Si el antihéroe de una historia es
aquel personaje cuyas características y comportamientos no son ni parecidos a
los del héroe tradicional, en ese mismo sentido Hernán Cattáneo no es otra cosa
que un anti-DJ: no es para nada uno tradicional. Su música es pisciana,
“voladora” y sensible, como él. Se dedica a los sets largos, algo más
cinemático y melódico, y no al “techno duro”. Tiene 57 años, es muy familiero
(está casado y tiene tres hijas), nunca probó drogas, tampoco toma alcohol, y
aunque piensa que una carrera atractiva no es justificativo suficiente para
hacerlo, escribió su propio libro de memorias: El sueño del DJ, con
prólogo de su colega Alejandro Pont Lezica. “Ahora está de moda eso de que
cualquiera escribe un libro. Cuando me lo ofrecieron desde editorial Planeta yo
no quería. Después me fui dando cuenta de que podía darle una vuelta
interesante y escribir sobre lo que es tener una pasión desde muy chiquito y
las guerras que viví con mi papá”, contó Cattáneo a Galería, mientras se
acomodaba en uno de los sillones del living del hotel Le Bibló en Carrasco.
Esto último era previsible; cuando empezó a interesarse por el mundo del
techno, la música electrónica no era popular ni estaba bien vista en Argentina,
y su padre, un abogado “superconservador y estricto”, no iba a aceptar
fácilmente que su hijo no siguiera una carrera convencional y se convirtiera en
DJ. Afortunadamente, Cattáneo no dio el brazo a torcer.
¿Cómo define lo que hace?
Soy una especie de DJ autor. En
este mundo es muy importante no ser un DJ de moda sino tener una personalidad e
identidad musical muy clara. Vos ponés la música que te gusta y viene la gente
que coincide con tus gustos, ese es un privilegio que te ganás con los años. Hay
dos tipos de público: el que va a escuchar a Coldplay porque es fanático o el
que va porque todo el mundo va y vio que estaban rompiendo todo. Los dos son
superválidos, pero si un día Coldplay deja de estar de moda, los primeros van a
seguir yendo siempre. En esto pasa lo mismo, hay una gran diferencia entre
hacer lo que está de moda y tener tu propio sonido. Ese es un camino más largo,
de remar contracorriente, pero siempre te deja un mínimo de gente a la que le
gustás.
Pero esta no deja de ser música hecha
para bailar. Y quienes salen a bailar, suelen ser los más jóvenes…
El mundo cambió un montón. En los
70, 80 y 90, el rock y el pop eran el gran patrón de todo, y todo lo que
quedaba por fuera era música alternativa y de gente joven. Eso se fue dando vuelta
en la medida en que esos chicos jóvenes hoy ya no son tan jóvenes y están a
cargo del mundo, o por lo menos, son quienes manejan o dominan la escena
musical y las compañías discográficas. Entonces ahora hay música electrónica en
todos lados y hoy todos los géneros son de nicho. Lo que es pop, que es en
definitiva música popular, va cambiando de estilo todo el tiempo. A su vez, es
cierto, la música electrónica es música para bailar y los que van a bailar en
su mayoría tienen entre 20 y 35 años. No 50. Pero en otras partes del mundo hay
un montón de gente grande. Y yo lo consigo. A veces me llama la atención de mis
shows cuando veo en la pista a chicos de 18, 20 años junto a las señoras,
todos juntos. Que vengan los que sean.
Además dicen que no es muy bueno
bailando... ¿Hay una idea de refugiarse detrás de las bandejas o de los lentes
de sol?
De chico era muy vergonzoso, pero
mi mujer que es mucho más cascabel que yo me fue soltando. Ahora hablo mucho,
pero si estuviera en una reunión de padres y tuviera que hablar me matás. Es lo
peor que me puede pasar. Si vos me preguntás me siento mucho más cómodo detrás
de las bandejas, como diciendo: hasta acá. Yo me expreso con la música. Siempre
fui horrible con el fútbol y el baile, mis piernas evidentemente no… No es por
ahí. Y era todo un drama porque a esa edad en Argentina lo único que se hacía
era jugar al fútbol, y yo era el peor de todo el barrio. A su vez iba a las
fiestas y me la pasaba mirando al DJ, porque quería aprender. Si bien siempre
fui medio perfil bajo, vergonzoso, los anteojos son porque si estoy al sol
tengo que poder ver bien las máquinas y eso, pero no los uso todo el día.
Aunque para algunos se le parezca
bastante, Cattáneo no es un dios pero puede crear atardeceres. Así, o en su
término en inglés, Sunset Trip, es como nombra a su fiesta, que
durante una gira por el mundo persiguiendo veranos finalmente llega a
Montevideo el próximo 19 de noviembre en Jacksonville.
¿Qué tiene de especial el
atardecer?
