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Treinta años sin Freddie Mercury: amores y odios del legendario cantante de Queen

Qué hizo grande a una banda y por qué, pese a su grandeza, mucha gente la miraba de reojo. En todo caso, su vocalista tuvo su que ver.

El 24 de noviembre de 1991, en su mansión de Londres, moría a los 45 años Freddie Mercury debido a una bronconeumonía complicada por el sida. Hijo de indios de la comunidad parsi, nacido como Farrokh Bulsara en el protectorado británico de Zanzíbar, hoy Tanzania, tan solo un día antes había hecho pública su enfermedad, que ya era carne de tabloides. La voz de Queen entró hace poco más de 30 años a la inmortalidad. Y como el famoso dicho “qué esponsor la muerte” —que Horacio Buscaglia le dedicó a Eduardo Mateo— no sabe de fronteras, empezó a gozar de una unanimidad y popularidad que ni en sus mejores épocas había tenido.

En el rock, Queen puede ser considerada el reverso de la Velvet Underground. Los neoyorquinos liderados por Lou Reed gozaron de los favores de la crítica y tuvieron una gran influencia en la música, a contramano de su escaso éxito comercial. La Reina, aunque vendió entre 170 y 200 millones de discos en el mundo, fue defenestrada por la crítica, al menos en vida de Mercury. Sin embargo, la revista Rolling Stone —que siempre había tenido una postura muy contraria— lo colocó en 2008 en el puesto 18 de su lista de los 100 mejores cantantes de todos los tiempos y la cadena MTV —que le boicoteó un video por no entender el humor inglés— lo señaló como el segundo mejor vocalista de la historia en 2002.

“Hay una gran injusticia con Queen. Siempre se la criticó porque quería hacer algo ‘pomposo’ en los años ‘70”, dice a Galería el periodista cultural Luis Fernando Iglesias, conductor de Historias de música, en radio Cultura. La inclasificable Queen (hacía heavy metal, hard rock, prog rock, tomaba cosas de la ópera y gustaba de armonías realmente complejas), de nombre monárquico y poses hedonistas, chocaba con la estética minimalista del punk rock, que a mediados de esa década tomó al mundo por asalto. “En determinado momento, al igual que pasó con Genesis de Phil Collins, tuvieron una segunda etapa más orientada hacia el pop, mezclando incluso temas del disco, y eso no fue perdonado por los puristas”, agrega en referencia al Queen ochentoso, cuando abjuró de sus principios de no usar sintetizadores para pasarse para el otro lado. “Capaz que no cayó bien que tuviera tanto éxito, que Mercury se pusiera en plan divo, que coqueteara con la ópera. También está esa palabra tan pelotuda que se usa para denostar, esa que habla de la música ‘comercial’. Y no se dan cuenta de que es una banda del carajo, que eran solo cuatro tipos y parecían ser muchos más, que tenía momentos brillantes y que logró tener un sonido propio, que no todos consiguen”, concluye.

Esa mirada de reojo también tuvo su pata local. El rock uruguayo post-dictadura, muy influenciado por el punk, el post-punk y la new wave, no tuvo en Queen a un faro guía. Consultados por Galería, Gabriel Peluffo (Estómagos, Buitres) dijo que no le gustaba, Garo Arakelian (La Trampa, El Astillero) recordó que cuando estaba en el liceo, en los ‘80, era una banda “de chetos” y lejana a sus intereses, a Jorge Nasser (Níquel) le agrada “la primera época”, la más rockera. Estos tres pasan, largamente, los 50 años. Más acá en el tiempo, el cuarentón Diego Presa (Buceo Invisible, El Astillero) no se considera un gran fan, aunque destaca más sus producciones de los ‘70, elogia su capacidad de reinventarse en lo sucesivo y a canciones como Innuendo, del disco homónimo de 1991, último en vida de Freddie. Camila Rodríguez (Niña Lobo), nacida con Freddie ya muerto, sí es fan de Queen; y particularmente adora Bicycle Race, del disco Jazz (1978): “Es una canción que no importa mi estado emocional, siempre voy a tener ganas de cantarla gritando a todo volumen, y nunca hay que subestimar la sensación maravillosa de empoderamiento que eso genera”.

