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Radiografía de una moderna Gwyneth Paltrow

Dueña de una empresa que busca darle fuerza a la mujer y cuyo valor monetario aumenta cada día, habla libremente de sus amores y del sexo

La vida de Gwyneth Paltrow podría dividirse en dos. La primera, cuando actuaba en Hollywood, apuntalada claro está por su madre, la actriz Blythe Danner, y su padre, el productor Bruce Paltrow, además de su padrino Steven Spielberg; cuando se hizo famosa por películas como Emma (1998), Grandes esperanzas (1998) y Shakespeare apasionado (1998) (que le valió el Oscar, cosa que más adelante dijo que le perjudicó porque la dejó sin norte). Salía en los tabloides de los 90 con titulares que la mostraban con sus novios. Tuvo tantos y tan vistosos que no es raro que se haya convertido en una mujer tan comentada. Brad Pitt, Ben Affleck, Chris Martin son solo algunos, pero ella misma se encarga de contar los numerosos hombres con los que estuvo e incluso habla de su actividad sexual al detalle. En el reciente podcast con Alex Cooper Call her daddy, que trata temas sexuales desde un punto de vista feminista, Paltrow reflota su veta de femme fatale y obtuvo atención con sus respuestas.

¿Quién era mejor en la cama, Brad Pitt o Ben Affleck? ¿Quién daba mejores besos? ¿Qué sentía por Chris Martin, el vocalista de Coldplay? Ella ya sabe que su manera de ganar atención hoy ya no son las películas que no hace, y da respuestas contundentes que alimentan la maquinaria showbizz: en la cama Ben Affleck era mejor “técnicamente”, pero con Brad Pitt fue amor a primera vista y en el lovemaking volaban las estrellas. Ben Affleck le hacía reír más, pero Brad Pitt quedó en el top one de sus amores románticos. Con Chris Martin se entendían bien, lo conoció mientras ella hacía el duelo por la muerte de su padre.

Su segunda vida comenzó después del nacimiento de sus hijos Apple y Moses, fruto de su relación con Martin. A partir de que fue madre, decidió que no iba a actuar más (“No me interesa estar en un hotel en Budapest sola durante 12 semanas, es muy desestabilizante la vida del actor.”) y comenzó, en 2008, una newsletter, Goop, con contenido sobre wellness, que durante cinco años generó solo pérdidas.

Luego se animó a dar el siguiente paso, poniendo el foco en monetizar ese sitio y utilizarlo como trampolín para vender productos como vibradores de todas las formas y texturas imaginadas (vale la pena mirar el catálogo para ver la inventiva tecnológica al servicio del placer femenino), pero también productos para la piel, seminarios, fines de semana inspiradores, charlas motivacionales, cruceros por el Mediterráneo (se asoció con la marca Celebrity Cruises, hermana menor de Royal Caribbean), suplementos alimenticios, utensilios de cocina, libros y mucho más. Imposible olvidar los huevos de jade y de cuarzo rosa para introducir en la vagina y entrenar los músculos del suelo pélvico para mejorar la vida sexual, o la vela con olor a la vagina de Gwyneth Paltrow. Así, la actriz se fue a cualquier extremo con tal de escandalizar y lograr “entrar en la conversación” de las redes sociales. En Instagram tiene más de 8 millones de seguidores.

<em> Comenzó, en 2008, una newsletter llamado Goop, con contenido sobre wellness. Hoy es una marca que ofrece todo tipo de objetos para la mujer, desde vibradores a viajes en crucero. Foto: Vivien Killilea, AFP</em>Comenzó, en 2008, una newsletter llamado Goop, con contenido sobre wellness. Hoy es una marca que ofrece todo tipo de objetos para la mujer, desde vibradores a viajes en crucero. Foto: Vivien Killilea, AFP

A lo largo y ancho de la empresa la palabra que más se repite y resuena es vagina. Esto se le agradece y habla mucho sobre el propósito de Paltrow, que es romper con la sombra de esta palabra, darle luz. Sobre todo cuando tenemos en cuenta que en todo el globo terráqueo y a lo largo de la historia, la palabra vagina viene siendo sustituida con eufemismos como allá abajo u otras expresiones similares, que buscan eludirla, como si fuera algo prohibido o malo. Otra curiosidad: uno de los vibradores que ofrece en su página se llama Viva la vulva, igual que la canción de Coldplay Viva la vida.

