“La mejor sensación del mundo es cruzar la meta y apagar el reloj”, señala
Pilar Laborde. “Es estar habilitado a caminar”, agrega su hermana, Cecilia.
“Después de tanto esfuerzo, la satisfacción de ver lo que hiciste es tremenda”,
retoma Pilar y subraya: “Para nosotros fue mayor aún porque lo hicimos los tres
juntos”.
regenerado
En octubre
las hermanas Laborde (Cecilia de 41 y Pilar de 42 años) cumplieron con una de
las metas que se fijaron para este año, a la que lograron sumar también a su
hermano, Alejandro (45 años): correr la maratón de Chicago (42 km) en menos de
cuatro horas y cruzar la meta los tres juntos.
“Como
experiencia de hermanos es espectacular. Lograr algo así los tres juntos es
difícil. El hecho de decir que pasamos los tres juntos la meta y que te vean
tus padres, tus hijos y sobrinos es muy fuerte a nivel familiar”, reflexiona
Alejandro en diálogo con Galería. “Fue lindo no solo viajar todos
juntos, sino acompañar a tres integrantes de la familia, que tienen un objetivo
en común y compartirlo entre todos”, añade.
Dicho
objetivo común comenzó a gestarse el año pasado, luego de que Pilar y Cecilia
corrieron la maratón de Berlín. Aplicaron para Chicago y en diciembre de 2022
se enteraron de que habían salido sorteadas. Hasta allí era una meta de dos.
Sin embargo, después de estar tres o cuatro años sin correr, este año Alejandro
decidió volver a entrenar. En mayo corrió la maratón de Montevideo, y al
terminar, sus hermanas le propusieron que se sumara a Chicago. Como el sorteo
para la maratón ya se había realizado, apostó a conseguir un cupo por caridad.
“Las maratones tienen cupos en los que vos podés asociarte a una obra de
caridad mundial, juntar determinada cantidad de dinero en donaciones y obtener
un cupo gratis. Yo me enrolé en la Casa Ronald Mc Donald’s y junté entre
familiares y amigos 1.900 dólares”, comenta Alejandro. El objetivo Chicago 2023
ya era cosa de tres.
ENTRENAMIENTO. De los tres hermanos, Alejandro fue
el primero que comenzó a correr. “Empecé a correr fondos (distancias largas) en
2007, 2008. Preparé la maratón de Nueva York, la de Buenos Aires, la de
Rosario. Después me pasé al iron man, pero llegó un momento en que me
aburrí del entrenamiento y de los fondos y dejé de correr”, explica. Para ese
entonces, Cecilia ya se había interesado por el deporte que practicaba su
hermano y hasta se había sumado a alguna carrera. Ella no abandonó. Al
contrario, a los años comenzó una dinámica de entrenamiento en grupo junto con
Pilar.
“Yo fui la
última en engancharme hace nueve años. No encontraba en mi vida un tiempo para
hacer deporte y Ceci me dijo que comenzara a salir a correr, en el momento que
pudiera. Me bajé una aplicación, empecé a entrenar y me enganché. Al poco
tiempo nos fuimos las dos a correr la media maratón de Buenos Aires”, relata
Pilar. “Al volver nos dimos cuenta de que si queríamos mejorar en esto,
teníamos que hacer algo distinto, no podíamos seguir entrenando solas con una
aplicación”. Así fue que se sumaron al grupo de entrenamiento Al Máximo, de
Aníbal Labandera. “Fue un antes y un después. Entrenar juntas ya estaba
buenísimo, pero hacerlo en grupo es mucho mejor. Salir a correr un domingo a
las seis de la mañana 32 kilómetros lo podés hacer solo, pero si hay otras 30
personas corriendo contigo, te hace la diferencia”, afirma.
Para la
maratón de Chicago entrenaron casi cuatro meses, cinco días a la semana. Los
martes, miércoles, jueves y sábados mediante entrenamientos en grupo de una
hora con distintas dinámicas y propuestas. Los domingos son días de fondos y el
tiempo depende de lo que se tenga que correr. “Cuando tenemos fondos de 30
kilómetros, son tres horas más o menos”, explica Cecilia.
Alejandro,
que también entrena con Labandera, pero de manera individual por una cuestión
de horarios, señala que con este tipo de entrenamiento, se prepara al cuerpo
para dos cosas. Por un lado, con el entrenamiento entre semana se ejercita la
capacidad aeróbica, el tener aire y, por otro lado, los domingos con los fondos
se acostumbra al cuerpo a correr distancias largas.
