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Paula Gallotti: “Si sos mujer y no te mostrás segura, te juega doblemente en contra”
Paula Gallotti, CEO de DVelop, empresa de software que exporta a más de 35 países, considera que el apoyo entre mujeres es clave para alcanzar puestos de liderazgo
Vestida
de blanco al igual que las otras ocho mujeres empresarias que la
acompañan —entre ellas la esposa del presidente, Lorena Ponce de
León— Paula Gallotti sonrió para una foto sin imaginar la
sorpresa que se llevaría unos días después. El martes 8 de marzo,
Día de la Mujer, un hombre la publicó en Twitter junto con otra
foto de una decena de mujeres y niñas frente a lo que parece ser un
arco de fútbol estropeado en una aparente zona de contexto crítico.
Con la comparación como recurso, el tuit venía acompañado de la
frase “Tu 8M también depende del lugar donde te tocó nacer”.
Tuvo 5.030 “me gusta” y fue retuiteado 1.024 veces, aunque
también recibió cientos de críticas en sus comentarios. “¿Por
qué estaba ahí? Nadie habló de eso. De vuelta estábamos las
mujeres recibiendo un palo por como estábamos vestidas, porque
estaba Loli. Completamente injusto porque nadie habló de por qué
estábamos ahí, de qué significaba esa foto”. Ahora lo cuenta. La
captura fue tomada el sábado 5 de marzo como cierre de una jornada
de cinco horas de mentoreo a mujeres en el marco de la “Caminata de
mentoreo virtual” organizada por Voces Vitales, un programa que
promueve el liderazgo de las mujeres como motor para el progreso
económico, político y social de las comunidades. “Estaba ahí
porque ese sábado estuve cinco horas mentoreando. Ni siquiera estaba
con Loli. Éramos las mentoras de Uruguay que participamos en la
caminata de mentoreo virtual. A mí me tocaron las emprendedoras
argentinas”, detalla. El mentoreo, para Gallotti, es una forma de
devolver todo el apoyo que recibió de otras mujeres cuando daba sus
primeros pasos. Paula, de 37 años, es cofundadora, directora y CEO
de DVelop, empresa de software
con oficinas en Uruguay y Perú, cerca de 80 empleados y que exporta
a más de 35 países. DVelop sería solo la tesis para recibirse de
la carrera de Ingeniería en Sistemas de la ORT, hasta que junto con
sus socios —hasta entonces compañeros de facultad— Joaquín
Álvarez, Ignacio Fonseca y Agustín Napoleone consiguieron un
cliente, fueron incubados por Ingenio y captaron inversión de IC
Ventures, un grupo inversor uruguayo que financia emprendedores con
proyectos disruptivos. Y el asunto se puso serio.
regenerado
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Sin
escalas ni techos, Gallotti pasó con 23 años a ser fundadora y
directora de una empresa tecnológica; por ende, a verse rodeada de
hombres en reuniones de negocios, y a autoasignarse el rol de
tomadora de notas en esos encuentros, sin hablar ni opinar más de la
cuenta.
Esa
joven “tomadora de notas” no parece la misma que hoy habla y
opina con convicción y elocuencia, que ocupa el principal puesto de
la empresa y es, de alguna forma, la cara y la voz que la representa.
Hubo, de nuevo, mucho mentoreo en el camino. En 2013, Gallotti fue
seleccionada para participar en el programa de mentoría Vital Voices
en Estados Unidos. Durante más de un mes, intercambió con
emprendedoras de todo el mundo y recibió en Silicon Valley la
mentoría de altas ejecutivas como Gerri Elliott, una de las líderes
en Cisco, y Anna Griffin, jefa de Marketing de Intercom, con quienes
aún se mantiene en contacto.
Ahora
es ella quien da consejos a las que recién empiezan. Fue mentora en
el Centro de Innovación y Emprendimientos de ORT, en Ingenio, en
OMEU y Endeavor. También promovió la llegada del programa Voces
Vitales en Uruguay y formó parte de la organización de la primera
caminata de mentoreo, iniciativa que consiste en generar un
intercambio entre empresarias de distintas industrias con jóvenes
que quieren emprender.
