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Nombre: María Pía Biestro • Edad: 33 • Profesión: Directora de Asesoría Tributaria en el Ministerio de Economía • Señas particulares: No se toma vacaciones en verano, es muy familiera, tiene una cuenta de Instagram en la que reseña libros, le gustaría hacer teatro
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Antes de ser directora de Asesoría Tributaria del ministerio fue diputada suplente por el Partido Nacional. ¿Cómo fue su ingreso a la política? Milito desde 2008. Arranqué en la lista 40 cuando ni siquiera era Espacio 40, ni Espacio País; era la lista de Javier García, Rodrigo Goñi y Sebastián da Silva. Ahí se formó una linda agrupación juvenil, comprometida con cambiar el país en el que vivíamos. En las elecciones de 2014 tuve la oportunidad de ser la candidata joven por la lista 40 y empecé a tener mis primeras participaciones en el proceso de Presupuesto y Rendición de Cuentas. A esa altura ya era contadora pública, estaba haciendo mi maestría en Tributación y plasmaba mucho lo que estaba aprendiendo en la política pública. También presentamos proyectos más relacionados con la inclusión. Uno de ellos hoy es ley, que es el rotulado de medicamentos para personas con discapacidad visual. Esos fueron mis primeros pasos.
¿Cómo fue el desafío de liderar la Asesoría Tributaria siendo tan joven y mujer? Soy la primera directora de la Asesoría Tributaria y al día de hoy soy la única mujer. Todos los que están en asesoría son plus 60, menos uno que es un poquito más grande que yo. Además, todos fueron en alguna instancia mis docentes. El día que llegué los junté a todos y les dije: “Yo no vengo con espíritu refundacional. Vengo a trabajar en equipo, que es lo que aprendí a hacer y lo que hice desde que comencé en política. Seguramente vaya a aprender más de ustedes que ustedes de mí. Espero poder enseñarles algo”. Desde ahí, creamos un vínculo precioso. Tenemos una dinámica de trabajo muy linda, muy democrática. Armamos un equipo único que no cambio por nada.
¿Tiene algún hobby? No tengo mucho tiempo libre porque el trabajo en el ministerio insume muchas horas, pero igualmente trato de hacerme ese espacio. Tengo una vía de escape que es cantar. Me gusta mucho. A veces, de atrevida, soy invitada en una banda que se llama Terapia y Afines y cantamos en algún bar o evento. Hacemos covers a dúo y también algunos temas solista. Algo que también me gusta mucho, y para lo cual sacrifico tiempo de dormir, es leer. Es algo que me relaja y despeja la cabeza. Con mi esposo tenemos una cuenta de Instagram, que iniciamos el año pasado, donde reseñamos libros. Se llama Fanalibros.
¿Cuántos libros leen al mes? No nos fijamos objetivos de cantidad de libros, pero leemos más o menos entre cinco o seis libros por mes. Hay meses que leemos bastante más. Es muy amplia la gama de lo que leemos. Disfrutamos cualquier tipo de lectura.
También comparte con su esposo ratos de deporte. Él me metió en el mundo del deporte. Yo era una persona muy sedentaria y me comenzó a incentivar. Ha corrido ya tres maratones, si no me equivoco, y no te puedo decir cuántas media maratones. Entonces, cuando las prepara, lo acompaño en bicicleta y le llevo los geles, el agua. Tenemos ese rito: la levantada temprano, el desayuno, la comida de la noche previa, el descanso.
Disfruta de ir a conciertos, sobre todo de David Bisbal. ¿Desde cuándo lo sigue? Desde el 2001 soy fanática de Operación triunfo. Ese programa me acompañó en una época complicada de mi vida, hice una conexión con David Bisbal y hasta el día de hoy es un artista que sigo. Lo fui a ver cuando vino en diciembre al Antel Arena y fue una dosis de energía que necesitaba. Es un artista que me conecta con algo de mi adolescencia, que me hace sentir bien. Es mi artista favorito, pero escucho mucha variedad de música. Me gusta mucho el rock argentino: (Andrés) Calamaro, Fito (Páez), a los dos los fui a ver. Me gusta Alejandro Sanz, que también fui a verlo. Ahora tengo entradas para Luis Miguel, pero ahí el fan es mi esposo.
Es amante de la moda circular. ¿Le preocupa el medioambiente? Todo empezó en la pandemia, cuando hubo una explosión de la moda circular y me empecé a interiorizar un poco más. En casa tenemos conciencia ambiental, pero ahí fue que hice clic. Me di cuenta de la contaminación que generaba la industria y me fanaticé con la moda circular. Obviamente que soy de ir al shopping a comprar ropa, pero prefiero consumir en ese tipo de plataformas. Te das cuenta de que circulás, vendés y comprás a precios mucho más accesibles, además del impacto ambiental que provocás.
¿Cuál es la historia del tatuaje que tiene en el brazo? Tengo tres tatuajes. Uno en la nuca con la firma de mi mamá, que falleció cuando yo tenía nueve años. Otro acá (se toca la cintura del lado derecho), que es el título de una canción de Rossana, Sin miedo, que cantábamos con mamá. Y este es el último (se señala el antebrazo izquierdo), que dice Carpe diem, escrito con la letra de mi padre. Soy medio ansiosa y en alguna charla medio filosófica con él sobre el vivir acelerado me hizo ver que lo único real es el presente. El futuro no lo conocemos, es incierto, y el pasado tampoco es 100% real porque es un recuerdo de una vivencia que tuvimos. Lo único real es el presente. Ahí me di cuenta de que tenía que bajar las revoluciones y me lo tatué en un lugar que lo pudiera ver. De esta manera puedo recordarlo y, en los momentos en que estoy ansiosa, respirar profundo y bajar.