Este sábado 27, la BBC estrenó el documental Freddie Mercury: The Final Act, sobre los últimos días del astro, incluyendo cómo mantuvo en secreto su diagnóstico fatal, que conoció en 1987. En marzo de este año, el canal de YouTube de la banda había arrancado la serie semanal The Greatest, 50 capítulos cortos para festejar los 50 años de Queen; ya van por el 37. Este proyecto, gratuito para el público, permite ver —más allá de los humores de los críticos— la grandeza de una banda y de su cantante y compositor de sus temas más icónicos: Killer Queen, Bohemian Rhapsody, Somebody To Love, We Are The Champions, Love Of My Life o Crazy Little Thing Called Love.

“Una crítica que sí merece que se le hagan es que después de la muerte de Freddy Mercury no deberían haber tocado más”, opina Iglesias. Es que Queen sigue activa, ya siendo un proyecto particular del guitarrista Brian May y el baterista Roger Taylor (el bajista John Deacon, que considera que Queen sin Freddie no es Queen, se bajó del proyecto), junto a Adam Lambert, un cantante surgido del programa American Idol. Y, definitivamente, no es lo mismo.

CINCO OPINIONES DE MÚSICOS

Kurt Cobain

“No he sentido la emoción de escuchar tanto como crear música, junto con la lectura y la escritura, durante muchos años. Me siento culpable por esto más allá de lo que puedo expresar. Por ejemplo, cuando estamos entre bastidores y las luces se apagan y comienza el rugido maníaco de la multitud, eso no me afecta de la forma en que lo hacía con Freddy [sic] Mercury, quien parecía amar, disfrutar del amor y adoración de la multitud, que es algo que admiro y envidio por completo”. Escrito en su nota de suicidio, 1994.

Axl Rose

“Si no hubiese tenido las letras de Freddie Mercury a la que aferrarme cuando era niño, no sé dónde estaría. Él me enseñó sobre todas las formas de música. Me abrió la mente. Realmente, nunca tuve un maestro más grande en toda mi vida”. Declaraciones a Circus Magazine, 1992.

Lady GaGa

“Adoraba a Freddie Mercury, y Queen tenía un éxito llamado Radio Gaga. Por eso me encanta el nombre. Freddie era único, una de las personalidades más importantes de toda la música pop. No solo era un cantante, sino también un intérprete fantástico, un hombre de teatro y alguien que se transformaba constantemente. En resumen: un genio”. Declaraciones a Dailyrecord.co.uk, 2009.

David Bowie

“De todos los artistas de rock teatrales, Freddie fue más lejos que el resto; lo llevó al límite. Y, por supuesto, ¡siempre admiré a un hombre que usa mallas! Solo lo vi en vivo una vez y, como dicen, definitivamente era un hombre que podía meterse a una audiencia en la palma de su mano”. Declaraciones a la Rolling Stone, 1992.

Katy Perry

“Freddie Mercury fue, y sigue siendo, mi mayor influencia. La combinación de su enfoque sarcástico para escribir letras y su actitud de ‘todo me importa un carajo’ realmente inspiró mi música”. Declaraciones a NME.com, 2008.

CINCO CANCIONES ESPECIALES

Liar

No fue un hit, pero sí la primera canción de Queen compuesta por Freddie Mercury que alcanzó notoriedad. Incluida en el disco debut Queen, de 1973, muchos ven en ella un precedente de Bohemian Rhapsody (1975) por su longitud, sus distintas secciones y su letra que habla de pecados, culpas, miedos y redención, lo que ha provocado que muchos consideren —como con la Rapsodia— que es una temprana y velada admisión de su homosexualidad. Se iba a llamar Lover, fue escrita en 1970, cuando el músico aún usaba el apellido Bulsara y tocaba en una banda llamada Wreckage.

Stone Cold Crazy

El disco Sheer Heart Attack (1974), el tercero, fue el de su consagración como una banda de éxito. Este tema es reconocido como una primera expresión de trash metal o speed metal, al punto que Metallica la versionó. Curiosamente acreditada a los cuatro miembros de la banda, hoy se sabe que esa canción fue concebida por el cantante antes de su inicio. Se dice que fue la primera canción que tocaron en vivo, cuando el bajista era un tal Mike Grose.

