La actriz uruguaya Sofía Lara actúa en 9, película coproducida por Uruguay y Argentina, hoy en cartel, y en la recientemente estrenada en cine Noche americana
La actriz uruguaya Sofía Lara actúa en 9, película coproducida por Uruguay y Argentina, hoy en cartel, y en la recientemente estrenada en cine Noche americana
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSer parte del reparto de dos películas que se exhiben en cine en simultáneo es una coincidencia rara. Más aún cuando esas dos películas son las primeras y únicas dos en la trayectoria de un actor. El nombre de Sofía Lara empezó sonando en el ámbito teatral, pero su debut en el cine llegó por partida doble, con Noche americana y 9, dos coproducciones uruguayo-argentinas que estuvieron por unos días, en simultáneo, en cartel en Montevideo. En la primera, dirigida por el realizador uruguayo-cubano Alejandro Bazzano (La casa de papel), interpreta a una joven rebelde hija de una actriz argentina de fama internacional, interpretada por Florencia Raggi. En 9, recién estrenada, a la novia de un jugador de fútbol de primera línea (Enzo Vogrincic) sometido a las presiones de la espera y las negociaciones que preceden a un pase millonario.
En su breve pero prolífica carrera, la actriz de 23 años ha tomado decisiones artísticas audaces, como desnudarse en el escenario para convertirse en una de las víctimas de la Operación Océano en la obra Muñecas de piel, de Marianella Morena.
Extremadamente autocrítica y preocupada por la “verdad” de sus actuaciones, Sofía conversó sobre su formación teatral, su llegada al cine, cómo maneja la incipiente exposición y su relación con su cuerpo.
¿Cuándo supiste que querías ser actriz?
Hice (Bachillerato) Artístico en el Miranda porque me gustaba pintar, pero en las clases de teatro teníamos una profesora que nos hizo hacer una escena, y yo la hice muy copada, muy arriba. Ella me dijo, realmente desde el corazón, que había estado muy bueno lo que había hecho. Y me quedó eso, me empecé a copar con la actuación. Después tuve a Santiago Sanguinetti, que actúa también en 9 —hace de Gabriel, el entrenador—, de docente, y me siguió copando el teatro. Ahí hice la prueba para entrar a la EMAD. No quedé, pero abrió la escuela El Galpón enseguida y entré, e hice toda la escuela ahí, cuatro años. Una linda formación.
¿Cuál fue tu primera experiencia como actriz en teatro?
La primera obra que hice fue La ronda, en El Galpón, con dirección de Levón. Ahí me conocí con Enzo (Vogrincic, protagonista de 9). Hacíamos de amantes. Desde ahí estamos de novios, hace cuatro años.
Y los dos quedaron elegidos, mucho después, en el casting de 9.
En realidad Enzo quedó para el casting y se empezó a chatear con los directores (Martín Barrenechea y Nicolás Branca). A ellos les estaba faltando el personaje de Belén, y como él había hecho escuela de teatro y conocía más gente joven le preguntaron si conocía a alguien que pudiera servir, y él les pasó un par de nombres, y obviamente les pasó el mío. Mandé el casting grabado, después fuimos, hicimos otro casting y el tercero fue con Enzo y ya se ve que con la química nuestra me eligieron.
¿En tu casa se veía mucho cine? ¿Hay ahí algún antecedente de tu vocación?
Yo era más bien de los documentales de National Geographic, veo mucho Animal Planet. Pero me acuerdo que mirábamos Lost con mi familia, todos sentados en el sillón; fue la única serie que vimos toda juntos. Y siempre me gustó eso de: ¿Es verdad lo que están haciendo? ¿Les está pasando en serio? ¿Están actuándolo? ¿Cómo lo está actuando si yo veo que lo están sintiendo? Siempre me llamó la atención eso del cine, que trabaja mucho con la verdad. El teatro también, pero (la actuación es) más grande, se tiene que ver, se tiene que escuchar.
En tu caso, ¿las estrategias para actuar en cine y teatro son las mismas?