Paula
no era una niña aficionada a la tecnología y mucho menos soñaba
con dirigir su propia compañía. En la mesa de reuniones de las
oficinas de DVelop en el Latu hay legos, pero la ejecutiva cuenta que
de niña prefería los ponys y juguetes de cocina. A veces, el
mecano. Se inscribió a la carrera alentada por su madre. “Ella me
sugirió que revisara esta opción, me alentó a que me acercara, le
parecía que era el futuro”. Ahora Gallotti no solo alienta, sino
que insiste. En la industria falta gente, el eterno y conocidísimo
problema. Y están todos (principalmente todas), más que invitados a
formar parte de la solución.
Muchos
explican la escasez de mujeres en la industria tecnológica por
barreras culturales que empiezan desde la niñez. ¿Hubo algo
diferente en su crianza e infancia?
Tuve
un hermano menor, entonces había un juego variado. Me acuerdo de
jugar con mecanos, que eran piezas que construías. Seguramente se lo
habían regalado a mi hermano, pero me acuerdo de utilizar esas
cosas. Todo eso va marcando la experiencia que vos tenés de chico y
cómo te acerca a cierto tipo de lógica y funcionamiento en equipo.
Me parece que en los últimos años se ha hecho un trabajo
superimportante en llegar a las familias con un speech
de que las nenas no solo reciban cocinitas o muñecas así como a los
varones sí les puede gustar recibir cocinas y no tenemos que limitar
el momento de juego.
Además
del juego, ¿qué más aleja a las niñas de ese mundo?
Es
muy difícil de niños encontrar un rol de mujer dentro de la
industria. En las revistas, películas o consumo de redes sociales se
ve mucho a los hombres y son muy pocas las mujeres. Pocas veces las
mujeres están ahí y a veces cuando aparecen... Marissa Mayer de
Yahoo apareció en la tapa de Vogue
y fue muy criticada por estar con un vestido y en una situación que
no era considerada normal para lo que se imaginaba de una mujer en
tecnología. No tener un rol modelo es completamente una traba para
avanzar en el pensamiento que vas a generar de esas niñas. Después,
¿cómo es un ingeniero en Sistemas, cómo trabaja? durante muchos
años fue esa persona que trabajaba sola, en un lugar oscuro, que no
necesitaba capacidades interpersonales y era todo muy técnico; que
no tenía habilidades para tener otro tipo de vida social, y eso
también degrada la profesión. Las niñas sienten desde los 6 o 7
años que no están a la par académicamente y pierden la confianza
en sí mismas de lo que pueden hacer. Preguntan en niños y niñas
quiénes son mejores en matemáticas, los niños se tiran y eso hace
que las niñas se sientan un poco relegadas por una imposición de
quién habla más fuerte, quién es físicamente más fuerte, y
empieza a crearse ese cuento de que las matemáticas son más para
los varones que para las nenas, lo que es completamente erróneo.
¿Cómo
acercarlas?
La
gran falta acá es hacer entender a las mujeres que dentro del mundo
de la tecnología hay muchas opciones. No tenés que ser ingeniera en
Sistemas para estar trabajando en la industria. Hay muchos roles que
necesitan ser cubiertos por mujeres y hombres. Podés ser tester,
analista funcional, gerenta de proyectos, de operaciones, directora
de una empresa de tecnología, desarrolladora, podés trabajar
liderando el área de crecimiento internacional, gerenta de ventas.
En Estados Unidos, que uno pensaría que es la cuna de todas las
oportunidades, para 2024 se prevé que la industria va a tener un
déficit de 500.000 desarrolladores. Es un problema mundial. El mundo
necesita cada vez más tecnología, hay muchas más necesidades y
oportunidades de gente que se involucre en la industria y hoy en el
mundo somos 50% hombres, 50% mujeres y en la industria en general hay
un 20% de participación de mujeres.
Hay
muchas opciones o cursos para entrar, muy baratos o gratuitos, y
nunca es tarde. No por tener 43 años no podés ingresar en
tecnología. Recibimos muchos currículums de gente que se ha
reconvertido de carreras como Psicología o Medicina al área de
tecnología. Tenemos una chica que es bióloga y quiso reconvertirse,
tiene un master en tecnología y está haciendo relinda carrera acá.
