiene siete hijos, cinco de los cuales incluyen trillizos y gemelos. Y es polémico hasta en cosas tan cotidianas como la elección de sus nombres. El último de ellos, que tuvo con la cantante Grimes, fue el que más sorprendió: X Æ A-12. No obstante, la pareja se vio obligada a cambiar el nombre por las leyes de California, que prohíbe inscribir en el registro a una persona con un nombre que incluya números. Saxon, Alexander, Xavier, SpaceX. Sus hijos —biológicos y empresariales— dejan entrever su obsesión con la X, una letra que le fascina por su asociación con la variable matemática que expresa una incógnita.