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Ingeniera Química, columnista de DelSol FM, y es exigente con la alimentación de sus hijos

Edad: 38 • Ocupación: Ingeniera química; columnista de La mañana en casa en Canal 10 y en No toquen nada en Del Sol FM • Señas particulares: vive en Libertad y no piensa mudarse a Montevideo; se asume maestra ciruela; es exigente con la alimentación de sus hijos.

¿Es autoexigente? Sí, sobre todo con la alimentación de mis hijos. Para mí, comer bien es comer casero. A veces no tiene por qué ser sano, un frito cada tanto es mejor que comerte una hamburguesa congelada. Mis hijos saben que hay cosas con las que no negocio, soy medio milica en ese sentido, me lo impongo.

¿Sus hijos se cortan la comida? La más grande de siete se corta, los de cinco y tres todavía no.

¿Qué no come? Hígado y riñones, no me gustan.

¿Mira MasterChef? Sí, primero porque posteaba en Twitter durante el programa para una marca, y después por un tema de marketing del canal, está bueno. Estoy tratando de separarme, porque la gente te ve como participante en un programa. Para muchos soy “Leticia la de MasterChef”, pero yo les respondo: “Leticia de La mañana en casa”. Hay gente que no sabe que tengo formación en pastelería. 

¿Se acostumbró a ser una persona pública? Cuesta acostumbrarse a esto de ser influencer. No es mi perfil, exponerme, en mi casa las ventanas dan al fondo. Si me hubiera tocado participar en el segundo MasterChef en vez del primero, capaz que no iba. Pasé de ser una persona a la que no le gustaba mostrar su vida a ser alguien conocido. Estar en el programa no me afectó, pero me sorprendí de la dimensión que tomó esa final. Una amiga me dijo: “¿Sabés de dónde sale la caravana si ganás?”. No entendía nada. Tenía mucho miedo.

¿Por qué se anotó si es tan reservada con su vida privada? Porque me insistió una amiga. Había dejado de trabajar, estaba haciendo carpetas para ofrecerme como maestra en colegios y tenía el título del Gato Dumas. El programa te permitía tener un curso de hasta un año en cocina y yo tenía ese año en pastelería. Quería dar clases de cocina para niños.

Después me fui adaptando y me fui sintiendo cómoda. Me empezó a encantar cómo la gente me paraba en la calle y me decía que nos veía toda la familia, fue un fenómeno social. Se empezó a hablar de comer en Uruguay, daba herramientas.

¿Cómo manejó la exposición desde lo comercial? Se fue dando. Pensé, en dos meses la gente se va a olvidar de mí. Entonces les metí a las redes. No quería que se olvidaran de mí, me quiera mantener en los medios. Manifesté cuando me fui del canal que quería seguir y al mes me llamaron para el programa. Cuando una agencia de publicidad o marca me contrata les mando una presentación de cuál es mi perfil y mi área: la cocina casera. No digo que sí a todo porque sí. A veces incluyo a mis hijos en los posteos. Los textos y las fotos son siempre míos. Son cosas que yo consumiría.

Desde que terminó su participación en el primer MasterChef uno de sus temas ha sido la alimentación infantil. ¿Qué errores cometen los padres a la hora de enseñarles a los hijos a comer? Ser cocinera ayuda a la hora de buscar ideas. Es muy común entrar en el error de no darles coliflor porque uno no come, predisponer su paladar al nuestro. Papa y zanahoria es lo que te manda el doctor, pero se les pueden dar muchas más cosas. El paladar se entrena, entiendo que es difícil porque hay que tener tiempo y paciencia, pero me parece fundamental porque se lo dejás para toda la vida.

En la tele habla de cocina y en la radio de cómo no tirarla. ¿Cómo surgió ese espacio? En la radio me enfoco en explicar con ciencia cosas que a veces hacemos en lo doméstico, pero no nos damos cuenta de cómo optimizarlas. Empecé la columna con congelados. Me costeé la carrera dando clases particulares de Química. Me nace explicar.

Les doy mucha importancia a los residuos porque en las casas se tira muchísima comida. En casa, mis hijos tienen la costumbre de preguntar: “Mamá, ¿esto es reciclado?” y yo les explico cómo está reciclado, qué sobró y cómo lo elaboré. Los nenes tienen esa complicidad de estar cerca, aprenden a valorar lo casero. Mis hijos van a la escuela pública y tienen la merienda pautada, siempre les mando algo casero.

¿Sus hijos no comen comida chatarra? Sí y les encanta. El más chico me dice: “Mamá, ultraprocesados una vez cada tanto”. Un día quiso llevar al jardín las guías de alimentación del MSP para explicarle a la maestra qué eran los alimentos ultraprocesados.

Si tengo una emergencia compro nuggets, hamburguesas o panchos, pero es un recurso, no una rutina. Les gusta lo mismo que a todo niño, pero esta es la madre que les tocó.

Es ingeniera química y tiene una maestría en residuos, pero no vinculados a la alimentación. No, al medioambiente. Hice la carrera por presión social y mía, pero no me veía toda la vida trabajando en eso. La carrera de chef no era lo que es ahora, me recibí en 2004. Cuando terminé, mi esposo, que es ingeniero eléctrico, se fue a España a hacer un máster en iluminación y yo le dije que me iba con él. Me busqué este máster que era en la rama medioambiental, que es la que más me gusta.

¿Cómo ve la contaminación en Uruguay? Creo que esta administración está regulando más. Hay leyes, pero no hay quien las haga cumplir.

¿Qué se puede hacer desde lo doméstico para contaminar menos? Utilizar cada vez menos envases no retornables, ajustar la cantidad de comida para no tirar y cuidar el agua.