My Melancholy Blues

Esta canción, última de News Of The World (1977), es una de las pocas incursiones de Queen en el blues. La versión final prescindió completamente de la guitarra: es piano, bajo y percusión. La letra habla de un fracaso sentimental y de un tema reincidente en él: la oposición entre el personaje que vende y la persona que es. Quizá sea la mejor interpretación vocal de Freddie Mercury; y eso es mucho.

Don’t stop me now

Esta canción, del disco Jazz (1978), que arranca y termina suave y que tiene en el medio un ritmo frenético, es bastante descriptiva de cómo era la vida de Freddie Mercury por entonces: puro reviente. Pasada su melancolía, asumida su bisexualidad, olvidada por un momento la dicotomía persona/personaje, que todo sea desbunde. En un verso se define como “una estrella fugaz saltando a través de los cielos”; en 2016, el asteroide 17473 fue rebautizado por la Unión Astronómica Internacional como Asteroide 17473 Freddiemercury.

It’s a Hard Life

Salvo excepciones, poco de lo que compuso Freddie Mercury en la década de 1980, ya sea en Queen como en su cuestionable etapa solista, estuvo a la altura del decenio anterior. Esta canción, uno de los puntos fuertes del disco The Works (1984), es una de ellas. Es una balada épica que muestra su gusto por la opera, con un incuestionable guiño al aria Vesti la giubba, de Ruggero Leoncavallo, de Pagliacci. La idea del payaso que debe sobreponerse a todo para divertir a los demás le resultaba muy cómoda. Ridi Pagliacco.

CINCO PECULIARIDADES

Trauma con los dientes

Freddie tenía retrognatismo maxilar: cuatro molares de más, lo que le generaba una dentadura prominente que lo avergonzaba, que provocó que en el internado indio en el que cursó la escuela sufriera bullying, y que siempre ocultara ante las cámaras. Con el tiempo, él creyó que su condición era la causa de su gran rango vocal que abarcaba cuatro octavas, algo científicamente discutible. En algún momento habló de formar una banda con sus colegas Rod Stewart y Elton John titulada Nose, Theets & Hair (Nariz, dientes y pelo).

Piano en la cama

En la biopic Bohemian Rhapsody (2018) hay una escena que llamó la atención y es totalmente real. Efectivamente, Freddie Mercury tenía un piano en la cabecera de su cama, en su apartamento en Kensington, durante sus primeros tiempos en Queen, y aprendió a tocar acostado y al revés. Lo hacía por si la inspiración lo agarraba recostado y somnoliento.

De rotation con Ladi Di

La Royal Vauxhall Tavern es un pub gay muy prestigioso ubicado al sur de Londres. En 1988, Freddie vistió de hombre a Diana Spencer, Ladi Di, la princesa de Gales, entonces con 27 años y un aburridísimo matrimonio, para que lo acompañara en una noche de farra. Dicen que Diana la pasó tan bien que quiso repetir.

Amante de los gatos

Delilah es una canción que escribió Mercury para el último disco de Queen con él en vida, Innuendo (1991), dedicada a su gata. El cantante era un cat lover y entre sus preferidos estaban Tom, Jerry, Oscar, Tiffany, Goliath, Miko, Romeo y Lily. Incluso nombró a dos de ellos, Oscar y Tiffany, como sus herederos (por supuesto, una vez muerto Freddie, no vieron un chelín).

El misterio de sus cenizas

Tres días después de su muerte, de acuerdo a lo que él había pedido, fue incinerado en el crematorio West London. Mary Austin, exnovia, mejor amiga y desde entonces principal heredera, fue la encargada de darle destino a sus cenizas. Y su destino lo tiene guardado bajo siete llaves. El temor del cantante era que un fanático profanara el lugar donde se supiera estaban sus restos.

CINCO INCONDICIONALES

Mary Austin

“Todos mis amantes me han preguntado por qué no podrían reemplazar a Mary. Es porque es sencillamente imposible”, dijo Freddie sobre ella, que hoy tiene 70 años. Ella fue su novia durante siete años, entre 1969 y 1976. Convivieron seis años. A ella le dedicó Love Of My Life. A ella le confesó que era bisexual. Ella siguió siendo su amiga más cercana. Ella terminó siendo su asistente personal. Ella fue la primera persona en enterarse que él tenía sida. Ella fue su principal heredera.