El Galpón es una escuela de actuación teatral, te forman como actriz teatral y persona de teatro, escenografía, etcétera, todo enfocado al teatro. No me formé como actriz de cine, pero yo creo que me sirvieron mucho las herramientas que aprendí en la escuela de teatro. Para mí es lo mismo, porque en el teatro yo trabajo con la verdad igual, era sacarle todo eso y hacer menos.
¿Te costó encontrar ese matiz?
La verdad que sí. Tenía miedo de hacer mucho, de sobreactuar o algo así por venir de teatro. Pero creo que incluso, por lo que me dijeron los directores, hacía demasiado poco; realmente era muy chiquita la actuación, muy sutil. Por suerte a ellos les gustó. Pero me sirve para poder medirme la próxima y ver hasta dónde se puede llegar con la gestualidad. Está bien interesante eso.
¿9 fue tu primera experiencia en cine?
Sí, fueron muy juntitas con Noche americana. Fue 9 primero y una semana después me llamaron para hacer el casting de Noche americana, ¡y quedé! Las dos experiencias fueron rediferentes, porque ellos (los directores de 9) recién estaban empezando; esta es la primera película que hacen, y era más pequeño el grupo, más tranqui, más en familia, digamos. Con otras libertades. Muchas de las escenas las improvisamos, fue muy divertido. Era otro ambiente, más descontracturado capaz. Noche americana ya era de Disney, era otra cosa. Había horarios, fechas; se hacían un par de veces las escenas y ya estaba. Era muchísimo más un producto que tenemos que tener pronto, y ya. Estuvo superinteresante vivir esas dos cosas.
¿Cómo te llegó la propuesta de Noche Americana?
Yo tengo una amiga, con la que hicimos la obra Variaciones sobre lo escrito, que estuvo muy poquito en Tractatus. Ella está trabajando en la castinera y me dijo: “Hay un personaje con el que das para el physique du rôle”. Yo leí (el guion) y la verdad que no sabía, pero dije: “Lo voy a hacer, porque de última queda mi casting ahí y si me ven capaz que me llaman para hacer otra cosa”. Pero lo hice y quedé para Noche americana. El siguiente casting ya fue con Alejandro Bazzano por Zoom.
¿Cómo fue trabajar con él, un director con tanta experiencia en audiovisual, y con Florencia Raggi?
Flor es una persona divina. Era mi mamá de la ficción, así que la tengo en el corazón. Relinda persona, supercálida. Desde el principio me hizo sentir parte, y nos llevamos muy bien. Y Ale también, recálido, divino. Ambos me tiraron pila de piques, Flor en especial, como esto de que hay que tener un representante, cosas así, actorales, de carrera, que ella ya tiene.
¿Cuáles son tus influencias en lo que refiere a la actuación? ¿Identificás a alguien en particular que te haya inspirado?
Hay personas que me encanta lo que hacen, que me parecen superreales. Meryl Streep me parece increíble, todo lo que hace es maravilloso. Tiene eso que me gusta mucho que es que maneja la verdad, pero al mismo tiempo puede agrandar los gestos de una manera que decís: “¿Cómo lo hace?”. Porque es casi teatro, pero supernatural, aunque sea superpomposo también. Lo mismo que Joaquin Phoenix. También, una verdad increíble pero es supergestual. Eso lo admiro porque a mí me cuesta mover mucho la cara sin sentir que estoy haciendo demasiado. Pero recién empecé, supongo que tendré más oportunidades para probar.
Volviendo al teatro, una de tus primeras experiencias fue con una obra hablada en varios idiomas.
Sí, Unterwegs, fue una coproducción de El Galpón con un teatro en Nuremberg (Alemania). Estuvo bien interesante, fue la primera vez que El Galpón hacía una coproducción así. Tengo mucha suerte me parece (risas). Porque lo iba a hacer otra actriz, que al final no pudo y abrieron casting para ver quién podía ir, y quedé. Entonces me fui para Alemania a hacer la obra, a crearla con Marcelo Díaz, el director, y dos compañeros de El Galpón. Después volvimos, la hicimos acá con los alemanes, y al otro año volvimos a Alemania y la hicimos allí para público alemán. Yo hablo inglés en esa y un poco de español, otro compañero hablaba italiano, y otra compañera alemán. Cada idioma que podíamos llegar a saber lo usábamos, porque era acerca de los inmigrantes. El lenguaje no era lo principal; no importaba si había partes que no entendías, se entendía el todo por la acción. Era muy física.