Me di cuenta de que por alguna razón que yo no entendía
todo lo que sucedía de noche no estaba muy bien visto, y las fiestas
electrónicas eran todas a la noche, al menos en Argentina. Y te relacionan
enseguida la música electrónica con los vicios de la noche, entonces nos
propusimos cambiarlo. Mi objetivo era defender la música y que no se mezclara
con otra cosa. No faltaban quienes te dijeran que no les gustaba meterse en una
discoteca llena de humo a las cuatro de la mañana, y yo les respondía que eso
no era la música. Es como decir que toda la gente a la que le gusta el fútbol
sean unos barrabrava. La mejor idea era cambiar el escenario. Llevamos la
música a un lugar que sea para todo el mundo; estar al aire libre a las seis de
la tarde en un lugar lleno de verde es algo que le gusta a cualquiera. La
primera fiesta fue en el campo de Polo de Buenos Aires y salió buenísima. La
trajimos para acá, para José Ignacio, y también salió genial. Y al final,
teníamos razón. Le gustó a mucha más gente y encontramos una fórmula que
funcionaba en todas partes del mundo.
¿Por qué eligió Montevideo para
traer su fiesta?
Uruguay es un país muy importante
para mí. Conocí a mi mujer acá y hoy, después de haber vivido en grandes
ciudades como Londres y Barcelona, tengo mi casa en Montevideo, y estoy
viviendo acá hace 15 meses, yendo y viniendo. Me encanta Montevideo. La primera
vez que vine a tocar a Uruguay fue en Punta del Este, en el año 97 en Space, y
a partir de ahí empecé a venir todos los veranos a diferentes clubes y fiestas.
Siempre ha habido una buena mezcla de público argentino, uruguayo, brasilero, y
se arma una muy buena atmósfera en las fiestas, son muy divertidas. Yo soy de
los argentinos que piensa que Uruguay y Argentina son más o menos la misma
cosa, aunque ustedes han sido más hábiles en evitar muchos de nuestros
problemas. Pero culturalmente y a nivel humano no se siente la diferencia.
Cuando decimos que somos todos hermanos rioplatenses, yo lo siento así de
verdad. Poner música en Uruguay o en Argentina es lo mismo para mí, está la
cosa latina esa de salir a divertirse y bailar, lo llevamos todos adentro y nos
divertimos de formas parecidas. Más allá de ese orden que tienen ustedes que
forma parte del éxito uruguayo y nosotros que somos bastante caóticos, yo no
siento barreras.
Fijar un norte. No eligió la música. Cattáneo simplemente nació así.
Como si se tratara de la estatura o el color de ojos, los discos de sus
hermanas sonando en el tocadiscos eran una realidad incambiable. Hasta que
comenzó a disfrutarlo. Pink Floyd, Led Zeppelin y otras bandas de rock
progresivo son hasta el día de hoy la mayor parte de la influencia de este DJ
que, con tan solo 12 años, ya hacía sus primeras fiestas en casa con vecinos de
Caballito. Y nunca paró.
Foto: Adrián Etcheverriaga
Su ambición era compartir la música
que le gustaba con los demás, lo que empezó mucho antes de ser DJ. Invitaba a
sus amigos a escuchar discos hasta que se enteró de que había una manera de
hacer algo parecido de forma profesional, y “que lo que yo proponga les guste”.
Así fue como a sus 15 años dio el salto de trabajar para empresas que
alquilaban equipos a discotecas, a tocar en balnearios de Argentina y pasarse
“los años donde aparecen los vicios y las tentaciones” trabajando: “Estaba tan
entusiasmado en lo mío que lo único que me atraía era salir a poner música los
fines de semana”.
Los DJ del momento lo obligaban a
estar con todos los sentidos puestos en mejorar cada día más. “Paul Oakenfold
fue a Argentina en el 98 cuando era el número uno del mundo y me dijo: ‘Vos te
tenés que venir a Europa conmigo’. Era como estar jugando en Peñarol y
enterarte de que se puede jugar en Barcelona. Ahí empezó mi carrera
internacional”. Hoy el camino del discjockey se “superprofesionalizó” y existen
miles de agencias internacionales que manejan futbolistas, autores y también
DJ. Siendo padre, Cattáneo puede ver la “suerte” que tuvo de tener una pasión
desde muy chico que le marcara el norte: “Todo lo demás que venía por el camino
no me interesaba, y evité muchas dobladas para donde no hacía falta”.
¿Cómo ensaya un DJ?
Todas las mañanas me levanto y
después de que las chicas se van al colegio me meto en el estudio de casa y
escucho cinco horas de música todos los días. Es música que me mandan
productores de todo el mundo, sellos discográficos, campañas de promoción.
Escucho y selecciono lo que más me gusta. Soy un DJ que el 80% de los sets
que hace es con música nueva, eso implica que necesito mucho material nuevo
cada vez. Cuando viajo, por ejemplo, lo que escucho me lo guardo en la cabeza.
