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La historia de Mónica Bottero y Beatriz Argimón: amigas, feministas y candidatas

Son amigas desde hace 20 años, feministas y candidatas a la vicepresidencia; Beatriz Argimón es madrina de uno de los hijos de Mónica Bottero y la integrante de la fórmula del Partido Independiente fue testigo en el casamiento de la nacionalista

Son amigas desde hace 20 años, feministas y candidatas a la vicepresidencia; Beatriz Argimón es madrina de uno de los hijos de Mónica Bottero y la integrante de la fórmula del Partido Independiente fue testigo en el casamiento de la nacionalista

Las elecciones de 1999 trajeron algo inédito para la política uruguaya: 13 mujeres accedieron al Parlamento, toda una novedad para un recinto que estaba -y sigue estando- dominado por hombres. Mónica Bottero, periodista de larga trayectoria y años de militancia en favor de las mujeres, se refirió a la importancia del hecho en una columna que publicó en Búsqueda, donde en ese momento trabajaba.

Beatriz Argimón era una de esas mujeres que llegaban a Diputados. Traía años de militancia en el Partido Nacional, donde había batallado -hasta ese momento sin demasiado éxito- por una mayor presencia femenina en las decisiones de los blancos. Cuando leyó la columna de Bottero se sintió identificada y la llamó para agradecerle sus palabras. No se conocían personalmente, así que acordaron tomar un café para seguir hablando del tema.

En el Uruguay del año 2000 no había cuota de género, ni ley de salud sexual y reproductiva, el aborto estaba penalizado, del 8 de Marzo se acordaban unas pocas, y cuando una mujer era asesinada por su pareja se hablaba de "crimen pasional". No existía el Me Too ni actrices argentinas con pañuelos verdes, que algunas recién llegadas al tema ven como la versión siglo XXI de Simone de Beauvoir. Hace 20 años, las activistas por los derechos de las mujeres eran pocas, se conocían y trabajaban hombro con hombro para hacer visibles los problemas de género. Las fronteras partidarias estaban desdibujadas, y todas (en aquella época no era necesario hablar de todes o todxs) perseguían el mismo objetivo: más y mejores condiciones para las mujeres.

En dos décadas, los temas de género fueron ganando espacio -no solo en Uruguay- con avances notorios, aunque nunca suficientes. Y mientras eso ocurría, la relación entre Argimón y Bottero se fue estrechando, pasando del feminismo a la vida cotidiana, con almuerzos semanales, charlas eternas, alegrías conjuntas y angustias compartidas.

Bottero estaba en el living de Argimón cuando la llamó para invitarla a salir Alberto Magnone, el músico con el que luego se casó y con el que tiene dos hijos: Andrés y Juan. Este último es ahijado de Argimón. Es solo un ejemplo del vínculo que las une. Hace diez años, Argimón le pidió a su amiga que fuera testigo de su casamiento con el abogado Jorge Fernández Reyes. Bottero la acompañó ese día; también cuando juró como senadora y cuando asumió como la primera presidenta del Directorio blanco. El año pasado la vio convertirse en abuela de Juan Felipe, el primer nieto de Argimón, madre de Belén y Santiago.

Bottero, que en su primera elección votó al Frente Amplio y que tuvo afinidad con la lista 99 de Hugo Batalla, estaba alejada de la política partidaria. Trabajó en Búsqueda, fundó y dirigió galería, y luego Noticias, puesto que dejó hace algunos meses para incorporarse al Partido Independiente. Hasta ahora, ella no decía a quién votaba, pero sus allegados sabían que en las internas elegía la lista de su amiga.

Ni Argimón (58 años) ni Bottero (55) imaginaron que aquel café iba a ser el inicio de esa hermandad -como definen su vínculo-, y menos que en el futuro competirían por el mismo puesto. La primera lo hace por el Partido Nacional, la colectividad con más posibilidades de disputarle el gobierno al Frente Amplio. La segunda, por un partido que no estará en la pelea definitiva, pero que aspira a mejorar su bancada legislativa.