Empezó como junior,
se formó. Vienen con una actitud y cabeza distinta que el chico de
18, y eso suma. Como necesitás gente, lo que buscás son personas
que puedan aprender rápido, que tengan una actitud positiva hacia el
trabajo y capacidad de aprender. Son más importantes las habilidades
blandas que duras.
Fotos: Lucía Durán
¿Qué
es lo que más se disfruta de trabajar en tecnología?
El
dinamismo que hay es de las cosas más interesantes. Es muy difícil
que te encuentres haciendo por mucho tiempo lo mismo. Diariamente te
estás enfrentando a cosas distintas en donde tenés la capacidad de
innovar en la solución que le vas a dar. Y me gusta mucho el trabajo
en equipo que tenés acá. Las empresas de tecnología cuidan mucho
el ambiente laboral, porque las personas son lo más importante que
tienen.
Al
ser mayoría hombres, los productos y servicios están más
desarrollados desde su visión. ¿Cómo cambiaría la industria si
hubiera tantas mujeres como hombres?
Tendrías
una oferta más rica por lo que significa tener un proceso
colaborativo con distintas cabezas. Lo que lograríamos es una manera
de ver las cosas distinta, desde la concepción de un producto hasta
el proceso en general, cómo se maneja un proceso desde que se acerca
un cliente hasta que se termina dando el servicio. La riqueza de un
grupo está dada por la diversidad de las personas que lo conforman y
eso es algo 100% certero. Esa diversidad viene de distintos lados, la
más obvia es mujer y hombre. DVelop es una empresa que se
caracteriza por dar las primeras oportunidades de trabajo a jóvenes.
Estoy convencida de que esos jóvenes que vienen de barrios y
familias que no están trabajando en esta industria, cuando ven lo
rápido que crecen, las oportunidades que tienen para trabajar con
clientes de acá y de afuera, el salario que perciben, que es alto
comparado con otras cosas, todo eso tiene un impacto superpositivo en
las comunidades. Seguramente esas chicas o chicos cuando hablen con
sus amigas van a estar contándoles o dándoles una visión de una
industria que capaz no tenían. Después hay que confiar en que
siendo mujer vas a seguir creciendo. Ahí está el rol de las mujeres
que hoy tenemos cargos de liderazgo en mostrarnos, dar conversaciones
y apalancar el crecimiento de mujeres en el mercado.
Prácticamente
no es una opción ser mujer líder en tecnología y mantener un
perfil bajo.
Ese
es un tema, porque es sabido que la mujer en general tiene el
síndrome del impostor. Es real y es algo que traspasa a la
industria, pero en esta tenés que hacer un doble esfuerzo por no
quedarte atrás, no sentir vergüenza ni sentirte disminuida por el
número. Te puede dar vergüenza entrar en un lugar donde te sientes
distinta, te sentís más joven, más vieja o que no encajás,
entonces si vas a reuniones donde sos la mayoría de las veces la
única mujer, hay un doble esfuerzo en que eso no te pese en poder
dar tu punto de vista, o expresarte, o que tus ideas sean escuchadas.
Tengo tres socios desde el principio y en mi equipo no he sentido
para nada que no haya sido apoyada, pero en las primeras reuniones
que teníamos, donde íbamos a los primeros clientes, sentía que de
manera natural era la que tomaba nota o la que estaba más vinculado
al área marketing, o que por alguna razón no estaba más
relacionada con la ingeniería pura y dura. Participé en un programa
hace varios años, Vital Voices, con la revista Fortune,
una mentoría de un mes donde tuve oportunidad de conocer mujeres de
todo el mundo, nos juntamos en Nueva York y trabajamos esto de creer
en una misma, apostar, ser líder. Después, dos semanas en Silicon
Valley trabajando con mentoras mujeres de una empresa. Me llevé
varias sorpresas: que este problema del 20% históricamente es un
problema, que es el mismo porcentaje en Estados Unidos, tienen el
mismo problema de rol, y con los juguetes que se les regalan a las
niñas, con dónde ven a esas mujeres en roles de liderazgo. Es lo
mismo. No es un problema cultural del país, es un problema cultural
histórico de la mujer con la tecnología, las ciencias y las
matemáticas. Como mujer tenés que apalancar a otras mujeres. Pasa
algo interesante que vemos con los currículums que recibimos. Es muy
común pedir ciertas cosas excluyentes, y los hombres así no las
tengan, igual mandan el currículum, pero las mujeres si no cumplen
con todos los puntos no mandan. Eso te hace entender la confianza que
se tienen los hombres aún no calificando en todos los puntos que
pediste, versus la que se tienen las mujeres. La mujer hasta que no
se siente 100% preparada para asumir un desafío no da ese paso. Eso
hace que las mujeres tarden o les cueste más ir creciendo, porque
crecer es tomar desafíos.
