Radicada en Nueva York, integra el equipo de la afamada Pat McGrath y ha trabajado con marcas como Moschino, Versace, Marc Jacobs y Jean Paul Gaultier
Radicada en Nueva York, integra el equipo de la afamada Pat McGrath y ha trabajado con marcas como Moschino, Versace, Marc Jacobs y Jean Paul Gaultier
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáVirginia Vera nunca imaginó que, de pura casualidad, iba a terminar trabajando con Pat McGrath, la maquilladora más importante de la industria de la moda. O que el día de su cumpleaños, en el detrás de escena del desfile de Moschino, le iba a tocar pasarle crema en las piernas y en los brazos a una de sus ídolas, Naomi Campbell -asegura que a pesar de su mala fama la modelo se portó muy bien con ella-. Y sin embargo, todo esto sucedió.
"Toda la vida fui una arriesgada", cuenta Vera por teléfono a galería desde el condado de Orange, en el estado de Nueva York -a poco más de una hora de viaje de Manhattan-, donde reside hace casi dos años. Fue esa actitud audaz, el trabajo duro y un poco de suerte la receta para llegar a las grandes ligas del maquillaje.
Virginia nació en Durazno y, como tantos adolescentes, cuando terminó el liceo no sabía qué estudiar. Sí sabía que le gustaba dibujar, las manualidades y lo artístico y, con eso en mente, empezó Arquitectura. La facultad no le gustó y, para ocupar el tiempo con algo que la motivara un poco más, empezó a meterse en el mundo del maquillaje de carnaval. Ahí se enamoró por completo. Como era un rubro zafral, también empezó a hacer body painting, algo que más adelante la llevaría a campeonatos internacionales en países como Austria y Estados Unidos.
Pero por más que el maquillaje (en todas sus formas) era su verdadera pasión, la artista no lograba desarrollar una carrera en el rubro y terminó recibiéndose de Licenciada en Sistemas. "Tuve varias idas y venidas. Durante un tiempo me quise dedicar a eso, después decidí trabajar para ganar dinero, porque en Uruguay es muy difícil, sobre todo porque yo insistía con el maquillaje artístico y no me estaba dedicando tanto a lo que era social, que es lo que tiene más salida. Intenté, no pude", recuerda.
Cuando ya había bajado los brazos, fue su esposo quien la incentivó: "Quiero ver la cara que ponés cuando agarrás un pincel toda mi vida", le dijo. Con ese impulso Vera pintaba "todo lo se que se cruzara" en su camino, no decía que no a nada. El problema era que su estilo de maquillaje, que tiende a lo artístico, no tiene tanta demanda en Uruguay como el llamado "maquillaje social" pensado para novias o quinceañeras. Fue así que comenzó a coquetear con la idea de probar suerte en el mercado internacional.
Virginia Vera.
Mirar para afuera. Para salir al exterior, Facebook fue su gran aliado. Empezó a seguir artistas a los que admiraba, se fijó a qué eventos y competencias iban, qué cursos daban y en función de eso planeó sus primeros viajes. "Después de que comencé a trabajar en el exterior me enamoré del maquillaje de moda, más que nada de pasarela, y me capacité en eso. Pensé ‘bueno, cuando vuelva a Uruguay voy a trabajar un montón', pero no fue así. Me di la cabeza contra la pared, fue una etapa de mi carrera frustrante. Porque en Uruguay somos muy conservadores y la industria de la moda local es muy pequeña", cuenta. A pesar de eso, decidió fundar su propia academia, Vera Academy en Sinergia Design, donde dio clases de maquillaje artístico durante una temporada e incluso organizó una masterclass de la israelí Einat Dan, referente en el área.
En lo personal, la experiencia de tener una academia le resultó enriquecedora, la motivó, pero finalmente se dio cuenta de que más que ganas de enseñar tenía ansias por aprender. "Mientras estaba con la academia viajaba a Nueva York a hacer New York Fashion Week, pero cuando una no vive acá tiene una visión completamente diferente. Terminé por apostar todo a mi carrera, cerré la academia y me vine. Quería llegar a los grandes desfiles, algo que para mí seguía siendo lejano, porque lo que separa a los amateurs de los profesionales es un abismo y cuesta mucho llegar. Yo sentía que viajando dos veces al año no podía subir de escalón, tenía que venir a vivir acá para ver, analizar y tratar de aprender con otros profesionales. Fue eso lo que hice", explica.
