Nombre: Teresa Viana • Edad: 30 • Ocupación: Jugadora de hockey, capitana de Las Cimarronas, entrenadora • Señas particulares: Es muy competitiva, toma mate todo el día, le dicen Beba, va a misa todos los días.
Nombre: Teresa Viana • Edad: 30 • Ocupación: Jugadora de hockey, capitana de Las Cimarronas, entrenadora • Señas particulares: Es muy competitiva, toma mate todo el día, le dicen Beba, va a misa todos los días.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl domingo pasado cumplió 30. ¿Le pegó la famosa crisis? Me pega sobre todo porque uno asocia la llegada de los 30 con la retirada del deporte. Pero estoy bien, siento que en el deporte estoy en mi mejor momento, estoy bien físicamente y con mi experiencia siento que aporto mucho a las chicas. Y al estar también vinculada al deporte desde la enseñanza, porque trabajo en el colegio Los Pilares y estoy en el desarrollo del club, no me afectó tanto desde ese lado tampoco. Es como dicen, los nuevos 30 son los 20 de antes.
Dicen que es buena para los deportes en general, y que hasta en ping pong le gana a todo el mundo. ¿Es verdad? Cuando llegamos a Lima para los Juegos Panamericanos había unos chicos jugando al ping pong, y pedí para jugar. Jugué el primer partido, le gané a uno de los chicos, jugué el siguiente, le gané al otro, y se terminó armando todo un estadio, todo el mundo viendo cómo una mujer les ganaba a todos los varones. Mi entrenador después me quería matar porque llegué a la charla previa sudando. Soy muy apasionada de todos los deportes. Mi hermano me llegó a decir que no podía jugar más al fútbol con sus amigos porque les ganaba siempre y le daba cosa.
Es muy competitiva. ¿Se enoja cuando pierde? Es lo que mi entrenador en la selección me dice siempre. Que estoy siempre pinchando a mis compañeras para que den lo mejor, porque estoy todo el tiempo buscando a ver si puedo meter un gol. Puede ser una virtud o un defecto que todo lo que haga, lo haga a morir. Me cuesta hacer algo a medias, aunque sea jugar a las bolitas.
Estudió un posgrado en Psicología del Deporte. ¿La ayudó a gestionar esas emociones? A veces me cuesta cuando voy perdiendo. Hoy con 30 años te puedo decir que lo sé manejar distinto, salgo de la cancha y la vida sigue, pero me llevó tiempo. Antes perdía y podía estar una semana mal, bajoneada. Soy muy de analizar, si perdí, por qué perdí. Tengo un carácter muy fuerte que intento controlar, porque me puedo ir con los jueces, y me enojo cuando no me salen las cosas.
¿Es también la más “calentona” de sus 12 hermanos? Tengo ocho hermanos varones y somos cuatro mujeres, y entre los hombres te tenés que hacer. Pero siempre fui de tener una personalidad muy fuerte. Entre hombres no te queda otra que hacerte fuerte.
¿Por qué le dicen Beba? Soy la décima de 12, la más chica de las mujeres, soy la Beba de la casa. Tengo un hermano más chico que tiene síndrome de Down, que es quien nos ayudó a todos porque nos une, es sumamente tierno. Y el más chico que es deportista.
Siendo la décima, debe tener varios sobrinos. Tengo 18 sobrinos, y dos en camino.
¿Proyecta para usted una familia tan grande? Somos una familia muy grande y a la vez muy unida. Mis padres fueron sumamente generosos, se pusieron siempre en último lugar y dieron todo a los hijos; ese es un aprendizaje muy grande para nosotros. Hoy te puedo decir que por ahí no voy a formar una familia, soy una persona entregada a Dios; ya tengo mi familia. Pero fomento que la gente se case, tenga familia, porque a veces uno lo ve como que es más lo que pierde que lo que gana por el tema del tiempo, pero lo que te da la familia, los niños, tener abuelos, es algo único.
El año pasado le dieron un bochazo en la ceja y la tuvieron que coser. ¿Fue su peor accidente jugando? Fuimos a Suiza a jugar al Torneo Internacional de Hockey, y nosotros siempre decimos que el ser amateurs es una lucha, porque trabajamos pero entrenamos y jugamos como profesionales. Jugamos un partido contra Sudáfrica, que, si lo ganábamos, pasábamos a la final y había un premio económico. Era la primera vez que jugábamos por un premio económico. En el momento que veo a una sudafricana tirar al arco dije: acá por el todo. Sabía que si tapaba esa pelota iba a recibir un bochazo, y así fue. Lo recibí en el ojo. Me vendaron un poco y seguí jugando, metí dos goles. Me fui a coser a la emergencia, volví, jugué la final y salimos campeonas. Terrible torneo, un logro muy grande.
En cada viaje con la selección se toma el tiempo de ir a misa, sin importar cuál sea el destino. ¿Tiene alguna anécdota? Sí, del último viaje. Estaba en Paraguay, mi entrenador sabe que voy a los viajes pero siempre voy a misa. Intento ir todos los días pero si me coincide con un partido, voy al partido. Tengo una aplicación con los horarios de misa, entré y vi que había una misa a tres cuadras. Estábamos en una zona delicada dentro de Asunción pero no lo sabíamos. Arranqué a caminar y de repente me di cuenta. Me pasó que llegué a la capilla de la zona y fue relindo, me recibió el párroco, le conté que estaba en los juegos sudamericanos, me presentó con todos, y después me dijo que no iba a volver caminando sola, y una persona me acompañó hasta el hotel. Cuentos así tengo un montón. Me pasó en Cochabamba, en otro torneo, de ir a misa y a la vuelta una chica me dijo que no podía esperar un taxi en la calle, que llamaba a su padre para que me fuera a buscar, y me volví al hotel con su padre en moto, a pura aventura. Dios es el centro de mi vida, ahí lo tengo y él me cuida. Como cábala (en los partidos), siempre que se necesita algo le rezamos a Don Álvaro, que es el sucesor de San Josemaría del Opus Dei. Él es quien nos cuida el arco.