Bottero llega puntual al encuentro en el MAPI Café de Ciudad Vieja. Tiene puesta una capa de cuero, una camisa blanca, y trae otros abrigos colgados del brazo. La jornada es larga, dice, y adapta los atuendos a la ocasión, eligiendo chaqueta o saco según se trate de una reunión o una entrevista televisiva. La campaña es una novedad para ella; además de ser candidata a vice, va tercera en la lista a Diputados por Montevideo.

Argimón llega con unos minutos de atraso por una reunión del comando de campaña que se extendió más de lo previsto. Su actividad es muy intensa, porque a las giras por el país con Luis Lacalle Pou ella suma reuniones con mujeres de distintos pagos. Algunas le regalan artesanías, como el poncho de lana que tiene puesto esa mañana, y ella las usa para difundir lo que ellas hacen.
Comienzan a responder las preguntas con estilos distintos: Bottero tiene un discurso combativo con algunos sectores feministas y con el oficialismo; Argimón cuida cada palabra. No lo dice, pero los blancos están en una inmejorable situación para acceder al gobierno, y por eso miden sus intervenciones, para evitar patinadas que puedan costar caras. De todas maneras, en sus comentarios cuestiona al Frente Amplio y lanza una sutil crítica al "pequeño país modelo", el concepto batllista que a esta altura es casi una muletilla en la campaña del colorado Ernesto Talvi.

¿En qué creen que aportaron para que haya más mujeres en cargos públicos?

BA: Desde la apertura democrática soy una orgullosa militante del movimiento de mujeres de todos los partidos. Las mujeres no solo trasladamos una agenda diferente a la agenda política, sino que mostramos un estilo diferente. Había temas que nos separaban, pero en los que entendimos que había que dar batalla juntas, lo hicimos. Tuvimos que respetar los momentos políticos de cada una, sabíamos que había cosas que podían afectar nuestra interna. En eso fue fundamental la sociedad civil organizada, los grupos de mujeres que veían que por ahí podían avanzar. Y por otro lado, las mujeres periodistas que sabían que era importante hacer visible la agenda que estábamos llevando. Si lo dejábamos solo en el ámbito del Parlamento, no podíamos mostrarlo.
MB: Ahora se están manoseando mucho algunos términos vinculados al feminismo. La propia palabra feminista, que tanto nos costó que no diera miedo decir, ahora está como muy banalizada. En aquella época, ellas en sus partidos y en el Parlamento estaban invisibilizadas. Y en los medios nos pasaba un poco lo mismo: la que se ocupaba de temas de mujeres era "vos otra vez con lo mismo". Cuando hice el primer informe sobre violencia doméstica en el año 90 para Búsqueda, un tema que ni ahí estaba sobre la mesa, visité comisarías. Hoy a cualquier comisario que me hubiera dicho la mitad de lo que me dijeron, lo destituyen. Lo mismo a mis compañeros de Redacción, que bromeaban, que son colegas que han hecho evoluciones muy lindas y hoy acompañan. Logramos que hubiera masa crítica que reclamara eso, con el trabajo de organizaciones civiles que han sido muy importantes. El 8 de marzo de 2017 fue un punto de inflexión muy importante: hubo 200.000 mujeres en 18 de Julio que iban a decir estamos acá, queremos que nos den bola. Nadie iba por la plataforma, había una necesitad de decir "estamos acá".

Hay quienes critican que esas movilizaciones van más allá de la mujer, porque entran otros temas.

MB: Entra todo y lo peor es que a veces lo más visible son las posiciones más radicales y más antiguas. Son posiciones precaída del muro de Berlín.

Se habla, por ejemplo, de "muerte al macho".

MB: "Muerte al macho", que es lo que pedían en los movimientos de los 60. Pero también lo vincu­lan con posiciones ideológicas antiguas, como el marxismo, contra el capital. Discursos que ya perimieron, implosionaron con la Unión Soviética. Pero hay grupos políticos conservadores de izquierda que han intentado ganar espacios explotando ese tipo de posiciones. Son las patologías de todo movimiento que se masifica. Nosotras estamos contentas, aunque no llegamos a todo lo que queremos, pero hay un montón de cosas que las que vienen atrás pueden decir sin miedo, que tienen el camino allanado. De a poco se está rompiendo la brecha.
BA: Uno de los grandes temas en los que tenemos que trabajar es la brecha salarial. Tratar de trasladar al mercado formal a la gran cantidad de mujeres que siguen trabajando en el mundo informal porque es la forma que tienen de sacar mayor dinero para sustento de su familia. Cuando el aporte de las mujeres se visualice vamos a poder tomar acciones concretas con las diferencias salariales.