Gracias a su participación en torneos internacionales consiguió tramitar una visa de "logros extraordinarios" y se mudó junto a su esposo -que al trabajar en el rubro de tecnología podía trasladarse sin problema- y sus tres hijos a Estados Unidos. Como no se acostumbraron a Manhattan, decidieron asentarse a las afueras, en un área más tranquila y una casa más grande, algo que agradece en plena pandemia.
En Nueva York tenía una propuesta de trabajo de una productora, FTL moda, y así se fue insertando en la industria, trabajando principalmente con equipos -compuestos por fotógrafos, estilistas y modelos- latinoamericanos. Es que cuando llegó apenas hablaba inglés y solo con ellos se sentía cómoda. Afortunadamente, se encontró con una gran comunidad de artistas latinos y "una solidaridad que nunca antes había visto entre colegas". Ya con trabajo asegurado en distintas producciones, el siguiente paso era insertarse en la industria del maquillaje local y compró tickets para The Makeup Show, una prestigiosa feria que tiene lugar en varias ciudades de Estados Unidos y en Canadá. Era ideal para hacer networking y conocer profesionales del rubro.
Lo que no se esperaba es que en el lugar estuviera la mismísima Pat McGrath. Según Anna Wintour, editora de Vogue, McGrath es la "maquilladora más influyente del mundo" y fue nombrada por la Reina Isabel II Miembro de la Orden del Imperio Británico por su contribución a la industria del maquillaje y de la moda. Y esta celebridad del rubro no solo estaba en la feria, sino que estaba haciendo un casting, buscando un talento para incorporar a su equipo. "Yo había ido al evento con mi celular y mi carterita y no tenía nada más. Pero vi el cartel y ya que estaba ahí, me anoté. No tenía nada que perder, aunque varias veces se me cruzó por la cabeza volverme a mi casa. Cuando fui al lugar del casting había cientos de maquilladoras súper lookeadas, con pestañas postizas, mega delineados y carpetas enormes de portfolios. Pero bueno, algo me hizo quedarme y tener la primera entrevista. En el formulario, arriba del todo escribí ‘no hablo inglés', porque una entrevista en inglés me resultaba una tortura", cuenta, todavía emocionada, por teléfono.
Justamente, lo primero que hicieron fue preguntarle por su portfolio, que no tenía, y Virgina se ofreció a mostrarle su Instagram -"que en aquel momento lo tenía muy mal trabajado"- y su página web. Contra todo pronóstico, quien hacía el primer filtro le dijo: "Te voy a dejar pasar porque a ella le va a gustar mucho tu trabajo, eres creativa y eso es lo que ella busca". En una segunda instancia, ayudada por el traductor del celular, contestó algunas preguntas sobre cómo había empezado, dónde se había formado y cómo trabajaba. Y pasó a la prueba final.
"Me citaron para una prueba, donde Pat iba a estar controlando. Hicimos cuatro maquillajes, el primero, por ejemplo, se trataba de usar la menor cantidad de productos posibles, enfocándonos en la piel. El segundo era un delineado perfecto. Eran todos muy sociales. Es muy gracioso porque habla en tercera persona de sí misma y se refiere a ella como mother (madre). Entonces nos dice que ‘la madre no está feliz', porque no está viendo lo que quiere ver, nos dice que quiere ver qué es lo que podemos hacer, nuestro arte. Ahí pensé, ‘esta es mi oportunidad', porque con las otras pruebas que habíamos tenido no me había podido despegar, eran todos muy buenos. Entonces agarré mi maletín artístico, saqué mi aerógrafo y empecé a hacer una máscara de colores que es lo que más amo hacer. Fue una diferencia muy grande, porque ninguno de los que estaban ahí hicieron un trabajo artístico, todos trabajaron ojos, ya sea con pocos pigmentos o muchos pigmentos. Cuando empecé a hacer la máscara el equipo de ella me empezó a rodear, haciéndome preguntas. Y entonces lo que más me impidió trabajar en Uruguay fue lo que más me benefició acá. A ella le encantó mi trabajo, me felicitó y me dijo que era hermoso lo que había hecho".
Ante la situación, la maquilladora se sintió muy conmovida. "Se me caían las lágrimas. Me costó caer. Igual no me fue fácil entrar al equipo, hay mucha competencia, son todos muy buenos. Lo primero que me dijeron fue: ‘Acá trabajamos para que el resultado que salga por esa puerta sea perfecto. Estrellas somos todos'. El estar en ese equipo te abre muchas puertas, con solo ponerlo en el currículum no te piden nada más, solo te preguntan cuándo estás disponible. Pat es increíble no solo por lo creativa que es, sino por su historia de vida y cómo luchó por lograr un cambio en el maquillaje, fue una de las que revolucionó la industria. Incorporó el arte al maquillaje con máscaras, cejas locas, piedras, bocas corridas. Marcó un antes y un después. Además de eso tiene una visión impresionante para lo que es el diseño, le encanta todo lo que es bello. Me genera mucha admiración".