Los hermanos Laborde con el grupo de entrenamiento Al Máximo, de Aníbal Labander, la semana previa a la maratón.
UNA META
DE TRES. El 8 de
octubre pasado los hermanos Laborde fueron tres de las 48.500 personas que corrieron
la maratón de Chicago. Lo hicieron juntos hasta la mitad del trayecto. En el
kilómetro 21 Cecilia comenzó a quedarse un poco atrás. “Hasta el kilómetro 28
los llegaba a ver, pero después ya no”, recuerda. Hasta que en el kilómetro 33
pudo divisar a su hermano en un puesto de agua. Este enseguida se le acercó,
para llevarla más adelante donde estaba Pilar y así poder terminar juntos, como
se lo habían propuesto. Pero “cuando me acerqué, me di cuenta de que ella iba
superconcentrada, que no era el momento para hacer ese esfuerzo y me fui para
adelante”, relata Alejandro. “La maratón es una carrera muy mental, es una
carrera contra la cabeza. El cuerpo puede correr lo que quiera, pero hay que
superar los dolores, el cansancio (y en eso la cabeza es importante)”, explica.
Cecilia lo
cuenta en carne propia. “La mente va a decirte todo el tiempo que tenés que
parar, pero nosotros entrenamos durante todo el invierno, con viento y lluvia
precisamente para eso. Entonces, iba pensando en eso. En todo lo que hicimos
para llegar ahí, en el privilegio de estar corriendo la maratón de Chicago”.
Por
momentos también dedicaba kilómetros: “Este esfuerzo es por mis abuelos, este
por una amiga”. Alejandro hizo algo similar. “Me armé una lista de 42 personas,
me la anoté en el brazo y les puse nombre a los 42 kilómetros. Te ayuda a saber
a quién querés visualizar en la carrera o por quién querés agradecer”, señala.
En tanto,
Pilar, que durante gran parte del trayecto fue pensando en su hermana, a quien
quería encontrar para terminar juntas la carrera, asegura que durante la
maratón “vas mucho rato consciente de tu cuerpo: ¿cuánto más puedo forzarme?,
¿este ritmo lo puedo mantener mucho más? Si te ponés a pensar, son cuatro horas
para vos. Estás haciendo un esfuerzo, pero vas contigo misma”.
La sorpresa
se la llevaron en el kilómetro 39, cuando Pilar sintió unas palmadas en la
espalda y al darse vuelta era Cecilia. “A partir de ahí, hicimos los últimos
tres kilómetros juntos”, dice Pilar.
Los uruguayos pusieron 3 horas y 56 minutos; cruzaron la meta juntos y envueltos en la bandera nacional.
Pero la
emoción no estuvo reservada solamente para ese momento. En el kilómetro 42 los
esperaba la familia para alentarlos. “Era pensar: faltan dos kilómetros para
verlos y uno más para terminar”, expresa Alejandro, quien recuerda cómo al
encontrarse con uno de sus hijos, le “robó” la bandera de Uruguay para terminar
con ella la maratón. “Salió redondo. Cruzamos la meta los tres juntos en menos
de cuatro horas, que era lo que nos habíamos propuesto. Nosotras además bajamos
10 minutos nuestro tiempo respecto a Berlín”, señala Pilar. Para ser
específicos, los hermanos Laborde pusieron 3 horas, 56 minutos.
Ese mismo
día en esa misma maratón, el keniata Kelvin Kiptum, de 23 años, batió el récord
mundial en maratón, con una marca de dos horas y 35 segundos, destronando a su
compatriota Eliud Kipchoge, quien en Berlín 2022 rompía el récord con dos
horas, un minuto, nueve segundos. “Esa es una de las particularidades que tiene
el running. En la misma maratón donde corrés vos como amateur, tenés a
los corredores profesionales haciendo lo mismo, lo único que en menos tiempo y
batiendo récords mundiales. No cualquiera puede jugar un partido con (Roger)
Federer”, apunta Cecilia.
La próxima meta de los hermanos Laborde es
correr el año que viene la maratón de Nueva York, pero el sueño no queda allí.
“La idea es algún día poder completar las seis maratones mayores”, adelanta
Alejandro. Estas son: Berlín, Chicago, Nueva York, Boston, Londres y Tokio.