Jim Hutton

James Seamus Hutton era un peluquero irlandés que apuraba una cerveza en un boliche gay de Londres en 1983. Cuando su pareja, un tal John, fue al baño, un hombre se le acercó y le invitó un trago. Jim lo mandó a volar. Cuando John regresó le dijo, desdeñoso: “Ese tipo de ahí (señalándolo) me quiso levantar cuando te fuiste”. John casi se desmaya: “¡¿Vos sabés quién es ese tipo?!” Jim no sabía nada de Queen, ni de Freddie Mercury, ni de rock. Al año se volvieron a encontrar y solo la muerte de Freddie los separó.

Montserrat Caballé

Freddie flasheó con la soprano española Montserrat Caballé en el Royal Opera House de Londres, en 1983. Para conocerla y convencerla de grabar con él, viajó en 1987 al Hotel Ritz de Barcelona, le improvisó un falsete al piano y ella quedó impactada con su voz. El encuentro desembocó en una estrecha amistad, basada en la fe religiosa de ambos (católica Montsy, zoroástrico Freddie) y en un disco, Barcelona (1988), cuya canción homónima terminó siendo uno de los temas oficiales de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.

Barbara Valentin

La austríaca Barbara Valentín era algo así como la Brigitte Bardot de la germanofonia. Fue también la compañera de excesos de Freddie Mercury, durante sus estadías en Munich, Alemania, entre 1979 y 1985. Si bien estaba fascinado con la escena gay de esa ciudad, fue con esta bomba sexual ya cuarentona que tuvo lo más parecido (sin serlo) a una relación estable. Se ha escrito que cuando él murió, Barbara recibió una llamada en la que le pedían que no fuera al funeral; parecía que Mary Austin toleraba a todo amante hombre pero no a otra viuda.

Peter Freestone

Este hombre nacido en 1955, Phoebe para los íntimos, comenzó a trabajar con Queen en 1979 y con Freddie Mercury como su asistente personal en 1982. El rol exigía básicamente bancarle la cabeza. Muchas de las cosas (positivas) que se saben de Freddie son gracias a él: que era generoso, que no vivía deprimido como lo pinta la película Bohemian Rhapsody, que reía mucho y que en privado no le importaba que le resaltaran los dientes. Luego de la muerte del músico, básicamente vivió de escribir libros y dar conferencias sobre su amigo-empleador.

CINCO VILLANOS

La Rolling Stone

La crítica musical y Queen nunca se llevaron bien. De hecho, más allá de su incuestionable popularidad y éxito, nunca fue considerado cool ser fan de ellos. Pero la revista Rolling Stone se ensañó particularmente. La edición norteamericana nunca les dio la portada y vapuleó sus discos al punto de encontrarles toques nazis (al News Of The World, de 1977) o fascistas (Jazz, 1978). Durante su gira por Sudamérica de 1981, calificó a la banda de “prosaica” y a la voz de Mercury como “displicente y sin convicción”, durante una prueba de sonido...

Paul Prenter

Es EL villano de la biopic de 2018. Y, más allá de los errores en tiempo y espacio, hay algo de razón. Como un moderno Judas, Paul Prenter vendió al tabloide The Sun por 32 mil libras los secretos más morbosos del hombre de quien había sido asistente personal y amante, en una entrevista publicada el 4 de mayo de 1987. Vale decir que Freddie Mercury jamás hizo pública su orientación sexual.

Norman Sheffield

“Sanguijuela”, “mula equivocada”, “cabeza de cerdo”, “perro enfermo”, “rey de la inmundicia”. Todas estas delicadezas forman parte de la canción Death On Two Legs, la que abre el disco A Night At The Opera (1975). Está compuesta por Freddie y está dedicada a Norman Sheffield, el primer manager de la banda, quien quedó sospechado de quedarse con algún vuelto. El tipo le inició al grupo una demanda por difamación que luego se arregló de forma extrajudicial.

