El artista presenta su debut en solitario, Cada segundo dura una eternidad, con un show el jueves 23 en La Trastienda
El artista presenta su debut en solitario, Cada segundo dura una eternidad, con un show el jueves 23 en La Trastienda
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáMontevideo, tarde de verano. Calor y sol casi insoportables. Toco timbre y mientras espero que me abran intento confirmar la dirección en la pantalla de mi celular. Imposible, el sol que cae sin piedad sobre mi cabeza no me deja ver nada. La cita con Emiliano Brancciari es en la sala de su banda, NTVG. Sin embargo, la entrevista no será sobre NTVG sino sobre su disco solista, Cada segundo dura una eternidad, que salió a la venta hace algunas semanas y que presenta bajo el nom de guerre Emi. Aunque se trata de su primer trabajo solista, el material muestra a un Emiliano tranquilo, cómodo y seguro, desembarazado de algunos corsés invisibles y extendiendo su paleta compositiva a piacere. Sobre ese disco, las diferencias que existen entre trabajar con sesionistas y hacerlo con una banda, sobre el proceso de composición del material, iniciado en plena pandemia y también sobre el papel del artista en la sociedad, Galería charló con el cantante más popular del pop rock uruguayo y rioplatense.
La pregunta que parece más evidente: ¿cómo es que siendo el líder y principal compositor de una banda que goza del éxito y que se encuentra en buena forma artística, decidís sacar un disco solista?
Bueno, por un lado, desde siempre vengo pensando en qué hacer con esas canciones que por distintas razones no quedan en los discos de NTVG. Son canciones que a veces no entran en el disco porque en el mismo casillero hay otra muy parecida, que es mejor. Viste que en un disco siempre hay distintos casilleros y a veces tenés más de una canción peleando por el mismo casillero. Entonces gana la que te parece mejor. Y eso no quiere decir que la que queda afuera sea mala, solo que perdió en ese disco en particular. Y como en NTVG no somos mucho de usar material que quedó afuera y preferimos componer desde cero, tenía y tengo un montón de canciones sin grabar. Y al mismo tiempo, en la pandemia, que fue un tiempo muy raro, con mucha incertidumbre, me puse a escribir canciones. Por un lado, canciones para la banda, que terminaron siendo parte del último disco del grupo. Pero aprovechando el envión y que venían saliendo cosas interesantes, seguí componiendo canciones que ya sabía que no eran para NTVG. Y esas canciones son las que terminaron en el disco solista. De alguna forma y a pesar de que estamos en un gran momento en el grupo, fue liberador componer sin pensar en el grupo, algo que siempre te condiciona.
¿En qué sentido te condiciona?
Por lo menos yo, cuando compongo para el grupo lo hago siempre teniendo presente qué instrumentos y qué personas van a tocar esas músicas. Para mí es un poco inevitable eso, pensar siempre en que el grupo va a ser quien toque eso. Y además viste que en el formato banda, en el rock, todo tiende a ser un poco grande, un poco, qué se yo, grandilocuente. En cambio, la composición de estas canciones fue sin tener eso en mente. Y eso me permitió ir a zonas distintas, más intimistas, que en la banda son muy difíciles de desarrollar. Quizá logramos algo de eso en el disco acústico pero tampoco es lo mismo. Esto conecta con que el tiempo de la pandemia fue para mí un tiempo de introspección, de reflexión profunda, de pensar cómo era mi relación con las cosas, con los demás. Y creo que en las canciones del disco solista está esa reflexión, ese período de mirarse adentro de una forma para la que quizá el formato banda no es lo más adecuado.
Decías que fuiste a zonas más intimistas. Pero al mismo tiempo es un disco grabado con sesionistas y con un productor, sin la compañía de los músicos que te acompañan habitualmente. ¿Fue distinta la negociación artística con gente con la que no tenés la misma confianza?