En el 2000, cuando se formó la bancada femenina que usted integró, existía empatía entre mujeres de distintos partidos. Estaban las frenteamplistas Mónica Xavier, Daisy Tourné o Margarita Percovich; las coloradas Martha Montaner, Yeanneth Puñales, Glenda Rondán, entre otras. Eso permitió que se aprobaran leyes impulsadas en conjunto. Eso, ahora, no se ve.

BA: Había afinidades personales, sin dudas. Haber irrumpido juntas en el escenario parlamentario nos dio una visibilidad muy fuerte. Se aprobaron leyes como la del día libre para hacerse el PAP y la mamografía, los cambios en las licencias, el acompañamiento en el parto, la ley de cuotas, la de derechos sexuales y reproductivos, la primera ley de violencia doméstica. Cuando llegamos al Parlamento había un cúmulo de proyectos en los que habíamos trabajado, entonces hubo una implosión de propuestas de mujeres políticas.
MB: Ellas pusieron sobre la mesa determinados temas. Había un grupo que estuvo dispuesto a hacerlo: políticas, periodistas, organizaciones sociales, juezas, fiscales. Con la llegada del Frente Amplio al poder hubo una inflexión. El Frente tuvo muy claro que ahí había electoralmente una veta para explotar, está bien, es su tarea. Pero, en todo caso, empezó a designar mujeres -de hecho, hay un montón de diputadas del MPP del interior- que no necesariamente están formadas para trabajar en equipo con políticas de otros partidos. Y muchas de las que llegaron no tienen conciencia de género, ni del Frente ni de los demás partidos.
BA: No, no.
MB: En algunos casos son hasta funcionales al discurso masculino, porque cuando uno está tratando de afirmarse no quiere diferenciarse del grupo preponderante. Y después había intereses en el gobierno que no estaban dispuestos a enfrentar, como por ejemplo la financiación de la ley (de violencia de género). Eso de la unidad está primero, que es muy típico del Frente en el gobierno, operó. Entonces, por un lado hay una situación muy crítica respecto a los femicidios y a la violencia de género y por otro, muchas mujeres del gobierno han militado denunciando esto. Entonces uno dice ¿por qué no tenés una actitud crítica con tu propio gobierno? Para el Frente Amplio en eso la unidad está primero. Y también hay una cuestión de supervivencia: las que se han enfrentado dentro del Frente, la propia Beatriz dentro del Partido Nacional, y dentro del Partido Colorado, no han sido las que han salido mejor.

A escala popular existe la idea de que la batalla por los temas de mujeres la ganó el Frente Amplio.

BA: Cada partido tiene sus tiempos; en el mío fue un debate interno mucho más duro que en otros. Fue una batalla que dimos bastante en solitario algunas mujeres. Hubo un proceso interno muy interesante, que se dio fundamentalmente por las generaciones que vinieron. Los jóvenes fueron fundamentales en el cambio que el partido tuvo en el tema. Y ni que hablar del proceso que, fundamentalmente, hizo Luis. Pero, a la vez, reconozco lo que decía Mónica: el Frente visualizó que ese era un tema que iba a tener dentro de la ciudadanía una filosofía especial, que iba a servir en lo electoral, independientemente del convencimiento. Y lo aprovechó comunicacionalmente como estrategia.
MB: Las izquierdas siempre han captado más rápido las causas de lo políticamente correcto. No siempre convencidas. Yo viví en Cuba y cuando volví tuve durante mucho tiempo vínculo con gente del Partido Comunista, que se burlaba de mí y me decía: "Eso (los temas de género) es cosa de burguesas". No así el socialismo. Los socialistas vienen con la tradición de Rosa Luxemburgo para acá, con tropiezos y contradicciones. Pero siguen las contradicciones. En el proceso de elección de vice, que fue porque las mujeres del Frente lograron imponer al final del plenario que les votaran, para que se dejaran de embromar, que la fórmula iba a ser paritaria. Cuando tuvieron que cumplirlo y estaban buscando una candidata, Mujica salió a decir: "Lo que pasa es que está el asunto ese de las mujeres". Y a Michelini le preguntaron si iban a tener que cumplir con la fórmula paritaria y conestó: "Lamentablemente, sí".