Sid Vicious

Queen estaba grabando su sexto disco, News Of The World, en los estudios Wessex de Londres en 1977. En el mismo lugar los Sex Pistols, la banda más antagónica posible, terminaban su disco debut. En un momento, el bajista Sid Vicious lo encaró burlonamente a Freddie: “Decime, ¿al final lograste llevar el ballet a las masas?”, mientras hacía ademanes afeminados. Mercury, que tenía un carácter explosivo y que había practicado boxeo de adolescente, le dijo: “Ah, Stanley Ferocious, ¿te hiciste algo en la cara? Ando en eso, sí”. Según el escritor Mark Blake, lo tomó de la chaqueta y sacó al punkillo del estudio casi sin dejarlo tocar el piso.

Tony Stewart

Esa alusión al ballet no fue casual. En junio de ese año, el periodista Tony Stewart había publicado una entrevista a Freddie Mercury en la New Musical Express (NME) titulada Is This Man a Prat? (¿Este hombre es un imbécil?). Fue un encuentro tenso, donde Mercury se dispuso a incomodar a su entrevistador y hablar de su idea del espectáculo perfecto, del show business y de llevar cosas del ballet al rock. Stewart, alineado con la new wave y el punk, como casi toda la prensa musical de entonces, se encargó de dejarlo lo más ridículo posible.

CINCO PUNTOS DE INFLEXIÓN

Bohemian Rhapsody

¿Qué decir de esta canción que ya no se haya dicho? Dura seis minutos, tiene seis secciones, Freddie la tuvo completamente en su cabeza y los demás músicos y el productor Roy Thomas Baker se limitaron a seguirle el tren. Si bien en la discográfica (EMI) no dudaban de que era un temazo, su duración les impedía sacarlo como single. El dj Keith Everett, de radio Capital, se confabuló con los músicos para pasarlo en su programa. El éxito fue tal que los ejecutivos se vieron obligados a editarlo como adelanto de A Night At The Opera (1975), el mejor disco de la historia de la banda.

Políticamente incorrectos

Queen no era Pink Floyd y Freddie Mercury no era John Lennon, no eran una banda ni un músico que se manifestaran políticamente. Donde hubiera público y plata, ellos iban. Esto incluyó hacer una Argentina bajo dictadura militar en 1981 y una Sudáfrica bajo apartheid en 1984. Que aquí exigieran que el público fuera mixto no morigeró las críticas.

Video escandaloso

En Estados Unidos, en cambio, su reinado culminó a mediados de los ‘80. La “culpa” de ello fue el videoclip de I Want To Break Free, del disco The Works (1984). En este, los cuatro aparecen vestidos de mujeres, en una parodia de la telenovela británica Coronation Street. En el Viejo Mundo entendieron la humorada y tanto el tema como el spot fueron un éxito; pero en el conservador Estados Unidos de Ronald Reagan, donde recién había estallado la cadena MTV, no entraba en la cabeza que una banda de rock hiciera eso. MTV pidió un video alternativo y ellos se negaron, quitaron a EE.UU. de la gira promocional y no volvieron a tocar ahí.

Los reyes del Live Aid

También se ha hablado mucho de la actuación de Queen en el megafestival Live Aid, de 1985. Tenían todo para perder: tocaban a la luz del día, ante un público que no era el suyo, con la prensa en contra por lo de Sudáfrica y el público de Estados Unidos alejado por lo de MTV. Y sin embargo, ante 70.000 personas en Wembley y 2.000 millones de televidentes en todo el mundo, Freddie Mercury se metió al planeta en el bolsillo. El organizador de ese histórico evento con 50 artistas y dos escenarios en dos países, Bob Geldof, fue muy claro: “Simplemente fueron y aplastaron. Fue el escenario perfecto para Freddie: el mundo entero”.

Última aparición

“Gracias, buenas noches”. Eso fue todo lo que dijo Freddie Mercury, vestido de traje azul grisáceo y notoriamente delgado, durante la entrega de los Brit Awards del 18 de febrero de 1990. Queen era homenajeado con este premio por su contribución a la música británica. Cuando los cuatro subieron al escenario, el guitarrista Brian May fue el que llevó la voz cantante. Solo el círculo más íntimo sabía que Freddie ya estaba enfermo. En ese día, la última aparición pública de Mercury, el mundo comenzó a ver que algo andaba mal.