De
ser la que tomaba notas a liderar programas como Vital Voices,
mentorear mujeres y salir en los medios hay un trecho. ¿Qué fue lo
que más le ayudó?
Fue
muy positivo encontrar mujeres de todo el mundo que estaban en mi
misma posición. Encontré mujeres que realmente se veían muy
fuertes y después se abrían a contarte las dificultades que
tuvieron. Te da fuerza pensar que las dificultades que tengas se
sobrepasan, y conocer historias que te energizan desde ese punto de
vista. Había mujeres que venían de países donde las dificultades
eran no poder salir del país, o no elegir con quién casarse,
realmente otras dificultades, y pudieron sobreponerse. Y decís: “Yo
no tuve esas dificultades, son otras, y si ellas pudieron llegar
hasta acá, yo no debería ponerme límites”.
Fotos: Lucía Durán
Al
estar tan rodeada de hombres, ¿ha tenido que mostrarse con una
actitud o imagen más masculina, o no tan femenina?
Masculina,
no. Lo que siento es que si sos mujer y no te mostrás segura, te
juega doblemente en contra. Para mí, si sos mujer lo que sí tenés
que hacer es trabajar más fuerte en mostrar la confianza que te
tenés y que mostrás. Capaz si sos hombre no tenés que trabajarlo
tanto. Me parece que la gente está predispuesta a pensar que por ser
mujer podés ser más débil en el liderazgo. Siento que he trabajado
y me esfuerzo en tomar decisiones y mostrarme confiada, en que creo y
confío en mi equipo pero las decisiones las tomo yo, y
sentimentalmente soy fuerte para bancar los problemas, cruzar
momentos difíciles. En eso creo que las mujeres, en cualquier rol de
liderazgo, tenemos esa necesidad de mantenernos fuertes y mostrarnos
como personas confiables, que manejan y toman las decisiones, y que
sentimentalmente están al nivel de lo que necesita la empresa y las
circunstancias.
Es
madre de tres hijos. ¿Sintió la presión de no fallar como madre
por dirigir una empresa, o de fallar como directora por ser madre?
A
nivel personal ha sido difícil de combinar: tienen 7, 6 y 3 años.
Son tres varones. Sigo en esa edad que todavía es bastante
demandante y el liderazgo que naturalmente es de la empresa es el que
llevo a la familia, y hay una agenda supercompleta, todo lo que tenés
que hacer con tres hijos, la comida, el doctor, los cumpleaños, el
fútbol, el club. Tenés que combinar un montón de cosas. He
aprendido e incorporado que en ninguna de las cosas voy a ser
perfecta. Ni la madre perfecta, ni la directora de empresa perfecta,
porque soy la misma persona. Trato de ser lo mejor que puedo en cada
cosa y sé que habrá momentos donde una de las cosas me va a
requerir más tiempo o energía que otra. Tengo una red, que es lo
que todo el mundo dice que es necesario: una madre, una suegra, una
mujer que trabaja en mi casa. Mi marido tiene un trabajo muy
demandante también pero puede ir a buscar a mis hijos a veces, se
puede ocupar. Para mí la manera de sobrellevarlo es saber que no vas
a hacerlo todo perfecto. Que si tu hijo tiene un problema vas a tener
que levantarte e irte, y que si en un momento estás en un momento
clave de tu empresa, vas a tener que llegar más tarde a tu casa
porque tu empresa necesita más de tu energía.