Después la parte técnica, cómo mezclás esto con lo otro, no es tanto de
práctica porque cuando vos ponés música todos los fines de semana ya estás
practicando. Además, un cocinero ya sabe cómo se hace cada plato, no necesita
hacerlo antes, lo va haciendo en el momento con los ingredientes que tiene. En
esto es igual. Uno no tiene los sets prearmados. Tenés lo que viene
siendo tu menú, un montón de entradas, un montón de primeros platos y postres
que a vos te gustan, y después, viendo lo que hay delante tuyo armás algo para
esas personas, para esa tarde. Vos tenés una caja con un montón de ladrillos de
lego, pero con esos ladrillitos podás armar muchas cosas diferentes. No hay dos
sets que sean iguales. A veces arrancás muy suave y la cosa va superbien
y seguís así hasta que pasaron cuatro, cinco horas y está todo bien. Otras
veces después de media hora suavecito ya sentís que la gente quiere un poco más
de ritmo y se lo subís. Eso lo tenés que manejar en el momento. No es la misma
música si hay más gente joven que grande, o al revés, o si hay más chicas que
chicos, o viceversa. No es lo mismo con un sol de locos que si está nublado,
todo depende del momento. Tenés que sentir ese momento.
Es como el ojo de Dios en cada fiesta,
que está en todo… Y también debe haber visto alguna cosa que no está tan buena.
Profundicemos más en el estereotipo que existe alrededor de las fiestas de
electrónica y el disfrute de esta música con el consumo de drogas, “los vicios
de la noche” que mencionó antes…
Desde mi lugar veía las desventajas
de todos los vicios de la noche. Vos no los necesitás para disfrutar de esto,
yo soy la prueba. Llevo un montón de años dedicado a los festivales y nunca
tomé nada. Ahora, ¿hay gente que consume? Por supuesto. ¿Los festivales se
organizan con ese fin? Obviamente que no. Hay gente que vende en cualquier
lado, en cualquier esquina, en cualquier plaza, y lamentablemente drogas hay
como en cualquier otro rubro. Lo que hay que tener es una visión de “control de
daños”, una mentalidad más a la europea de entender que en cualquier evento
está el riesgo de que algún chico tome drogas, entonces ¿qué hacemos?
¿Prohibimos y nos vamos? ¿O nos damos cuenta de que alguno lo va a andar
haciendo igual y entonces tratamos de que no les pase nada? Para eso hay que
dar información. Un tema mucho peor es el alcohol, un problema mucho más grande
del que nadie se escandaliza de la misma forma. Otra vez, hay que hacer campaña
para que los chicos aprendan y se cuiden. A mí no me pasó pero entiendo que a
determinada edad aparecen un montón de tentaciones. Fenómeno, que tengan la
información suficiente.
En muchos casos el problema se
vuelve un negocio. Por ejemplo, donde ofrecen una pastilla en la puerta del
festival y adentro la botella de agua sale un disparate...
En los eventos que yo participo el
agua es gratis. Eso que decís pasa mucho en los festivales de noche. La idea de
hacer lo que hacemos es ir en contra de todo ese otro mundo que existe,
obviamente, pero con el que nosotros no tenemos nada que ver. Es otro rollo,
otro mambo. El nuestro es un encuentro de muchas generaciones que disfrutan de
la música al aire libre en un horario coherente. Es mucho más sano.
¿Se considera un rockstar?
¿Cómo se sortean las presiones que vienen con este mundo?
Rockstar no me siento ni de casualidad. Yo me considero un DJ
y estoy muy feliz con eso. No soy mayor ni menor a nadie, soy lo que siempre
quise ser. Me ayudó muchísimo que mi carrera haya sido larga y para arriba.
Tuve suerte, además de romperme el alma. Esas presiones que decís, más que
haberlas vivido, las he visto. Lo más importante es estar bien rodeado. Sea tu
mujer, tu amigo, tu manager, tus viejos, alguien que te acompañe en ese
momento en que pasás de ser nadie a ser un superalgo, y viajás en avión privado
y mil cosas que les pasan a los famosos. El ancla que te agarra para que no te
vayas a ningún lado extremo a hacer cagadas es la familia, fue fundamental para
mí. Imaginate que no podía terminar la gira e irme de joda porque tenía que
volver a casa y es mi hija la que me abre la puerta, vos tenés que ser un
ejemplo. Te bajás del escenario de Tomorrowland y te subís a un avión a
cambiarle los pañales a tu nena. Eso te balancea. Sin eso andá a saber dónde
terminás. Yo creo que nunca hubiese sido un loco de esos porque no es mi
personalidad, pero nunca se sabe. Necesitás algo o alguien que te mantenga los
pies sobre la tierra. Fijate si no Maradona y Messi, increíbles jugadores, pero
uno superbien rodeado y el otro, que no, mirá donde está ahora. Con las redes
sociales no es difícil tener éxito, lo difícil es tenerlo por largo tiempo. Y
creeme que únicamente lo va a tener el que está bien rodeado. Yo siempre me
rodeé de gente que me cuidó y que por encima del negocio, siempre se encuentra
pensando en cómo hacer las cosas bien. El entorno, ese es el verdadero demonio.