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Pablo Giménez: "Hoy todos somos críticos y el medio es nuestro teléfono"

Nombre: Pablo Giménez • Ocupación: Director creativo, fundador y docente de Integra Escuela Pablo Giménez • Edad: 48 • Señas particulares: Hace muchos bocetos, siempre con amarillo y negro; empezó a experimentar con serigrafía; le hubiera gustado ser ciclista profesional.

Nombre: Pablo Giménez • Ocupación: Director creativo, fundador y docente de Integra Escuela Pablo Giménez • Edad: 48 • Señas particulares: Hace muchos bocetos, siempre con amarillo y negro; empezó a experimentar con serigrafía; le hubiera gustado ser ciclista profesional.

Pinta desde chico. ¿Cómo surgió ese hobby? Hice pintura gracias al impulso de mi hermana, la impulsora de todos los artistas de la familia, la ayudaba a hacer croquis cuando ella estudiaba arquitectura. Fueron muy estimulantes las actividades que me propuso. Estudié pintura al óleo y también hice el Taller Montevideo, donde aprendí diferentes técnicas. Después estudié diseño en Peter Hammers, aunque me costó entrar porque era adolescente, no aceptaba estudiantes tan chicos. Lo hice porque siempre me gustó la ilustración, creo que estudié diseño por eso.

¿Ha tenido bloqueos creativos? La verdad que no porque tengo una metodología bastante clara.

¿Cuál es? En primer lugar, saber cuál es el brief, cuál es el presupuesto, por dónde tengo que ir. Es medio una gimnasia, rápidamente tengo que entender qué es lo que tengo que hacer y cómo responder. Quizás lo que me pasa es que me surgen muchas ideas y tengo que ver qué vuelta darles. Es lo que más disfruto.

Artistas extranjeros siempre dicen que en Uruguay hacemos mucho con poco presupuesto. ¿Está de acuerdo? Sí, estoy de acuerdo. Creo que eso es algo que manejamos desde la educación, uno tiene que responder con pocos recursos a ideas. Pero no por tener menos recursos vas a tener menos ideas. Son muy pocos los artistas o diseñadores que cuentan con todo lo que quieren para poder expresarse.

Es muy unido a sus sobrinos, que son cuatro. ¿Qué cree que hace a un buen tío? Estimularlos. Además, para ellos soy un referente al que siempre pueden llamar. Me gusta orientar, como también lo hago con mis alumnos. Entiendo su situación —como el brief, pero de su vida— y los ayudo a ver cómo salir del apuro.

Viaja mucho. ¿Qué ciudad de las que visitó le inspira más? Nueva York fue la que más repetí, en un momento iba todo el tiempo. Conecté mucho con esa ciudad y empecé a conocer gente, entonces iba a verla. Nueva York te genera esa sensación de que sos ciudadano, sos uno más. Hasta que en un momento dije: “Tengo que conocer otras partes del mundo”. Ahí empecé a interesarme por Europa, y en las Islas Baleares encontré el lugar donde me conecto más con mi ser, como persona. Son otros estímulos. Hay una presencia fuerte de la naturaleza, que con el tiempo me di cuenta de que la renecesito. Mallorca me encanta porque tiene muchas rutas para ir en bicicleta, hay una cultura fuerte del ciclismo.

¿Cuándo empezó su pasión por el ciclismo? Me muevo en bicicleta desde siempre, desde adolescente es mi medio de transporte para moverme urbanamente. Además, miraba carreras, los Tour de Francia y siempre pensaba cómo me hubiese gustado hacer eso. Hace dos años me compré mi primera bicicleta de ruta y me acompañó muchísimo durante la pandemia. Me acostumbré a andar solo, me ayuda a concentrarme y distenderme, me encanta descubrir paisajes. Salgo todas las semanas, he hecho 100 kilómetros acá. En otra vida me hubiese encantado ser ciclista profesional.

¿La moda es arte? No. La moda es una industria y como tal puede ser muy creativa, pero no es arte. En un momento me lo cuestioné mucho. Requiere una visión de negocios, un conocimiento de la industria, de productos, que hace que no sea tan libre como es el arte.

Fue uno de los primeros en hablar de sustentabilidad en la moda local. ¿Por qué le parece tan importante? Hoy es algo totalmente imperativo para cualquier accionar de cualquier empresa. Nosotros hicimos nuestra primera colección de upcycling en la escuela en 2008 y fue algo muy revelador para mí, que partió de estudiantes que manifestaban esa necesidad. En su momento no se veía como algo muy comercial. Ahora ha explotado ese mercado en el mundo de la moda y ha quedado en evidencia lo importante que es.

¿Qué recuerda de la época de más efervescencia de la moda local, alrededor de 2006? Recuerdo la fascinación. La escuela empezó a trabajar en proyectos que eran superdesafiantes, apoyada por marcas. No había redes sociales y el foco estaba más en el proceso, en el hacer, en proponer. Esa época me encantó, fue previo a la masividad. Creo que fue una era dorada.

En esos años fue crítico de moda, primero en El Observador y después en Bla. ¿Cómo fue recibido? Fue interesante, en ese momento estaba Victoria Melián en O2 y nació la columna, a la que le pusieron My Way. Me propusieron que fuera anónimo y yo no quise, y la verdad creo que hubiese sido mejor. La primera crítica que hice se recibió muy mal y me marcó mucho. Eso cambió con las redes sociales, uno está expuesto a que le hagan cualquier comentario y no podés tomarlo a mal. Hoy todos somos críticos y el medio es nuestro teléfono.