Nombre: Stephanie Rauhut • Edad: 32 • Ocupación: gastrónoma y modelo • Señas particulares: cumple años en Navidad, lee todos los manuales de instrucciones y es fanática de las novelas históricas de Ken Follet.
Nombre: Stephanie Rauhut • Edad: 32 • Ocupación: gastrónoma y modelo • Señas particulares: cumple años en Navidad, lee todos los manuales de instrucciones y es fanática de las novelas históricas de Ken Follet.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáCumple años el 25 de diciembre. ¿Cómo celebra la Navidad? En casa tenemos una Navidad tradicional. El 24 amanecemos en el campo con mis padres y hermanos, cada uno tiene una tarea. Yo pongo la mesa, mis padres rellenan el ganso con manzanas y pasas. Cuando no conseguimos ganso hacemos arrollados de pollo agridulce con rotkohl (repollo colorado dulce cocido). La receta era de mi abuela, con ella hacíamos el árbol de Navidad el 24 con un pino natural que después plantamos. Es otra cosa el olor. De mi abuela guardo el adorno que ponía en la mesa en Nochebuena, yo ya lo colgué.
Por suerte nunca me hicieron 2x1, al contrario, es el cumpleaños familiar en el que estamos todos, los que viven en Uruguay y los de afuera.
Es famosa por ser organizada, incluso llegó a poner orden en el set de filmación de Bake Off. Me sentía muy organizada hasta que fui madre y me di cuenta de lo que realmente es una organización. Mi mejor conquista es cumplir con todas las obligaciones para tener tiempo libre para disfrutar de los chicos con la cabeza tranquila. Mi marido (Ignacio García) y yo trabajamos en casa, somos un equipo. En Bake Off bajaba las tensiones. Con el cansancio del rodaje, de 13 horas diarias, era fácil que se generaran fricciones, yo las desarticulaba.
¿Cuánto cambió su vida con Bake Off? Me siento la misma. El mensaje de Bake Off es similar al de mi blog Not Only Salad: cualquiera puede cocinar y teniendo las herramientas adecuadas podés mejorar tus habilidades en la cocina.
¿Cómo fue trabajar durante la pandemia en casa y con los niños? No hubo llamada de clientes que no sucediera mientras hacía las camas.
Sus hijos (Ignacio de 5 años y Clementina de 3) están acostumbrados a la exposición a través de su blog y redes sociales. ¿Cómo la llevan? Trato de que aparezcan cada vez menos, porque no deciden qué se publica sobre ellos. Me encanta sacarles fotos y publicarlas, la fotografía es una de mis pasiones. El día que sienta que no puedo ser yo por estar expuesta prefiero no estar.
¿Tiene que hacer un esfuerzo por ser genuina en las redes sociales? Digo lo que me nace. No tengo un personaje. En la moda es muy común tenerlo porque piensan que el personaje te ayuda a diferenciarte del resto, yo no busco diferenciarme.
Comenzó a estudiar cocina y a modelar al mismo tiempo. Combinar moda con comida parece antagónico. ¿Dónde está el punto de encuentro? Se dio de forma natural. Trabajaba en modelaje al mismo tiempo que terminaba mi carrera en el Crandon Gastronómico, en esa época se llamaba Economía Doméstica todavía. Tenía 20 años. Mis padres no me dejaron modelar hasta que cumplí 18. En su momento no lo entendía, ahora como madre me parece bárbaro lo que hicieron.
De todas maneras, tuve que optar. Cuando con Nacho, mi marido, decidimos estudiar en París, el mismo día que tenía el examen para entrar a la universidad para aprender administración de hoteles y restaurantes, la agencia de modelos me llamó para entrevistarme. Tuve que decidir y aposté por la gastronomía. Cuando volví a Uruguay me di cuenta de que a las dos carreras las une la comunicación, porque la moda también es comunicación.
Hasta hace cuatro años tenía un trabajo tangible, armaba mesas dulces y tortas de casamientos. Embarazada de su primer hijo decidió apostar al universo digital. ¿Se considera influencer? Odio que me digan influencer. Soy creadora de contenido, me parece una definición mucho más amable y ajustada a la realidad. El consumidor es el que tiene que decir si lo influenciás o no, si le generás un cambio en su vida.
Su profesión no se limita a una sola palabra En la casilla de migraciones pongo gastrónoma, porque cocinera no abarca todo lo que hago. Le digo a mi marido que lo envidio porque él es ingeniero y ya está.
¿Cómo llega a la gastronomía? Cuando era niña. Mi tía, Helga Rauhut, tuvo la casa de té Doña Angelita en José Ignacio durante 15 años, cuando todavía era un pueblo de pescadores y yo pasaba mis veranos allí. Los Rauhut somos muy cocineros.
¿También de los Rauhut viene la afición por la fotografía? Quiero creer que es algo heredado. Mi abuelo paterno tenía un cuarto oscuro en su casa para revelar sus rollos. De niña tenía mi cámara con rollo y le hacía “un agujero” a mis padres en Foto Martín revelando fotos. Nunca hice un curso, pero siempre practiqué y leí mucho.
Esa fotografía la plasmará en un libro pronto. Sí, en febrero voy a publicar mi primer libro con Penguin Random House con 90% mi fotografía, tendrá las recetas del blog y otras.
¿El modelaje la obliga a mantenerse en forma? ¿Practica algún deporte? Hace un tiempo me hice un estudio nutrigenético y encontré la excusa que me puse toda la vida: por genética tengo poca disposición a hacer deportes. Me gusta disfrutar la comida, es social, reúne.
Además, le gusta leer y pintar. ¿Qué lee? Novelas históricas. La Trilogía del siglo de Ken Follet esde los pocos libros impresos que tengo. Ahora estoy leyendo las novelas de Outlander, pero en kindle. Heredé de mi padre toda la colección de la revista Lugares. También soy fan de El Mueble y hago carpintería.
Sus amigos la definen como una persona empática que busca hacer sentir bien al otro. ¿Siempre fue así? Siempre fui de observar mucho, cuando veo que la gente tiene la autoestima baja me gusta decirles todo lo bueno que tienen. Me sale naturalmente. Trato de enseñarles a mis hijos a compararse menos. Claro que hay que esforzarse para mejorar, pero tener metas alcanzables. Las redes sociales han hecho mucho daño en este sentido, hay mucha comparación, perfección.