Sí, fue distinta, pero al productor Héctor Castillo no es que no lo conozca. Ya hicimos tres discos con él con NTVG y le tengo una confianza absoluta en lo artístico. Cuando le conté que quería hacer un disco solista, él, que tiene un estudio en Long Island, me dijo: “Venite y yo te consigo los músicos que necesitás para hacer ese disco”. Por supuesto, cuando vi los nombres de los sesionistas no le puse el menor reparo, es gente que ha tocado con David Bowie, con Bruce Springsteen y un montón más de ese nivel. De alguna forma fue una cosa más abierta, en el sentido que llegué allí con las canciones, la guitarra y nada más. En un caso incluso era solamente la grabación del celular, sin un demo propiamente dicho. Entonces la conexión fue distinta, limpia, sin carga previa. Y además son canciones que, a pesar de haber sido compuestas en pandemia, salen de un lugar sano.
¿Las decisiones sobre los arreglos de las canciones fueron tuyas, del productor o de los músicos?
Fueron mías en los conceptos. Es decir, yo tenía una idea de por donde quería que fuera cada canción y esas ideas se las comentaba tanto al productor como a los músicos. Claro, a veces los músicos tenían una idea mejor o más desarrollada y eso enriquecía la idea previa. Fue muy bueno trabajar con esa gente, muy buenos músicos, que además miran la música desde un lugar distinto al nuestro. Y eso siempre enriquece el proceso. Me gustó verlos copados, no simplemente cumpliendo con su tarea. Por ejemplo, quedarse dos o tres días laburando en vez de uno solo. O volver días después a ver cómo iban quedando las cosas. Estuvo muy bueno.
¿Cuál fue el que más te impactó de todos ellos?
El bajista, Jeff Hill, es impresionante. El loco tocó con Springsteen, con Phillip Glass. Bueno, el guitarrista Gerry Leonard, que tocó con Bowie, también me pareció increíble. Pero creo que con el que pegué más onda fue con Hill.
En el disco aparecen sonidos digitales, programaciones. Son cosas que te alejan del formato banda de rock. ¿Fue algo planificado o fue surgiendo?
Esas cosas fueron apareciendo a medida que trabajábamos en las canciones, no tenía un plan previo. A medida que íbamos desarrollando el arreglo, íbamos decidiendo para donde llevar cada tema. Que aparezcan programaciones o batas digitales es resultado del proceso de producción y de desarrollo del arreglo. Mucho se fue resolviendo en el estudio.
Vos siempre has trabajado con productor, no tenés problema con eso.
Sí, siempre. De hecho, el primer productor que tuvimos con NTVG fue Juan (Campodónico) y ni siquiera sabíamos bien qué era un productor, qué cosas hacía. Y al principio, sin saber, siempre te cuesta que venga alguien de afuera y te diga cosas sobre esas canciones que vos venís trabajando por tu cuenta desde hace tiempo. Después entendimos mejor, entendimos que el productor está ahí para ayudarte a sacar lo mejor de eso que vos llevás. Y que esa mirada exterior es muy buena porque te ayuda a separar la paja del trigo, a limpiar el terreno. En el caso de este disco, yo sabía que quería hacerlo con Héctor, con quien ya habíamos tenido muy buena química en los trabajos con NTVG.
Decías que en estas canciones hay mucha más introspección que en tus temas para la banda.
Sí. Y eso me habilitó a ir a lugares más básicos, que de alguna forma son más primitivos. En una banda de rock siempre estás cantando al límite, forzándote. Acá pude explorar otros registros más tranquilos. De hecho, mi idea era que estas fueran canciones más esenciales, canciones que funcionen tocándolas con una guitarra y nada más. Al no tener la premisa de la banda, había más espacio para la experimentación, para búsquedas de otro tipo, cosas más cercanas al blues o al pop y el folk. Esa libertad de no tener que componer para la banda fue importante para ir a lugares que no son fáciles de definir y que son resultado de ese instante de reflexión profunda que me provocó el período de pandemia.
Sos letrista, ¿el productor te hace comentarios sobre las letras, propone cosas por ese lado?