Argimón, usted cuestionó que no se hayan otorgado los recursos para la ley de violencia de género y dijo que si el Frente Amplio quería decretar una emergencia en el tema podía hacerlo ahora que es gobierno. Los femicidios y abusos son un tema grave desde hace tiempo, pero recién últimamente aparecieron en la campaña.

BA: ¡Que me vengan a decir que recién ahora me acuerdo de la violencia doméstica! Participé activamente en la última ley integral de violencia doméstica. Entré al Senado a votar ese proyecto y pregunté si había presupuesto. Se nos dijo que sí. Cuando se habla de emergencia, la voy a acompañar. Ahora, hablar de decretar una emergencia cuando sos gobierno, sabiendo que se nos prometió partidas presupuestales y llegó solo al 30% de ellas; cuando hicimos campaña de animar a las mujeres para que denunciaran... Un juez decretó pulsera electrónica pero hubo que cambiar la medida porque no había. Si vamos a pedir la emergencia, lo que tenemos que pedir es que las partidas presupuestales aparezcan.
MB: Por esa cosa de "en aras de la unidad del Frente" no han planteado nada. Y lo plantean a meses de las elecciones. ¿Qué hicieron todos estos años? Tienen programas, programitas, reprogramas, el Inmujeres no tuvo ninguna visibilidad todos estos años, salvo para dar las cifras anuales y decir: "¡Ay, qué horrible!". En el Ministerio del Interior se minimizó el tema todo el tiempo. Está July Zabaleta que sí está metida en el tema, pero no tienen poder político los organismos que están en eso. No les dan bola.

¿Creen que las mujeres del Frente Amplio que se preocupan de estos temas no se hacen oír?

BA: Creo que sí, pero lo hacen en la interna.
MB: Pero no quieren romper la unidad. Hay que tener coraje político, les han pegado, han tenido consecuencias por jorobar con el tema. Y también hay una cosa: queda clarísimo que desde la Presidencia de la República no hay ninguna sensibilidad con el asunto. Hay bastante urticaria con las feministas, ¿no? No solo con el tema del aborto, con todos los temas de mujeres. No se puede plantear nada, todo es ninguneado.
BA: El ministro del Interior dijo que la emergencia está presente desde hace tiempo y que implica que reaccione la sociedad. ¡El que tenés que reaccionar sos vos! Estoy muy enojada con eso y con otro tema: sale en televisión una fiscal muy valiente (Sylvia Lovesio), a quien no conozco, diciendo: "Estoy desbordada de las denuncias de abuso hacia los niños"...
MB: Recibe en promedio diez denuncias por día.
BA: ¡Y no hay un apoyo institucional a una mujer que dice "miren lo que está pasando"! Y no hay una reacción del gobierno.

Lacalle Pou propuso que en casos de violencia de género sea el hombre y no la víctima quien tenga custodia policial, algo que criticaron figuras del gobierno.

BA: Una compañera tiene un policía que la acompaña porque denunció a su pareja. Va al supermercado, a llevar a la escuela a la nena, todo con el policía. Luis dijo que "es una revictimización". A la semana hubo un juez que contestó: "Le voy a poner el policía al señor". Porque además, en el interior, ponerle a un señor un policía y que todo el mundo diga que es un violento...
MB: Igual prefiero que se agilice lo de las pulseras. Había 300 en lista de espera, ahora hay 200. Si no gastan en eso, hay una decisión política. Y todavía el ministro dice que los femicidios no tienen nada que ver con las pulseras porque las matan antes, porque las pulseras se colocan cuando hubo un proceso judicial. No es verdad, porque había mujeres que denunciaron al menos un par de veces. Todavía culpan a la víctima.
BA: Es una forma de justificarse permanentemente.
Hay un nuevo Código del Proceso Penal, que votaron todos los partidos, que llevó a que se dictaran penas muy bajas para delitos sexuales por juicios abreviados. En Rocha, por ejemplo, un anciano abusó de un niño y uno de los elementos que se tomaron en cuenta para fijar una pena bajísima fue que hubo acuerdo con la familia por la sanción.
BA: En eso no puede haber negociación. Como sociedad, que estemos permitiendo que quien abusa de un niño se quede en la casa cumpliendo una pena... Ahí no importa la edad, porque si no sos viejo para abusar de un niño no sos viejo para estar en la cárcel.