Finalmente, y gracias a que estuvo en el lugar indicado en el momento correcto, a Vera se le abrieron las puertas del mundo del maquillaje profesional de moda. Como parte del equipo de McGrath ha maquillado para Marc Jacobs, Valentino y Versace. También ha trabajado con otros equipos de referentes de la industria, como Erin Parsons en desfiles de Jean Paul Gaultier y Giambattista Valli, y en editoriales y producciones liderando ella misma.
En el desfile de despedida de Jean Paul Gaultier, la maquilladora se encargó del look de la modelo brasilera Lais Ribeiro.
Rutina prácticamente no hay, cada día es totalmente diferente al anterior. Durante New York Fashion Week, la uruguaya parte de su casa en la madrugada con un pesado maletín y pasa todo el día trabajando en Manhattan. Allí lleva todos los productos que puede llegar a precisar esa jornada, que varía de acuerdo a los desfiles que tiene o si se trata de una producción de moda (porque lo que se ve en cámara tiene exigencias diferentes a la pasarela). "Cuando entrás a cada equipo ya sabés qué productos más o menos son los que se usan y tenés que tener tu maletín completo. Después, cada uno trabaja con el producto que le gusta más, siguiendo la pauta del resultado final que define la Key Make Up Artist. Cuando se usa color, ya sea sombra, piedras o plumas, eso te lo da el equipo para que sea exactamente igual", explica.
Cuando viajan para una semana de la moda en otro país, el equipo se encarga de toda la logística, desde el hotel hasta el transporte de un show a otro, que puede ser tanto un auto con chofer como una moto, dependiendo del tránsito de la ciudad. Una vez en la locación del desfile -a la que llega unas cuatro horas antes del evento- cada maquillador se encarga de una sola modelo, a lo sumo dos si es un show muy grande. Es que el objetivo de Pat McGrath es que el resultado sea perfecto y para eso los profesionales deben poder trabajar tranquilos y con tiempo para corregir. El look en cuestión es definido por ella antes del show, nutriéndose de las propuestas de diferentes miembros de su equipo.
Ese trabajo en equipo es parte importante de la cultura y de la forma de hacer las cosas a escala profesional.
"Mi principal aprendizaje fue el olvidarme del ego, nos ayudamos dentro del equipo. En mi primer show me pidieron que le retirara el maquillaje a la modelo porque no funcionaba. También aprendí a ser directa. En Uruguay cuesta eso porque todo nos lo tomamos a pecho, acá no, las cosas se dicen. No es personal, es trabajo". Otro ejemplo de esto es que los maquilladores tienen prohibido subir fotos de backstage de los desfiles, porque la filosofía es que se forma parte del team de Pat McGrath, no de resaltar la individualidad.
"Mi trabajo más desafiante en maquillaje fue en Maison Margiela Haute Couture Otoño 2019. Fue la primera vez que pude hacer mi trabajo de bodypainting, fue un desafío importante porque yo entré por la parte artística. Salió bien, fue genial, muy emotivo, porque era lo que había soñado toda mi vida", cuenta. Aunque claro, nada supera lo pintoresco de la anécdota de cuando, desesperada por ver a Naomi Campbell en el detrás de escena de Moschino, se ofreció a pasarle crema cuando ella estaba por salir a pasarela y mientras lo hacía sus amigas modelos latinas le cantaron el Feliz cumpleaños.
Maquillaje realizado por Virginia Vera en el desfile de Maison Margiela.
Hoy, sin embargo, todas esas escenas parecen demasiado lejanas, aunque hayan sido apenas meses atrás. En este momento su industria, la del maquillaje, está completamente detenida como consecuencia de la pandemia. Nadie sabe cómo van a ser los desfiles en el futuro o si es que van a seguir existiendo. En medio de la incertidumbre, la maquilladora aprovecha el tiempo libre para crear looks extravagantes y surrealistas desde su hogar, ya sea en un maniquí o en su propio rostro, y documentarlos en Instagram. Porque si hay algo que le cuesta hacer a Vera es quedarse quieta. No sabe qué será de sus planes de establecerse en Europa en algún momento, para participar en esas semanas de la moda que son "más artísticas y no tan comerciales". Pero, sea lo que sea, seguramente siga sorprendiendo, llevando un poco de arte a la piel.