No, en las letras no recibí comentarios de parte del productor.
¿Y de parte de tus compañeros de banda no recibís?
Tampoco. Claro, al ser una banda siempre está el asunto de sentirse representado por esa letra. Pero hasta ahora no ha ocurrido que alguien me diga que no se siente representado. Se me ocurre que tendría que ser algo muy grave o muy extremo como para que me lo digan. Ahora, en este disco no estaba ese problema. Las letras me tenían que representar solo a mí y yo estoy de acuerdo (risas).
Viste la polémica que se armó hace unas semanas con Fernando Cabrera por un comentario político de tres líneas. Vos sos un músico que no tiene problemas con expresarse sobre temas políticos o sociales. ¿Pensás que el comentario político o social es parte del rol del artista?
No sé si es parte del rol del artista. Sí creo que, en mi caso, es parte de lo que yo quiero expresar, de las ideas o convicciones que tengo. Pero no sé si es una norma o algo que sea parte del rol artístico. Yo respeto a muchos artistas que no hacen declaraciones políticas. Y ahí está otra cosa: pareciera que los artistas tienen que tomar posición sobre todos los asuntos. Y capaz que hay temas sobre los que no tenés posición, o sobre los cuales las cosas no son tan evidentes como para que sea sencillo tener una posición.
Parece haber un problema con el contexto también, como si las cosas se dijeran en el vacío.
Sí, son tiempos en los que digas lo que digas, siempre puede ser sacado de contexto y que parezca que estás diciendo un disparate. Igual tengo claro que es imposible gustarle a todos, siempre va a haber alguien que crea que sos esto o lo otro por algo que dijiste. Y más ahora que gracias a la tecnología cualquiera, tirado en la cama de calzoncillos y medias, opina como si fuera un sabio. Eso es algo que se aprende. Antes leía 999 comentarios positivos y uno negativo y me quedaba con el malo. Después te das cuenta de que no es sano hacer eso.
¿NTVG queda en el freezer por un rato o vas a mover los dos proyectos al mismo tiempo?
No, NTVG sigue como siempre. Es solo que el año pasado tocamos mucho, estuvimos mucho de gira, y este año vamos a hacer cosas más puntuales. Además, el año que viene tenemos los 30 años de la banda y algo vamos a hacer con ese motivo. Por eso es que este era un buen momento para sacar el disco y salir a tocarlo, es un año en que NTVG no tiene demasiada actividad y eso me permite encontrar huecos para salir a mostrar el material solista.
A pesar de que decías que son canciones que se pueden tocar con una guitarra, armaste una banda bastante nutrida y ecléctica.
Bueno, quería salir a tocar el disco de manera fiel. Es claro que no se puede tocar exactamente lo que está allí, pero quería que fuera lo más parecido posible. Y armamos una banda que tiene gente muy distinta. Por un lado, en la base rítmica quería tener gente conocida, por eso están el Checo (Enrique Anselmi, bajo) y el Chamaco (Pablo Abdala, batería y ex–NTVG). Con el Chamaco veníamos desde hace tiempo con ganas de tocar juntos y con este proyecto se dio. Luego viene la parte femenina, con Lula Isnardi en la guitarra y Lucía Romero en teclados. Ellas aportan una sensibilidad distinta, en todo, tanto en las cosas que conversamos en los ensayos como en la forma de tocar sus instrumentos. Y después está Gonzalo Vivas en guitarra, él tocaba con los Buenos Modales y viene del mundo del hip hop. Además, el grupo está bueno en lo humano, todos estamos conectando muy bien y pasándola bárbaro. Estamos encontrando un sonido grupal muy lindo.
¿Van a tocar solo el disco solista o también temas de NTVG?
Vamos a tocar el disco solista y esos temas que te decía que no entraron en NTVG. La idea es que al tocarlas en vivo, esas canciones, que en muchos casos no pasaron del demo, se vayan acercando al sonido del disco solista. Yo creo que va a estar bueno.