Gwyneth también tiene, como toda la gente que hace algo, muchos haters. Hasta el día de hoy hay quien se burla de su discurso el día que recibió el Oscar, en el que lloró profusamente y se excedió en agradecimientos y en su postura empalagosa en general. Aunque era una joven de 24 años, uno no puede dejar de sentir cierta vergüenza ajena cuando mira ese agradecimiento y la ve tan carente de personalidad. Fue en esa dirección, precisamente, que la actriz puso el acelerador en los siguientes años. Afianzar su carácter, deshacerse de la preocupación por el qué dirán, olvidarse de lo que se espera de ella, y ver hacia dónde quiere ir.

<em> La marca y su fundadora, como toda celebridad, reciben críticas sobre los productos, el marketing y los valores que representan. Foto: </em><em>Vivien Killilea, AFP</em>La marca y su fundadora, como toda celebridad, reciben críticas sobre los productos, el marketing y los valores que representan. Foto: Vivien Killilea, AFP

Los haters también dicen que Gwyneth habla mucho y no dice nada, algo así como que su apariencia de yogur de durazno se materializa también a la hora de expresarse. En la revista Harper’s Bazaar, una periodista publicó una crónica de un crucero Goop de nueve días que zarpó de Barcelona. Es un artículo malicioso y burlón, donde cuenta que se aburrió de forma feroz con clases de yoga, smoothies detox, conversaciones sobre la salud del intestino, charlas motivacionales, sesiones de tarot y sobre todo, mujeres que lloraban por todo, a cada rato. En ese ambiente reinaba la idea de que llorar es sano, muy sano: “Hay una crisis de salud mental en Estados Unidos, sin duda, pero no es por eso que todas estas mujeres, y en su mayoría son mujeres, están llorando, o por qué vulnerabilidad se ha convertido en una palabra de moda. La facilidad con la que el llanto público se ha incorporado a la comprensión de una psique sana y una política feminista no se trata en realidad de llorar, lo que se puede hacer fácilmente en privado, entre amigos cercanos y gente de confianza. Tanto para el que llora como para el público, se trata de la confirmación de que eso está funcionando, sea lo que sea”, dice Lauren Oyler en su crónica Yo realmente no quería ir, de Harper’s Bazaar.

Oyler también hace comentarios sobre la polución y la mugre que dejan esos cruceros, que están destrozando la fauna marina europea, además de que hay estudios que confirman que ni siquiera son utilizados como medios de transporte, ya que el 40 por ciento de sus pasajeros no se bajan en los puertos. Se quedan en el crucero, seguramente comiendo. “Es extremadamente vulgar”, dice la autora.

<em> La escritora Jessica Seinfeld y la jugadora de fútbol Amy Griffin en el evento organizado por la marca de Gwyneth Paltrow A dreamy evening with Goopglow en Nueva York. Foto: Bryan Bedder, AFP</em>La escritora Jessica Seinfeld y la jugadora de fútbol Amy Griffin en el evento organizado por la marca de Gwyneth Paltrow A dreamy evening with Goopglow en Nueva York. Foto: Bryan Bedder, AFP

Los detractores del imperio Paltrow también llegaron a los juzgados y la actriz recibió una denuncia por los huevos de jade y cuarzo rosa. Se la acusa de vender seudociencia y de llevar el marketing al extremo. A raíz de sus consejos sobre salud “alternativos”, salieron en Netflix dos documentales con el nombre The Goop Lab.

Para muchos, Gwyneth representa todo lo que es anodino en el espíritu de nuestro tiempo, como la espirulina, la preocupación por el detox, la comida cosmética y hasta la expresión en el rostro de seudoiluminado. Pero al menos busca dar buenos ejemplos con su modo de vida e instaló, cuando se separó del padre de sus hijos, la noción de “divorcio consciente” o “desacople consciente”, como ella misma dijo a los medios de comunicación. En función de este concepto, la actriz buscó mantener unida a la familia y jamás dijo una palabra desagradable acerca de Martin, quien, según se supo, prestaba poca y nula atención a sus hijos y andaba siempre muy ocupado en sus giras musicales.

También dio una respuesta bastante sutil e inteligente cuando le preguntaron por Harvey Wainstein, con quien trabajó durante buena parte de su carrera y a quien agradeció especialmente durante su mentado discurso del Oscar. En una entrevista reciente respondió: “No me gusta ser binaria en lo que refiere a las personas y a las cosas. Creo que todos somos en parte luz y en parte oscuridad, en porcentajes variables. Él fue una persona muy importante en mi vida, me dio oportunidades increíbles y aun así, durante aquellos tiempos tuve con él una relación muy complicada, con sus altos y bajos. Pasados los años se volvió muy complicado también porque salió a la luz información sobre su comportamiento y eso se mezcló con la ya difícil relación que yo tenía. Pero me resisto a ser binaria”, dijo.

“Pero bueno”, remató bruscamente, dando el tema por terminado, “¡hablemos de vaginas!”.