• Nombre: Jean Jacques Bragard • Edad: 54 • Ocupación: Abogado, cónsul honorario de Bélgica, vicepresidente de Aldeas Infantiles • Señas particulares: Le dicen Jota, su padre marcó su vida, si no fuera abogado sería paisajista
• Nombre: Jean Jacques Bragard • Edad: 54 • Ocupación: Abogado, cónsul honorario de Bélgica, vicepresidente de Aldeas Infantiles • Señas particulares: Le dicen Jota, su padre marcó su vida, si no fuera abogado sería paisajista
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá¿Qué pensó cuando le propusieron ser cónsul honorario de Bélgica? Sinceramente, me sorprendió. Al principio del año pasado me llegó un correo del Reino de Bélgica con una invitación a postularme. Primero no le presté atención, después decidí que no iba a aceptar pero cuando le comenté a mi señora me hizo ver que era una oportunidad desde el punto de vista familiar, que era un mensaje de mi padre, una forma de conectarme con su país de nacimiento; aunque yo también soy belga, como mis hermanos y mis hijos. Entonces me postulé y luego de dos meses de silencio, tuve una entrevista con un representante de la Casa Real y otra con el embajador que tiene funciones en Argentina, Paraguay y Uruguay. Desde diciembre de 2022 soy cónsul honorario por cinco años.
¿A través del consulado conoció a otros belgas que tal vez no sabía que vivían en Uruguay? Sí, me ha permitido conocer a compatriotas, algunos vinieron exiliados, otros se radicaron acá por la calidad de vida y hasta conocí a hijos de belgas que vinieron con mi padre en el mismo barco carguero.
Imagino que esas historias son muy removedoras... Esta función me ha despertado una conexión con Bélgica muy potente, de hecho, en unos meses viajaré con mi hijo menor para que se acerque a su cultura, a la gastronomía… Los mejores chocolates y cervezas son de Bélgica, además, es la cuna de las pommes frites. Los mejillones y las papas fritas son el combo como acá el chorizo al pan. La industria alimentaria, la química y la tecnológica son muy relevantes en Bélgica, así como las actividades portuarias, y Bruselas es un centro político muy importante. Además, entre Uruguay y Bélgica hay similitudes. Ambos países se fundaron el mismo año y el diplomático inglés lord Ponsomby intervino en nuestra independencia y en la creación de Bélgica.
A los 26 años su padre, Claude Bragard, viajó 11.000 kilómetros en un barco carguero para radicarse en Uruguay, un país desconocido. ¿Por qué? Decidió migrar para trabajar en una empresa textil belga en Argentina, y después vino a Montevideo para abrir una oficina y se quedó para siempre. Viajar 45 días en un carguero fue toda una aventura. Nunca había escuchado hablar de Uruguay y solamente hablaba en francés. Antes de eso mi padre también estudiaba abogacía y había sido soldado voluntario de los aliados en la II Guerra Mundial.
¿Qué historias le contaba? Muchas, porque en casa conservábamos su uniforme y teníamos fotos de él en un tanque de guerra. Además, mi abuelo también peleó, en la I Guerra. Pero lo más impactante era cuando contaba que en varias oportunidades fue utilizado como “carne de cañón”. Los alemanes usaban a jóvenes belgas para viajar en los trenes con sus tropas y así evitar que la resistencia los atacara. No era un tema que a mi padre le agradara hablar, pero cuando de niños nos quejábamos de la comida, él nos contaba que en la guerra comían raíces y ratas. Con mis hermanos quedábamos muy sorprendidos con sus relatos.
Su madre, Gladys Cooper, era de origen inglés pero nacida en Uruguay, ¿qué idioma hablaban en su casa? Tres idiomas. Mi madre arrancaba en inglés, seguía en francés y terminaba en español. Mis tres hermanos hablaban francés fluido pero yo siempre respondía en español. De todos modos, yo leía muy bien francés por todos los cómics y las revistas infantiles.
¿Cuál era su historieta favorita? Tintín. Las colecciones de Tintín y de Astérix las tenemos repartidas entre mis hermanos, pero ahora traeremos más historietas para mi hijo. Este viaje hará que él se conecte aún más con Bélgica, mi hijo siempre dice que se define como belgicano (por belga y americano).
Antes de estudiar abogacía fue campeón de squash. ¿Qué otros deportes practicaba? Siempre digo que tengo dos vidas, hasta los 24 años tuve una vida de deportista, prácticamente full time y multideporte, algunos en forma profesional. Además de profesional de squash, fui al primer Mundial de paddle competitivo e integré la selección uruguaya con (Pablo) Boselli; jugué al rugby en la selección de Los Teritos, aunque en ese momento no se le decía así y también competí en golf. Te diría que prácticamente nací en una cancha de golf. Hay una foto de mi madre cuando salió campeona sudamericana con todo el equipo y me había tenido hacía poco. Mi madre me llevaba al golf y a los viveros, era paisajista. En casa yo también me ocupo del jardín, si no fuera abogado sería paisajista.
¿Y qué pasó después de cumplir 24 años? Tomé una decisión drástica, que no sé si fue correcta: el día que me recibí no entré más a una cancha de forma competitiva. Cambié el short por el traje, ingresé a un estudio de abogados; era un desafío profesional enorme estar ahí con jefes catedráticos. Toda esa pasión, fascinación y tiempo que le puse al deporte de golpe pasó a la abogacía. Ahora el golf me sigue acompañando y el paddle lo cambié por el tenis. El bichito del rugby lo sigo teniendo y esa es la razón por la que en setiembre voy a Bélgica con mi hijo. Vamos a ver a la selección uruguaya, que es histórico que compita en un Mundial.