A mediados del año pasado se estrenó Muñecas de piel, la obra de Marianella Morena sobre la Operación Océano, en la que interpretás a una de las víctimas.
Sí, hubo un par de polémicas legales para estrenarla, pero al final lo logramos. Estuvimos poquito, ocho funciones en la Hugo Balzo, y en enero fuimos a Santiago de Chile al festival Santiago a Mil. Ahí nos vieron productores de otros lados y supongo que viajaremos este año con la obra. Y en mayo volvemos a la Hugo Balzo.
¿Fue tu trabajo más exigente o movilizador a nivel actoral?
Cada cosa que hacés, por lo menos para mí, es un poquito más. Cada proyecto teatral al que me sumo, y ahora audiovisuales también, es un escalón más en la exigencia. Pero la verdad es que ese personaje, y esa obra, y esa temática, es muy difícil que no te pasen por el cuerpo. Además hay un desnudo que es fuerte, movilizador para mí.
¿Te costó el desnudo?
Me costó un montón. Cuando Marianella me contactó para hacer la obra desde el principio me dijo: “Me la imagino desnuda con el arroyo encima”. Y yo le dije: “Sí, obvio”. ¿Qué le voy a decir? Era Marianella que me estaba diciendo para hacer una obra. Además comprendí que era necesario, que era de eso de lo que estaba hablando. No era un desnudo por un desnudo, era un símbolo muy grande de la explotación sexual. Pero en el momento de los ensayos empezó a estar Sofi ahí también, mi relación con mi cuerpo y mi pudor. Hasta que en un momento hablamos y yo le dije que lo que necesitaba era que fuera un momento, que empezara y que terminara, y que yo supiera cuándo era. Necesitaba que me lo marcaran. Ahí fue más fácil. Pero la verdad es que es superimportante para la obra.
Por unos días, dos películas en las que actuás estuvieron en cartel al mismo tiempo, aunque ahora solo está 9. ¿Te fuiste a ver al cine? ¿Cómo te ves en la pantalla?
Falté a la première de Noche americana porque me equivoqué de día. Increíblemente Alejandro (Bazzano) no pudo tomar su vuelo y también faltó a la première. ¡Fue solo Flor (Raggi)! Así que después fuimos con Ale al mismo cine y ahí la vi. Ya la había visto en una proyección que habíamos hecho hacía tiempo, pero verse la segunda vez es distinto. Con las dos películas me pasó que la primera vez me centré en mí, hiperanalizándome, y no tanto en la peli. Ya la segunda vez pude disfrutar de la cosa en sí, del todo. Las disfruté muchísimo más la segunda vez.
Hiciste también algunos videos en Instagram para la marca Rotunda. ¿También estás volcada al modelaje?
No es que haga modelaje. Soy actriz y la careteo de modelo; si me piden y me pagan, dale, vamos. Y me gusta, me divierte. Con ese reel que hice para Rotunda fue muy loco lo que pasó. Empezaron a escribir comentarios de que estaba muy flaca, empezaron a confundir el discurso de body positivity, de mostrar más cuerpos, con tirarle hate a los cuerpos más flacos. Ahí me planteé: “Qué loco estar expuesto a que te digan cualquier cosa en las redes”. Igual hubo un montón de comentarios relindos y apoyando.
¿Te afectó?
No. Yo estoy recontenta con mi cuerpo, soy sana. Siempre fui flaquita, pero porque mi cuerpo es así, siempre voy a ser así. Pero me puse a pensar: Si esto lo leyera una gurisa que la está pasando mal con su cuerpo, o que no está muy segura de cómo se ve… Hay que tener cuidado con cómo se dicen las cosas, porque yo sé que el mensaje era que está bueno tener más cuerpos, no solo cuerpos flacos, también cuerpos más gorditos, más altos, más bajos, en campañas publicitarias de moda. Pero hay que tener cuidado con cómo se dice eso, desde dónde se hace la lucha. Con respeto, siempre con respeto.