¿Deberían aumentarse las penas?

BA: El abuso tiene que ser una de las mayores penas y debe cumplirse en la cárcel.
MB: Más allá de las penas, y de lo policial, se requiere una intervención en esa familia. Se saca al tipo, se lo lleva preso. ¿Qué pasa con los niños? ¿Con la mujer? No es algo de ahora, pasa de toda la vida.
BA: Lo que pasa es que ahora la mujer se anima a hablar.
MB: Este tipo de abusos estuvo silenciado durante décadas. Hoy socialmente estamos más permeables a escuchar esto. La propia víctima se da cuenta de cuándo puede denunciar y cuándo no.
BA: Hoy son los hijos los que miran a la madre y le dicen: "Denuncia tú o denuncio yo".

El próximo gobierno tendrá una vice, del Frente o del Partido Nacional. ¿En qué cambiará la condición de la mujer?

BA: La llegada de más mujeres a distintos órdenes está abriendo espacios. Después de este período indefectiblemente va a haber más mujeres y más jóvenes que se van a involucrar activamente.
MB: El hecho de que una mujer con conciencia de género pueda estar presidiendo el Parlamento, va a hacer que determinados temas se jerarquicen.

¿Creen que los jóvenes siguen prefiriendo a la izquierda?

MB: Estudios recientes están mostrando que no es tan así. Además, los jóvenes ya no tienen las categorizaciones del siglo XX. Ellos ven como un signo de modernidad ver a una mujer. Y ver compromisos con determinados temas, como el medioambiente, el futuro, el empleo. El hecho de poder proyectar una visión global, no estamos en el pueblito, tenemos que interactuar con el resto del mundo.
BA: Me parece que para los jóvenes eso del pequeño país no existe. El joven de hoy no tiene nada que ver con el de antes.

Unos días antes de las internas, Argimón y Bottero se juntaron a comer en la Ciudad Vieja. Era un almuerzo como tantos, de esos en los que Argimón -como buena escribana, aclara- le dijo a Bottero que organizaran los temas de la charla, porque eran demasiados y el tiempo escaso. Ese día hubo un asunto excluyente: Lacalle Pou le había ofrecido ser candidata a vice. Era una posibilidad remota, porque tenía que darse un resultado holgado con respecto al segundo, que le dejara las manos libres para designar a su compañera de fórmula.

En la noche de la interna, con las urnas cerradas y el conteo de votos avanzados, Argimón recibió el llamado de Lacalle Pou: las cosas habían salido como esperaba. Ella apenas pudo comunicárselo a su marido y a sus hijos; no tuvo tiempo de llamar a Bottero, que vio por televisión lo que se había conversado en aquel almuerzo.

A la mañana siguiente, Argimón atendió un llamado de su madre. Estaba muy enojada, porque se acostó a dormir antes de que se anunciara su nombre, y se enteró de que su hija era candidata cuando el diariero la felicitó. El resto del día, Argimón recibió llamadas y mensajes de mujeres de otros partidos que la felicitaban por su nombramiento. Luego de décadas, luchas conjuntas, batallas internas, conquistas logradas, y otras frustradas, sentían que se había dado un enorme paso para el avance de las mujeres en política.

GRACIELA VILLAR

Desde hace meses, galería realiza gestiones para entrevistar a la candidata a vice del Frente Amplio, sola o en forma conjunta. Por razones de agenda no fue posible incluirla en esta edición, pero está previsto hacerlo más adelante.

 

Agradecemos al Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI) por su colaboración en esta nota.